Nos llegan once d?as de ‘par?n’ liguero tras otros tantos de despedida de la reina Isabel II. Recogimiento regio y futbol?stico que ha convivido (el primero) y convivir? (el segundo) con un d?a a d?a real lejos de la tranquilidad y la introspecci?n.

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Las aguas bajan revueltas en la competici?n de Liga cuando a?n estamos en septiembre y ni siquiera ha terminado el verano. Crispaci?n en las aulas en este nuevo curso que convive con la excitaci?n que provocan las caras nuevas. Todo apunta a que, a pesar de que Real Madrid y Barça llegan en modo positivo a estas fechas dedicadas a las selecciones, pocos van a tener la sensaci?n de desconexi?n. Hay quien ha decidido no s?lo que la vida sigue sino que debe hacerlo a velocidad m?xima, con todo lo que ello conlleva. No hay descanso para los vivos y si hay que inyectar dosis de excitaci?n para que no pare la m?sica, as? sea.

El l?der lo es de forma indiscutible con los n?meros en la mano, aunque la calidad brille a veces por su ausencia. No ha dejado escapar ni un punto y se aferra a la corona como si no hubiera un ma?ana ni un cielo que le espere.

A Ancelotti nadie le puede negar su buena gesti?n de vestuario. El cetro real lo lleva él aunque lo cede a sus jugadores cuando se encienden los focos. Ha optado por un perfil medio y amable que solo altera mascando chicle compulsivamente, celebrando goles o llamando la atenci?n a un joven pr?ncipe al que se le est? haciendo demasiado larga la llegada (veremos) al trono.

El técnico italiano fue el primero en ver que sus grandes cualidades profesionales caminaban en paralelo a su inmadurez personal. Sus compa?eros m?s veteranos intentan reconducirlo, sabedores que los puntos van caros y que las actitudes de unos y de otros no solo no suman sino que restan. Y multiplican la crispaci?n entre contendientes.

Que se lo pregunten a capitanes como Puyol, que las ha vivido de todos los colores. O al propio Xavi, al que le ha tocado incluso mediar con Iker Casillas en momentos de m?xima tensi?n entre eternos rivales y que les supuso conseguir un premio Pr?ncipe de Asturias por esa actitud conciliadora.

Madridista y culé, ambos con el brazalete bien prieto en el b?ceps optaron por un ‘alto el fuego’ cuando las llamas estaban a punto de quemarlo todo. El actual técnico del Barça también tuvo que apretar los dientes para gestionar su propio adi?s y cederle la corona al que ven?a detr?s.

Lo mismo que le toca hacer ahora con Jordi Alba, Gerard Piqué y, algo m?s lejos, con Sergio Busquets. Una guardia real a la que nadie puede negar que ha sudado, sangrado, sufrido y protegido al club. Retirarles las joyas de la corona no significa tratarlos como bisuter?a. Supone un ejercicio de inteligencia emocional, reconocimiento y asunci?n de una realidad que, aunque compleja, es la que toca. La sucesi?n menos traum?tica ser? la que m?s puntos sume.



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