الريــم
09-27-2022, 09:30 AM
Entra vestida de negro al Café Gij?n, el m?s literario de Madrid. Se sienta a la mesa Lydia Cacho, la periodista, la escritora mexicana que, desde que era ni?a, lucha por la libertad de las mujeres y que desde hace a?os lucha por su propia libertad, pues poderosos bandidos mexicanos la persiguen a muerte por sacar esa bandera igualitaria que exhibe en reportajes y en libros. Y ahora es una exiliada en Espa?a, que tanto exiliado envi? a México tras la Guerra Civil. Ese retrato de perseguida no le ha ensombrecido el rostro de ni?a de 59 a?os que, en un libro singular, Cartas de amor y rebeld?a (Debate), acaba de compilar la correspondencia y otros documentos que, desde que era una adolescente de doce a?os, compart?a con padres, amigos, amantes, compa?eros. La mayor parte de esas cartas fueron escritas a mano, y todas ellas tienen el amor, la tristeza o la lucha como materia, as? como las ra?ces de la persecuci?n que ahora la hace clandestina en Madrid. De ella dijo el New York Times: “Es la rockstar del periodismo mexicano”. Cuando se sienta a responder es Lydia Cacho, aquella muchacha.
P. ?Qué le ha asustado m?s de lo que se cuenta aqu??
R. Exhibir el amor hacia mi familia. Porque yo siempre temo por mi familia.
P. En el primer documento cuenta que un primo la asalta en la cama, usted tiene doce a?os… Y luego siempre hubo alguien que quiso asaltar su libertad.
R. El problema no es s?lo m?o. Cada 15 segundos, seg?n la ONU, una mujer sufre este tipo de cosas. Eso significa que no soy excepcional, es s?lo que yo s? lo cuento.
P. Pero aquella escena, en concreto, ?le marc? la vida?
R. En el mejor de los sentidos porque…. Que él se haya metido en la cama no tiene nada que ver con la forma en la que valorar?amos un acto as? ahora. Sent? que era una traici?n, porque adem?s de mi primo lo consideraba mi amigo. Jug?bamos desde chiquitos. Fue algo inc?modo porque yo nunca hab?a tenido cerca de un ni?o con un pene erecto. Y se meti? en mi espacio vital. Y me marc? la vida porque, cuando llamé a mi mam?, ella respondi?, me escuch? y me crey?. Porque a la mayor?a de los ni?os que pasan por esto no les creen los adultos o lo minimizan, como lo hizo mi t?a, la madre de mi primo.
P. En otros episodios hubo hombres que intentaban que usted no fuera la que quer?a ser. Como que la vigilaban.
R. No sé si estaba vigilada. Lo que s? sé es que eso nos sucede a millones de mujeres. En el momento en que decidimos lanzarnos a tener una carrera, hay parejas que no lo soportan. Si yo fuese hombre, eso no me habr?a pasado. Pero soy mujer. Y, de nuevo, les pasa a muchas. Pero no se atreven a contarlo.
P. ?Y usted por qué s? se ha atrevido?
R. Es que hay una historia detr?s. Hace unos a?os, varios periodistas mexicanos logramos denunciar al gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, por actos de corrupci?n, amenazas, tentativa de homicidio de un periodista… y lo que él hizo fue tratar de desacreditar a todos los reporteros. Pero conmigo no pudo. Incluso mand? inventar una biograf?a m?a, eh. Invent? que en toda mi juventud yo me fui a Canc?n y que hac?a trencitas en la playa, que yo no hab?a ido a la escuela, que me prostitu?a, que hab?a encontrado hombres que escrib?an mis libros… todo contado con una imaginaci?n bastante precaria. Pon?a los nombres de hombres con los que dec?a que yo hab?a tenido sexo, varios pol?ticos entre ellos, cosa que no era verdad. Y eso se qued? ah? y mis colegas periodistas no se hicieron eco, porque sab?an que s?lo eran chismes para perjudicarme. Pero luego yo me cansé, sab?a que ten?a que huir porque, dije, ya me van a matar. Pero también pensé: ?son ellos quienes van a contar mi historia? Mi editor me dijo que escribiera mi autobiograf?a, pero rehusé y luego empecé a recuperar cosas de mi casa y las revisé y dije: voy a escribir sobre esta especie de arqueolog?a period?stica.
