الريــم
09-27-2022, 12:43 PM
La explotaci?n de los prisioneros de campos de concentraci?n como trabajadores esclavos, la apropiaci?n de negocios de jud?os a precios de saldo y la producci?n masiva de armas fueron los principales tent?culos de la colaboraci?n entre el régimen de Hitler y los empresarios m?s destacados y poderosos de Alemania hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. "La amplitud y voracidad" del lucrativo apoyo al Partido Nazi, que algunos magnates iniciaron incluso antes de la llegada al poder del Führer y "su falta de escr?pulos, de remordimientos y de moral para asumir responsabilidades" sorprendieron al propio investigador y autor del ensayo 'Dinero y poder en el Tercer Reich' (Principal de los Libros), el periodista econ?mico holandés David de Jong, que ha indagado en el papel durante el nazismo de las ricas dinast?as de financieros que estuvieron al frente de firmas como BMW, Dt. Oetker, Volkswagen, Porsche, Siemens, Krupp, Daimler-Benz o Allianz.
La Alemania nazi esclaviz? a "entre 12 y 20 millones de trabajadores esclavos. De ellos, 2,5 millones murieron", cifra De Jong, sobre un sistema perverso "de exterminio a base de trabajo forzoso". "Las empresas firmaban un contrato con las SS seg?n el cual pagaban 4 marcos por cada trabajador no cualificado y 6 marcos por cada especializado. Las SS constru?an y gestionaban la vigilancia de campos satélites cercanos a las f?bricas, minas o industrias de esas empresas, que eran plenamente conscientes de las condiciones de vida y muerte de esos trabajadores forzosos, de la crueldad y el horror –explica-. Recib?an un trato abyecto, mala alimentaci?n, maltratos… y a la m?nima les ahorcaban o mataban, o mor?an de extenuaci?n. Sab?an perfectamente lo que pasaba". Cada campo de concentraci?n, enumera, estaba asignado a unas empresas concretas: la qu?mica IG Farben a Auschwitz; BMW a Dachau; Daimler Benz a Sachsenhausen; Siemens a Buchenwald, o Volkswagen, Porsche y Dr.Oetker a Neuengamme.
http://uc-4u.com/clip/d42f6177-5e9f-4fad-bfde-9dff66313a3f_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El industrial alem?n Friedrich Flick, escuchando la sentencia en los juicios de N?remberg, donde fue condenado a siete a?os de c?rcel por emplear en sus f?bricas mano de obra forzada. |
De Jong, que ha trabajado para Bloomberg y ‘The Wall Street Journal’, denuncia que la pr?ctica totalidad de empresarios nunca rindi? cuentas tras la guerra de su pasado nazi. "Cuando entr? en juego la Guerra fr?a, la prioridad fue la lucha contra el comunismo y Estados Unidos y Gran Breta?a quer?an construir una Alemania fuerte que actuara de muro de contenci?n ante Rusia. Por eso, el proceso de desnazificaci?n fue un espejismo. Muchos acusados de ser nazis pasaron a Alemania oriental, cuyos compatriotas no ten?an ning?n interés en perseguirlos, y donde muchos acabaron incluso de dirigentes en la Stasi". Tres fueron juzgados, el rico industrial del acero y el carb?n Friedrich Flick y responsables de Krupp e IG Farben. Solo se conden? a Flick, en los juicios de N?remberg, a siete a?os de c?rcel por emplear trabajadores forzados; solo cumpli? tres y en los 60 ya se alzaba en accionista mayoritario de Daimler-Benz.
http://uc-4u.com/clip/a454bfb6-d47a-44cd-b371-fef5ce52b5ff_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El periodista y escritor David de Jong, autor del ensayo 'Dinero y poder en el III Reich'. | Jordi Cotrina
Para De Jong fueron "c?mplices" del nazismo. "La clase empresarial alemana, firmas como BMW, Dt. Oetker, Porsche…, hoy siguen siendo grandes empresas que desde hace décadas realizan un proceso de blanqueamiento de su pasado hist?rico y jam?s han reconocido su responsabilidad moral ni admitido su implicaci?n". En 1999 hubo un acuerdo de compensaci?n y pagos a v?ctimas y herederos entre el Gobierno alem?n y unas 80 empresas, de 5.000 millones de d?lares. "Algunas encargaron estudios a historiadores, pero son textos de 2.000 p?ginas en alem?n que no se traducen ni difunden entre el gran p?blico. Es una forma de protegerse: si se divulga el pasado nazi de sus fundadores o antiguos directivos puede perjudicar a la marca y devaluar el valor de la empresa. Por eso quise escribir este libro", a?ade.
