الريــم
10-15-2022, 10:00 AM
Hoy hace justo cinco a?os, la actriz Alyssa Milano escribi? en Twitter apenas cinco letras -#MeToo- que sirvieron para levantar la tapa de las violencias machistas y sexuales. De las redes fue brotando un hilo de testimonios que pronto se convirti? en un géiser. Y una de sus réplicas alcanz? la universidad espa?ola. Nueve meses después de que m?s de 25 profesoras e investigadoras denunciaran en este diario el acoso sufrido, el silencio imperante y la impunidad de los acosadores, el corrimiento de tierras empieza a dar resultados.
A grandes brochazos: los casos que llegan a las Unidades de Igualdad de las universidades han ido aumentando -hecho que, lejos de ser negativo, denota menos miedo y m?s garant?as a la hora de denunciar un fen?meno largamente silenciado-; el Gobierno catal?n presentar? antes de final de a?o un nuevo protocolo-gu?a que se propone acompa?ar mejor a las denunciantes, y la nueva ley espa?ola universitaria, en tr?mite parlamentario, obligar? a que las universidades tengan tanto planes integrales de igualdad de género como unidades de igualdad y diversidad "con recursos suficientes", se?alan desde el Ministerio de Universidades.
La cara b es que todav?a hay demasiadas mujeres lidiando con conflictos abiertos, algunos judicializados, y que, en contra de las reclamaciones de las afectadas, sigue sin haber estudios y cifras globales -la primera y ?ltima investigaci?n sobre violencias machistas en la universidad se remonta a 2008- que pongan las coordenadas a este asunto y arrojen luz también sobre los pasos a seguir.
Ambivalencias
Las palancas accionadas desde aquel 'yo acuso' se leen con ambivalencias desde el flanco de las v?ctimas. La profesora de la Universitat de Barcelona Magda Polo -que denunci? en 2019 a su entonces superior por aislamiento y luz de gas- cuestiona que "se estén tomando medidas sin contar con un estudio exhaustivo sobre el car?cter y el alcance del acoso en la universidad m?s all? de las denuncias interpuestas", cuando estas apenas representan el 10% de los casos entre las profesoras, seg?n las investigaciones. En su caso concreto -que la universidad, por cautela, no entra a valorar- interponer la denuncia -y que la investigaci?n interna le diera la raz?n- no ha acabado con "el menosprecio" y desinformaci?n que dice sufrir por parte de sus compa?eros. Otra de las investigadoras que en enero particip? en el reportaje y que a?n mantiene un proceso judicial abierto, afirma que, desde el MeToo de enero, el acoso de sus compa?eros, lejos de atenuarse, ha aumentado, aunque en este caso no cuenten con la connivencia del entorno.
https://www.uc-4u.com/clip/a28fde20-12ca-482e-ad7c-2c9e35ba590e_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Profesoras del MeToo en la universidad. |
Abrir un procedimiento y generar una situaci?n de justicia cada vez tiene m?s apoyos, pero sigue siendo un reto complejo y problem?tico -desde la definici?n de qué es acoso hasta las pruebas que se aportan- de abordar dentro y fuera de la universidad. Sin embargo, desde la Red Solidaria de V?ctimas de Violencia de Género en la Universidad, espacio que ha accionado el movimiento MeToo Universitario, entienden que lo m?s urgente ya ha empezado a ocurrir. "Hemos acabado con el silencio", afirman las investigadoras Ana Vidu y Mar Joanpere. El colectivo, con el que han contactado m?s de 70 docentes, investigadoras y alumnas explicando casos de acoso sexista, emprendi? a principios de curso una ruta por 15 universidades espa?olas durante la cual se han abordado las violencias machistas desde la "normalidad" y no "desde el encubrimiento" habitual hasta ahora.
"Habr? una ola de casos"
"Va a haber una ola de casos, lo que significa que las universidades lo hacen cada vez mejor, y las v?ctimas empiezan a confiar en la instituci?n para explicar sus experiencias", afirma Vidu. Seg?n la investigadora, que ejerce en Berkeley a?os después de haber llevado a fiscal?a a un profesor que a punto estuvo de truncar su carrera, estamos asistiendo al mismo giro de guion que ocurri? "en EEUU cuando entendieron que la universidad con mejor reputaci?n es la que mejor protege a sus v?ctimas y no a sus acosadores". "Hasta hace bien poco, mientras en universidades extranjeras se optaba por reconocer el problema y sacar los casos a la luz, en nuestro pa?s se hac?a lo contrario: predominaba el pretender mantener la imagen con el 'esto aqu? no pasa'".
