الريــم
10-22-2022, 12:09 PM
“Ojal? nunca hubiera marcado ese gol”. Sergei Shvetsov nunca olvidar? la noche del miércoles 20 de octubre de 1982. El defensa central del Spartak de Mosc? anot? en el minuto 90 el segundo gol de su equipo, el tanto que dejaba la eliminatoria de segunda ronda de la Copa de la UEFA encarada para que los rusos afrontaran con tranquilidad la vuelta en los Pa?ses Bajos.
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Semanas antes se hab?an cargado al Arsenal en Highbury y ahora le tocaba el turno al Haarlem, un modesto equipo neerlandés poco acostumbrado a disputar competiciones europeas que desaparecer?a en 2010 por una grave crisis econ?mica. Durante esos d?as, Mosc? empezaba a helarse. El invierno acechaba a una Uni?n Soviética que se desmoronaba y que acababa de organizar unos Juegos Ol?mpicos marcados por el boicot estadounidense, por lo que el f?tbol pasaba a un segundo plano. De las 82.000 plazas disponibles en el estadio Lenin, los aficionados del Spartak ?nicamente llenaron 16.000, as? que las autoridades decidieron cerrar varias tribunas y acumular a los seguidores en uno de los grader?os, el m?s cercano a la boca del metro para facilitar la salida. Un error que se cobrar?a decenas de v?ctimas.En el minuto 90 y con 1-0 en el marcador, los primeros centenares de aficionados deciden que ya es suficiente por hoy. Hay que irse a casa, hace mucho fr?o y conviene empezar a desfilar por las escaleras heladas del estadio. Una mujer resbala y pierde un zapato. Durante su intento de recuperarlo, el Shvetsov marca el segundo gol. La euforia se desata. Muchos de los aficionados que se est?n yendo retroceden para celebrar el gol en las gradas, pero se encuentran de cara con los que est?n saliendo. Se produce un tap?n en el que decenas de seguidores del Spartak quedan atrapados. Algunos son arrollados, otros, aplastados sin opci?n a levantarse y muchos m?s se ahogan por la asfixia de una avalancha que deja un reguero de fallecidos en el suelo y en las escaleras del estadio Lenin. “Vi al menos 100 cad?veres tirados en los pasillos mientras sal?a del estadio”, explic? el tenista Andrei Chesnokov a la comisi?n de investigaci?n que el Gobierno de Mija?l Gorbachov inici? para esclarecer lo sucedido. Chesnokov ten?a 16 a?os cuando presenci? aquella tragedia. Todav?a no se hab?a convertido en un tenista de relumbr?n mundial. “La gente ca?a por las escaleras resbaladizas como en un domin?, golpe?ndose los unos con los otros. Para salvarme, me agarré a una barrera y trepé por encima de una columna de cuerpos. Algunos me agarraban y gritaban: ‘?Socorro! ?Ay?dame!’, pero estaban atrapados debajo de una monta?a de cad?veres”, relat? el que lleg? a ser noveno del ranking ATP en los a?os 90.Durante a?os, esa tragedia fue silenciada. Los Gobiernos de Leonid Brézhnev, que dej? el cargo un mes m?s tarde del suceso, y de Yuri Andr?pov, lo ocultaron tanto como pudieron. Solamente los medios internacionales intentaron sacar algo en claro después de que el peri?dico local Vechernyaya Moskva publicara unas escuetas l?neas en las que afirmaba que en el Spartak-Haarlem se produjo “un accidente causado por problemas en el tr?nsito de personas. Ha habido bajas”. Poco m?s se supo hasta que Andr?pov abri? una investigaci?n que termin? con la destituci?n del jefe de polic?a, una condena de tres a?os a los cuatro responsables del estadio y con una cifra final de 66 muertos. La definitiva y nunca m?s modificada por los Gobiernos posteriores. “Hablamos de Europa del Este y de 1982, en plena Guerra Fr?a. Todo era hermético en la URSS”, comenta a Sport Dossier el doctor en Historia Contempor?nea por la Universitat