Confirmado: no hubo milagro. Confirmado: el Barça tendr? que esperar otro a?o para competir m?nimamente en la Champions. Confirmado: el Barça todav?a estaba verde. Es cierto que la suerte no ha acompa?ado al Barça, que su grupo era de lejos el m?s duro de todos, que ha sido v?ctima de lesiones inoportunas y que el VAR en Mil?n fue escandalosamente parcial, pero atribuir solo a elementos coyunturales su eliminaci?n es volver a caer en la misma trampa de los ?ltimos a?os.

?Se acuerdan cuando tras las debacles de Par?s (ida), Roma o Liverpool hay quien hablaba de "accidente", como si un mal partido fuera algo as? como un sobrevenido fen?meno meteorol?gico? No hay nada m?s peligroso y m?s perverso que autoenga?arse sin querer o, peor a?n, hacer un mal diagn?stico después de una debacle. Porque es justamente una mala lectura sistem?tica de todos los tropiezos (de Luis Enrique a Koeman) lo que ha alargado innecesariamente la traves?a del desierto del Barça.

No hay derrota por dura que sea que, bien aprovechada, no sea al mismo tiempo una gran oportunidad. Por eso es clave la lectura que se haga desde el club, desde el banquillo y el vestuario, y también desde el entorno, de esta gran decepci?n. Si pasamos de "hay que ganar todos los t?tulos" a "hay que ganar la Europa League" sin una reflexi?n previa y un cambio de discurso, la eliminaci?n no habr? servido de nada. Pero si se usa este tropiezo para que Xavi tenga m?s tiempo para aposentar su proyecto, para instalar definitivamente la meritocracia y para rebajar las expectativas absurdas que se levantaron a principios de temporada, estaremos m?s cerca de poner los primeros cimientos del edificio del futuro.

De hecho, fue un angustiante cortoplacismo lo que convirti? cada gran derrota en una subasta enloquecida de fichajes que, a la vez, pon?an m?s presi?n y debilitaron la econom?a.

El club, ahora, tiene que olvidarse de los triunfalismos, Xavi tiene que dejar apelar a la mala suerte y los jugadores tienen que entender que la Champions es una competici?n que por definici?n te deja sin margen de error y no perdona ni una sola falta de concentraci?n.

Cuando caes eliminado antes de jugar el pen?ltimo partido, no hay excusas. En cambio, se abre la oportunidad de hacer por fin un buen diagn?stico de una derrota y entender de una vez que no hay atajos en el duro camino hacia la reconstrucci?n definitiva.



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