الريــم
09-28-2022, 12:28 PM
“Ten?a cientos de desnudos guardados en mi m?vil, pero nunca se los hab?a enviado a nadie”. As? empieza Los favores (Reservois Books), la primera y explosiva novela de Lillian Fishman (Nueva York, 1994) donde se narra la historia de Eve, una mujer lesbiana de 30 a?os con un cuerpo “despampanante” invadido por “una sensaci?n de urgencia y desuso” que acabar? compartiendo uno de esos desnudos en internet e iniciando un adictivo affaire con un hombre poderoso y dominante y su sumisa amante. Un tri?ngulo clandestino de alto voltaje er?tico que plantea muchas preguntas alrededor del deseo, el poder, el sexo y el feminismo.
La novela, repleta de escenas ultra expl?citas, es un feroz canto al libertinaje sexual (Fishman es fan de Eve Babitz y Annie Ernaux y se le nota) y su autora es muy consciente de lo provocador de su argumento, que parece sacado de una fantas?a ideada por el heteropatriarcado m?s rancio: oh, una lesbiana que abandona a su novia para someterse a un tr?o dominado por un hombre. En la novela, la protagonista, Eve, vuelve una y otra vez a un libidinoso tri?ngulo al que est? enganchada aunque su cuelgue la hace sentir inc?moda, esclava y culpable por no ser una buena feminista.
“Quer?a hablar sobre algo inc?modo que percibo en el ambiente todo el rato y sobre lo que la mayor?a evita hablar: c?mo la cultura patriarcal tiene una influencia muy poderosa sobre todos, por mucho que la critiquemos a nivel intelectual”, explica Fishman. “Podemos hablar de todos esos valores bajo los que nos gustar?a vivir, pero eso no borra el enorme peso que la historia y la cultura siguen teniendo. Es algo que afecta a lo p?blico y a lo m?s ?ntimo”.
La novela es, en cierto modo, la respuesta a una idea de fondo que ha surcado toda la educaci?n de Fishman y ha marcado de un modo especial a su generaci?n, la que entr? en la veintena en pleno estallido del MeToo y con la cuarta ola feminista en plena combusti?n. “A Eve le disgusta todo lo que representa la heterosexualidad y en concreto el tipo de hombre que es Nathan. Pero la sociedad le ha implantado una atracci?n hacia eso. Y eso no desaparece por arte de magia solo porque la pol?tica del momento lo critique. Por eso siente un profundo malestar con su propia sexualidad”, apunta la escritora.
“Hay que erotizar la igualdad”, dijo Gloria Steinem hace décadas, algo con lo que Fishman no sintoniza. “Soy de las que piensan que la desigualdad de poder es una enorme fuerza er?tica. El sexo es un espacio ?nico, un lugar donde se produce un tipo de libertad muy especial. Hay pocas situaciones con un nivel semejante de sinceridad y provocaci?n. Por eso el sexo tiene unas reglas distintas a las que imperan en la vida social”.
Como la mayor?a de mujeres de su generaci?n, la protagonista ha crecido considerando el sexo algo que las mujeres deb?an practicar como y cuando quisieran y la libertad sexual como un pilar feminista. Sin embargo, al ejercerla se siente atrincherada en una “trampa ideol?gica como la que habr?a tenido que enfrentar hace 50 a?os, s?lo que a la inversa”. Fishman da vueltas alrededor de esa idea a lo largo de toda la novela, sin llegar a una conclusi?n definitiva. “Vivimos en un mundo donde creemos que el sexo casual puede ser fant?stico para todos, es una de las grandes conquistas de la segunda ola feminista. Pero s?lo por el hecho de que consientas una relaci?n no significa que ésta no te pueda herir. Se supone que s?lo las cosas que suceden en contra de nuestra voluntad pueden herirnos y al revés, que todo lo que deseamos nos har? bien, y eso no es verdad. Aquello que deseas también puede acabar hiriéndote”.
