"Hoy tenemos una relaci?n muy rara con el arte. No son nada m?s cuadros en el museo a los que no dedicamos tiempo, es una manera de expresar quiénes somos". Andrea Marcolongo (Mil?n, 1987) dedica su vida a la cultura cl?sica. Es licenciada en Letras Cl?sicas por la Universidad de Mil?n, y fen?meno editorial (s?perventas en Italia y Francia, traducida a 28 lenguas) desde la publicaci?n de su primer libro, La lengua de los dioses (Taurus, 2017). Ahora se publica en Espa?a su m?s reciente trabajo, Desplazar la luna. Mi noche en el museo de la Acr?polis, en el que, adem?s de contar las desventuras del Parten?n y el robo de sus m?rmoles y estatuas, abre el debate acerca del expolio, la apropiaci?n cultural, la restituci?n del patrimonio arqueol?gico, la identidad de las obras de arte y el papel de los museos como instituciones.

Es un libro de lectura ?gil, en el que lo que ocurre en tiempo real (una noche en el museo) se superpone con las reflexiones sobre su propia identidad e historia familiar (nacida en Italia, afincada en Francia, hija de trabajadores que no terminaron su formaci?n académica) y sobre la historia, la cultura cl?sica y el Parten?n. Y todo naci? como un encargo de la editorial francesa Editions Stock, como parte de la colecci?n -Ma nuite au musée, Mi noche en el museo en espa?ol-. Ella eligi? el museo y el contenido del libro. "Para m? fue muy natural escribir sobre la Acr?polis, en Atenas", explica por videoconferencia desde Par?s, donde reside. "Como tuve que esperar un a?o a que me dieran los permisos necesarios para pasar una noche en el museo, tuve tiempo de investigar sobre el Parten?n. La historia del robo de los m?rmoles me pareci? tan incre?ble que pensé que merec?a la pena contarlo".

S?mbolo de la Antigua Grecia, la Acr?polis de Atenas es la zona, construida sobre una colina en las afueras de la ciudad actual, donde se levantaron los templos en los que se pusieron los cimientos del pensamiento y la organizaci?n social occidental actual. Durante dos mil quinientos a?os se mantuvo intacta, hasta que en a principios del siglo XIX, bajo la dominaci?n del Imperio Otomano y en un marco geopol?tico de alianzas y conflictos entre las potencias del Imperio Brit?nico y Napole?n, el embajador brit?nico lord Elgin llev? a cabo una serie de destrozos y saqueo que acab? con parte del bot?n en el Museo Brit?nico de Londres, donde se exhibe a?n hoy. Es s?lo una parte, porque la mayor parte de lo que se sustrajo se ha perdido.

Marcolongo cuenta esta historia, pero también c?mo Francia trataba en aquel momento de hacer lo mismo -de hecho, hoy el Louvre exhibe una metopa y una parte del friso del Parten?n- y c?mo ese fue el origen de los grandes museos actuales. "Los museos est?n demasiado llenos de todo, por esta idea de ser espacios universales que deben contener cualquier obra de arte, como muestra de poder y dominaci?n".

Identidad de las obras de arte

Relacionado con el saqueo y la exhibici?n de obras de otros pa?ses, la autora reflexiona también sobre la identidad de las obras de arte. El Parten?n y la Acr?polis son claramente griegos, s?mbolos una civilizaci?n. ?Pero qué ocurre con otras obras, como La Gioconda, de Leonardo da Vinci, que se exhibe en el museo del Louvre de Par?s pero de la que Italia reclama su devoluci?n? ?Es una obra italiana, creada por un italiano bajo los elementos que definen un periodo concreto del arte italiano? ?O es una obra francesa, dado que su propio autor se la entreg? en persona al rey de Francia a cambio de una renta? Para Marcolongo, La Gioconda es una obra cumbre del Renacimiento italiano y por tanto, parte del imaginario colectivo italiano. Pero, ?d?nde debe exhibirse?

"En Italia se habla sobre pedir la devoluci?n de La Gioconda por ser una obra made in Italy, pero el cuadro pertenece legalmente a Francia", explica. "Es dif?cil encontrar una soluci?n. Quiz?s deber?amos repensar la exhibici?n misma de las obras de arte y aceptar que puedan circular por diferentes lugares, que se aumenten los préstamos entre museos y las obras sean m?s accesibles, y que se indique, adem?s, en su exhibici?n, cu?l fue el camino que vivi? la obra desde que se cre?" plantea. "Una obra de arte comienza cuando se termina de hacer y llega al museo".

Para esta helenista, el Parten?n y su historia es la m?xima representaci?n de la identidad europea. "Nuestras ra?ces son griegas y latinas y el s?mbolo mismo de esas ra?ces es el resultado de un robo", explica. "Devolver los m?rmoles a Grecia, algo que reclaman desde que el pa?s logr? su independencia, no es una cuesti?n de hacerle un favor, debe repensarse la relaci?n entre Europa y el arte".