de Barcelona Carles Vi?as. Tres a?os después de aquel suceso, lleg? la tragedia de Heysel. Y siete a?os m?s tarde, la de Hillsborough. “En la Uni?n Soviética no hab?a por aquel entonces un conocimiento profundo del fen?meno hooligan que s? exist?a en Inglaterra desde los a?os 60. Pese a que algunos aspectos sean comunes, como las avalanchas, la tragedia del Luzhniki es muy diferente a lo ocurrido en Heysel o Hillsborough”, aclara Vi?as, experto en movimientos ultra en el deporte.La tragedia del Lenin fue la primera de las cat?strofes del f?tbol europeo de los 80
Heysel centra el focoLa tragedia del estadio Lenin -en 1992 renombrado como Luzhniki- fue la primera de las grandes cat?strofes del f?tbol europeo sucedidas en los a?os 80. En 1989, el peri?dico Sovetsky Sport public? un extenso reportaje en el que cifraba las v?ctimas en 350, aunque ninguna autoridad soviética ni de la posterior Federaci?n Rusa se pronunci?. De hecho, la cifra oficial sigue siendo de 66 fallecidos, tal y como concluy? la investigaci?n de Andr?pov y de la misma manera que Gorbachov cerr? el tema en 1985. Precisamente, ese a?o ocurri? una nueva tragedia de la que nada se pudo ocultar. En el estadio de Heysel, en Bruselas, murieron 39 aficionados -mayoritariamente italianos- tras una avalancha provocada por la violencia de centenares de radicales del Liverpool, que se abalanzaron sobre los aficionados de la Juventus en la final m?s dram?tica de la historia de la Copa de Europa. “El punto de inflexi?n fue Heysel”, reconoce Carles Vi?as. La tragedia del estadio Lenin no lleg? a la opini?n p?blica por tratarse de hechos ocurridos en la URSS, pero los muertos en una final de la actual Champions League, entre dos equipos de talla mundial y en el epicentro de Europa no pudo silenciarse de ninguna manera. “Lo vio todo el continente”, dice el profesor de Historia. Y, adem?s, no era la primera vez que los hooligans la hab?an liado. “Ya se hab?an visto varios episodios de violencia organizada por parte de aficionados del Liverpool y otros seguidores brit?nicos en desplazamientos europeos”, cuenta Vi?as.Tras Heysel, el fen?meno hooligan aterriz? en las portadas de todos los medios. El debate se abri? no solamente en el Reino Unido, sino en toda Europa, aunque eso hizo que -a modo de espejo- nacieran nuevos grupos violentos en pa?ses como Espa?a o Francia. En Inglaterra, la primera ministra, Margaret Thatcher, elev? el problema a crisis de Estado y empez? a tomar medidas severas. La 'Dama de Hierro' quiso terminar con la mala fama que dejaban los ultras fuera del Reino Unido. “Incentiv? una pol?tica mucho m?s beligerante contra el fen?meno de la violencia en el f?tbol. Infiltr? a agentes de Scotland Yard en los grupos y cre? un circuito cerrado de televisi?n en los estadios. Se hizo seguimiento y monitorizaci?n de los grupos organizados y algunos de los cabecillas de esos grupos hooligans llegaron a juicio”, explica Carles Vi?as. Pero a veces es peor el remedio que la enfermedad. Se?alar tan de cerca y con un foco permanente a los ultras les hizo crecer, ser conocidos, no solamente a nivel local, sino también a escala europea, por lo que otras bandas violentas nacieron y se agruparon alrededor del f?tbol, con el deporte de masas como excusa. En la actualidad, la violencia en los estadios est? m?s o menos controlada. Pero tal y como cuenta Vi?as, en el exterior sigue existiendo: “La violencia ha persistido y ha evolucionado. Se ha adaptado al nuevo contexto, con reyertas pactadas fuera de los estadios, como en bosques o ?reas de servicio. Todo ha ido cambiando. Ya no estamos en los a?os 70 o 80, los grupos han sofisticado su comportamiento”.
