No queda mucho por decir del legado de Josep Maria Bartomeu. Tras el triplete que le allan? el camino hacia el palco, el fracaso fue irrefutable. Por la inexistencia de un proyecto deportivo claro, por el consiguiente impacto negativo de sus decisiones en los balances y por la manera en que los futbolistas le zarandearon sin remisi?n. Estos d?as, las filtraciones de distintos e-mails han agitado el debate acerca de las vacas sagradas.

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Por c?mo apretaron a la instituci?n, c?mo se extralimitaron a veces en sus funciones o, por supuesto, por el pésimo rendimiento que perpetraron en el ?ltimo tramo pese a cobrar como nadie en Europa.

Verdades que no deben esconderse pero tampoco ser utilizadas para blanquear un mandato que comprometi? al club por el miedo y la nula autoridad con la que Barto despach? en el vestuario. Bartomeu dilapid? la cl?usula Neymar y quem? 700 millones con Dembélé, Coutinho y Griezmann entre traspasos, sueldos y amortizaciones. No marcaron una diferencia.

Tras renovar al mejor de la historia -lo ?nico entendible por lo mucho que generaba el argentino-, se dedic? a extender cheques en blanco de larga duraci?n a treinta?eros que vieron en el contrato de Leo un fil?n para ganar cada vez m?s en pleno ocaso de sus carreras.

?C?mo ganar lo que Messi sin ser Messi? Permiti? y firm? acuerdos casi indefendibles, lejos de lo recomendable en una pol?tica deportiva seria y convertidos hoy en un muro para el fairplay. El proverbio dice... “la primera vez que me enga?es ser? culpa tuya. La segunda, ser? m?a”. Y la tercera, y la cuarta, y la quinta... Eso le ocurri? a Bartomeu. El 2-8 fue el ep?logo de su descontrol. Consinti? un desm?n que se lo llev? a él y casi se lleva al Barça. Es importante no dejarse confundir.**



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