Laporta volvi? a arrasar en a ?ltima Asamblea, que le aprob? sin rechistar los presupuestos y las palancas con mayor?as cercanas al 90%. La placidez con la que el presidente solvent? sus compromisos econ?micos dej? en un segundo plano la sonora bofetada que propin? a los m?s veteranos acerca de la bajada de sueldo que se resisten a aceptar: "Lo hemos intentado con varios jugadores y no s?lo no ha salido sino que hemos tenido que avalar 10 millones."

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El presidente quiso dejar bien claro que, para poder inscribir a Koundé, él y Mateu Alemany tuvieron que avalar una parte de su patrimonio personal debido a que se hab?a encallado la negociaci?n de la rebaja salarial con algunos capitanes.

Es decir, elev? a p?blico lo que ya es a todas luces una fractura insalvable si no se produce un giro improbable en las conversaciones con Busquets y Piqué, que muy dif?cilmente van a ceder una parte de su sueldo cuando ya est?n convencidos que la temporada que viene no estar?n en el Barça.

Y es que el dardo envenenado de Laporta a las vacas sagradas es la culminaci?n de un giro copernicano del presidente en su relaci?n con los jugadores. Ya vimos como su prematuro idilio con Messi desemboc? en un divorcio exprés todav?a no resuelto y sus primeras declaraciones de amor a los capitanes (a los que calific? como "héroes") han terminado en un distanciamiento m?s que evidente.

Con Piqué ha pasado de deshacerse en elogios hacia él en la Asamblea extraordinaria de junio ("es un orgullo tenerlo como capit?n") a reprocharle ahora en p?blico que no se baje el sueldo.

La explicaci?n de este cambio es clara: en su carrera hacia la presidencia, Laporta se ali? con los jugadores para ganar primero las elecciones y a continuaci?n para afianzarse en sus primeros pasos, pero luego ha chocado con la realidad de unos futbolistas que no est?n dispuestos a aceptar los sacrificos que ahora mismo necesita el club.

Laporta, que lleg? al poder hace un a?o y medio siendo el presidente de los jugadores, ha decepcionado a los veteranos m?s o menos en la misma medida que lo hizo Bartomeu. Sin embargo, Laporta aventaja a su predecesor en un aspecto fundamental: si estalla una guerra con el vestuario, Laporta tendr? sin duda el apoyo del entorno y de la masa social. Ahora mismo, no hay nada m?s popular que disparar contra los capitanes.



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