Son como peque?as m?quinas voladoras donde el motor est? en las piernas pero el dise?o en las cabezas de los ingenieros que hace unos pocos a?os decidieron idear una bici que permitiese ir m?s r?pido, igual de seguro, mientras se pedalea por cualquier terreno, con o sin asfalto, y que sorprende a los menos iniciados en temas ciclistas cuando descubren a un cicloturista por un camino de tierra sobre una bici de gravel, similar a las que usan los corredores que afrontan carreras como el Tour o la Vuelta, y hasta le indican con se?ales que se ha equivocado, que no hay asfalto y que busque el auxilio de la carretera.

Cada vez hay m?s cicloturistas, los ‘gravelistas’ como ya se les denomina, por cualquier ruta no asfaltada en Espa?a, en Europa y en Estados Unidos. La mayor?a de exciclistas profesionales ya se ha dejado seducir por este tipo de bicicletas que, contrariamente a lo que algunos creen, no nacieron como hijas del ciclocr?s, sino gracias a los avances precisamente de la carretera y de pruebas como la Par?s-Roubaix.

Las marcas impulsan las bicis de gravel y buena parte de los comercios iluminan su econom?a con la venta de este tipo de bicicletas junto a las ebikes, como se conocen a las bicis eléctricas, también cada vez m?s avanzadas, con mayor autonom?a en las bater?as y m?s ligeras de peso.

Hace dos décadas cuando se celebr? la primera edici?n de la Orbea Monegros, la marcha cicloturista m?s multitudinaria que se realiza en Espa?a (supuestamente) con bicicletas de monta?a -las popularmente conocidas como ‘mountain bikes’-, nadie entre los creadores pod?a imaginar que, en 2024, en la 22? edici?n de la prueba, buena parte de los participantes realizar?a el reto con bicicletas de gravel. Incluso, pese a que se trata de una carrera sin car?cter competitivo, donde no hay ni copa ni podio para el que cruza la l?nea de meta en primera posici?n, los que afrontaron el desaf?o con el ?nimo y el af?n de hacerlo con el mejor tiempo, lo hicieron con las bicis de gravel porque sab?an que, pese a estar penalizados en los largos descensos, volar?an en el llano y superar?an las subidas de manera m?s ?gil y mucho m?s r?pido.

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8.000 participantes en la Orbea Monegros
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Casi ni la edad cuenta cuando se pedalea con una bici de gravel, ya sea en los Monegros, en un desierto convertido en un barrizal el 27 de abril de 2024, o en cualquier camino peninsular. Es una maravilla. Es la expresi?n que acostumbra a decir cualquier ‘gravelista’, que anteriormente hab?a probado las bicis de carretera y las de monta?a. Y mucho son los que han sufragado la inversi?n a la hora de adquirir este tipo de bicicletas con las ventas en segunda mano de sus modelos destinados al asfalto y la tierra.

Un reto personal

Este periodista quiso afrontar el reto de participar en la Orbea Monegros, después de a?os de no colocarse un dorsal. Entre 8.000 participantes hab?a que rodar con discreci?n, sufrir en las cuestas y aplicar la falsa teor?a que un d?a divulg? Jacques Anquetil y que dec?a que para ganar el Tour hab?a que subir con fuerza y bajar con cautela, algo que ni él se cre?a. Porque la prueba ten?a entre los 79 kil?metros de desaf?o, si se escog?a la modalidad de medio marat?n, unos 50 de llano, donde uno se imaginaba que volaba con una Orbea Terra, probada para la ocasi?n, mientras sent?a en el cuerpo una extra?a sensaci?n de felicidad que compensaba la angustia de las subidas y el temor en las bajadas.

El gravel lleg? un d?a para quedarse y hasta para que las carreras profesionales, léase Tour y Giro, comiencen a dise?ar cada a?o alguna etapa con tramos de tierra donde las marcas que apoyan a los equipos ofrecen a los ciclistas material preparado para el gravel. Esta temporada, sin ir m?s lejos, alguna escuadra profesional afront? la Par?s-Roubaix con bicicletas de gravel como primera experiencia realmente seria en la m?xima l?nea del profesionalismo.

Evidentemente, a un exciclista profesional, que ha cuidado la forma tras colgar la bici s?lo de manera aparente, es imposible seguirlo y m?s si monta una bici de gravel. Sino que se lo pregunten a todos los que tratan de mantenerse cerca de Alejandro Valverde.

Pero contemplar los paisajes de los Monegros, manchar la bicicleta de barro hasta lo inimaginable y cruzar la meta tras cuatro horas de esfuerzo, es una experiencia ?nica para los que aman y practican este deporte y ya se han dejado seducir, como si de un amor se tratara, por el placer de pedalear con una bicicleta de gravel.



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