Te pasas cuatro horas pedaleando para que todo, incluso tu victoria, se decida en los ?ltimos cinco minutos, en los ?ltimos cinco kil?metros de uno de los puertos m?s m?ticos de la historia del ciclismo.

Te pasas 175 kil?metros viendo c?mo se desarrolla la etapa para ponerte de pie en el sof? de casa, no una vez, sino dos veces. La primera para presenciar una de las grandes hecatombes de los ?ltimos a?os, desde luego, de los ?ltimos Tours, como es ver a Movistar (Matteo Jorgenson) desfallecer a pocos metros de darle a los telef?nicos su primer gran éxito en los ?ltimos siete a?o y, minutos después, para comprobar que el esloveno Tadej Pogacar es, en efecto, aunque siga m?s solo que la una, el auténtico candidato a recuperar el trono delTour en los Campos El?seos.

Son las cosas del Tour. A veces tienes que esperar cuatro horas para presenciar el mayor espect?culo del mundo, esta vez sin ayuda de nadie, ni siquiera de sus coches, de sus mec?nicos, de sus gregarios, solo los buenos, all? arriba, en las ?ltimas rampas, las del 12% de desnivel, del Puy de Dome, que hac?a 35 a?os que no se sub?an.

Y sigue Carlitos

Y ah?, en esos ?ltimos kil?metros ha sido donde el ciclismo espa?ol ha descubierto, ahora s?, que tiene a un joven descarado, llamado Carlos Rodr?guez, que un a?o de estos (no hay que tener prisa ninguna) puede acabar siendo el rey del Tour. De momento, dentro de dos semanas largas, igual es el pr?ncipe del podio de los Campos El?seos, como no junto a Pogacar y, c?mo no, al lado de Jonas Vingegaard. Calitos, el otro Alcaraz, ya es cuarto de la general. Y subiendo.

Lo de Pogacar es para quedarse, de nuevo, con la boca abierta. Tras su 'p?jara' (o no) en la primera semana de Bilbao, hoy, por segunda vez consecutiva, ha dejado clavado al tremendo Vingegaard y todo su equipo de gregarios, a falta de 4.5 kil?metros de la cima del Puy de Dome. Ha derrapado y el danés del Jumbo se ha quedado clavado. Es posible, muy posible, que m?s de uno en el Jumbo esté pensando que el momento de matar al esloveno ya pas? y que hubiesen tenido que aprovechar en mayor y mejor medida, en moral y en tiempo real, el golpe de efecto del tercer d?a de carrera. Ahora, Pogacar parece, no solo recuperado, sino ansioso por coger el maillor amarillo, que es su prenda favorita.

Fue hermoso, muy hermoso y vibrante, disfrutar de la ascensi?n a Puy de Dome, casi totalmente reservada a la televisi?n, por partida doble. Primero para ver como el canadiense Michael Woods sonre?a a la c?mara de la moto nada m?s superar, a escasos metros de la meta, al norteamericano Jorgenson y, minutos m?s tarde, ver al mejor ciclista del momento asestar un nuevo golpe a su m?ximo rival.

Queda mucho Tour y, desde luego, lo que ha quedado demostrado en la primera semana de la ronda francesa es que debemos de prepararnos para pasarlo bien con la pelea por la victoria y con la pelea de cada d?a que, tal vez, no tenga nada que ver con Pogacar y Vingegaard, pero que ser? igual de atractiva y atrevida. Dos Tours mejor que uno.



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