الريــم
10-30-2022, 11:00 AM
Hitler, Mussolini, Stalin, Franco, Salazar, Ceau?escu, Pol Pot… Los liderazgos autoritarios del siglo XX dejaron un recuerdo tan infausto que pocos habr?an apostado al final de los a?os 90 por la idea del ‘hombre fuerte’ como una f?rmula de gobierno con futuro ante el siglo que iba a comenzar.
Para entonces, el hundimiento del bloque soviético hab?a facilitado la incorporaci?n de los pa?ses del otro lado del Tel?n de Acero a la democracia como quien llega a la tierra prometida y nadie se inquiet? el 31 de diciembre de 1999 al ver a Boris Yeltsin, presidente de la Federaci?n Rusa (as? se denominaba entonces), renunciando a su cargo en favor de un joven exoficial de la KGB que en su primer discurso, emitido por televisi?n esa misma Nochevieja, prometi? “proteger la libertad de expresi?n, conciencia, prensa y todos los elementos de una sociedad civilizada”. Se llamaba Vlad?mir Putin.
22 a?os m?s tarde, aquel inexperto pol?tico se ha erigido en el arquetipo del aut?crata del siglo XXI y su manera de ejercer el poder, con mano dura, laminaci?n de las libertades civiles, desprecio hacia la separaci?n de poderes y mucho culto a la personalidad del l?der, se ha convertido en el modelo de gobernanza que m?s ha prosperado en todo el planeta en lo que llevamos de centuria.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Pocos habr?an imaginado en aquella Nochevieja de 1999 que pa?ses tan distintos y distantes como Hungr?a, Filipinas, Turqu?a, India o Estados Unidos estar?an gobernados 20 a?os m?s tarde –o lo habr?an estado en alg?n momento- por personajes autoritarios de perfil nacionalista, marcado acento varonil y dudosa catadura democr?tica como Viktor Orban, Rodrigo Duterte, Recep Tayyip Erdogan, Narendra Dodi o Donald Trump. Este ?ltimo ya no habita la Casa Blanca, pero mantiene firme su amenaza de regreso y las encuestas le son favorables.
Modales cuarteleros
Tampoco China salud? el comienzo del siglo en manos de un dirigente aferrado al trono a perpetuidad como lo est? Xi Jinping tras el reciente congreso del Partido Comunista, ni cab?a presumir que el nicaragüense Daniel Ortega, que se hizo célebre en los a?os 80 por alzarse en armas contra la dictadura de Somoza, acabar?a convertido en otro dictadorzuelo m?s dedicado a apresar a la oposici?n y reprimir a la prensa.
Tras el reciente congreso del Partido Comunista Chino, Xi Jinping se ha convertido en el l?der del pa?s a perpetuidad
Brasil, que lleva desde 2019 asistiendo entre el bochorno y el entusiasmo -seg?n quien opine- a los modales cuarteleros y los aires de mat?n del ex militar Jair Bolsonaro, decide este domingo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, si contin?a o se descuelga del grupo de pa?ses que en los ?ltimos a?os han confiado su destino a la figura de un ‘hombre fuerte’, una situaci?n en la que actualmente se encuentran 3.400 millones de personas en el mundo.
“Vistos uno por uno, no se parecen, pero todos comparten pensamientos, actitudes y técnicas pol?ticas. No son casos aislados, sino que componen una corriente. Es el signo de los tiempos: en el comienzo del siglo XXI, el péndulo de la historia ha girado hacia esta forma autocr?tica de entender el poder”, sostiene Gideon Rachman, columnista del Financial Times, que ha estudiado el recorrido que siguieron estos personajes hasta llegar al puente de mando de sus pa?ses en el ensayo ‘La era de los l?deres autoritarios’, publicado este oto?o por la editorial Cr?tica.