http://uc-4u.com/clip/cc005f45-9aaf-404e-8bdd-091dc9ff15d9_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Presas usadas como trabajadoras esclavas en Auschwitz para la empresa I.G. Farben. |
Primer marido de Magda Goebbels
Se?ala De Jong cu?n comprometido con la ideolog?a nazi estaba por ejemplo Oetker, que hasta "daba a cada nuevo empleado un ejemplar de ‘Mein Kampf’ y ten?a un retrato de Hitler en su despacho". M?s oportunistas, apunta, fueron Flick o los Quandt. "Herbert Quandt salv? a BMW de la quiebra en 1960, pero antes fue un criminal nazi, responsable de esclavizar a m?s de 50.000 personas en sus f?bricas de armamento y bater?as y de quedarse con empresas de jud?os obligados a venderlas por cuatro duros. También dirigi? la construcci?n de un subcampo de concentraci?n. Tras publicarse el libro en Alemania y Estados Unidos la pasada primavera mucha gente que ha tenido tratos con la fundaci?n benéfica Herbert Quandt se enfureci? por la falta de transparencia y se vieron obligados a emitir un comunicado", revela antes de apuntar que el padre de Herbert, Günther Quandt, también miembro del partido nazi, se cas? tras enviudar con la que ser?a la futura Magda Goebbels, esposa del ministro de Propaganda de Hitler. "Se la consideraba la primera dama del Tercer Reich [por la amistad y devoci?n, mutua, por Hitler]. Fue un personaje fascinante. Tuvo seis hijos con Goebbels, a los que mataron en el b?nker de Hitler antes de suicidarse ellos mismos ante la ca?da de Ber?n. Quandt se aprovech? de esa relaci?n para obtener beneficio econ?mico del régimen".
El cofundador jud?o de Porsche
No fue la de la fundaci?n Quandt la ?nica reacci?n al libro. "En unos meses habr? una oferta de acciones de Porsche valorada en 80 billones de euros. Para no entorpecerla est?n negociando con los herederos del jud?o Adolf Rosenberger para contar la verdadera historia de la empresa y restituir moralmente su nombre como cofundador de Porsche junto con Ferdinand Porsche y su cu?ado, Anton Piëch, quienes le expulsaron y compraron su parte a bajo precio en 1935". El hijo de Ferdinand, Ferry, que se hizo cargo de la empresa, fue oficial de las SS.
Sin embargo, y aunque no llegaron a la implicaci?n de Oskar Schindler, s? hubo empresarios que prueban "que se pod?a plantar cara a Hitler". "Robert Bosch, del que todos tenemos electrodomésticos hoy, no se aline? con el nazismo. Era un progresista al que le preocupaba el bienestar de los trabajadores y se manifest? en contra. Pero a?n as?, presionado, acab? produciendo armamento para el Reich", relata. Otro ejemplo es el de Fritz Thyssen (t?o del bar?n Thyssen- Bornemisza que se cas? con Tita Cervera). "Fue uno de los primeros en unirse a la ideolog?a nazi y apoy? a Hitler en 1925, incluso antes de que llegara al poder, pero que en 1939, siendo miembro del partido vot? en contra de la invasi?n de Polonia. Eso le cost? el exilio, la expulsi?n y la pérdida de su empresa y del imperio de acero Thyssen. Fue detenido en Francia, donde hab?a huido, y fue enviado al campo de concentraci?n de Sachsenhausen. ?l tuvo opci?n. Dijo no, pero pag? un precio".
