الريــم
10-29-2022, 09:25 AM
La historia empieza, como tantas otras, con un relato de Isaac Asimov. El autor de ciencia ficci?n public? en 1941 un cuento que parte de una premisa tan sencilla, y al mismo tiempo novedosa, que parece una de esas preguntas con las que los ni?os peque?os desarman a sus padres. Por qué no traer energ?a solar del espacio, donde siempre es de d?a y nunca hay nubes, para sustentar la vida en la Tierra. Ocho décadas después, la hip?tesis est? m?s cerca que nunca de hacerse realidad.
Los ministros europeos de Ciencia se reunir?n en Par?s a finales de noviembre para fijar las prioridades de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). Uno de los asuntos a tratar ser? la posible construcci?n de gigantescos satélites que orbitar?an a 36.000 kil?metros de distancia del planeta, muy por encima de la atm?sfera, y captar?an desde all? la energ?a solar, transmitiéndola después a la superficie terrestre.
El proyecto se llama Solaris. Si los gobiernos deciden seguir adelante, podr?a empezar a tomar forma en 2025. Pero no ser?a el ?nico. En un momento de crisis energética, en el que Vladimir Putin amenaza con cortar el gas que llega de Rusia, y con el cambio clim?tico sintiéndose en cada rinc?n del mundo, poniendo de manifiesto la absoluta necesidad de apostar por las energ?as limpias, tanto Chica como EEUU estudian iniciativas similares.
Los defensores de la idea hablan de ella en términos casi milagrosos. Los cr?ticos, entre ellos millonarios inmersos en la aventura espacial, como Elon Musk, consideran que el esfuerzo est? abocado al fracaso, por la dificultad y los costes de ponerlo en pr?ctica.
El factor atmosférico
El mecanismo resulta sencillo de explicar. Los satélites capturar?an la energ?a solar y después la trasmitir?an a la Tierra a través de microondas, que ser?an atrapadas mediante antenas y convertidas en electricidad. All? arriba siempre hace sol, y al estar por encima de atm?sfera la luz no se dispersa, a diferencia de lo que ocurre en el planeta, donde este fen?meno provoca que el cielo sea de color azul. Por eso un panel solar genera en el espacio el doble de energ?a que en la Tierra.
No es nada nuevo. El sistema se lleva aplicando desde hace décadas. Todos los satélites de telecomunicaciones desde los a?os 60 usan paneles solares para generar electricidad, que después env?an a la tierra. Pero la escala de este proyecto es mucho mayor, no tiene nada que ver.
Y aqu? es donde empiezan las complicaciones. Las esperanzas depositadas en Solaris son enormes. Europa consume cada a?o alrededor de 3.000 teravatios/hora de electricidad. Los responsables del programa calculan que este podr?a satisfacer entre un cuarto y un tercio de esta demanda. Lo que de momento resulta imposible de calcular, sin embargo, es cu?nto costar?a llevarlo a cabo.
Las dificultades
Se necesitar?an decenas de satélites para captar la luz a una distancia tan enorme de la tierra, pero no se trata solo de la cantidad. La dificultad, sobre todo, est? relacionada con el tama?o de estos objetos. Cada uno de ellos deber?a tener una masa 10 veces superior a la de la Estaci?n Espacial Internacional, que ya es m?s grande que un campo de f?tbol, con 100 metros de largo y 80 de ancho, y pesa 455 toneladas. Son muchos los que consideran que el proyecto es una quimera.
Musk, por ejemplo. Tan poco dado a la contenci?n verbal como siempre, el hombre m?s rico del mundo, fundador y consejero delegado de SpaceX, la compa??a de lanzamientos de cohetes, dijo hace unos a?os sobre Solaris y el resto de proyectos similares: “Es una estupidez. Si hay alguien que defienda la energ?a solar del espacio, deber?a ser yo. Tengo una empresa de cohetes y una empresa solar. Pero obviamente no va a funcionar”.
La ESA, sin embargo, tiene una opini?n distinta. “La energ?a solar del espacio supondr?a un paso muy importante hacia la neutralidad clim?tica y la independencia energética de Europa”, se?al? en agosto su director general, Josef Aschbacher. Ante la inminente cumbre de los ministros europeos, la agencia encarg? dos informes sobre el proyecto. Ambos concluyeron que Solaris “podr?a suministrar electricidad a precios competitivos en 2040, desplazando a las fuentes de energ?a de combustibles f?siles y complementando las energ?as renovables existentes”, se?ala la ESA.
