الريــم
09-26-2022, 08:10 PM
La victoria de Giorgia Meloni en las elecciones italianas del domingo (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/giorgia-meloni-gobernaremos-unir-italianos-75895471) remueve las placas tect?nicas de la pol?tica europea. “Estaremos pendientes”, dijo la presidenta de la Comisi?n Europea, Ursula von der Leyen, y tiene razones para ello. Un Gobierno de ultraderecha en Italia, tercera econom?a de la zona euro, abre un frente interior dentro de la Uni?n en un momento en que el proyecto europeo se enfrenta a la guerra en Ucrania y los efectos en la econom?a y la vida cotidiana que implica el conflicto bélico lanzado por la Rusia de Vladimir Putin.
La ucraniana es la cuarta crisis consecutiva que empalma el proyecto europeo en poco m?s de una década (la Gran Depresi?n, el Brexit, la pandemia y ahora la guerra) en un contexto marcado por las propias tensiones internas de la Uni?n: los efectos de la ampliaci?n al Este, la desafecci?n de parte de la ciudadan?a europea con la Uni?n y el auge (regreso, si es que alguna vez se fue) del nacionalismo en muchos de los pa?ses europeos. Es en este contexto en que la victoria de Meloni plantea un reto de primer orden no porque sea excepcional (los partidos de extrema derecha, conservadores y nacionalistas crecen en 16 de los 27 pa?ses de la UE, y su influencia se siente en las pol?ticas de todo el continente) sino justamente porque ya resulta muy dif?cil tratar a la extrema derecha como un movimiento reactivo, puntual y controlable mediante pol?ticas como la del cord?n sanitario. Meloni simboliza, en este sentido, un ba?o de realidad: Europa, una parte de Europa, es de extrema derecha, o al menos comulga con sus recetas sociales, econ?micas y pol?ticas.
El eje Varsovia-Budapest-Roma
Italia no es un pa?s cualquiera de la Uni?n. No se trata solo de su peso econ?mico (que también), sino de su importancia pol?tica y simb?lica. Italia, pa?s fundador de la Uni?n, no es un pa?s de la antigua ?rbita soviética que se sum? al proyecto com?n europeo a través de la vertiginosa (y plagada de errores) ampliaci?n al este. Italia es occidente, coraz?n de Europa y motor de la UE. Cuando se habla de europe?smo, incluso en su sentido m?s na?f, a Italia se la consideraba uno de los nuestros. Desde el domingo, al menos es leg?timo dudar.
La llegada de la extrema derecha al poder con un discurso nativista y nacionalista y, aunque se haya moderado en campa?a, antieurope?sta o al menos muy euroescéptico, constituye un fracaso de la construcci?n europea, incapaz en este siglo de ofrecer un proyecto ilusionante a amplias capas de la sociedad europea. Meloni se ha declarado admiradora de la Hungr?a de Viktor Orban aunque est? por ver que el eje Varsovia-Budapest-Roma que algunos auguran se convierta en realidad (los fondos europeos, alrededor de 200.000 millones de euros, pesan mucho). Igual el giro pragm?tico de los Hermanos de Italia del que tanto se ha hablado en campa?a acaba cristalizando, pero el tono del discurso pol?tico en la UE cambia con la victoria de Meloni. Los defensores de la democracia iliberal est?n de celebraci?n gracias a un pa?s en que el peso de la memoria hist?rica (el fascismo de Mussolini) ya no lastra las alas de sus herederos.
De Marine Le Pen a ?Macarena Olona?
La izquierda, la socialdemocracia y parte de la derecha de ra?z democristiana europeas llevan a?os alertando de la llegada de la ultraderecha. Alegan que hay que combatirla (los cordones sanitarios) y que hay que evitar por todos los medios su normalizaci?n. Pero la ultraderecha ya est? normalizada. Tanto, que en algunos pa?ses (Francia, Italia) incluso cuentan con m?s de un partido que busca pescar en ese electorado. La victoria de Meloni, en este sentido, env?a potentes mensajes a pa?ses como Francia, Espa?a (donde muchos creen que a Santiago Abascal se le est? poniendo cara de Matteo Salvini, uno de los perdedores de las elecciones) e incluso Alemania: los ultras pueden ganar en los pa?ses occidentales de la Uni?n, en los pilares del proyecto europeo. Est? por ver si pueden gobernar (como Donald Trump en Estados Unidos o Jair Bolsonaro en Brasil) y, sobre todo, si las instituciones de la democracia liberal –tanto las nacionales como las europeas-- son capaces de aguantar el envite. Steve Bannon apuesta a que no.
