الريــم
10-23-2022, 04:32 PM
Dice un viejo proverbio que cuando una persona sabia se?ala la luna, la necia mira el dedo. Cada vez nacen menos ni?os y ni?as en Espa?a. Y mientras las mujeres que quieren ser madres apuntan al sistema, la precariedad o la falta de redes de apoyo como las causas, hay quienes siguen mir?ndolas a ellas.
Hasta finales del siglo XVIII, ser mujer y ser madre eran sin?nimos que solo torc?a la biolog?a. Desprovistas de capacidad de elecci?n, una de cada diez incluso fallec?a durante o después del parto de uno de sus cuatro o cinco hijos. Luego llegaron los avances médicos, los primeros derechos sociales, pero en el siglo XX las mujeres siguieron dando a luz como principal y casi excluyente misi?n en la vida, atrapadas por una dictadura que las educaba para ser madres y esposas ya desde ni?as. Tras la muerte de Franco, las mujeres reivindicaron su derecho a decidir sobre s? mismas, también en lo que a maternidad se refiere. Ello explica, en parte, que la curva de nacimientos empezara a caer en picado desde 1975 hasta mediados de los 90. Y es solo en parte porque aquellos primeros a?os también lo fueron de una crisis econ?mica, la del petr?leo, que complicaba la crianza. En el vaivén de la natalidad en Espa?a, las crisis econ?micas -también la de 2008- han tirado de la curva hacia abajo.
“No he sido madre principalmente por motivos econ?micos”, explica Cristina, de 36 a?os. Aunque es fija en una empresa, sigue compartiendo piso. “Arrastro una situaci?n de precariedad desde hace a?os y por ahora no he encontrado un trabajo que me permita vivir mucho m?s all? del d?a a d?a”, dice, y apunta a otro de los problemas de una generaci?n que en muchos casos se march? fuera a estudiar: “Mi familia tampoco est? en la misma ciudad y la idea de no poder contar con su ayuda para la crianza también me echa bastante para atr?s”.
Deseo o presi?n social
Cristina asegura que nunca fue de esas mujeres que hab?an tenido claro que quer?an ser madres: “Empecé a plante?rmelo a partir de los 30, y he tenido dudas en muchos momentos sobre si realmente quer?a serlo o si hab?a cierta presi?n social”, pero a?ade: “S? me gustar?a poder cambiar mi situaci?n lo antes posible y ser madre en algunos a?os”.
La ?ltima encuesta de fecundidad que hizo el INE, en 2018, apuntaba a las razones por las que las mujeres no hab?an tenido hijos en funci?n de su edad. Para las menores de 25 a?os, el principal motivo era sentirse “demasiado j?venes”. Entre los 25 y los 29, aunque las que lo citan como primer motivo cae a la mitad, a?n sigue siendo el m?s escogido. Pero a partir de los 30, cede ante la falta de pareja y las razones econ?micas, laborales o de conciliaci?n. “No quiero ser madre” lo escogen como raz?n dos de cada diez mujeres a partir de los 40 a?os. Antes, apenas ronda el 10%.
As? que, con los datos en la mano, el 90% de las mujeres quiere ser madre. Pero para Esther Vivas, soci?loga y autora de ‘Mam? desobediente’, “este deseo choca con unas condiciones socioecon?micas y con una crisis medioambiental que lo dificultan enormemente, y esa situaci?n de estabilidad no llega nunca”.
1.200 euros al mes
Mari?ngeles siempre quiso ser madre. Cuando se imaginaba a s? misma, ve?a a una madre joven, de no m?s de 25 a?os. A sus 33, ese “momento adecuado” para tener criaturas “ni se ha acercado”. “El sueldo m?s alto que he recibido en mi vida ha sido de 1.200 euros al mes y con horarios hasta las nueve de la noche. Aumentar la familia ser?a renunciar a todo, vivir con prisas y ajustarse a?n m?s para ni siquiera conseguir esa calidad de vida tan b?sica que busco”, explica.