P. Es un milagro que haya conservado tantas cosas.
R. Claro. Adem?s, hay algo muy lindo: cuando yo les escrib?a a mis amistades, les parec?a curioso que yo les mandara cartas. Y yo guardaba todas las cartas. Mis abuelos también guardaban cartas. Y a mis amigos les dije: oigan, si tienen cartas que yo les mandé, dénmelas por favor. Les ped? permiso. La gran mayor?a me dijeron que s?. Mi padre lo dud? un poco, pero al final acept?.
P. ?Qué signific? tanto acoso para usted?
R. Yo no lo viv?a con angustia. Era una molestia, una incomodidad, y yo segu?a adelante. Con el tiempo revaloras las cosas de una manera distinta y entonces reflexionas. Yo me concentraba en mi trabajo, que me gustaba mucho. Mis compa?eros me molestaban porque dec?an que yo era muy feminista y que los hombres eran como el PRI, que nunca iban a soltar el poder. No todos los hombres, pero la mayor?a eran as?.
P. ?En qué medida sus cartas explican México?
R. Pues mucha gente que ya ha le?do el libro, me dice: ?es que est?s narrando mi ni?ez y la forma en que ve?amos muchas cosas! Entonces… creo que es espejo de muchas vidas. De México y del mundo.
P. ?Qué fue lo que le hizo tan obstinada?
R. Yo creo que nac? as?. Desde peque?a era muy obstinada, necia, con una personalidad obsesivo-compulsiva que he intentado domar, pero no he podido. Pero eso me ha servido mucho en mi trabajo. En cambio, en mi vida personal, pues… no. Mi padre quer?a que hiciera cosas parecidas a las de él, quer?a que yo fuera ingeniera para luego quedarme con su empresa. Cuando le dije que lo que me gustaban eran las Humanidades… no le gust?. Y empezamos a tener una relaci?n muy tirante. Hoy ya no, hoy ya hablo con él y nos re?mos mucho.
"Cuando escrib? sobre violencia intrafamiliar, un abogado lleg? a la redacci?n con una pistola y me amenaz?. Ah? me di cuenta de que era riesgoso decir la verdad"
P. ?Cu?ndo empez? a estar en riesgo como periodista?
R. ?F?sicamente? En 1994, cuando fui a Ciudad Ju?rez a hacer un reportaje sobre los feminicidios. Pero tal vez antes, cuando escrib? sobre violencia intrafamiliar, un abogado lleg? a la redacci?n con una pistola y me amenaz?. Ah? me di cuenta de que era riesgoso decir la verdad. Yo sab?a que los hechos eran reales, que yo hab?a contado la verdad, pero por otro lado supe que ten?a que tener m?s cuidado.
P. ?Qué denuncia le ha salido m?s cara?
R. La decisi?n de contar la historia que después se convirti? en mi libro Los demonios del edén. Ten?a un programa de televisi?n e invité a una abogada y a un psic?logo para analizar el caso de pornograf?a infantil, y al leer el guion me di cuenta de que esto iba a estar fuerte. Y, s?, ah? vinieron las primeras amenazas. Cuando publiqué el libro ya ten?a amenazas, pero aun as? publiqué.
P. Eso es algo com?n en el periodismo de su pa?s: denunciar y recibir amenazas.
R. S?. Hoy el periodismo de mi pa?s est? herido de muerte. Por el agotamiento, por los asesinatos de periodistas, por los desplazamientos, por los exilios. Y, en este momento, desde la presidencia de la Rep?blica hay un ataque frontal al periodismo, de descrédito a todos los periodistas. Y eso hace que los periodistas estén m?s en riesgo, porque los que deber?an protegerte son los que te atacan…. En México en lugar de destripar y de criticar la violencia, lo ?nico que se ha hecho es reivindicarla. En la literatura, en la m?sica, en el cine… Entonces, glorificar eso ha hecho que, al mismo tiempo, también se glorifique la impunidad. Y eso hace muy dif?cil que se acabe la violencia.