Ser?a una temeridad dar por sentado que la universidad -una instituci?n con tics feudales y altamente competitiva y jerarquizada- est? dejando atr?s este aciago historial. Pero s? es cierto que el impacto del #MeToo y su cambio de mirada se est?n dejando notar. La Universitat de Barcelona, por ejemplo, cambi? su protocolo el pasado mayo y ha dotado a la unidad con m?s recursos para proporcionar mayor celeridad a los casos, brindar acompa?amiento psicol?gico y jur?dico m?s all? de si se interpone o no denuncia, y poner diques a la revictimizaci?n. "Nuestra pol?tica es tolerancia cero con el acoso -afirma la vicerrectora de Igualdad, Montserrat Puig- y desde el cambio de protocolo y los mayores esfuerzos en difusi?n estamos desbordadas". Cuenta Puig que ahora hay semanas en las que se llegan a atender hasta cinco casos, algo hasta ahora inaudito. Este a?o, el protocolo se ha activado en 18 ocasiones (12 desde mayo), cuando en 2020 apenas lo hizo en 10.
Miedo a represalias
Cabe decir que pr?cticamente todas las universidades tienen interpuestas denuncias internas. Sin embargo, la confusi?n se abre paso al intentar cartografiar el fen?meno. Por una parte, la l?nea entre acoso laboral 'a secas' y por razones de sexo o género es a veces fina. Y luego est? el hecho de que la ausencia de una normativa ?nica en cuanto a criterios de recopilaci?n de los datos impide hacer una fotograf?a conjunta y discernir en muchos centros cu?ntas denuncias o quejas proceden del profesorado, del alumnado o del personal de administraci?n y servicios (PAS). El grueso pertenece al colectivo de estudiantes, el m?s numeroso, pero es en el sector del personal docente e investigador donde las personas se juegan m?s y el miedo a represalias es m?s inmovilizador.
La intervenci?n del propio entorno cuando intercede como 'cortafuegos' ante un caso de acoso es fundamental, pero también lo son los instrumentos institucionales. De ah? que el Govern haya impulsado el nuevo protocolo-gu?a que se presentar? en diciembre. En su dise?o, modulado por un grupo de trabajo de Dones i Ciència del Consell Interuniversitari, se est? contando con la voz de las afectadas y parte de la experiencia de las Unidades de Igualdad.
"El objetivo principal es abordar las dificultades que se han ido encontrando al aplicar los procedimientos, clarificando instrumentos y proporcionando garant?as", afirma la directora general per a l'Erradicaci? de les Violències Masclistes, Laia Rosich.
Por su parte, el Ministerio de Universidades también ha determinado que una de las prioridades de 2023 ser? monitorizar los protocolos de acoso de las 53 universidades adscritas a la Red de Unidades de Igualdad de Género para la Excelencia Universitaria con el objetivo de esclarecer su naturaleza y efectividad. "La tirita ya se est? poniendo y se est? actuando en los casos concretos -afirma Dolo Pulido, de la Assemblea Feminista de la UB-, pero ahora faltar?a una auténtica pol?tica de prevenci?n".
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/metoo-prende-universidad-silencio-acabado-77278084)
A grandes brochazos: los casos que llegan a las Unidades de Igualdad de las universidades han ido aumentando -hecho que, lejos de ser negativo, denota menos miedo y m?s garant?as a la hora de denunciar un fen?meno largamente silenciado-; el Gobierno catal?n presentar? antes de final de a?o un nuevo protocolo-gu?a que se propone acompa?ar mejor a las denunciantes, y la nueva ley espa?ola universitaria, en tr?mite parlamentario, obligar? a que las universidades tengan tanto planes integrales de igualdad de género como unidades de igualdad y diversidad "con recursos suficientes", se?alan desde el Ministerio de Universidades.
La cara b es que todav?a hay demasiadas mujeres lidiando con conflictos abiertos, algunos judicializados, y que, en contra de las reclamaciones de las afectadas, sigue sin haber estudios y cifras globales -la primera y ?ltima investigaci?n sobre violencias machistas en la universidad se remonta a 2008- que pongan las coordenadas a este asunto y arrojen luz también sobre los pasos a seguir.
Ambivalencias
Las palancas accionadas desde aquel 'yo acuso' se leen con ambivalencias desde el flanco de las v?ctimas. La profesora de la Universitat de Barcelona Magda Polo -que denunci? en 2019 a su entonces superior por aislamiento y luz de gas- cuestiona que "se estén tomando medidas sin contar con un estudio exhaustivo sobre el car?cter y el alcance del acoso en la universidad m?s all? de las denuncias interpuestas", cuando estas apenas representan el 10% de los casos entre las profesoras, seg?n las investigaciones. En su caso concreto -que la universidad, por cautela, no entra a valorar- interponer la denuncia -y que la investigaci?n interna le diera la raz?n- no ha acabado con "el menosprecio" y desinformaci?n que dice sufrir por parte de sus compa?eros. Otra de las investigadoras que en enero particip? en el reportaje y que a?n mantiene un proceso judicial abierto, afirma que, desde el MeToo de enero, el acoso de sus compa?eros, lejos de atenuarse, ha aumentado, aunque en este caso no cuenten con la connivencia del entorno.