Escritoras pol?ticamente incorrectas
Lo cierto es que en un momento en el que la conversaci?n p?blica gira m?s que nunca alrededor de c?mo deber?an ser las relaciones sexuales, lo que resulta aceptable o no y el consentimiento, son varias las autoras -casi todas muy j?venes- que han apostado por explorar en sus ficciones din?micas de poder, encuentros y obsesiones radicalmente alejadas de lo pol?ticamente correcto. Un ejemplo es ‘Brillo’ (Blackie Books), el corrosivo debut de Raven Leilani (1990). Aclamada por la cr?tica como uno de los mejores debuts del a?o pasado (hasta Barack Obama lo incluy? en su famosa lista de lecturas), la novela est? protagonizada por una joven negra que malvive como rider en Nueva York en la m?s absoluta precariedad, hasta que empieza una aventura con un hombre blanco, casado y de clase media-alta en cuya casa se acabar? instalando junto a su mujer y su hija adoptada, una ni?a negra de 12 a?os. De alto voltaje er?tico y con alg?n que otro episodio masoquista, en ‘Brillo’ la salvaje desigualdad entre los dos amantes (a todos los niveles: de género, raza, econ?mico y social) es el motor er?tico de una relaci?n ultra problem?tica.
Algo parecido propone Emma Cline en los relatos reunidos en ‘Papi’ (Anagrama), casi todos protagonizados por hombres de mediana edad desubicados en un mundo post-MeToo y por j?venes mujeres sedientas de aprobaci?n masculina que desfilan por unos relatos cargados de deseo turbio y pulsiones autodestructivas. Una tem?tica que le resultar? m?s que familiar a los fans de Ottesa Moshfeg, otra de las j?venes autoras que desde el aplaudido ‘Mi a?o de descanso y relajaci?n’ (Alfaguara) no ha dejado de retratar lo s?rdido y la depravaci?n humana en sus libros.
Sexo y pol?tica
Para Fishman, que tantas escritoras j?venes como ella estén escribiendo sobre el lado m?s oscuro del sexo en un momento como el actual no es casualidad. “En cada periodo cultural hay una brecha entre lo que la gente siente, sus emociones y deseos, y la pol?tica del momento. Y la literatura y el arte son lugares seguros en los que hablar sobre ello” explica. “Si somos muchas escribiendo precisamente sobre ello es porque vivimos en un momento en el que el rango de lo que es aceptable sexualmente es muy limitado”, opina. “La pol?tica ha constre?ido la sexualidad de una forma extrema en los ?ltimos a?os. Por buenas razones, que est?n dise?adas para proteger sobre todo a las mujeres. Pero esa estrechez pol?tica es exactamente lo contrario a lo er?tico. Y la vida sexual de las personas siempre se rebelar? ante esa estrechez, da igual a quien esté destinada a proteger”.
Cuando 'Los favores' se public?, casi todos los amigos de Fishman le hicieron el mismo comentario: “?Que provocaci?n! ?La gente se ofender?!”. Pero la realidad es que tal controversia no se ha producido. “Existe una sensaci?n de que vivimos tiempos conservadores”, apunta Fishman. “Pero a nivel personal, la mayor?a de gente es muy abierta”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/lillian-fishman-politica-constrenido-sexualidad-75989510)
La novela, repleta de escenas ultra expl?citas, es un feroz canto al libertinaje sexual (Fishman es fan de Eve Babitz y Annie Ernaux y se le nota) y su autora es muy consciente de lo provocador de su argumento, que parece sacado de una fantas?a ideada por el heteropatriarcado m?s rancio: oh, una lesbiana que abandona a su novia para someterse a un tr?o dominado por un hombre. En la novela, la protagonista, Eve, vuelve una y otra vez a un libidinoso tri?ngulo al que est? enganchada aunque su cuelgue la hace sentir inc?moda, esclava y culpable por no ser una buena feminista.
“Quer?a hablar sobre algo inc?modo que percibo en el ambiente todo el rato y sobre lo que la mayor?a evita hablar: c?mo la cultura patriarcal tiene una influencia muy poderosa sobre todos, por mucho que la critiquemos a nivel intelectual”, explica Fishman. “Podemos hablar de todos esos valores bajo los que nos gustar?a vivir, pero eso no borra el enorme peso que la historia y la cultura siguen teniendo. Es algo que afecta a lo p?blico y a lo m?s ?ntimo”.
La novela es, en cierto modo, la respuesta a una idea de fondo que ha surcado toda la educaci?n de Fishman y ha marcado de un modo especial a su generaci?n, la que entr? en la veintena en pleno estallido del MeToo y con la cuarta ola feminista en plena combusti?n. “A Eve le disgusta todo lo que representa la heterosexualidad y en concreto el tipo de hombre que es Nathan. Pero la sociedad le ha implantado una atracci?n hacia eso. Y eso no desaparece por arte de magia solo porque la pol?tica del momento lo critique. Por eso siente un profundo malestar con su propia sexualidad”, apunta la escritora.