Y el lobo vino
Después de tantos a?os de advertir del advenimiento de la extrema derecha, al final el lobo ha llegado, habla italiano y es mujer. La victoria de Meloni certifica, por si hac?a falta, que la extrema derecha ya no es un sarpullido, sino parte del electorado europeo. Un electorado que, a diferencia del an?lisis generalizado, no es solo reactivo, no vota a los ultras tan solo como protesta por el estado de las cosas o contra los partidos tradicionales. Las consecuencias de la crisis del 2008 y de los excesos de la globalizaci?n ya son palpables, no un ejercicio te?rico: nacionalismo, nativismo, regreso a un pasado m?tico, rechazo a los principios liberales, oposici?n al feminismo y todo lo que suene a derechos LGTBI... Del MAGA de Trup al made in Italy de Meloni.
Parte de Europa no vota a la ultraderecha por reacci?n, por protesta; una parte de Europa vota a la ultraderecha porque comparte su programa, desde la mano dura con la inmigraci?n hasta las restricciones en el aborto pasando por un Estado fuerte que no ceda soberan?a a Bruselas. El problema es que ese programa, m?s all? de giros pragm?ticos coyunturales, es incompatible con el proyecto europeo. Varsovia y, sobre todo, Budapest, as? lo muestran. Pero también Londres.
Berlusconi, el moderado: la degradaci?n democr?tica
Hay tendencias generales, europeas y globales, pero cada pa?s es su propio universo. La victoria de los herederos de Mussolini en Italia no se ha gestado en unos d?as. Hace mucho tiempo que Italia es un laboratorio abracadabrante de banalizaci?n de la pol?tica; de alejamiento de las instituciones y los representantes de sus representados; de corrupci?n; de desintegraci?n del sistema de partidos; de aviso continuo de que los cachorros de Mussolini estaban de regreso. El discurso del miedo hace a?os que se escucha en Italia, hasta el punto de que la sociedad italiana ha desarrollado anticuerpos (y, no es casualidad, niveles de abstenci?n hist?ricos). Italia es hoy un pa?s en el que puede afirmarse que Silvio Berlusconi es un moderado que ocupa el centro. Esos mismos s?mbolos, con retoques, adaptados a la idiosincrasia de cada pa?s, los podemos ver en muchos otros pa?ses europeos. Banalizar la pol?tica (desde la pol?tica espect?culo hasta el discurso del miedo hiperb?lico, pasando por la falta de respeto al electorado) es el abono ideal del populismo.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/meloni-italia-75922605)
La ucraniana es la cuarta crisis consecutiva que empalma el proyecto europeo en poco m?s de una década (la Gran Depresi?n, el Brexit, la pandemia y ahora la guerra) en un contexto marcado por las propias tensiones internas de la Uni?n: los efectos de la ampliaci?n al Este, la desafecci?n de parte de la ciudadan?a europea con la Uni?n y el auge (regreso, si es que alguna vez se fue) del nacionalismo en muchos de los pa?ses europeos. Es en este contexto en que la victoria de Meloni plantea un reto de primer orden no porque sea excepcional (los partidos de extrema derecha, conservadores y nacionalistas crecen en 16 de los 27 pa?ses de la UE, y su influencia se siente en las pol?ticas de todo el continente) sino justamente porque ya resulta muy dif?cil tratar a la extrema derecha como un movimiento reactivo, puntual y controlable mediante pol?ticas como la del cord?n sanitario. Meloni simboliza, en este sentido, un ba?o de realidad: Europa, una parte de Europa, es de extrema derecha, o al menos comulga con sus recetas sociales, econ?micas y pol?ticas.
El eje Varsovia-Budapest-Roma
Italia no es un pa?s cualquiera de la Uni?n. No se trata solo de su peso econ?mico (que también), sino de su importancia pol?tica y simb?lica. Italia, pa?s fundador de la Uni?n, no es un pa?s de la antigua ?rbita soviética que se sum? al proyecto com?n europeo a través de la vertiginosa (y plagada de errores) ampliaci?n al este. Italia es occidente, coraz?n de Europa y motor de la UE. Cuando se habla de europe?smo, incluso en su sentido m?s na?f, a Italia se la consideraba uno de los nuestros. Desde el domingo, al menos es leg?timo dudar.