"Es el signo de los tiempos: en el comienzo del siglo XXI, el péndulo de la historia ha girado hacia esta forma autocr?tica de entender el poder"
Voto popular
Que todos –salvo casos especiales como el chino Xi Jinping o el norcoreano Kim Jong-un, que compiten en otra liga- hayan accedido al poder a través del voto popular resulta determinante para el an?lisis de este fen?meno. Los aut?cratas del siglo XXI no son los dictadores del XIX y el XX que daban golpes militares o fulminaban las urnas en cuanto ocupaban el sill?n presidencial, sino que necesitan granjearse la simpat?a y el apoyo de sus conciudadanos para llegar a lo m?s alto y mantenerse ah?. ?Qué ha visto un norteamericano, un h?ngaro o un brasile?o medio en un tipo como Trump, Orb?n o Bolsonaro para entregarse en sus brazos con devoci?n ciega a riesgo de poner en peligro algo tan valioso como la propia democracia?
La respuesta es compleja y en ella se combinan acontecimientos acaecidos en las ?ltimas dos décadas en el mundo con la novedosa forma de ejercer el liderazgo que ha descubierto y puesto en pr?ctica esta generaci?n de ‘hombres fuertes’ que hoy manda sobre media Humanidad. “Su aparici?n no se entiende sin el contexto de la crisis y sin el sentimiento nacionalista que lat?a en amplios sectores de la poblaci?n, y que nadie, hasta que ellos llegaron, hab?a sabido ver”, entiende Rachman.
Si hace un siglo fue la crisis de los a?os 30 la que aport? el caldo de cultivo para que surgieran los totalitarismos que marcaron la historia del siglo XX, ahora son los desequilibrios generados por la globalizaci?n los que parecen alimentar la atracci?n que manifiestan grandes grupos populares hacia los liderazgos carism?ticos. “Los mineros de Pittsburg que vieron c?mo les cerraron las minas me contaron que votaron a Trump cabreados. Sienten que ah? afuera hay una fiesta y que ellos no han sido invitados. Al menos Trump les cont? lo que quer?an o?r”, cuenta el periodista israel? Nadav Eyal, que ha relatado en el libro ‘Rebeli?n’ (Debate) su periplo por el mundo entrevistando a los damnificados por la globalizaci?n.
"Los mineros de Pittsburg que vieron c?mo les cerraron las minas me contaron que votaron a Trump cabreados. Sienten que ah? afuera hay una fiesta y que ellos no han sido invitados"
“En situaciones de incertidumbre, la atracci?n por una figura fuerte y con autoridad que dé seguridad y ponga orden resulta tentadora”, apunta el psic?logo social Miquel Domenech. Por eso, la consolidaci?n de este modelo de gobernanza no se entiende sin el culto a la personalidad del l?der, una operaci?n de marketing pol?tico en la que han participado todos en alg?n momento y que suele combinar la proyecci?n de una imagen del personaje cargada de testosterona con una estrecha identificaci?n de su figura con los valores nacionales.
En India, los certificados de vacunaci?n expedidos durante la pandemia llevaban el rostro del nacionalista Modi, como si aquel salvoconducto fuera un regalo personal del mism?simo presidente
Mensajes pueriles
“Sin Putin no hay Rusia”, proclamaban los propagandistas del Kremlin tras la anexi?n de Crimea en 2014 y después de empapelar durante a?os el inconsciente de los rusos con fotos del mandatario a caballo, disparando armas o remando con el torso desnudo. “Solo yo puedo arreglarlo”, sentenci? Trump en la convenci?n republicana de 2016 después de enumerar una retah?la de problemas que asolaban a los norteamericanos. En India, los certificados de vacunaci?n expedidos durante la pandemia llevaban el rostro del nacionalista Modi, como si aquel salvoconducto fuera un regalo personal del mism?simo presidente.
Por simples y pueriles, este tipo de mensajes habr?an tenido un rid?culo recorrido hace apenas 20 a?os. Ahora, en cambio, consiguen movilizar a multitudes de seguidores porque logran impactarles a través de la intimidad de sus teléfonos m?viles. “Cada época tiene su herramienta de agitaci?n de masas. Roosevelt era un maestro de la radio, Kennedy derrot? a Nixon en la tele y Trump ha sido el presidente tuitero, igual que Duterte gan? en las elecciones de Filipinas de 2016 gracias a sus campa?as en Facebook”, explica Rachman.
