No quer?a ser futbolista. Quer?a ser jugador del Barça. Creci? haciendo realidad sus sue?os, en el club del que es hincha, brill? con intensidad en la cantera, debut? en el primer equipo, se convirti? en uno de sus capitanes, fue leyenda de la selecci?n, escal? hasta el olimpo legendario del club y se despidi? de la que siempre ser? su casa con el afecto de 92.000 personas. Azote del madridismo y orgullo culé, Gerard Piqué se fue antes de que le echasen, por sorpresa, sin previo aviso a directiva y compa?eros, con un cruce final ‘marca de la casa’: con elegancia y sin los tacos por delante. Se despleg? una lona en su honor (‘Sempr3’), sus compa?eros calentaron con el nombre de Gerard en las camisetas, se proyect? un v?deo con sus mejores im?genes, jug? el partido, tom? la palabra y después complet? una emocionante vuelta de honor ante un p?blico entregado.

Sin rencores, sin facturas por cobrar. Piqué no estaba para retirarse del f?tbol, ni para ser el quinto central, ni para dejar el Barça a mitad de temporada, ni para retirarse de la selecci?n cuando as? lo decidi?. Si no estaba donde quer?a estar, si no era como él quer?a, adi?s y gracias. Unido sentimentalmente al Barça desde que era un ni?o, Gerard ha disfrutado con intensidad de ese amor.

Y como nada es para siempre, por fidelidad a esos colores, ha tenido que dar un paso atr?s para, en el futuro, poder dar dos hacia adelante. Si el f?tbol es el mejor relato de la vida, Gerard no ha querido sufrir el orgullo de haber sido y el dolor de ya no ser. En un amor as?, no ten?a sentido consumirse entre pitos, reproches, egos y dineros. Era dif?cil irse, pero era peor quedarse y hacerse da?o.

Piqué jur? amor eterno y el barcelonismo le ha querido de manera incondicional. A tiempo, a destiempo y todo el tiempo. Piqué interioriz? que, a veces, querer es dejar marchar. Y la afici?n del Barça ha entendido que quiz? no puedan quererse m?s, pero s? quererse mejor. Gerard Piqué, ‘Piquembauer’, ha sido, es y ser? ?nico.

Cuelga las botas el mejor defensa de la historia del club, uno de los mejores que haya dado este deporte. Ten?a lo mejor de los mejores: la sabidur?a de Baresi, el temple de Bobby Moore, la rebeld?a de Krol, el juego aéreo de Ramos, la fuerza de Puyol, la garra de Maldini y la elegancia de Beckenbauer. Jugaba con esm?quin.

Piqué era fragancia La Masia, viv?a anticip?ndose, brillaba a campo abierto, era imponente al cruce, ten?a alma de delantero y una salida de pelota imperial. Su recuerdo ser? inmortal, su amor seguir? siendo eterno y su barcelonismo permanecer? intacto. En la colecci?n eterna de la vida, el cromo de Piqué jam?s estar? ‘repe’ en el ?lbum del socio. Querer es dejar marchar.



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