Robert Bosch o Fritz Thyssen son ejemplos de que se pod?a plantar cara a Hitler, aunque se pagara un precio
La conciencia del consumidor
Cree De Jong que hoy el consumidor "o no lo sabe o no le importa. Para los alemanes ser?a complicado, porque todas las empresas con m?s de cuatro décadas de existencia tienen alg?n v?nculo con ese pasado nazi. Hoy, todos sabemos de d?nde viene una camisa que cuesta cinco euros y seguimos compr?ndolas. Los consumidores, sin embargo, deben ser conscientes de que cuando compran pizzas de Dt. Oetker o un Volkswagen o un Porsche est?n dando beneficios a clanes familiares y herederos que financian herramientas que blanquean el pasado nazi".
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/magnates-escrupulos-financiaron-hitler-75944999)
La Alemania nazi esclaviz? a "entre 12 y 20 millones de trabajadores esclavos. De ellos, 2,5 millones murieron", cifra De Jong, sobre un sistema perverso "de exterminio a base de trabajo forzoso". "Las empresas firmaban un contrato con las SS seg?n el cual pagaban 4 marcos por cada trabajador no cualificado y 6 marcos por cada especializado. Las SS constru?an y gestionaban la vigilancia de campos satélites cercanos a las f?bricas, minas o industrias de esas empresas, que eran plenamente conscientes de las condiciones de vida y muerte de esos trabajadores forzosos, de la crueldad y el horror –explica-. Recib?an un trato abyecto, mala alimentaci?n, maltratos… y a la m?nima les ahorcaban o mataban, o mor?an de extenuaci?n. Sab?an perfectamente lo que pasaba". Cada campo de concentraci?n, enumera, estaba asignado a unas empresas concretas: la qu?mica IG Farben a Auschwitz; BMW a Dachau; Daimler Benz a Sachsenhausen; Siemens a Buchenwald, o Volkswagen, Porsche y Dr.Oetker a Neuengamme.
http://uc-4u.com/clip/d42f6177-5e9f-4fad-bfde-9dff66313a3f_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El industrial alem?n Friedrich Flick, escuchando la sentencia en los juicios de N?remberg, donde fue condenado a siete a?os de c?rcel por emplear en sus f?bricas mano de obra forzada. |
De Jong, que ha trabajado para Bloomberg y ‘The Wall Street Journal’, denuncia que la pr?ctica totalidad de empresarios nunca rindi? cuentas tras la guerra de su pasado nazi. "Cuando entr? en juego la Guerra fr?a, la prioridad fue la lucha contra el comunismo y Estados Unidos y Gran Breta?a quer?an construir una Alemania fuerte que actuara de muro de contenci?n ante Rusia. Por eso, el proceso de desnazificaci?n fue un espejismo. Muchos acusados de ser nazis pasaron a Alemania oriental, cuyos compatriotas no ten?an ning?n interés en perseguirlos, y donde muchos acabaron incluso de dirigentes en la Stasi". Tres fueron juzgados, el rico industrial del acero y el carb?n Friedrich Flick y responsables de Krupp e IG Farben. Solo se conden? a Flick, en los juicios de N?remberg, a siete a?os de c?rcel por emplear trabajadores forzados; solo cumpli? tres y en los 60 ya se alzaba en accionista mayoritario de Daimler-Benz.
http://uc-4u.com/clip/a454bfb6-d47a-44cd-b371-fef5ce52b5ff_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El periodista y escritor David de Jong, autor del ensayo 'Dinero y poder en el III Reich'. | Jordi Cotrina
Para De Jong fueron "c?mplices" del nazismo. "La clase empresarial alemana, firmas como BMW, Dt. Oetker, Porsche…, hoy siguen siendo grandes empresas que desde hace décadas realizan un proceso de blanqueamiento de su pasado hist?rico y jam?s han reconocido su responsabilidad moral ni admitido su implicaci?n". En 1999 hubo un acuerdo de compensaci?n y pagos a v?ctimas y herederos entre el Gobierno alem?n y unas 80 empresas, de 5.000 millones de d?lares. "Algunas encargaron estudios a historiadores, pero son textos de 2.000 p?ginas en alem?n que no se traducen ni difunden entre el gran p?blico. Es una forma de protegerse: si se divulga el pasado nazi de sus fundadores o antiguos directivos puede perjudicar a la marca y devaluar el valor de la empresa. Por eso quise escribir este libro", a?ade.