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Semanas antes se hab?an cargado al Arsenal en Highbury y ahora le tocaba el turno al Haarlem, un modesto equipo neerlandés poco acostumbrado a disputar competiciones europeas que desaparecer?a en 2010 por una grave crisis econ?mica. Durante esos d?as, Mosc? empezaba a helarse. El invierno acechaba a una Uni?n Soviética que se desmoronaba y que acababa de organizar unos Juegos Ol?mpicos marcados por el boicot estadounidense, por lo que el f?tbol pasaba a un segundo plano. De las 82.000 plazas disponibles en el estadio Lenin, los aficionados del Spartak ?nicamente llenaron 16.000, as? que las autoridades decidieron cerrar varias tribunas y acumular a los seguidores en uno de los grader?os, el m?s cercano a la boca del metro para facilitar la salida. Un error que se cobrar?a decenas de v?ctimas.En el minuto 90 y con 1-0 en el marcador, los primeros centenares de aficionados deciden que ya es suficiente por hoy. Hay que irse a casa, hace mucho fr?o y conviene empezar a desfilar por las escaleras heladas del estadio. Una mujer resbala y pierde un zapato. Durante su intento de recuperarlo, el Shvetsov marca el segundo gol. La euforia se desata. Muchos de los aficionados que se est?n yendo retroceden para celebrar el gol en las gradas, pero se encuentran de cara con los que est?n saliendo. Se produce un tap?n en el que decenas de seguidores del Spartak quedan atrapados. Algunos son arrollados, otros, aplastados sin opci?n a levantarse y muchos m?s se ahogan por la asfixia de una avalancha que deja un reguero de fallecidos en el suelo y en las escaleras del estadio Lenin. “Vi al menos 100 cad?veres tirados en los pasillos mientras sal?a del estadio”, explic? el tenista Andrei Chesnokov a la comisi?n de investigaci?n que el Gobierno de Mija?l Gorbachov inici? para esclarecer lo sucedido. Chesnokov ten?a 16 a?os cuando presenci? aquella tragedia. Todav?a no se hab?a convertido en un tenista de relumbr?n mundial. “La gente ca?a por las escaleras resbaladizas como en un domin?, golpe?ndose los unos con los otros. Para salvarme, me agarré a una barrera y trepé por encima de una columna de cuerpos. Algunos me agarraban y gritaban: ‘?Socorro! ?Ay?dame!’, pero estaban atrapados debajo de una monta?a de cad?veres”, relat? el que lleg? a ser noveno del ranking ATP en los a?os 90.Durante a?os, esa tragedia fue silenciada. Los Gobiernos de Leonid Brézhnev, que dej? el cargo un mes m?s tarde del suceso, y de Yuri Andr?pov, lo ocultaron tanto como pudieron. Solamente los medios internacionales intentaron sacar algo en claro después de que el peri?dico local Vechernyaya Moskva publicara unas escuetas l?neas en las que afirmaba que en el Spartak-Haarlem se produjo “un accidente causado por problemas en el tr?nsito de personas. Ha habido bajas”. Poco m?s se supo hasta que Andr?pov abri? una investigaci?n que termin? con la destituci?n del jefe de polic?a, una condena de tres a?os a los cuatro responsables del estadio y con una cifra final de 66 muertos. La definitiva y nunca m?s modificada por los Gobiernos posteriores. “Hablamos de Europa del Este y de 1982, en plena Guerra Fr?a. Todo era hermético en la URSS”, comenta a Sport Dossier el doctor en Historia Contempor?nea por la Universitat de Barcelona Carles Vi?as. Tres a?os después de aquel suceso, lleg? la tragedia de Heysel. Y siete a?os m?s tarde, la de Hillsborough. “En la Uni?n Soviética no hab?a por aquel entonces un conocimiento profundo del fen?meno hooligan que s? exist?a en Inglaterra desde los a?os 60. Pese a que algunos aspectos sean comunes, como las avalanchas, la tragedia del Luzhniki es muy diferente a lo ocurrido en Heysel o Hillsborough”, aclara Vi?as, experto en movimientos ultra en el deporte.La tragedia del Lenin fue la primera de las cat?strofes del f?tbol europeo de los 80
