الريــم
10-28-2022, 05:32 PM
Liliana recuerda con todo detalle los cinco d?as y cinco noches angustiosos en la selva del Darién. Esta venezolana de 26 a?os, que después de cuatro a?os intentando sobrevivir con su esposo en Per? tom? la decisi?n de intentar llegar a Estados Unidos a solicitar asilo, rememora las l?grimas de sus tres hijas de siete, cinco y dos a?os cuando la noche ca?a sobre la jungla, llegaba la lluvia y empapaba todo. Rostro ind?gena, melena negra recogida en una coleta, Liliana se acuerda de los zancudos y de las huellas de las serpientes y los jaguares, de lo r?pido que se agotaron los 10 litros de agua que se repart?an para portar entre ella y su marido, de las sopas instant?neas que lleg? a jurar que no tomar?a m?s...
Liliana habla de los otros abuelos y ni?os que realizaron con ellos ese cruce entre Colombia y Panam?, la etapa m?s dura, pero no la ?nica dif?cil, de un viaje que pasar?a también por Costa Rica y Nicaragua, por Honduras y por Guatemala, el pa?s donde la polic?a "te mete psicoterror, amenaz?ndote con devolverte". Los sobornos que tuvieron que pagar all? les vaciaron los bolsillos y al llegar a México tuvieron que separarse del grupo y quedarse un mes, viviendo de la caridad de los extra?os o las iglesias, buscando trabajos para reunir algo de dinero y seguir su viaje al norte.
Finalmente, en junio alcanzaron Piedras Negras y en el llamado kil?metro 59 intentaron cruzar el r?o Bravo, r?o Grande para los estadounidenses, que ah? junto a Eagle Pass (Texas) se ha convertido en uno de los puntos m?s transitados y también m?s letales en esta ruta, donde cientos han perecido ahogados. Tras otra noche de angustia, inmovilizados por la fuerte corriente en una represa, su marido fue y volvi? cinco veces, la primera para comprobar que era seguro, las siguientes para llevar una a una a las ni?as y por ?ltimo a Liliana. "No te voy a dejar aqu?", le prometi?.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Ya en EEUU, una familia de "mexicanos que son ya gringos" les acogi?, les dio caldo caliente y les inst? a esperar a que, como sucede dos veces al d?a all?, pasara una patrulla de inmigraci?n. Cuando los agentes hicieron la ronda a las nueve de la noche Liliana y su familia se les acercaron. Y tras realizar en unas horas los primeros tr?mites en uno de los centros de procesamiento de migrantes subieron a un bus rumbo a Washington y luego, desde all?, a otro que les llev? a Nueva York.
Una emergencia
Los cinco son parte de los m?s de 20.000 demandantes de asilo que desde abril han llegado a la urbe, una de las llamadas ciudades santuario de EEUU que es, adem?s, la ?nica del pa?s que est? obligada por ley, desde 1979, a dar albergue a cualquiera que lo solicite.
Buena parte de esos seres humanos han sido enviados por los gobernadores republicanos de Texas, Arizona y Florida que, en un claro movimiento pol?tico para tratar de dejar en evidencia las pol?ticas migratorias dem?cratas y del presidente, Joe Biden, han fletado buses y aviones con miles de demandantes de asilo sin aviso ni coordinaci?n a ciudades gobernadas por los dem?cratas. Pero otros también han llegado enviados por autoridades dem?cratas, como las de la ciudad de El Paso, superada por un flujo de migrantes que sigue batiendo récords: las cifras que manejan las autoridades del a?o fiscal que acab? el 30 de septiembre hablan de dos millones y medio de intercepciones o detenciones tras cruces de la frontera de México. Al menos 150.000 eran venezolanos como Liliana.
La llegada de esos migrantes a Nueva York ha creado lo que el alcalde, Eric Adams, ha definido como "una crisis humanitaria", una que seg?n sus c?lculos va a obligar a la ciudad a gastar 1.000 millones de d?lares. Y el primer edil declar? hace dos semanas una emergencia, pidiendo tanto a Biden como a la gobernadora estatal, Kathy Hochul, que ayuden.