Faltan pocas semanas para conocer si la idea de Asimov comienza a cristalizar o todo queda en nada.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/fantaciencia-o-panacea-europa-moviliza-77876850)
Los ministros europeos de Ciencia se reunir?n en Par?s a finales de noviembre para fijar las prioridades de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). Uno de los asuntos a tratar ser? la posible construcci?n de gigantescos satélites que orbitar?an a 36.000 kil?metros de distancia del planeta, muy por encima de la atm?sfera, y captar?an desde all? la energ?a solar, transmitiéndola después a la superficie terrestre.
El proyecto se llama Solaris. Si los gobiernos deciden seguir adelante, podr?a empezar a tomar forma en 2025. Pero no ser?a el ?nico. En un momento de crisis energética, en el que Vladimir Putin amenaza con cortar el gas que llega de Rusia, y con el cambio clim?tico sintiéndose en cada rinc?n del mundo, poniendo de manifiesto la absoluta necesidad de apostar por las energ?as limpias, tanto Chica como EEUU estudian iniciativas similares.
Los defensores de la idea hablan de ella en términos casi milagrosos. Los cr?ticos, entre ellos millonarios inmersos en la aventura espacial, como Elon Musk, consideran que el esfuerzo est? abocado al fracaso, por la dificultad y los costes de ponerlo en pr?ctica.
El factor atmosférico
El mecanismo resulta sencillo de explicar. Los satélites capturar?an la energ?a solar y después la trasmitir?an a la Tierra a través de microondas, que ser?an atrapadas mediante antenas y convertidas en electricidad. All? arriba siempre hace sol, y al estar por encima de atm?sfera la luz no se dispersa, a diferencia de lo que ocurre en el planeta, donde este fen?meno provoca que el cielo sea de color azul. Por eso un panel solar genera en el espacio el doble de energ?a que en la Tierra.
No es nada nuevo. El sistema se lleva aplicando desde hace décadas. Todos los satélites de telecomunicaciones desde los a?os 60 usan paneles solares para generar electricidad, que después env?an a la tierra. Pero la escala de este proyecto es mucho mayor, no tiene nada que ver.
Y aqu? es donde empiezan las complicaciones. Las esperanzas depositadas en Solaris son enormes. Europa consume cada a?o alrededor de 3.000 teravatios/hora de electricidad. Los responsables del programa calculan que este podr?a satisfacer entre un cuarto y un tercio de esta demanda. Lo que de momento resulta imposible de calcular, sin embargo, es cu?nto costar?a llevarlo a cabo.
Las dificultades
Se necesitar?an decenas de satélites para captar la luz a una distancia tan enorme de la tierra, pero no se trata solo de la cantidad. La dificultad, sobre todo, est? relacionada con el tama?o de estos objetos. Cada uno de ellos deber?a tener una masa 10 veces superior a la de la Estaci?n Espacial Internacional, que ya es m?s grande que un campo de f?tbol, con 100 metros de largo y 80 de ancho, y pesa 455 toneladas. Son muchos los que consideran que el proyecto es una quimera.
Musk, por ejemplo. Tan poco dado a la contenci?n verbal como siempre, el hombre m?s rico del mundo, fundador y consejero delegado de SpaceX, la compa??a de lanzamientos de cohetes, dijo hace unos a?os sobre Solaris y el resto de proyectos similares: “Es una estupidez. Si hay alguien que defienda la energ?a solar del espacio, deber?a ser yo. Tengo una empresa de cohetes y una empresa solar. Pero obviamente no va a funcionar”.
La ESA, sin embargo, tiene una opini?n distinta. “La energ?a solar del espacio supondr?a un paso muy importante hacia la neutralidad clim?tica y la independencia energética de Europa”, se?al? en agosto su director general, Josef Aschbacher. Ante la inminente cumbre de los ministros europeos, la agencia encarg? dos informes sobre el proyecto. Ambos concluyeron que Solaris “podr?a suministrar electricidad a precios competitivos en 2040, desplazando a las fuentes de energ?a de combustibles f?siles y complementando las energ?as renovables existentes”, se?ala la ESA.
Faltan pocas semanas para conocer si la idea de Asimov comienza a cristalizar o todo queda en nada.
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