"Veo que los espa?oles se empe?an en ser europeos, tal vez porque si no fueran europeos ser?an casi latinoamericanos y eso les parece algo indigno"
P. ?C?mo se siente en este exilio?
R. Estoy aprendiendo a vivir en Espa?a. A ver su vida cotidiana, a ver las debilidades de esta democracia, a ver c?mo lo niegan los espa?oles y a ver que no saben qué hacer con su pasado. Porque todav?a hay gente por ah? en las cunetas y no se atreven plenamente a resarcir todo eso. Veo que se empe?an en ser europeos, tal vez porque si no fueran europeos ser?an casi latinoamericanos y eso les parece algo indigno.
P. ?Y tiene miedo?
R. Eso lo estaba hablando ayer con mi terapeuta. Yo creo que el miedo habita en m? pero ya no me inquieta. Como que he aprendido a sobrellevarlo y a seguir adelante a pesar de todo.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/lydia-cacho-mexico-tiende-glorificar-75937923)
P. ?Qué le ha asustado m?s de lo que se cuenta aqu??
R. Exhibir el amor hacia mi familia. Porque yo siempre temo por mi familia.
P. En el primer documento cuenta que un primo la asalta en la cama, usted tiene doce a?os… Y luego siempre hubo alguien que quiso asaltar su libertad.
R. El problema no es s?lo m?o. Cada 15 segundos, seg?n la ONU, una mujer sufre este tipo de cosas. Eso significa que no soy excepcional, es s?lo que yo s? lo cuento.
P. Pero aquella escena, en concreto, ?le marc? la vida?
R. En el mejor de los sentidos porque…. Que él se haya metido en la cama no tiene nada que ver con la forma en la que valorar?amos un acto as? ahora. Sent? que era una traici?n, porque adem?s de mi primo lo consideraba mi amigo. Jug?bamos desde chiquitos. Fue algo inc?modo porque yo nunca hab?a tenido cerca de un ni?o con un pene erecto. Y se meti? en mi espacio vital. Y me marc? la vida porque, cuando llamé a mi mam?, ella respondi?, me escuch? y me crey?. Porque a la mayor?a de los ni?os que pasan por esto no les creen los adultos o lo minimizan, como lo hizo mi t?a, la madre de mi primo.
P. En otros episodios hubo hombres que intentaban que usted no fuera la que quer?a ser. Como que la vigilaban.
R. No sé si estaba vigilada. Lo que s? sé es que eso nos sucede a millones de mujeres. En el momento en que decidimos lanzarnos a tener una carrera, hay parejas que no lo soportan. Si yo fuese hombre, eso no me habr?a pasado. Pero soy mujer. Y, de nuevo, les pasa a muchas. Pero no se atreven a contarlo.
P. ?Y usted por qué s? se ha atrevido?
R. Es que hay una historia detr?s. Hace unos a?os, varios periodistas mexicanos logramos denunciar al gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, por actos de corrupci?n, amenazas, tentativa de homicidio de un periodista… y lo que él hizo fue tratar de desacreditar a todos los reporteros. Pero conmigo no pudo. Incluso mand? inventar una biograf?a m?a, eh. Invent? que en toda mi juventud yo me fui a Canc?n y que hac?a trencitas en la playa, que yo no hab?a ido a la escuela, que me prostitu?a, que hab?a encontrado hombres que escrib?an mis libros… todo contado con una imaginaci?n bastante precaria. Pon?a los nombres de hombres con los que dec?a que yo hab?a tenido sexo, varios pol?ticos entre ellos, cosa que no era verdad. Y eso se qued? ah? y mis colegas periodistas no se hicieron eco, porque sab?an que s?lo eran chismes para perjudicarme. Pero luego yo me cansé, sab?a que ten?a que huir porque, dije, ya me van a matar. Pero también pensé: ?son ellos quienes van a contar mi historia? Mi editor me dijo que escribiera mi autobiograf?a, pero rehusé y luego empecé a recuperar cosas de mi casa y las revisé y dije: voy a escribir sobre esta especie de arqueolog?a period?stica.
P. Es un milagro que haya conservado tantas cosas.
R. Claro. Adem?s, hay algo muy lindo: cuando yo les escrib?a a mis amistades, les parec?a curioso que yo les mandara cartas. Y yo guardaba todas las cartas. Mis abuelos también guardaban cartas. Y a mis amigos les dije: oigan, si tienen cartas que yo les mandé, dénmelas por favor. Les ped? permiso. La gran mayor?a me dijeron que s?. Mi padre lo dud? un poco, pero al final acept?.