Crisis sobre crisis
El sistema de refugios neoyorquino ya estaba sobrepasado por una explosiva combinaci?n en la que se mezclan la falta de vivienda asequible, los alquileres cada vez m?s desorbitados, los desahucios que han vuelto a dispararse tras la pandemia y la necesidad de acoger a mujeres y familias que huyen de la violencia de género o a presos excarcelados. A principios de octubre ya eran 62.000 personas las que estaban en esa red, una cifra sin precedentes. Casi 14.000 de ellos eran los nuevos migrantes.
Hay refugios solo para hombres, solo para mujeres y para familias. Se han ido sumando desde verano otros espacios hasta alcanzar los 48 en los cinco barrios de Nueva York, incluyendo hoteles como el Skyline, en el oeste de Manhattan, donde ahora residen Liliana y su familia, que sin una cocina ha vuelto a comer a menudo aquellas sopas instant?neas que odi? en el Darién.
Pero Liliana no se queja. Tampoco lo hace otra nueva neoyorquina, Ruby, una colombiana que lleg? con su esposo y su hija de siete a?os desde Arizona a la vez que la venezolana y que ahora vive en el Skyline. Las dos pueden llevar a sus ni?as en edad escolar a colegios p?blicos de Nueva York, que han sumado a casi 6.000 nuevos alumnos con el programa Open Arms y también se est?n viendo sobrepasados, especialmente en barrios donde las clases ya estaban saturadas o donde no hay suficiente personal que hable espa?ol.
"El mayor desaf?o es la falta de profesores bilingües, pero también de trabajadores sociales o de comedores... No hab?a suficientes antes de que esto pasara, ahora menos", explica en una entrevista telef?nica Lupe Hern?ndez, que forma parte de un consejo escolar de Manhattan y lamenta también que "nadie quiere asumir la responsabilidad por la financiaci?n que hace falta para apoyar a estos estudiantes; el dinero no llega", dice. "Ojal? en la ciudad m?s rica del mundo hubiera fondos para cubrir las necesidades ahora. No deber?amos esperar a que llegue ayuda del presidente".
El m?sculo de las ONG
En los colegios se han organizado equipos de respuesta, que recolectan donaciones de todo tipo, de ropa y alimentos a productos de higiene, y prestan ayuda a los recién llegados. Es algo que también est?n haciendo numerosas organizaciones sin ?nimo de lucro o iglesias, que han logrado suplir la falta de m?sculo de las autoridades municipales y asisten a los nuevos neoyorquinos, desde d?ndoles una bienvenida humana hasta ayud?ndoles a navegar la enrevesada burocracia, ofreciendo asesor?a legal e incluso coste?ndoles los viajes si tienen familiares en otros estados con los que quieren reunirse.
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(https://www.instagram.com/reel/CjeSWf6uNjd/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading)Una publicaci?n compartida de Artists Athletes Activists (@artists.athletes.activists) (https://www.instagram.com/reel/CjeSWf6uNjd/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading)
"Llegan desinformados. Han pasado ya una experiencia traum?tica y merecen ser tratados con dignidad, pero con ellos se est? jugando mucha pol?tica", lamentaba este jueves en la estaci?n de Port Authority tras recibir a uno de los autobuses de Texas Power Malu, fundador del grupo Artistas, atletas, activistas.
Un largo camino
Porque llegar a Nueva York es solo el principio. Los esposos de Liliana y Ruby, por ejemplo, salen cada d?a a intentar buscar empleo, pero para conseguir un permiso legal de trabajo hay que esperar al menos seis meses. Quedar? también por delante un largo proceso para tramitar la petici?n de asilo. A Liliana, que recientemente acudi? a un punto de la Cruz Roja habilitado para darles asesor?a legal, le dijeron que su primera cita judicial ser? en 2024. Después, su proceso puede alargarse tres o cuatro a?os y puede llegar a costar 10.000 o 15.000 d?lares. "?De d?nde vas a sacar el dinero?", pregunta.
