الريــم
11-04-2022, 08:53 PM
"Coldplay propulsa el auge de los conciertos sostenibles por 'streaming'", titulaba el otro d?a este peri?dico. La historia, resumida, es que el grupo brit?nico ofrec?a un concierto en Buenos Aires que se pod?a ver en salas de cine de todo el planeta, en lo que ven?a a ser un anticipo del mundo que aguarda en alg?n recodo del futuro: ese mundo en el que la gente, en lugar de ver y o?r m?sica en vivo –en un estadio, en una sala de conciertos– ver? y oir? m?sica en diferido. Eso que usted est? pensando es cierto: no es la primera vez que un concierto se retransmite en salas de cine. El discurso que se abre paso, en cambio, s? es novedoso, y se basa en la idea de que para ver un concierto en directo basta verlo de forma sincronizada, y que estar en el lugar donde se hace la m?sica es secundario. La tendencia a redefinir las cosas la confirman Amazon y su nuevo canal Music Live, que llevan hasta el sal?n de sus casas conciertos en vivo. El sue?o de todo ser vivo.
En fin, todo indica que el camino conduce all?: que en este mundo sobrecalentado y exhausto no habr? m?s remedio que restringir al m?ximo los movimientos, y en vez de visitar a los t?os llamarlos por el ordenador, y en vez de trabajar, teletrabajar, y en vez de ir al cine, ver una pel?cula en casa –sobre todo, si para ir al cine hay que quemar combustible–. Las tecnolog?as ya est?n ah?, ya lo permiten, ya est? todo dado para que el mundo deje de moverse, deje de contaminar, para que el ser humano aparque el instinto de aventura –es eso, en parte– y se convierta en una criatura doméstica. Ser? lo correcto. Ser? lo ético. Pero ser? aburrido, y empobrecer? al ser humano. Un réquiem pues por el placer de sudar en medio de la multitud.
Integridad e intensidad
"Estamos hablando de perder la integridad y la intensidad de la experiencia estética, por mucho que la tecnolog?a haya avanzado tanto que el 'streaming' sea incre?blemente realista", dice el fil?sofo Norbert Bilbeny, catedr?tico de ?tica de la UB y autor de 'La revoluci?n de la ética', el libro galardonado con el Anagrama de Ensayo que en un a?o tan lejano como 1997 ya se?alaba los cambios que lo digital iba a infligir en nuestros h?bitos. "Pero no solo eso, también perdemos en lo social porque no participamos de la interacci?n colectiva, no vemos, no tocamos, no seguimos al un?sono el show sobre el escenario en las mismas dimensiones de tiempo y espacio. Y no es cualquier interacci?n social la que perdemos: es la interacci?n de tipo unitivo y arm?nico, muy propia de los conciertos, donde se produce una fusi?n en torno a un sentimiento colectivo. Eso se pierde cuando, por muy perfecta que sea la representaci?n que llega v?a 'streaming', la seguimos comiendo palomitas desde el sal?n de nuestra casa".
Si hay alguien que fiscaliza con lucidez la modernidad tecnol?gica es el fil?sofo surcoreano Byung Chul Han, que en una de sus ?ltimas obras, No-cosas (Taurus), alerta precisamente de la pérdida de "lo s?lido y tangible". "Ya no habitamos la Tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube", se lamenta. En otro de sus ensayos famosos, La desaparici?n de los rituales (Herder), escribe lo siguiente: "Los rituales son procesos de incorporaci?n y escenificaciones corp?reas. Los ?rdenes y los valores vigentes en una comunidad se experimentan y se consolidan corporalmente (…) La digitalizaci?n debilita el v?nculo comunitario por cuanto tiene un efecto descorporizante"». Pocas cosas podr?an servir mejor de ejemplo que el ritual de una gente que anta?o se juntaba por miles para compartir una experiencia colectiva reemplazado por millones de puntos desperdigados por el planeta viendo la misma cosa. Y chateando. Podr?a haber formado parte de una distop?a de mal gusto escrita hace 50 a?os.
De "estuve en el concierto de Coldplay" a "vi el concierto de Coldplay" hay una V?a L?ctea.
Prestigio social
"En el ?mbito musical la experiencia en directo es muy dif?cil de igualar –dice Alex Buitrago, profesor de Comunicaci?n Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Valladolid– porque alimenta instintos tribales que es dif?cil satisfacer a través de una pantalla. Adem?s, la persona que ha visto a un grupo en directo siempre tiene mucho m?s prestigio social. Pero eso no quiere decir que la tendencia no vaya a encontrar su hueco, uno, porque tiene sentido, y dos, porque existe la tecnolog?a necesaria para hacerlo". M?s all? de eso, Buitrago ve muy dif?cil que la experiencia virtual acabe desbancando a la real, y a?ade otra raz?n: "Aunque el ecosistema digital va a copar cada vez m?s facetas de nuestra vida, al mismo tiempo van a crecer las tendencias antidigitales, los colectivos que van a promover no vivir o no pasar la mayor parte de la vida en pantallas. Habr? hasta tendencias extremas que promuevan la castidad digital".
Seg?n Bilbeny, "como alternativa no se puede despreciar" ("por ejemplo", explica, "para quienes no pueden pagar la entrada de un concierto"), "pero hay que valorarlo en su justa medida". Ni siquiera como suced?neo: es otra cosa. El catedr?tico de ?tica recuerda que "la relaci?n humana sigue fund?ndose en el tacto y la mirada, que son fundamentalmente humanos, nos han humanizado y han de seguir humaniz?ndonos". "En el mundo digital, donde hay m?s conexi?n que contacto, esa relaci?n se pierde". Por su parte, Buitrago dice que, "al final, el contacto social es una necesidad humana primaria, y si la sociedad nos empujase a una vida en que esa interacci?n se redujera mucho, seguro que nos rebelar?amos contra ello". Los problemas mentales que tienen algunos adictos a las nuevas tecnolog?as vienen en parte del sacrificio de esas relaciones, agrega –y es un reflejo de la importancia que tienen–.
