Ellas toman el relevo a partir de este domingo. Ellas llegar?n antes que los chicos a los Campos El?seos de Par?s y tendr?n el honor de pisar el podio que luego esperar? a Jonas Vingegaard. Y ellas vestir?n los mismos ‘maillots’, las seguir?n las mismas c?maras, llevar?n delante para protegerlas del tr?fico abierto a los mismos gendarmes y por detr?s los mismos coches rojos que han cuidado durante tres semanas que todo saliera lo mejor posible, entre Copenhague y Par?s.

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Ser? todo un poquito m?s peque?o, las etapas son m?s cortas y compiten 8 en vez de 21 d?as. Los equipos est?n formados por seis ciclistas en lugar de ocho y las infraestructuras, por lo tanto, mueven algo menos de personal. Se denomina el Tour Femmes y, aunque no es la primera vez que se disputa una ronda francesa femenina, y si no que se lo pregunten a Joane Somarriba (tres victorias en Francia cuando la carrera se denominaba la Grande Boucle porque los promotores no pod?an utilizar el término Tour), s? es la primera ocasi?n que la carrera se mueve con la misma estructura, la misma organizaci?n y proporcionalmente con los mismos medios que el Tour masculino.

A pasos agigantados

Ser?a una pena olvidarlas porque el ciclismo femenino est? creciendo a pasos agigantados, siguiendo el ejemplo de otras disciplinas como el f?tbol. Quiso el Tour, adem?s, dotar a las mujeres proporcionalmente de los mismos premios que los hombres reciben por sus éxitos en el Tour. No ganar? lo mismo la corredora que acabe el domingo 31 de amarillo en la Superplanche des Belles Filles que Vingegaard, pero s? que recibir? idéntico dinero al que se llevaron los hombres durante las primeras ocho etapas del Tour.

Ellas se mover?n entre el llano que rodea a Par?s, por las cuestas de la Champa?a francesa, har?n una incursi?n por tierra, sin asfalto, entre vi?edos y el fin de semana llegar? la monta?a en los maravillosos Vosgos y sus paisajes.

Las diferencias del pasado

Hace muchos, muchos a?os, antes de que Somarriba ganase en Francia, cuando Miguel Indur?in comenzaba a empe?arse en que era posible llegar de amarillo a Par?s, en que hab?a tal diferencia entre el ciclismo femenino como la noche y el d?a o como ser pasajero de un tren de alta velocidad o de un vag?n tirado por una locomotora de vapor: viejos coches para la direcci?n deportiva, ropa preparada exclusivamente para hombres que las ciclistas adaptaban como pod?an a sus cuerpos y bicicletas que ahora siquiera formar?an parte del departamento de gangas de ciclismo de unos grandes almacenes.

As? era imposible que triunfaran, sin visibilidad televisiva (el Tour Femmes se ver? en Espa?a por Teledeporte y Eurosport), sin patrocinadores con cara y ojos, con poqu?sima competici?n, sin sueldos ni seguridad social, viajando a las carreras en coche en vez de avi?n. Ahora se ver?n buena parte de los ‘maillots’ que han animado el Tour durante tras semanas: Trek, Movistar, Jumbo. DSM, UEA, BikeExchange, Cofidis, EF y Arkéa y hasta la caravana publicitaria preceder? a las corredoras para que los espectadores que se animen a esperarlas en las cunetas tengan algo m?s que contar.

El caso espa?ol

Entre estos equipos figura el Movistar, que adem?s lleva a la principal favorita a la victoria, la neerlandesa Annemiek van Vleuten, ganadora del Giro. Sin embargo, solo traen a una ciclista espa?ola (Sheila Gutiérrez). Tal vez, en apoyo del ciclismo local femenino, habr?a estado mejor inscribir a alguna otra compatriota de Gutiérrez porque las mujeres ciclistas espa?olas todav?a necesitan apoyo y empuje. Solo participan cuatro corredoras nacidas al sur de los Pirineos, aparte de Gutiérrez, concurren Sandra Alonso, Ane Santisteban y Mavi Garc?a, tercera del Giro, en el UEA de Tadej Pogacar, y que luchar? con todas sus fuerzas por el jersey amarillo.



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