P. ?Qué signific? tanto acoso para usted?
R. Yo no lo viv?a con angustia. Era una molestia, una incomodidad, y yo segu?a adelante. Con el tiempo revaloras las cosas de una manera distinta y entonces reflexionas. Yo me concentraba en mi trabajo, que me gustaba mucho. Mis compa?eros me molestaban porque dec?an que yo era muy feminista y que los hombres eran como el PRI, que nunca iban a soltar el poder. No todos los hombres, pero la mayor?a eran as?.
P. ?En qué medida sus cartas explican México?
R. Pues mucha gente que ya ha le?do el libro, me dice: ?es que est?s narrando mi ni?ez y la forma en que ve?amos muchas cosas! Entonces… creo que es espejo de muchas vidas. De México y del mundo.
P. ?Qué fue lo que le hizo tan obstinada?
R. Yo creo que nac? as?. Desde peque?a era muy obstinada, necia, con una personalidad obsesivo-compulsiva que he intentado domar, pero no he podido. Pero eso me ha servido mucho en mi trabajo. En cambio, en mi vida personal, pues… no. Mi padre quer?a que hiciera cosas parecidas a las de él, quer?a que yo fuera ingeniera para luego quedarme con su empresa. Cuando le dije que lo que me gustaban eran las Humanidades… no le gust?. Y empezamos a tener una relaci?n muy tirante. Hoy ya no, hoy ya hablo con él y nos re?mos mucho.
"Cuando escrib? sobre violencia intrafamiliar, un abogado lleg? a la redacci?n con una pistola y me amenaz?. Ah? me di cuenta de que era riesgoso decir la verdad"
P. ?Cu?ndo empez? a estar en riesgo como periodista?
R. ?F?sicamente? En 1994, cuando fui a Ciudad Ju?rez a hacer un reportaje sobre los feminicidios. Pero tal vez antes, cuando escrib? sobre violencia intrafamiliar, un abogado lleg? a la redacci?n con una pistola y me amenaz?. Ah? me di cuenta de que era riesgoso decir la verdad. Yo sab?a que los hechos eran reales, que yo hab?a contado la verdad, pero por otro lado supe que ten?a que tener m?s cuidado.
P. ?Qué denuncia le ha salido m?s cara?
R. La decisi?n de contar la historia que después se convirti? en mi libro Los demonios del edén. Ten?a un programa de televisi?n e invité a una abogada y a un psic?logo para analizar el caso de pornograf?a infantil, y al leer el guion me di cuenta de que esto iba a estar fuerte. Y, s?, ah? vinieron las primeras amenazas. Cuando publiqué el libro ya ten?a amenazas, pero aun as? publiqué.
P. Eso es algo com?n en el periodismo de su pa?s: denunciar y recibir amenazas.
R. S?. Hoy el periodismo de mi pa?s est? herido de muerte. Por el agotamiento, por los asesinatos de periodistas, por los desplazamientos, por los exilios. Y, en este momento, desde la presidencia de la Rep?blica hay un ataque frontal al periodismo, de descrédito a todos los periodistas. Y eso hace que los periodistas estén m?s en riesgo, porque los que deber?an protegerte son los que te atacan…. En México en lugar de destripar y de criticar la violencia, lo ?nico que se ha hecho es reivindicarla. En la literatura, en la m?sica, en el cine… Entonces, glorificar eso ha hecho que, al mismo tiempo, también se glorifique la impunidad. Y eso hace muy dif?cil que se acabe la violencia.
"Veo que los espa?oles se empe?an en ser europeos, tal vez porque si no fueran europeos ser?an casi latinoamericanos y eso les parece algo indigno"
P. ?C?mo se siente en este exilio?
R. Estoy aprendiendo a vivir en Espa?a. A ver su vida cotidiana, a ver las debilidades de esta democracia, a ver c?mo lo niegan los espa?oles y a ver que no saben qué hacer con su pasado. Porque todav?a hay gente por ah? en las cunetas y no se atreven plenamente a resarcir todo eso. Veo que se empe?an en ser europeos, tal vez porque si no fueran europeos ser?an casi latinoamericanos y eso les parece algo indigno.
P. ?Y tiene miedo?
R. Eso lo estaba hablando ayer con mi terapeuta. Yo creo que el miedo habita en m? pero ya no me inquieta. Como que he aprendido a sobrellevarlo y a seguir adelante a pesar de todo.
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