http://uc-4u.com/clip/cc005f45-9aaf-404e-8bdd-091dc9ff15d9_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Presas usadas como trabajadoras esclavas en Auschwitz para la empresa I.G. Farben. |
Primer marido de Magda Goebbels
Se?ala De Jong cu?n comprometido con la ideolog?a nazi estaba por ejemplo Oetker, que hasta "daba a cada nuevo empleado un ejemplar de ‘Mein Kampf’ y ten?a un retrato de Hitler en su despacho". M?s oportunistas, apunta, fueron Flick o los Quandt. "Herbert Quandt salv? a BMW de la quiebra en 1960, pero antes fue un criminal nazi, responsable de esclavizar a m?s de 50.000 personas en sus f?bricas de armamento y bater?as y de quedarse con empresas de jud?os obligados a venderlas por cuatro duros. También dirigi? la construcci?n de un subcampo de concentraci?n. Tras publicarse el libro en Alemania y Estados Unidos la pasada primavera mucha gente que ha tenido tratos con la fundaci?n benéfica Herbert Quandt se enfureci? por la falta de transparencia y se vieron obligados a emitir un comunicado", revela antes de apuntar que el padre de Herbert, Günther Quandt, también miembro del partido nazi, se cas? tras enviudar con la que ser?a la futura Magda Goebbels, esposa del ministro de Propaganda de Hitler. "Se la consideraba la primera dama del Tercer Reich [por la amistad y devoci?n, mutua, por Hitler]. Fue un personaje fascinante. Tuvo seis hijos con Goebbels, a los que mataron en el b?nker de Hitler antes de suicidarse ellos mismos ante la ca?da de Ber?n. Quandt se aprovech? de esa relaci?n para obtener beneficio econ?mico del régimen".
El cofundador jud?o de Porsche
No fue la de la fundaci?n Quandt la ?nica reacci?n al libro. "En unos meses habr? una oferta de acciones de Porsche valorada en 80 billones de euros. Para no entorpecerla est?n negociando con los herederos del jud?o Adolf Rosenberger para contar la verdadera historia de la empresa y restituir moralmente su nombre como cofundador de Porsche junto con Ferdinand Porsche y su cu?ado, Anton Piëch, quienes le expulsaron y compraron su parte a bajo precio en 1935". El hijo de Ferdinand, Ferry, que se hizo cargo de la empresa, fue oficial de las SS.
Sin embargo, y aunque no llegaron a la implicaci?n de Oskar Schindler, s? hubo empresarios que prueban "que se pod?a plantar cara a Hitler". "Robert Bosch, del que todos tenemos electrodomésticos hoy, no se aline? con el nazismo. Era un progresista al que le preocupaba el bienestar de los trabajadores y se manifest? en contra. Pero a?n as?, presionado, acab? produciendo armamento para el Reich", relata. Otro ejemplo es el de Fritz Thyssen (t?o del bar?n Thyssen- Bornemisza que se cas? con Tita Cervera). "Fue uno de los primeros en unirse a la ideolog?a nazi y apoy? a Hitler en 1925, incluso antes de que llegara al poder, pero que en 1939, siendo miembro del partido vot? en contra de la invasi?n de Polonia. Eso le cost? el exilio, la expulsi?n y la pérdida de su empresa y del imperio de acero Thyssen. Fue detenido en Francia, donde hab?a huido, y fue enviado al campo de concentraci?n de Sachsenhausen. ?l tuvo opci?n. Dijo no, pero pag? un precio".
Robert Bosch o Fritz Thyssen son ejemplos de que se pod?a plantar cara a Hitler, aunque se pagara un precio
La conciencia del consumidor
Cree De Jong que hoy el consumidor "o no lo sabe o no le importa. Para los alemanes ser?a complicado, porque todas las empresas con m?s de cuatro décadas de existencia tienen alg?n v?nculo con ese pasado nazi. Hoy, todos sabemos de d?nde viene una camisa que cuesta cinco euros y seguimos compr?ndolas. Los consumidores, sin embargo, deben ser conscientes de que cuando compran pizzas de Dt. Oetker o un Volkswagen o un Porsche est?n dando beneficios a clanes familiares y herederos que financian herramientas que blanquean el pasado nazi".
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