Esas renuncias de las que habla Mari?ngeles son una t?nica habitual en el discurso de muchas mujeres. El discurso reaccionario culpa al empoderamiento femenino de la baja natalidad, como si ser feminista y madre fueran incompatibles. Pero es el sistema social el que lo hace incompatible y obliga a elegir y hacer renuncias en lugar de tratar de salvarlas, como se?ala la psic?loga perinatal y doctoranda en Sociolog?a Vega Pérez-Chirinos. “Me he dado cuenta de que en estas condiciones no quiero ser madre. No quiero tener que renunciar a nada de lo poco que busco para poder serlo. Si mi situaci?n laboral y econ?mica se estabiliza, y a?n estoy a tiempo de intentarlo, todo ser? plantearlo de nuevo, pero solo porque ‘se me acabe el tiempo’, no”, concluye Mari?ngeles.
Mujeres, no madres
Ser madre ya no es un mandato, es una decisi?n consciente. Es una de las razones m?s obvias para que, aunque haya m?s mujeres, nazcan menos criaturas. “Para el feminismo fue fundamental reconocer que la maternidad no era el destino ?nico de las mujeres, y es importante que puedan decidir libremente porque se hace un trabajo enorme a nivel f?sico y psicol?gico para que una criatura venga a este mundo. Pero eso no quiere decir que el feminismo no atienda la maternidad o que lo feminista sea negar la maternidad”, advierte Pérez-Chirinos.
Elena (31 a?os) tiene claro que no quiere ser madre. Y no entiende por qué la pregunta se la hacen a ella, acompa?ada de coletillas como “se te va a pasar el arroz” o “?no te vas a arrepentir?”, pero nunca a su pareja. “Hay mucha presi?n social, te miran con cara de incredulidad -se lamenta-, pero la m?a es una decisi?n consciente: trabajo con madres solteras en riesgo de exclusi?n y sé lo que supone la maternidad. Simplemente no es para m?”.
“Tan leg?timo es desear no ser madres como desear serlo”, dice Vivas, tajante. Pérez-Chirinos a?ade que una natalidad a la baja “no tiene por qué ser un problema en s? mismo”. Lo que s? preocupa es “la cantidad de gente que no se est? pudiendo reproducir a pesar de su deseo”.
Un deseo pospuesto
Yanira (38 a?os) y su pareja decidieron que hab?a llegado el momento de tener hijos. “Empecé el camino con mucha ilusi?n, pero ah? lleg? el primer desenga?o”, relata. Los meses comenzaron a pasar y no consegu?a quedarse embarazada. La incredulidad dio lugar a la frustraci?n. Y al enfado. “Pensé que mi estilo de vida feminista, querer desarrollar mi vida profesional, irme al extranjero o formarme hasta los 25… toda esa manera de vivir me hab?a alejado de poder descubrir que mi deseo de ser madre era mayor de lo que yo cre?a”, explica. “Con el tiempo me he dado cuenta de que ni era culpa m?a ni del feminismo, sino de c?mo la sociedad est? montada: la falta de acceso a una vivienda, a un trabajo, a la estabilidad, el no poder conciliar un desarrollo personal y profesional con la maternidad, nos ha hecho que tuviéramos que elegir”, dice con convicci?n.
En casos como el de Yanira, no tener hijos no es una decisi?n voluntaria, sino la consecuencia del retraso de la maternidad, que acaba empujando a las mujeres a cl?nicas de fertilidad con la sensaci?n de que nadie les hab?a advertido de las dificultades que podr?an tener. Pérez-Chirinos cree que los avances en reproducci?n asistida nos han llevado a “una creencia ingenua de que son inocuos, sencillos e infalibles”, cuando ninguna de las tres cosas es cierta. “A veces, simplemente no funcionan, y el duelo posterior es muy duro”, dice la psic?loga.
Falta de informaci?n
Mucho antes de intentar quedarse embarazada, con 34 a?os, Yanira fue a una consulta ginecol?gica. Ten?a deseos de ser madre, pero todav?a no sent?a que fuera el momento y quer?a saber c?mo estaba su cuerpo antes de tomar ninguna decisi?n. Sali? de la consulta con una anal?tica prescrita. A los d?as, volvi? a recoger los resultados. “Me dijo que estaba bien para mi edad, sin ninguna explicaci?n m?s. No me dijo que a partir de los 35 a?os aquello iba a hacer un descenso fort?simo”, se lamenta. A los 36 volvi? a consulta con la misma preocupaci?n: “La idea empez? a retumbar ya muy fuerte en mi cabeza. Su respuesta fue ‘pero si eres una ni?ita’. Eso me calm? mucho, pero ahora me enfada. En temas de fertilidad, yo no era ninguna ni?ita”, insiste.