“Hay que erotizar la igualdad”, dijo Gloria Steinem hace décadas, algo con lo que Fishman no sintoniza. “Soy de las que piensan que la desigualdad de poder es una enorme fuerza er?tica. El sexo es un espacio ?nico, un lugar donde se produce un tipo de libertad muy especial. Hay pocas situaciones con un nivel semejante de sinceridad y provocaci?n. Por eso el sexo tiene unas reglas distintas a las que imperan en la vida social”.
Como la mayor?a de mujeres de su generaci?n, la protagonista ha crecido considerando el sexo algo que las mujeres deb?an practicar como y cuando quisieran y la libertad sexual como un pilar feminista. Sin embargo, al ejercerla se siente atrincherada en una “trampa ideol?gica como la que habr?a tenido que enfrentar hace 50 a?os, s?lo que a la inversa”. Fishman da vueltas alrededor de esa idea a lo largo de toda la novela, sin llegar a una conclusi?n definitiva. “Vivimos en un mundo donde creemos que el sexo casual puede ser fant?stico para todos, es una de las grandes conquistas de la segunda ola feminista. Pero s?lo por el hecho de que consientas una relaci?n no significa que ésta no te pueda herir. Se supone que s?lo las cosas que suceden en contra de nuestra voluntad pueden herirnos y al revés, que todo lo que deseamos nos har? bien, y eso no es verdad. Aquello que deseas también puede acabar hiriéndote”.
Escritoras pol?ticamente incorrectas
Lo cierto es que en un momento en el que la conversaci?n p?blica gira m?s que nunca alrededor de c?mo deber?an ser las relaciones sexuales, lo que resulta aceptable o no y el consentimiento, son varias las autoras -casi todas muy j?venes- que han apostado por explorar en sus ficciones din?micas de poder, encuentros y obsesiones radicalmente alejadas de lo pol?ticamente correcto. Un ejemplo es ‘Brillo’ (Blackie Books), el corrosivo debut de Raven Leilani (1990). Aclamada por la cr?tica como uno de los mejores debuts del a?o pasado (hasta Barack Obama lo incluy? en su famosa lista de lecturas), la novela est? protagonizada por una joven negra que malvive como rider en Nueva York en la m?s absoluta precariedad, hasta que empieza una aventura con un hombre blanco, casado y de clase media-alta en cuya casa se acabar? instalando junto a su mujer y su hija adoptada, una ni?a negra de 12 a?os. De alto voltaje er?tico y con alg?n que otro episodio masoquista, en ‘Brillo’ la salvaje desigualdad entre los dos amantes (a todos los niveles: de género, raza, econ?mico y social) es el motor er?tico de una relaci?n ultra problem?tica.
Algo parecido propone Emma Cline en los relatos reunidos en ‘Papi’ (Anagrama), casi todos protagonizados por hombres de mediana edad desubicados en un mundo post-MeToo y por j?venes mujeres sedientas de aprobaci?n masculina que desfilan por unos relatos cargados de deseo turbio y pulsiones autodestructivas. Una tem?tica que le resultar? m?s que familiar a los fans de Ottesa Moshfeg, otra de las j?venes autoras que desde el aplaudido ‘Mi a?o de descanso y relajaci?n’ (Alfaguara) no ha dejado de retratar lo s?rdido y la depravaci?n humana en sus libros.
Sexo y pol?tica
Para Fishman, que tantas escritoras j?venes como ella estén escribiendo sobre el lado m?s oscuro del sexo en un momento como el actual no es casualidad. “En cada periodo cultural hay una brecha entre lo que la gente siente, sus emociones y deseos, y la pol?tica del momento. Y la literatura y el arte son lugares seguros en los que hablar sobre ello” explica. “Si somos muchas escribiendo precisamente sobre ello es porque vivimos en un momento en el que el rango de lo que es aceptable sexualmente es muy limitado”, opina. “La pol?tica ha constre?ido la sexualidad de una forma extrema en los ?ltimos a?os. Por buenas razones, que est?n dise?adas para proteger sobre todo a las mujeres. Pero esa estrechez pol?tica es exactamente lo contrario a lo er?tico. Y la vida sexual de las personas siempre se rebelar? ante esa estrechez, da igual a quien esté destinada a proteger”.
Cuando 'Los favores' se public?, casi todos los amigos de Fishman le hicieron el mismo comentario: “?Que provocaci?n! ?La gente se ofender?!”. Pero la realidad es que tal controversia no se ha producido. “Existe una sensaci?n de que vivimos tiempos conservadores”, apunta Fishman. “Pero a nivel personal, la mayor?a de gente es muy abierta”.
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