No hay respuesta, pero Liliana se sabe afortunada. Ella lleg? meses antes de que Biden anunciara hace 10 d?as que acababa con el estatus especial que se hab?a dado a los venezolanos, a los que ahora se vuelve a aplicar el polémico t?tulo 42, que apelando a la emergencia sanitaria les deporta a México como a otros migrantes. Alcanz? una meta a la que otros nunca llegar?n, aunque muchos seguir?n intent?ndolo. "Lo hacemos para que nuestros hijos estén bien, por ellos lo hacemos", recuerda Ruby.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/duro-viaje-solicitantes-asilo-eeuu-77850870)
Liliana habla de los otros abuelos y ni?os que realizaron con ellos ese cruce entre Colombia y Panam?, la etapa m?s dura, pero no la ?nica dif?cil, de un viaje que pasar?a también por Costa Rica y Nicaragua, por Honduras y por Guatemala, el pa?s donde la polic?a "te mete psicoterror, amenaz?ndote con devolverte". Los sobornos que tuvieron que pagar all? les vaciaron los bolsillos y al llegar a México tuvieron que separarse del grupo y quedarse un mes, viviendo de la caridad de los extra?os o las iglesias, buscando trabajos para reunir algo de dinero y seguir su viaje al norte.
Finalmente, en junio alcanzaron Piedras Negras y en el llamado kil?metro 59 intentaron cruzar el r?o Bravo, r?o Grande para los estadounidenses, que ah? junto a Eagle Pass (Texas) se ha convertido en uno de los puntos m?s transitados y también m?s letales en esta ruta, donde cientos han perecido ahogados. Tras otra noche de angustia, inmovilizados por la fuerte corriente en una represa, su marido fue y volvi? cinco veces, la primera para comprobar que era seguro, las siguientes para llevar una a una a las ni?as y por ?ltimo a Liliana. "No te voy a dejar aqu?", le prometi?.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Ya en EEUU, una familia de "mexicanos que son ya gringos" les acogi?, les dio caldo caliente y les inst? a esperar a que, como sucede dos veces al d?a all?, pasara una patrulla de inmigraci?n. Cuando los agentes hicieron la ronda a las nueve de la noche Liliana y su familia se les acercaron. Y tras realizar en unas horas los primeros tr?mites en uno de los centros de procesamiento de migrantes subieron a un bus rumbo a Washington y luego, desde all?, a otro que les llev? a Nueva York.
Una emergencia
Los cinco son parte de los m?s de 20.000 demandantes de asilo que desde abril han llegado a la urbe, una de las llamadas ciudades santuario de EEUU que es, adem?s, la ?nica del pa?s que est? obligada por ley, desde 1979, a dar albergue a cualquiera que lo solicite.
Buena parte de esos seres humanos han sido enviados por los gobernadores republicanos de Texas, Arizona y Florida que, en un claro movimiento pol?tico para tratar de dejar en evidencia las pol?ticas migratorias dem?cratas y del presidente, Joe Biden, han fletado buses y aviones con miles de demandantes de asilo sin aviso ni coordinaci?n a ciudades gobernadas por los dem?cratas. Pero otros también han llegado enviados por autoridades dem?cratas, como las de la ciudad de El Paso, superada por un flujo de migrantes que sigue batiendo récords: las cifras que manejan las autoridades del a?o fiscal que acab? el 30 de septiembre hablan de dos millones y medio de intercepciones o detenciones tras cruces de la frontera de México. Al menos 150.000 eran venezolanos como Liliana.
La llegada de esos migrantes a Nueva York ha creado lo que el alcalde, Eric Adams, ha definido como "una crisis humanitaria", una que seg?n sus c?lculos va a obligar a la ciudad a gastar 1.000 millones de d?lares. Y el primer edil declar? hace dos semanas una emergencia, pidiendo tanto a Biden como a la gobernadora estatal, Kathy Hochul, que ayuden.
