Fue una locura. Sin m?s. Pocas veces, ni siquiera en el Tour, quiz?s en Dinamarca este a?o y en Yorkshire por all? 2014, se hab?a visto tantos r?os de gente. Era imposible encontrar un hueco entre las vallas. Y lo que es muy dif?cil ver en otros lugares donde los bares solo se llenan cuando juega el equipo de f?tbol preferido.

Las cervezas se tomaban sin perder la atenci?n al televisor que retransmit?a la Vuelta, una ronda espa?ola que ya ha empezado bajo el dominio de Primoz Roglic, cuyo equipo, el Jumbo, atiz? a todos los rivales con segundos que valen oro y con la pregunta dirigida a muchos rivales: ?d?nde recuperar, por ejemplo, 43 segundos, al corredor esloveno?

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De hecho, Utrecht, por la pasi?n de sus habitantes y por la entrega demostrada al lanzarse literalmente a la calle y ocupar cada rinc?n existente a lo largo de 23 kil?metros, se merec?a que el equipo que los representa, patrocinado por una cadena de supermercados que se gast? un past?n en invitaciones a sus zonas privadas, cogiera el mando de la Vuelta a las primeras de cambio.

Ganaron el Tour con Jonas Vingegaard y quieren repetir haza?a en la Vuelta con Roglic, aunque en este caso ser?a la cuarta vez de forma consecutiva. Desde que tomaron la salida marcaron el mejor tiempo, dominio aplastante y solo el Ineos de Richard Carapaz, Pavel Sivakov y Carlos Rodr?guez, y el Quick Step de Remco Evenepoel y Julian Alaphilippe se les acercaron un poco al tiempo supers?nico que estableci? el conjunto neerlandés.

La recompensa del d?a

Tal fue el dominio y el espect?culo que ofrecieron ante sus paisanos que quisieron recompensar a uno de los corredores holandeses del equipo. Y quién mejor que Robert Gesink, 36 a?os, con una carrera que podr?a haber sido m?s brillante sin en algunas ocasiones le hubiese sonre?do la suerte, sobre todo cuando hace una década era un aspirante al triunfo en la Vuelta y hasta disputaba la general del Tour. Por eso, el Jumbo lo design? para que fuese el primer jersey rojo de la carrera al cruzar la meta, con el mejor tiempo del equipo, por delante de Roglic. Todo atado y controlado por parte del corredor esloveno en tierra amiga.

Gesink vive todo el a?o en El Tarter, en Andorra. Sus hijos van a la escuela local y es de los corredores que al margen de residir en el pa?s pirenaico por cuestiones fiscales mejor se ha integrado en las costumbres locales. Ahora en los Pa?ses Bajos est? apoyado por su mujer y sus dos hijos, unos ni?os felices al ver al padre vestido como l?der de la Vuelta.*

Por eso, el p?blico se sinti? feliz. Por ver a uno de los suyos vestido de rojo vali? todo el esfuerzo y toda la inversi?n para traer a la Vuelta hasta tierras holandesas. Muchos fueron los antiguos corredores neerlandeses que asomaron por Utrecht, que no quisieron perderse la fiesta que todav?a continuar? hasta ma?ana, con otras dos etapas. Por haber hasta hubo una tuna que anim? la zona de llegada y puestos de churros y chocolate, aunque alguno cambi? la bebida caliente por la cerveza.

Fue incre?ble, como el tiempo que ya perdieron a las primeras de cambio equipos como el Movistar, décimo de la etapa, pero ya a 43 segundos de las estrellas del Jumbo. Queda toda la Vuelta, infinidad de monta?as y de trampas, pero Roglic conoce la carrera como si fuera el patio de su casa. Aguanta el calor andaluz, todo lo que le pongan encima y en las otras tres victorias pr?cticamente ha dominado la carrera de principio a fin.*

El a?o pasado, por ejemplo, gan? la contrarreloj inicial, en aquel caso individual y en Burgos, y solo cedi? el jersey rojo por cuestiones t?cticas y sobre todo para no desgastar m?s de la cuenta a sus compa?eros del Jumbo. Ahora, sin embargo, tiene a rivales poderosos y serios, sobre todo a un Ineos consistente, sin olvidar al Quick Step y* hasta el Emirates. La Vuelta acaba de empezar pero Roglic ya ha demostrado que va en serio.**



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