La llegada de la extrema derecha al poder con un discurso nativista y nacionalista y, aunque se haya moderado en campa?a, antieurope?sta o al menos muy euroescéptico, constituye un fracaso de la construcci?n europea, incapaz en este siglo de ofrecer un proyecto ilusionante a amplias capas de la sociedad europea. Meloni se ha declarado admiradora de la Hungr?a de Viktor Orban aunque est? por ver que el eje Varsovia-Budapest-Roma que algunos auguran se convierta en realidad (los fondos europeos, alrededor de 200.000 millones de euros, pesan mucho). Igual el giro pragm?tico de los Hermanos de Italia del que tanto se ha hablado en campa?a acaba cristalizando, pero el tono del discurso pol?tico en la UE cambia con la victoria de Meloni. Los defensores de la democracia iliberal est?n de celebraci?n gracias a un pa?s en que el peso de la memoria hist?rica (el fascismo de Mussolini) ya no lastra las alas de sus herederos.
De Marine Le Pen a ?Macarena Olona?
La izquierda, la socialdemocracia y parte de la derecha de ra?z democristiana europeas llevan a?os alertando de la llegada de la ultraderecha. Alegan que hay que combatirla (los cordones sanitarios) y que hay que evitar por todos los medios su normalizaci?n. Pero la ultraderecha ya est? normalizada. Tanto, que en algunos pa?ses (Francia, Italia) incluso cuentan con m?s de un partido que busca pescar en ese electorado. La victoria de Meloni, en este sentido, env?a potentes mensajes a pa?ses como Francia, Espa?a (donde muchos creen que a Santiago Abascal se le est? poniendo cara de Matteo Salvini, uno de los perdedores de las elecciones) e incluso Alemania: los ultras pueden ganar en los pa?ses occidentales de la Uni?n, en los pilares del proyecto europeo. Est? por ver si pueden gobernar (como Donald Trump en Estados Unidos o Jair Bolsonaro en Brasil) y, sobre todo, si las instituciones de la democracia liberal –tanto las nacionales como las europeas-- son capaces de aguantar el envite. Steve Bannon apuesta a que no.
Y el lobo vino
Después de tantos a?os de advertir del advenimiento de la extrema derecha, al final el lobo ha llegado, habla italiano y es mujer. La victoria de Meloni certifica, por si hac?a falta, que la extrema derecha ya no es un sarpullido, sino parte del electorado europeo. Un electorado que, a diferencia del an?lisis generalizado, no es solo reactivo, no vota a los ultras tan solo como protesta por el estado de las cosas o contra los partidos tradicionales. Las consecuencias de la crisis del 2008 y de los excesos de la globalizaci?n ya son palpables, no un ejercicio te?rico: nacionalismo, nativismo, regreso a un pasado m?tico, rechazo a los principios liberales, oposici?n al feminismo y todo lo que suene a derechos LGTBI... Del MAGA de Trup al made in Italy de Meloni.
Parte de Europa no vota a la ultraderecha por reacci?n, por protesta; una parte de Europa vota a la ultraderecha porque comparte su programa, desde la mano dura con la inmigraci?n hasta las restricciones en el aborto pasando por un Estado fuerte que no ceda soberan?a a Bruselas. El problema es que ese programa, m?s all? de giros pragm?ticos coyunturales, es incompatible con el proyecto europeo. Varsovia y, sobre todo, Budapest, as? lo muestran. Pero también Londres.
Berlusconi, el moderado: la degradaci?n democr?tica
Hay tendencias generales, europeas y globales, pero cada pa?s es su propio universo. La victoria de los herederos de Mussolini en Italia no se ha gestado en unos d?as. Hace mucho tiempo que Italia es un laboratorio abracadabrante de banalizaci?n de la pol?tica; de alejamiento de las instituciones y los representantes de sus representados; de corrupci?n; de desintegraci?n del sistema de partidos; de aviso continuo de que los cachorros de Mussolini estaban de regreso. El discurso del miedo hace a?os que se escucha en Italia, hasta el punto de que la sociedad italiana ha desarrollado anticuerpos (y, no es casualidad, niveles de abstenci?n hist?ricos). Italia es hoy un pa?s en el que puede afirmarse que Silvio Berlusconi es un moderado que ocupa el centro. Esos mismos s?mbolos, con retoques, adaptados a la idiosincrasia de cada pa?s, los podemos ver en muchos otros pa?ses europeos. Banalizar la pol?tica (desde la pol?tica espect?culo hasta el discurso del miedo hiperb?lico, pasando por la falta de respeto al electorado) es el abono ideal del populismo.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/meloni-italia-75922605)