Que los mensajes que transmiten por esos canales sean a menudo m?s dignos de meme que de reflexi?n es lo de menos. “Vivimos en la econom?a de la atenci?n, lo que importa es atraer las miradas. Un exabrupto de cualquiera de estos hombres estrafalarios genera m?s interés que la explicaci?n pausada de un proyecto pol?tico”, se?ala la polit?loga M?rian Mart?nez-Bascu??n, coautora del ensayo ‘Populistas’ (Alianza Editorial).
La otra gran baza de los l?deres autoritarios del siglo XXI para venderse imprescindibles ha consistido en se?alar a un enemigo de la naci?n al que prometen combatir en nombre del pueblo, ya sean inmigrantes, pa?ses vecinos o las élites pol?ticas que, seg?n su diagn?stico, se han desentendido de los problemas reales de la gente. “Esta ret?rica es muy eficaz porque divide el campo de batalla y obliga a elegir: o est?s conmigo o contra m?, que represento al pa?s. La polarizaci?n activa el instinto tribal de la poblaci?n. Es m?s f?cil que nos unamos contra una amenaza que a favor de una idea, y eso lo saben muy bien los que manejan esta forma de hacer pol?tica”, observa Mart?nez-Bascu??n.
“Vivimos en la econom?a de la atenci?n, lo que importa es atraer las miradas. Un exabrupto de cualquiera de estos hombres estrafalarios genera m?s interés que la explicaci?n pausada de un proyecto pol?tico"
En sus casi tres a?os de mandato, Jail Bolsonaro ha cargado con sa?a contra formaciones ecologistas, tribus amaz?nicas, colectivos lgtbi, la prensa, la oposici?n y hasta contra el propio sistema electoral, difundiendo a menudo bulos y patra?as que no suenan cre?bles ni en su propia cabeza. Seg?n los ?ltimos estudios de opini?n, dos de cada tres votantes republicanos siguen pensando que Joe Biden le rob? a Trump las elecciones. “La mentira es tan vieja como la pol?tica, pero las ‘fake news’ van m?s all?. Persiguen distorsionar la realidad hasta conseguir que la gente termine desconfiando de todo y sin saber a quién creer”, distingue Moisés Na?m.
Postverdad
En su ?ltimo libro, titulado ‘La revancha de los poderosos’ (Debate), el polit?logo venezolano afincado en Estados Unidos explica c?mo los aut?cratas “est?n reinventando la pol?tica en el siglo XXI” y describe este nuevo liderazgo como el de las tres pes: populismo, polarizaci?n y postverdad. En opini?n del analista, la democracia mundial nunca ha estado tan amenazada como ahora desde el final de la guerra fr?a, un diagn?stico en el que coincide la agencia Freedom House. Esta entidad internacional elabora cada a?o un estudio que mide el nivel de libertades p?blicas que hay en el planeta y, seg?n sus c?lculos, este no ha parado de bajar desde 2005 debido a la aparici?n de estos mandatarios.
Seg?n la agencia internacional Freedom House, la libertad y la democracia no ha parado de disminuir en el mundo desde 2005
Gideon Rachman es un convencido de la “naturaleza c?clica de la historia”, que, en su opini?n, no avanza en l?nea recta sino en zigzag y ahora parece soplar en contra de la democracia y a favor del autoritarismo. “Pero esto no significa que tengamos que sentarnos a esperar a que el viento cambie de signo. Los dem?cratas estamos obligados a librar esta batalla”, advierte. Si extender la autocracia ha resultado f?cil, a la vista de c?mo ha avanzado en la ?ltima década, combatirla no se presenta tan sencillo.