De modo que: ver un concierto por 'streaming', como alternativa, bien. Y eso que usted est? pensando es cierto: un directo es un directo. La vida real es la vida real.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/destronara-streaming-conciertos-vivo-78146286)
En fin, todo indica que el camino conduce all?: que en este mundo sobrecalentado y exhausto no habr? m?s remedio que restringir al m?ximo los movimientos, y en vez de visitar a los t?os llamarlos por el ordenador, y en vez de trabajar, teletrabajar, y en vez de ir al cine, ver una pel?cula en casa –sobre todo, si para ir al cine hay que quemar combustible–. Las tecnolog?as ya est?n ah?, ya lo permiten, ya est? todo dado para que el mundo deje de moverse, deje de contaminar, para que el ser humano aparque el instinto de aventura –es eso, en parte– y se convierta en una criatura doméstica. Ser? lo correcto. Ser? lo ético. Pero ser? aburrido, y empobrecer? al ser humano. Un réquiem pues por el placer de sudar en medio de la multitud.
Integridad e intensidad
"Estamos hablando de perder la integridad y la intensidad de la experiencia estética, por mucho que la tecnolog?a haya avanzado tanto que el 'streaming' sea incre?blemente realista", dice el fil?sofo Norbert Bilbeny, catedr?tico de ?tica de la UB y autor de 'La revoluci?n de la ética', el libro galardonado con el Anagrama de Ensayo que en un a?o tan lejano como 1997 ya se?alaba los cambios que lo digital iba a infligir en nuestros h?bitos. "Pero no solo eso, también perdemos en lo social porque no participamos de la interacci?n colectiva, no vemos, no tocamos, no seguimos al un?sono el show sobre el escenario en las mismas dimensiones de tiempo y espacio. Y no es cualquier interacci?n social la que perdemos: es la interacci?n de tipo unitivo y arm?nico, muy propia de los conciertos, donde se produce una fusi?n en torno a un sentimiento colectivo. Eso se pierde cuando, por muy perfecta que sea la representaci?n que llega v?a 'streaming', la seguimos comiendo palomitas desde el sal?n de nuestra casa".
Si hay alguien que fiscaliza con lucidez la modernidad tecnol?gica es el fil?sofo surcoreano Byung Chul Han, que en una de sus ?ltimas obras, No-cosas (Taurus), alerta precisamente de la pérdida de "lo s?lido y tangible". "Ya no habitamos la Tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube", se lamenta. En otro de sus ensayos famosos, La desaparici?n de los rituales (Herder), escribe lo siguiente: "Los rituales son procesos de incorporaci?n y escenificaciones corp?reas. Los ?rdenes y los valores vigentes en una comunidad se experimentan y se consolidan corporalmente (…) La digitalizaci?n debilita el v?nculo comunitario por cuanto tiene un efecto descorporizante"». Pocas cosas podr?an servir mejor de ejemplo que el ritual de una gente que anta?o se juntaba por miles para compartir una experiencia colectiva reemplazado por millones de puntos desperdigados por el planeta viendo la misma cosa. Y chateando. Podr?a haber formado parte de una distop?a de mal gusto escrita hace 50 a?os.
De "estuve en el concierto de Coldplay" a "vi el concierto de Coldplay" hay una V?a L?ctea.
Prestigio social
"En el ?mbito musical la experiencia en directo es muy dif?cil de igualar –dice Alex Buitrago, profesor de Comunicaci?n Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Valladolid– porque alimenta instintos tribales que es dif?cil satisfacer a través de una pantalla. Adem?s, la persona que ha visto a un grupo en directo siempre tiene mucho m?s prestigio social. Pero eso no quiere decir que la tendencia no vaya a encontrar su hueco, uno, porque tiene sentido, y dos, porque existe la tecnolog?a necesaria para hacerlo". M?s all? de eso, Buitrago ve muy dif?cil que la experiencia virtual acabe desbancando a la real, y a?ade otra raz?n: "Aunque el ecosistema digital va a copar cada vez m?s facetas de nuestra vida, al mismo tiempo van a crecer las tendencias antidigitales, los colectivos que van a promover no vivir o no pasar la mayor parte de la vida en pantallas. Habr? hasta tendencias extremas que promuevan la castidad digital".
Seg?n Bilbeny, "como alternativa no se puede despreciar" ("por ejemplo", explica, "para quienes no pueden pagar la entrada de un concierto"), "pero hay que valorarlo en su justa medida". Ni siquiera como suced?neo: es otra cosa. El catedr?tico de ?tica recuerda que "la relaci?n humana sigue fund?ndose en el tacto y la mirada, que son fundamentalmente humanos, nos han humanizado y han de seguir humaniz?ndonos". "En el mundo digital, donde hay m?s conexi?n que contacto, esa relaci?n se pierde". Por su parte, Buitrago dice que, "al final, el contacto social es una necesidad humana primaria, y si la sociedad nos empujase a una vida en que esa interacci?n se redujera mucho, seguro que nos rebelar?amos contra ello". Los problemas mentales que tienen algunos adictos a las nuevas tecnolog?as vienen en parte del sacrificio de esas relaciones, agrega –y es un reflejo de la importancia que tienen–.
De modo que: ver un concierto por 'streaming', como alternativa, bien. Y eso que usted est? pensando es cierto: un directo es un directo. La vida real es la vida real.
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