Crisis sobre crisis
El sistema de refugios neoyorquino ya estaba sobrepasado por una explosiva combinaci?n en la que se mezclan la falta de vivienda asequible, los alquileres cada vez m?s desorbitados, los desahucios que han vuelto a dispararse tras la pandemia y la necesidad de acoger a mujeres y familias que huyen de la violencia de género o a presos excarcelados. A principios de octubre ya eran 62.000 personas las que estaban en esa red, una cifra sin precedentes. Casi 14.000 de ellos eran los nuevos migrantes.
Hay refugios solo para hombres, solo para mujeres y para familias. Se han ido sumando desde verano otros espacios hasta alcanzar los 48 en los cinco barrios de Nueva York, incluyendo hoteles como el Skyline, en el oeste de Manhattan, donde ahora residen Liliana y su familia, que sin una cocina ha vuelto a comer a menudo aquellas sopas instant?neas que odi? en el Darién.
Pero Liliana no se queja. Tampoco lo hace otra nueva neoyorquina, Ruby, una colombiana que lleg? con su esposo y su hija de siete a?os desde Arizona a la vez que la venezolana y que ahora vive en el Skyline. Las dos pueden llevar a sus ni?as en edad escolar a colegios p?blicos de Nueva York, que han sumado a casi 6.000 nuevos alumnos con el programa Open Arms y también se est?n viendo sobrepasados, especialmente en barrios donde las clases ya estaban saturadas o donde no hay suficiente personal que hable espa?ol.
"El mayor desaf?o es la falta de profesores bilingües, pero también de trabajadores sociales o de comedores... No hab?a suficientes antes de que esto pasara, ahora menos", explica en una entrevista telef?nica Lupe Hern?ndez, que forma parte de un consejo escolar de Manhattan y lamenta también que "nadie quiere asumir la responsabilidad por la financiaci?n que hace falta para apoyar a estos estudiantes; el dinero no llega", dice. "Ojal? en la ciudad m?s rica del mundo hubiera fondos para cubrir las necesidades ahora. No deber?amos esperar a que llegue ayuda del presidente".
El m?sculo de las ONG
En los colegios se han organizado equipos de respuesta, que recolectan donaciones de todo tipo, de ropa y alimentos a productos de higiene, y prestan ayuda a los recién llegados. Es algo que también est?n haciendo numerosas organizaciones sin ?nimo de lucro o iglesias, que han logrado suplir la falta de m?sculo de las autoridades municipales y asisten a los nuevos neoyorquinos, desde d?ndoles una bienvenida humana hasta ayud?ndoles a navegar la enrevesada burocracia, ofreciendo asesor?a legal e incluso coste?ndoles los viajes si tienen familiares en otros estados con los que quieren reunirse.
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"Llegan desinformados. Han pasado ya una experiencia traum?tica y merecen ser tratados con dignidad, pero con ellos se est? jugando mucha pol?tica", lamentaba este jueves en la estaci?n de Port Authority tras recibir a uno de los autobuses de Texas Power Malu, fundador del grupo Artistas, atletas, activistas.
Un largo camino
Porque llegar a Nueva York es solo el principio. Los esposos de Liliana y Ruby, por ejemplo, salen cada d?a a intentar buscar empleo, pero para conseguir un permiso legal de trabajo hay que esperar al menos seis meses. Quedar? también por delante un largo proceso para tramitar la petici?n de asilo. A Liliana, que recientemente acudi? a un punto de la Cruz Roja habilitado para darles asesor?a legal, le dijeron que su primera cita judicial ser? en 2024. Después, su proceso puede alargarse tres o cuatro a?os y puede llegar a costar 10.000 o 15.000 d?lares. "?De d?nde vas a sacar el dinero?", pregunta.
No hay respuesta, pero Liliana se sabe afortunada. Ella lleg? meses antes de que Biden anunciara hace 10 d?as que acababa con el estatus especial que se hab?a dado a los venezolanos, a los que ahora se vuelve a aplicar el polémico t?tulo 42, que apelando a la emergencia sanitaria les deporta a México como a otros migrantes. Alcanz? una meta a la que otros nunca llegar?n, aunque muchos seguir?n intent?ndolo. "Lo hacemos para que nuestros hijos estén bien, por ellos lo hacemos", recuerda Ruby.
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