“Hay que fortalecer las instituciones y protegerlas de los abusos que algunos quieran cometer con ellas”, propone Rachman. “Urge mantener la jerarqu?a de las alarmas, llamar a las cosas por su nombre y no pasar por algo ninguna mentira ni ning?n discurso de odio”, advierte Mart?nez-Bascu??n. “Esta ola no parar? hasta que no se corrijan los desequilibrios y la desigualdad que ha generado la globalizaci?n”, pronostica Eval. “Vigilemos lo que reenviamos y compartimos, porque a veces, creyendo que ridiculizamos a estos charlatanes, los estamos fortaleciendo”, previene Na?m. En su opini?n, las reglas del juego democr?tico han cambiado en el siglo XXI: “En muchos pa?ses, cada vez m?s, las elecciones no van de elegir entre izquierda y derecha, sino entre democracia o autoritarismo”, avisa.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/autarcas-siglo-xxi-hombres-fuertes-77912617)
Para entonces, el hundimiento del bloque soviético hab?a facilitado la incorporaci?n de los pa?ses del otro lado del Tel?n de Acero a la democracia como quien llega a la tierra prometida y nadie se inquiet? el 31 de diciembre de 1999 al ver a Boris Yeltsin, presidente de la Federaci?n Rusa (as? se denominaba entonces), renunciando a su cargo en favor de un joven exoficial de la KGB que en su primer discurso, emitido por televisi?n esa misma Nochevieja, prometi? “proteger la libertad de expresi?n, conciencia, prensa y todos los elementos de una sociedad civilizada”. Se llamaba Vlad?mir Putin.
22 a?os m?s tarde, aquel inexperto pol?tico se ha erigido en el arquetipo del aut?crata del siglo XXI y su manera de ejercer el poder, con mano dura, laminaci?n de las libertades civiles, desprecio hacia la separaci?n de poderes y mucho culto a la personalidad del l?der, se ha convertido en el modelo de gobernanza que m?s ha prosperado en todo el planeta en lo que llevamos de centuria.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Pocos habr?an imaginado en aquella Nochevieja de 1999 que pa?ses tan distintos y distantes como Hungr?a, Filipinas, Turqu?a, India o Estados Unidos estar?an gobernados 20 a?os m?s tarde –o lo habr?an estado en alg?n momento- por personajes autoritarios de perfil nacionalista, marcado acento varonil y dudosa catadura democr?tica como Viktor Orban, Rodrigo Duterte, Recep Tayyip Erdogan, Narendra Dodi o Donald Trump. Este ?ltimo ya no habita la Casa Blanca, pero mantiene firme su amenaza de regreso y las encuestas le son favorables.
Modales cuarteleros
Tampoco China salud? el comienzo del siglo en manos de un dirigente aferrado al trono a perpetuidad como lo est? Xi Jinping tras el reciente congreso del Partido Comunista, ni cab?a presumir que el nicaragüense Daniel Ortega, que se hizo célebre en los a?os 80 por alzarse en armas contra la dictadura de Somoza, acabar?a convertido en otro dictadorzuelo m?s dedicado a apresar a la oposici?n y reprimir a la prensa.
Tras el reciente congreso del Partido Comunista Chino, Xi Jinping se ha convertido en el l?der del pa?s a perpetuidad
Brasil, que lleva desde 2019 asistiendo entre el bochorno y el entusiasmo -seg?n quien opine- a los modales cuarteleros y los aires de mat?n del ex militar Jair Bolsonaro, decide este domingo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, si contin?a o se descuelga del grupo de pa?ses que en los ?ltimos a?os han confiado su destino a la figura de un ‘hombre fuerte’, una situaci?n en la que actualmente se encuentran 3.400 millones de personas en el mundo.
“Vistos uno por uno, no se parecen, pero todos comparten pensamientos, actitudes y técnicas pol?ticas. No son casos aislados, sino que componen una corriente. Es el signo de los tiempos: en el comienzo del siglo XXI, el péndulo de la historia ha girado hacia esta forma autocr?tica de entender el poder”, sostiene Gideon Rachman, columnista del Financial Times, que ha estudiado el recorrido que siguieron estos personajes hasta llegar al puente de mando de sus pa?ses en el ensayo ‘La era de los l?deres autoritarios’, publicado este oto?o por la editorial Cr?tica.
"Es el signo de los tiempos: en el comienzo del siglo XXI, el péndulo de la historia ha girado hacia esta forma autocr?tica de entender el poder"
Voto popular
Que todos –salvo casos especiales como el chino Xi Jinping o el norcoreano Kim Jong-un, que compiten en otra liga- hayan accedido al poder a través del voto popular resulta determinante para el an?lisis de este fen?meno. Los aut?cratas del siglo XXI no son los dictadores del XIX y el XX que daban golpes militares o fulminaban las urnas en cuanto ocupaban el sill?n presidencial, sino que necesitan granjearse la simpat?a y el apoyo de sus conciudadanos para llegar a lo m?s alto y mantenerse ah?. ?Qué ha visto un norteamericano, un h?ngaro o un brasile?o medio en un tipo como Trump, Orb?n o Bolsonaro para entregarse en sus brazos con devoci?n ciega a riesgo de poner en peligro algo tan valioso como la propia democracia?
