Ahora est? fuera de radar el Barcelona, por esos mundos. Cuando los hijos se van por primera vez de casa, para ir por esos mundos, generalmente no dejan otra huella que la que va dejando atr?s su tarjeta de crédito, hasta que caen enfermos o buscan (m?s) dinero. Al Barça, a los jugadores del Barça, me gusta tratarlos como hijos propios, aunque es l?gico que ellos, los futbolistas, al contrario que los hijos, no tengan ni idea de nuestras preocupaciones.

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En realidad, a los profesionales del f?tbol nosotros les damos igual, en primer lugar, porque desde que llegan a los equipos dejan de ser adolescentes necesitados de vigilancia cercana, y en segundo término porque son indiferentes ante las preocupaciones de sus parientes.

As? que cuando el Barça viaja, sobre todo en estas épocas veraniegas, suelo estar en vilo desde que salen hasta que aterrizan, y luego los sigo como si los vigilara por las huellas que deja google. Por supuesto que a ninguno de ellos los conozco, aunque los atisbo. De cerca conoc? a futbolistas cuando era un joven cronista futbolero en Tenerife y me nombraron seleccionador de la zona de mi nacimiento. En un caso y en otro advert? en los jugadores una enorme capacidad de engreimiento.

En seguida que dejaban el cascar?n protegido de la ni?ez ya eran como adultos juveniles que iban por su cuenta y riesgo, sin tener en cuenta los consejos, advertencias o posible sabidur?a de los mayores. Luego conoc? a jugadores m?s adultos, entre los cuales estuvieron Emilio Butrague?o o Jorge Valdano. Ambos madridistas, don Emilio siempre fue circunspecto, hasta cuando jugaba en la delantera y, como todo futbolista, cultivaba la sabidur?a que ven?a de los entrenamientos. Era altanero, buen jugador, y callado, por eso se crey? siempre, con raz?n, que era muy inteligente, pues aquellos que hablan lo justo saben m?s que los que hablamos demasiado, seamos futbolistas o, como es mi caso, juntaletras.

Después vino a mi vida de periodista, en persona, Jorge Valdano, acaso el m?s inteligente de los futbolistas con los que hablé, y sigo hablando. Pas? por el Tenerife, con éxitos ya bien conocidos, dirigi? el Real Madrid, de cuyas filas fue gran jugador, y adem?s es quiz? el escritor de f?tbol, con Besa, Segurola, Pérez de Rozas y don Alfredo Rela?o, que mejor lleva la palabra a la acci?n.

He conocido a otros; conoc? a don Luis Su?rez, conoc? a Zubizarreta, conoc? a Pardeza. Pero con ninguno he tenido, la verdad, la sensaci?n de que tuviera que cuidarlos. Esto ?ltimo me sucede con los muchachos del Barça, sobre todo. No con los de la selecci?n, por ejemplo: con los del Barça. Como si fueran desvalidos. Ya conté que conoc? fugazmente a Jordi Alba, que ahora ha salido, ay, de mi radar, y a Ansu Fati, en una consulta de fisioterapia. Por fortuna, éste sigue estando cerca, en el Barça, no se les ha ocurrido la nefasta man?a de traspasarlo o dejarlo en barbecho. Y por esos mundos tengo ahora, también, al muy sobresaliente paisano Pedri.

Estos d?as en que, como los restantes jugadores del Barcelona, él anda por esos mundos, me preocupo de él, de su salud, de lo que hace y de lo que dice, que puntualmente me lo cuenta SPORT. Ya est? mejor, ya est? bueno, me van diciendo, pero hoy me parece que voy a saberlo mejor puesto que tengo previsto ir a almorzar al muy buen restaurante de su padre en Tegueste, Tenerife, y en alg?n momento me dar? noticias suyas, pues el padre conoce muy bien esta man?a que tengo por saber c?mo va la salud de los futbolistas del Barça que andan por esos mundos.



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