Las auténticas estrellas de este Mundial son las que la llevan cosida en el pecho y el padre de Olga Carmona. Las que brillan est?n en el campo, en el NO-DO, en las trincheras y en las reivindicaciones que a otras llevaron a renunciar a estar ah?. Las y los que se merecen el cielo y lo que haya m?s all? son los padres, madres, hermanos, hermanas, amigos y amigas que las han acompa?ado en este duro camino a la gloria.

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Detr?s del hilo bordado en la camiseta hay un tapiz de vivencias personales que merecen ser contadas para sustentar a?n m?s este triunfo inapelable. Sé que ellas, las jugadoras, quieren que destaquemos como se logr? la victoria deportivamente hablando. Algunos lo hemos hecho y seguimos insistiendo: le han hablado de t? a selecciones con oficio, trayectoria, medios y una sociedad que no precisa besarlas en la boca para reconocerlas. Disputaron un Mundial de ocho sobre diez y una final que roz? la excelencia. Por eso son campeonas, por eso son las mejores y por eso lucen la estrella que as? lo reconoce.

Por desgracia, no todos han estado a la altura de su éxito. El presidente de su Federaci?n, con un gesto machista e impropio del cargo que ocupa, ha protagonizado no s?lo el hecho m?s comentado en todos los foros sino que ha mostrado la realidad de la sociedad en la que vive. Una sociedad en la que muchos, por desgracia, normalizan y defienden que un superior le coja la cabeza a una jugadora y le estampe un beso en los labios. “?Qué iba a hacer yo? Que no me gust?, ?eh?”, dec?a Jenni Hermoso en el vestuario.

?Qué iba a hacer ella? El problema es que puede hacer poco o nada, m?xime viendo las reacciones del ‘cu?adismo’ patrio. O sabiendo, como supo, que el mismo superior se hab?a llevado las manos a sus test?culos en el palco para celebrar la victoria. O conociendo, como conoce, que su entrenador hablaba de “campeones” y no de “campeonas”. O escuchando como ambos lanzaban puyas a las que decidieron, por principios, quedarse en casa en plena celebraci?n y en la previa. Reivindicaciones fuera de lugar que restaban luz a lo logrado en el césped.

El ruido ha sido lo suficientemente ensordecedor para que Rubiales saliera ayer a pedir disculpas. ?Lo eran? A m? me sonaron m?s a justificaci?n que a otra cosa. “Seguramente” era el adverbio que antepon?a a la petici?n de perd?n, con el cual lo desactivaba. ?tem m?s: sumaba a su declaraci?n la supuesta aceptaci?n de Hermoso. Ese “por ambas partes” no es real e implica, de nuevo, a la que poco puede decir. Que ha dicho y que sigue diciendo que no le gust?. “No me queda otra”, asume el presidente de la FEF para publicar este video que le hace m?s mal que bien. Poco cre?ble. Muy poco.

Y es que s? que queda otra. Y otra. Y otra m?s. Porque estas jugadoras no merecen ser opacadas por conductas injustificables, lamentables e inadecuadas. Y porque hay muchos hombres, empezando por mis convivientes, a los que no se les pasar?a por la cabeza tomarse semejantes libertades. Y a los que les duele que este logro incre?ble y este chute de empoderamiento quede ensombrecido durante unos d?as. Menos mal que ellas se quedan.



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