La respuesta es compleja y en ella se combinan acontecimientos acaecidos en las ?ltimas dos décadas en el mundo con la novedosa forma de ejercer el liderazgo que ha descubierto y puesto en pr?ctica esta generaci?n de ‘hombres fuertes’ que hoy manda sobre media Humanidad. “Su aparici?n no se entiende sin el contexto de la crisis y sin el sentimiento nacionalista que lat?a en amplios sectores de la poblaci?n, y que nadie, hasta que ellos llegaron, hab?a sabido ver”, entiende Rachman.
Si hace un siglo fue la crisis de los a?os 30 la que aport? el caldo de cultivo para que surgieran los totalitarismos que marcaron la historia del siglo XX, ahora son los desequilibrios generados por la globalizaci?n los que parecen alimentar la atracci?n que manifiestan grandes grupos populares hacia los liderazgos carism?ticos. “Los mineros de Pittsburg que vieron c?mo les cerraron las minas me contaron que votaron a Trump cabreados. Sienten que ah? afuera hay una fiesta y que ellos no han sido invitados. Al menos Trump les cont? lo que quer?an o?r”, cuenta el periodista israel? Nadav Eyal, que ha relatado en el libro ‘Rebeli?n’ (Debate) su periplo por el mundo entrevistando a los damnificados por la globalizaci?n.
"Los mineros de Pittsburg que vieron c?mo les cerraron las minas me contaron que votaron a Trump cabreados. Sienten que ah? afuera hay una fiesta y que ellos no han sido invitados"
“En situaciones de incertidumbre, la atracci?n por una figura fuerte y con autoridad que dé seguridad y ponga orden resulta tentadora”, apunta el psic?logo social Miquel Domenech. Por eso, la consolidaci?n de este modelo de gobernanza no se entiende sin el culto a la personalidad del l?der, una operaci?n de marketing pol?tico en la que han participado todos en alg?n momento y que suele combinar la proyecci?n de una imagen del personaje cargada de testosterona con una estrecha identificaci?n de su figura con los valores nacionales.
En India, los certificados de vacunaci?n expedidos durante la pandemia llevaban el rostro del nacionalista Modi, como si aquel salvoconducto fuera un regalo personal del mism?simo presidente
Mensajes pueriles
“Sin Putin no hay Rusia”, proclamaban los propagandistas del Kremlin tras la anexi?n de Crimea en 2014 y después de empapelar durante a?os el inconsciente de los rusos con fotos del mandatario a caballo, disparando armas o remando con el torso desnudo. “Solo yo puedo arreglarlo”, sentenci? Trump en la convenci?n republicana de 2016 después de enumerar una retah?la de problemas que asolaban a los norteamericanos. En India, los certificados de vacunaci?n expedidos durante la pandemia llevaban el rostro del nacionalista Modi, como si aquel salvoconducto fuera un regalo personal del mism?simo presidente.
Por simples y pueriles, este tipo de mensajes habr?an tenido un rid?culo recorrido hace apenas 20 a?os. Ahora, en cambio, consiguen movilizar a multitudes de seguidores porque logran impactarles a través de la intimidad de sus teléfonos m?viles. “Cada época tiene su herramienta de agitaci?n de masas. Roosevelt era un maestro de la radio, Kennedy derrot? a Nixon en la tele y Trump ha sido el presidente tuitero, igual que Duterte gan? en las elecciones de Filipinas de 2016 gracias a sus campa?as en Facebook”, explica Rachman.
Que los mensajes que transmiten por esos canales sean a menudo m?s dignos de meme que de reflexi?n es lo de menos. “Vivimos en la econom?a de la atenci?n, lo que importa es atraer las miradas. Un exabrupto de cualquiera de estos hombres estrafalarios genera m?s interés que la explicaci?n pausada de un proyecto pol?tico”, se?ala la polit?loga M?rian Mart?nez-Bascu??n, coautora del ensayo ‘Populistas’ (Alianza Editorial).