La tasa de parto por cada ciclo de fecundaci?n in vitro con ?vulos propios es del 13%. Pero es un dato que no suele aparecer en la publicidad de las cl?nicas. “Es un gran negocio donde se anteponen intereses econ?micos”, explica Vivas. “Ha habido un cierto enga?o en relaci?n a nuestras expectativas, porque nuestras madres pudieron tener criaturas sin ninguna dificultad”, explica Vivas, que recuerda que la generaci?n anterior par?a a su primer hijo sobre los 20 a?os. “No poder tener hijos choca con lo que socialmente se espera de ti como mujer y esto convierte la infertilidad en uno de los principales tab?s que rodea la experiencia materna”, insiste.
“Después de haber sufrido un aborto, a veces tengo un dilema tremendo entre la impaciencia por volver al proceso para tener a mi bebé, que es lo que quiero, y un rechazo a tener que volver a pasar por situaciones que me han resultado tan desagradables, que me han removido f?sica y emocionalmente a un nivel que yo no esperaba” dice Yanira, que ha vuelto a hacer deporte, a comer bien y a recuperar esos h?bitos de vida que perdi? durante el embarazo y el proceso de aborto. “La vida de mi pareja no se ha resentido en nada. A nivel profesional, incluso ha tenido ofertas nuevas de trabajo… La vida de la mujer se queda completamente parada y la de ellos sigue adelante sin ning?n problema”, reflexiona.
Maternidad edulcorada
Mari?ngeles no duda de que el embarazo sea “un momento ?nico y maravilloso”, pero se queja de que se ocultan “las dificultades que conlleva, los cambios tan brutales que sufre el cuerpo, las complicaciones que surgen… hablar y quejarse de ellas te hace quedar en mal lugar y sentirte culpable”, dice la joven.
Vivas cree que “hay una imagen muy edulcorada de la maternidad”. Muchos de sus silencios y sombras no se reconocen socialmente. Pérez-Chirinos pone el acento en que los ni?os han sido expulsados del espacio p?blico: “No vemos a los bebés, la crianza est? encerrada en las casas y eso hace dif?cil construir una imagen realista de lo que conlleva atender a una persona en sus primeros a?os de vida”. “Se habla cada vez m?s de las dificultades de la crianza, pero lo que no hay es mucha actitud de escucha”, se?ala. Y las mujeres est?n dispuestas a alzar la voz.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/natalidad-desploma-preocupante-gente-quiere-77604078)
Hasta finales del siglo XVIII, ser mujer y ser madre eran sin?nimos que solo torc?a la biolog?a. Desprovistas de capacidad de elecci?n, una de cada diez incluso fallec?a durante o después del parto de uno de sus cuatro o cinco hijos. Luego llegaron los avances médicos, los primeros derechos sociales, pero en el siglo XX las mujeres siguieron dando a luz como principal y casi excluyente misi?n en la vida, atrapadas por una dictadura que las educaba para ser madres y esposas ya desde ni?as. Tras la muerte de Franco, las mujeres reivindicaron su derecho a decidir sobre s? mismas, también en lo que a maternidad se refiere. Ello explica, en parte, que la curva de nacimientos empezara a caer en picado desde 1975 hasta mediados de los 90. Y es solo en parte porque aquellos primeros a?os también lo fueron de una crisis econ?mica, la del petr?leo, que complicaba la crianza. En el vaivén de la natalidad en Espa?a, las crisis econ?micas -también la de 2008- han tirado de la curva hacia abajo.
“No he sido madre principalmente por motivos econ?micos”, explica Cristina, de 36 a?os. Aunque es fija en una empresa, sigue compartiendo piso. “Arrastro una situaci?n de precariedad desde hace a?os y por ahora no he encontrado un trabajo que me permita vivir mucho m?s all? del d?a a d?a”, dice, y apunta a otro de los problemas de una generaci?n que en muchos casos se march? fuera a estudiar: “Mi familia tampoco est? en la misma ciudad y la idea de no poder contar con su ayuda para la crianza también me echa bastante para atr?s”.
Deseo o presi?n social
Cristina asegura que nunca fue de esas mujeres que hab?an tenido claro que quer?an ser madres: “Empecé a plante?rmelo a partir de los 30, y he tenido dudas en muchos momentos sobre si realmente quer?a serlo o si hab?a cierta presi?n social”, pero a?ade: “S? me gustar?a poder cambiar mi situaci?n lo antes posible y ser madre en algunos a?os”.