https://www.uc-4u.com/clip/a28fde20-12ca-482e-ad7c-2c9e35ba590e_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Profesoras del MeToo en la universidad. |
Abrir un procedimiento y generar una situaci?n de justicia cada vez tiene m?s apoyos, pero sigue siendo un reto complejo y problem?tico -desde la definici?n de qué es acoso hasta las pruebas que se aportan- de abordar dentro y fuera de la universidad. Sin embargo, desde la Red Solidaria de V?ctimas de Violencia de Género en la Universidad, espacio que ha accionado el movimiento MeToo Universitario, entienden que lo m?s urgente ya ha empezado a ocurrir. "Hemos acabado con el silencio", afirman las investigadoras Ana Vidu y Mar Joanpere. El colectivo, con el que han contactado m?s de 70 docentes, investigadoras y alumnas explicando casos de acoso sexista, emprendi? a principios de curso una ruta por 15 universidades espa?olas durante la cual se han abordado las violencias machistas desde la "normalidad" y no "desde el encubrimiento" habitual hasta ahora.
"Habr? una ola de casos"
"Va a haber una ola de casos, lo que significa que las universidades lo hacen cada vez mejor, y las v?ctimas empiezan a confiar en la instituci?n para explicar sus experiencias", afirma Vidu. Seg?n la investigadora, que ejerce en Berkeley a?os después de haber llevado a fiscal?a a un profesor que a punto estuvo de truncar su carrera, estamos asistiendo al mismo giro de guion que ocurri? "en EEUU cuando entendieron que la universidad con mejor reputaci?n es la que mejor protege a sus v?ctimas y no a sus acosadores". "Hasta hace bien poco, mientras en universidades extranjeras se optaba por reconocer el problema y sacar los casos a la luz, en nuestro pa?s se hac?a lo contrario: predominaba el pretender mantener la imagen con el 'esto aqu? no pasa'".
Ser?a una temeridad dar por sentado que la universidad -una instituci?n con tics feudales y altamente competitiva y jerarquizada- est? dejando atr?s este aciago historial. Pero s? es cierto que el impacto del #MeToo y su cambio de mirada se est?n dejando notar. La Universitat de Barcelona, por ejemplo, cambi? su protocolo el pasado mayo y ha dotado a la unidad con m?s recursos para proporcionar mayor celeridad a los casos, brindar acompa?amiento psicol?gico y jur?dico m?s all? de si se interpone o no denuncia, y poner diques a la revictimizaci?n. "Nuestra pol?tica es tolerancia cero con el acoso -afirma la vicerrectora de Igualdad, Montserrat Puig- y desde el cambio de protocolo y los mayores esfuerzos en difusi?n estamos desbordadas". Cuenta Puig que ahora hay semanas en las que se llegan a atender hasta cinco casos, algo hasta ahora inaudito. Este a?o, el protocolo se ha activado en 18 ocasiones (12 desde mayo), cuando en 2020 apenas lo hizo en 10.
Miedo a represalias
Cabe decir que pr?cticamente todas las universidades tienen interpuestas denuncias internas. Sin embargo, la confusi?n se abre paso al intentar cartografiar el fen?meno. Por una parte, la l?nea entre acoso laboral 'a secas' y por razones de sexo o género es a veces fina. Y luego est? el hecho de que la ausencia de una normativa ?nica en cuanto a criterios de recopilaci?n de los datos impide hacer una fotograf?a conjunta y discernir en muchos centros cu?ntas denuncias o quejas proceden del profesorado, del alumnado o del personal de administraci?n y servicios (PAS). El grueso pertenece al colectivo de estudiantes, el m?s numeroso, pero es en el sector del personal docente e investigador donde las personas se juegan m?s y el miedo a represalias es m?s inmovilizador.
La intervenci?n del propio entorno cuando intercede como 'cortafuegos' ante un caso de acoso es fundamental, pero también lo son los instrumentos institucionales. De ah? que el Govern haya impulsado el nuevo protocolo-gu?a que se presentar? en diciembre. En su dise?o, modulado por un grupo de trabajo de Dones i Ciència del Consell Interuniversitari, se est? contando con la voz de las afectadas y parte de la experiencia de las Unidades de Igualdad.
"El objetivo principal es abordar las dificultades que se han ido encontrando al aplicar los procedimientos, clarificando instrumentos y proporcionando garant?as", afirma la directora general per a l'Erradicaci? de les Violències Masclistes, Laia Rosich.
Por su parte, el Ministerio de Universidades también ha determinado que una de las prioridades de 2023 ser? monitorizar los protocolos de acoso de las 53 universidades adscritas a la Red de Unidades de Igualdad de Género para la Excelencia Universitaria con el objetivo de esclarecer su naturaleza y efectividad. "La tirita ya se est? poniendo y se est? actuando en los casos concretos -afirma Dolo Pulido, de la Assemblea Feminista de la UB-, pero ahora faltar?a una auténtica pol?tica de prevenci?n".
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