La otra gran baza de los l?deres autoritarios del siglo XXI para venderse imprescindibles ha consistido en se?alar a un enemigo de la naci?n al que prometen combatir en nombre del pueblo, ya sean inmigrantes, pa?ses vecinos o las élites pol?ticas que, seg?n su diagn?stico, se han desentendido de los problemas reales de la gente. “Esta ret?rica es muy eficaz porque divide el campo de batalla y obliga a elegir: o est?s conmigo o contra m?, que represento al pa?s. La polarizaci?n activa el instinto tribal de la poblaci?n. Es m?s f?cil que nos unamos contra una amenaza que a favor de una idea, y eso lo saben muy bien los que manejan esta forma de hacer pol?tica”, observa Mart?nez-Bascu??n.
“Vivimos en la econom?a de la atenci?n, lo que importa es atraer las miradas. Un exabrupto de cualquiera de estos hombres estrafalarios genera m?s interés que la explicaci?n pausada de un proyecto pol?tico"
En sus casi tres a?os de mandato, Jail Bolsonaro ha cargado con sa?a contra formaciones ecologistas, tribus amaz?nicas, colectivos lgtbi, la prensa, la oposici?n y hasta contra el propio sistema electoral, difundiendo a menudo bulos y patra?as que no suenan cre?bles ni en su propia cabeza. Seg?n los ?ltimos estudios de opini?n, dos de cada tres votantes republicanos siguen pensando que Joe Biden le rob? a Trump las elecciones. “La mentira es tan vieja como la pol?tica, pero las ‘fake news’ van m?s all?. Persiguen distorsionar la realidad hasta conseguir que la gente termine desconfiando de todo y sin saber a quién creer”, distingue Moisés Na?m.
Postverdad
En su ?ltimo libro, titulado ‘La revancha de los poderosos’ (Debate), el polit?logo venezolano afincado en Estados Unidos explica c?mo los aut?cratas “est?n reinventando la pol?tica en el siglo XXI” y describe este nuevo liderazgo como el de las tres pes: populismo, polarizaci?n y postverdad. En opini?n del analista, la democracia mundial nunca ha estado tan amenazada como ahora desde el final de la guerra fr?a, un diagn?stico en el que coincide la agencia Freedom House. Esta entidad internacional elabora cada a?o un estudio que mide el nivel de libertades p?blicas que hay en el planeta y, seg?n sus c?lculos, este no ha parado de bajar desde 2005 debido a la aparici?n de estos mandatarios.
Seg?n la agencia internacional Freedom House, la libertad y la democracia no ha parado de disminuir en el mundo desde 2005
Gideon Rachman es un convencido de la “naturaleza c?clica de la historia”, que, en su opini?n, no avanza en l?nea recta sino en zigzag y ahora parece soplar en contra de la democracia y a favor del autoritarismo. “Pero esto no significa que tengamos que sentarnos a esperar a que el viento cambie de signo. Los dem?cratas estamos obligados a librar esta batalla”, advierte. Si extender la autocracia ha resultado f?cil, a la vista de c?mo ha avanzado en la ?ltima década, combatirla no se presenta tan sencillo.
“Hay que fortalecer las instituciones y protegerlas de los abusos que algunos quieran cometer con ellas”, propone Rachman. “Urge mantener la jerarqu?a de las alarmas, llamar a las cosas por su nombre y no pasar por algo ninguna mentira ni ning?n discurso de odio”, advierte Mart?nez-Bascu??n. “Esta ola no parar? hasta que no se corrijan los desequilibrios y la desigualdad que ha generado la globalizaci?n”, pronostica Eval. “Vigilemos lo que reenviamos y compartimos, porque a veces, creyendo que ridiculizamos a estos charlatanes, los estamos fortaleciendo”, previene Na?m. En su opini?n, las reglas del juego democr?tico han cambiado en el siglo XXI: “En muchos pa?ses, cada vez m?s, las elecciones no van de elegir entre izquierda y derecha, sino entre democracia o autoritarismo”, avisa.
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