La ?ltima encuesta de fecundidad que hizo el INE, en 2018, apuntaba a las razones por las que las mujeres no hab?an tenido hijos en funci?n de su edad. Para las menores de 25 a?os, el principal motivo era sentirse “demasiado j?venes”. Entre los 25 y los 29, aunque las que lo citan como primer motivo cae a la mitad, a?n sigue siendo el m?s escogido. Pero a partir de los 30, cede ante la falta de pareja y las razones econ?micas, laborales o de conciliaci?n. “No quiero ser madre” lo escogen como raz?n dos de cada diez mujeres a partir de los 40 a?os. Antes, apenas ronda el 10%.
As? que, con los datos en la mano, el 90% de las mujeres quiere ser madre. Pero para Esther Vivas, soci?loga y autora de ‘Mam? desobediente’, “este deseo choca con unas condiciones socioecon?micas y con una crisis medioambiental que lo dificultan enormemente, y esa situaci?n de estabilidad no llega nunca”.
1.200 euros al mes
Mari?ngeles siempre quiso ser madre. Cuando se imaginaba a s? misma, ve?a a una madre joven, de no m?s de 25 a?os. A sus 33, ese “momento adecuado” para tener criaturas “ni se ha acercado”. “El sueldo m?s alto que he recibido en mi vida ha sido de 1.200 euros al mes y con horarios hasta las nueve de la noche. Aumentar la familia ser?a renunciar a todo, vivir con prisas y ajustarse a?n m?s para ni siquiera conseguir esa calidad de vida tan b?sica que busco”, explica.
Esas renuncias de las que habla Mari?ngeles son una t?nica habitual en el discurso de muchas mujeres. El discurso reaccionario culpa al empoderamiento femenino de la baja natalidad, como si ser feminista y madre fueran incompatibles. Pero es el sistema social el que lo hace incompatible y obliga a elegir y hacer renuncias en lugar de tratar de salvarlas, como se?ala la psic?loga perinatal y doctoranda en Sociolog?a Vega Pérez-Chirinos. “Me he dado cuenta de que en estas condiciones no quiero ser madre. No quiero tener que renunciar a nada de lo poco que busco para poder serlo. Si mi situaci?n laboral y econ?mica se estabiliza, y a?n estoy a tiempo de intentarlo, todo ser? plantearlo de nuevo, pero solo porque ‘se me acabe el tiempo’, no”, concluye Mari?ngeles.
Mujeres, no madres
Ser madre ya no es un mandato, es una decisi?n consciente. Es una de las razones m?s obvias para que, aunque haya m?s mujeres, nazcan menos criaturas. “Para el feminismo fue fundamental reconocer que la maternidad no era el destino ?nico de las mujeres, y es importante que puedan decidir libremente porque se hace un trabajo enorme a nivel f?sico y psicol?gico para que una criatura venga a este mundo. Pero eso no quiere decir que el feminismo no atienda la maternidad o que lo feminista sea negar la maternidad”, advierte Pérez-Chirinos.
Elena (31 a?os) tiene claro que no quiere ser madre. Y no entiende por qué la pregunta se la hacen a ella, acompa?ada de coletillas como “se te va a pasar el arroz” o “?no te vas a arrepentir?”, pero nunca a su pareja. “Hay mucha presi?n social, te miran con cara de incredulidad -se lamenta-, pero la m?a es una decisi?n consciente: trabajo con madres solteras en riesgo de exclusi?n y sé lo que supone la maternidad. Simplemente no es para m?”.
“Tan leg?timo es desear no ser madres como desear serlo”, dice Vivas, tajante. Pérez-Chirinos a?ade que una natalidad a la baja “no tiene por qué ser un problema en s? mismo”. Lo que s? preocupa es “la cantidad de gente que no se est? pudiendo reproducir a pesar de su deseo”.
Un deseo pospuesto
Yanira (38 a?os) y su pareja decidieron que hab?a llegado el momento de tener hijos. “Empecé el camino con mucha ilusi?n, pero ah? lleg? el primer desenga?o”, relata. Los meses comenzaron a pasar y no consegu?a quedarse embarazada. La incredulidad dio lugar a la frustraci?n. Y al enfado. “Pensé que mi estilo de vida feminista, querer desarrollar mi vida profesional, irme al extranjero o formarme hasta los 25… toda esa manera de vivir me hab?a alejado de poder descubrir que mi deseo de ser madre era mayor de lo que yo cre?a”, explica. “Con el tiempo me he dado cuenta de que ni era culpa m?a ni del feminismo, sino de c?mo la sociedad est? montada: la falta de acceso a una vivienda, a un trabajo, a la estabilidad, el no poder conciliar un desarrollo personal y profesional con la maternidad, nos ha hecho que tuviéramos que elegir”, dice con convicci?n.