Heysel centra el focoLa tragedia del estadio Lenin -en 1992 renombrado como Luzhniki- fue la primera de las grandes cat?strofes del f?tbol europeo sucedidas en los a?os 80. En 1989, el peri?dico Sovetsky Sport public? un extenso reportaje en el que cifraba las v?ctimas en 350, aunque ninguna autoridad soviética ni de la posterior Federaci?n Rusa se pronunci?. De hecho, la cifra oficial sigue siendo de 66 fallecidos, tal y como concluy? la investigaci?n de Andr?pov y de la misma manera que Gorbachov cerr? el tema en 1985. Precisamente, ese a?o ocurri? una nueva tragedia de la que nada se pudo ocultar. En el estadio de Heysel, en Bruselas, murieron 39 aficionados -mayoritariamente italianos- tras una avalancha provocada por la violencia de centenares de radicales del Liverpool, que se abalanzaron sobre los aficionados de la Juventus en la final m?s dram?tica de la historia de la Copa de Europa. “El punto de inflexi?n fue Heysel”, reconoce Carles Vi?as. La tragedia del estadio Lenin no lleg? a la opini?n p?blica por tratarse de hechos ocurridos en la URSS, pero los muertos en una final de la actual Champions League, entre dos equipos de talla mundial y en el epicentro de Europa no pudo silenciarse de ninguna manera. “Lo vio todo el continente”, dice el profesor de Historia. Y, adem?s, no era la primera vez que los hooligans la hab?an liado. “Ya se hab?an visto varios episodios de violencia organizada por parte de aficionados del Liverpool y otros seguidores brit?nicos en desplazamientos europeos”, cuenta Vi?as.Tras Heysel, el fen?meno hooligan aterriz? en las portadas de todos los medios. El debate se abri? no solamente en el Reino Unido, sino en toda Europa, aunque eso hizo que -a modo de espejo- nacieran nuevos grupos violentos en pa?ses como Espa?a o Francia. En Inglaterra, la primera ministra, Margaret Thatcher, elev? el problema a crisis de Estado y empez? a tomar medidas severas. La 'Dama de Hierro' quiso terminar con la mala fama que dejaban los ultras fuera del Reino Unido. “Incentiv? una pol?tica mucho m?s beligerante contra el fen?meno de la violencia en el f?tbol. Infiltr? a agentes de Scotland Yard en los grupos y cre? un circuito cerrado de televisi?n en los estadios. Se hizo seguimiento y monitorizaci?n de los grupos organizados y algunos de los cabecillas de esos grupos hooligans llegaron a juicio”, explica Carles Vi?as. Pero a veces es peor el remedio que la enfermedad. Se?alar tan de cerca y con un foco permanente a los ultras les hizo crecer, ser conocidos, no solamente a nivel local, sino también a escala europea, por lo que otras bandas violentas nacieron y se agruparon alrededor del f?tbol, con el deporte de masas como excusa. En la actualidad, la violencia en los estadios est? m?s o menos controlada. Pero tal y como cuenta Vi?as, en el exterior sigue existiendo: “La violencia ha persistido y ha evolucionado. Se ha adaptado al nuevo contexto, con reyertas pactadas fuera de los estadios, como en bosques o ?reas de servicio. Todo ha ido cambiando. Ya no estamos en los a?os 70 o 80, los grupos han sofisticado su comportamiento”.
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