La hist?rica reclamaci?n de devoluci?n puede parecer obvia en el caso de Inglaterra, pero lo mismo ocurri? en otros lugares y forma parte de la historia misma de los museos. Ninguna de estas instituciones, explica la autora, quiere dar un paso que no sabe el alcance que puede tener. Después del expolio, tan s?lo Italia ha devuelto piezas arqueol?gicas a Grecia. Lo cuenta Marcolongo en su libro. "En Grecia todos hemos pillado, excavado y extra?do siempre cosas, sin preocuparnos por ello ni abrigar el menor sentimiento de culpa. Y con las ideas saqueadas hemos fabricado a lo largo de los siglos nuestra concepci?n de cultura y de civilizaci?n", dice en el libro.

Identidad europea

En tiempos de exaltaci?n del nacionalismo y los populismos locales, Marcolongo extiende esta reflexi?n sobre la identidad a su propia experiencia. "Ni una sola vez he sentido un estremecimiento de orgullo", dice en el libro sobre su origen italiano. "No tengo la menor sensaci?n de pertenecerle en nombre de la sangre italiana que me corre por las venas". En este sentido, defiende la cultura griega sobre la herencia de la civilizaci?n romana. "El de Roma ha sido sin duda el imperio m?s grande del mundo antiguo, pero, por lo que respecta a la cultura, todos los herederos de los latinos hemos copiado sin m?s a los griegos, siempre inalcanzables".

La escritora dice no sentirse adscrita tanto a su lugar de origen, sino como una identidad europea -mediterr?nea- abierta, producto, dice, de la formaci?n Erasmus que su generaci?n pudo disfrutar en la universidad y que permit?a el intercambio de estudiantes entre diferentes pa?ses europeos. "A mi generaci?n, la de los Erasmus, todo nos parec?a un pueblo", afirma. "Todos mis compa?eros salieron a pasar temporadas largas en otras ciudades europeas". Sin embargo, considera que esto se est? perdiendo entre los universitarios actuales. "Me preocupa que hoy en d?a las becas Erasmus s?lo son para estudiar en inglés y esto me parece una gran diferencia, porque no es lo mismo vivir en un pa?s que ser turista. Me acuerdo que a Gabriel Garc?a M?rquez le preguntaban sobre c?mo era vivir en Francia y él dec?a que él no viv?a en Francia, que estaba f?sicamente ah?, pero segu?a pensando en espa?ol y viviendo con las costumbres y mentalidad colombiana".

Estas reflexiones est?n relacionada también con el turismo, y el tipo de visitas que se hacen actualmente en los museos, atestados de obras que a penas se pueden digerir por los visitantes y adem?s, cada vez m?s, con un acceso reducido por los grupos tur?sticos que pasan por ellos en visitas rel?mpago. "No se puede andar por un museo, no tiene sentido tener que esperar seis meses para poder visitar la Galer?a de los Uffizi", se queja. "Los museos est?n llenos de gente que no tiene el tiempo ni el espacio para observar en profundidad las obras de arte ni para reflexionar sobre quién las produjo y c?mo han llegado ah?".

"La cultura no tiene que ser ?til"

La soluci?n a estos grandes debates, considera la autora, es compleja y, en su opini?n, debe ser conjunta y com?n para los pa?ses europeos. Para ella, el Parten?n es también un s?mbolo de la relaci?n social con el arte y la cultura. "Ya pas? con este edificio, que es una cosa concreta, que no fue protegido y se destroz? a la vista de todos, as? que hay que hacer un gran esfuerzo en defender el legado de la cultura cl?sica, que es algo mucho m?s fr?gil, que no se ve". Mucho m?s, explica, en un momento hist?rico en el que se reduce la ense?anza de las humanidades en los planes de estudio, bajo el argumento de la utilidad. "Cada vez que toleramos que alguien pueda preguntar '?Para qué sirve la cultura cl?sica?', ignorando que s?lo los siervos sirven, mientras que la cultura nos libera, nuestros ojos se vuelven ciegos", escribe en el libro.

?Por qué es importante estudiar griego antiguo, entonces? "Es absurdo preguntarse algo as?", contesta enfadada. "El conocimiento cultural no tiene que ser ?til o servir para algo concreto, tiene un valor en s? mismo". El auge de los populismos le preocupa, en este sentido. Y vuelve a la antigua Grecia como ejemplo: entonces conviv?an escuelas filos?ficas antag?nicas, marcos de pensamiento enfrentados que sin embargo, dialogaban y conviv?an. "Cuando todo se convierte en una pelea constante por conseguir electores o en ver quién grita m?s fuerte, ah? siempre pierde la cultura".



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