En casos como el de Yanira, no tener hijos no es una decisi?n voluntaria, sino la consecuencia del retraso de la maternidad, que acaba empujando a las mujeres a cl?nicas de fertilidad con la sensaci?n de que nadie les hab?a advertido de las dificultades que podr?an tener. Pérez-Chirinos cree que los avances en reproducci?n asistida nos han llevado a “una creencia ingenua de que son inocuos, sencillos e infalibles”, cuando ninguna de las tres cosas es cierta. “A veces, simplemente no funcionan, y el duelo posterior es muy duro”, dice la psic?loga.
Falta de informaci?n
Mucho antes de intentar quedarse embarazada, con 34 a?os, Yanira fue a una consulta ginecol?gica. Ten?a deseos de ser madre, pero todav?a no sent?a que fuera el momento y quer?a saber c?mo estaba su cuerpo antes de tomar ninguna decisi?n. Sali? de la consulta con una anal?tica prescrita. A los d?as, volvi? a recoger los resultados. “Me dijo que estaba bien para mi edad, sin ninguna explicaci?n m?s. No me dijo que a partir de los 35 a?os aquello iba a hacer un descenso fort?simo”, se lamenta. A los 36 volvi? a consulta con la misma preocupaci?n: “La idea empez? a retumbar ya muy fuerte en mi cabeza. Su respuesta fue ‘pero si eres una ni?ita’. Eso me calm? mucho, pero ahora me enfada. En temas de fertilidad, yo no era ninguna ni?ita”, insiste.
La tasa de parto por cada ciclo de fecundaci?n in vitro con ?vulos propios es del 13%. Pero es un dato que no suele aparecer en la publicidad de las cl?nicas. “Es un gran negocio donde se anteponen intereses econ?micos”, explica Vivas. “Ha habido un cierto enga?o en relaci?n a nuestras expectativas, porque nuestras madres pudieron tener criaturas sin ninguna dificultad”, explica Vivas, que recuerda que la generaci?n anterior par?a a su primer hijo sobre los 20 a?os. “No poder tener hijos choca con lo que socialmente se espera de ti como mujer y esto convierte la infertilidad en uno de los principales tab?s que rodea la experiencia materna”, insiste.
“Después de haber sufrido un aborto, a veces tengo un dilema tremendo entre la impaciencia por volver al proceso para tener a mi bebé, que es lo que quiero, y un rechazo a tener que volver a pasar por situaciones que me han resultado tan desagradables, que me han removido f?sica y emocionalmente a un nivel que yo no esperaba” dice Yanira, que ha vuelto a hacer deporte, a comer bien y a recuperar esos h?bitos de vida que perdi? durante el embarazo y el proceso de aborto. “La vida de mi pareja no se ha resentido en nada. A nivel profesional, incluso ha tenido ofertas nuevas de trabajo… La vida de la mujer se queda completamente parada y la de ellos sigue adelante sin ning?n problema”, reflexiona.
Maternidad edulcorada
Mari?ngeles no duda de que el embarazo sea “un momento ?nico y maravilloso”, pero se queja de que se ocultan “las dificultades que conlleva, los cambios tan brutales que sufre el cuerpo, las complicaciones que surgen… hablar y quejarse de ellas te hace quedar en mal lugar y sentirte culpable”, dice la joven.
Vivas cree que “hay una imagen muy edulcorada de la maternidad”. Muchos de sus silencios y sombras no se reconocen socialmente. Pérez-Chirinos pone el acento en que los ni?os han sido expulsados del espacio p?blico: “No vemos a los bebés, la crianza est? encerrada en las casas y eso hace dif?cil construir una imagen realista de lo que conlleva atender a una persona en sus primeros a?os de vida”. “Se habla cada vez m?s de las dificultades de la crianza, pero lo que no hay es mucha actitud de escucha”, se?ala. Y las mujeres est?n dispuestas a alzar la voz.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/natalidad-desploma-preocupante-gente-quiere-77604078)