الريــم
09-16-2022, 01:20 PM
La pandemia ha visibilizado su papel, pero ellas siguen denunciando las pésimas condiciones laborales que arrastran desde hace a?os. Bajas ratios, altas tasas de interinidad, un nivel de cotizaci?n inferior al de los médicos... Las enfermeras, apoyadas por sus pacientes, dicen basta ya y recuerdan que su trabajo tiene un impacto directo en la salud poblacional. Estos son los testimonios de algunos de estos profesionales y de sus enfermos.
David Oliver. “Como la pandemia mejora, ya nadie se acuerda de nada”
David Oliver, de 57 a?os, lleva toda su vida trabajando como enfermero. Primero en un hospital; ahora, en el centro de atenci?n primaria (CAP) Montilivi, en Girona. La situaci?n de su profesi?n, asegura, ha ido a peor en las ?ltimas décadas. “Enfermer?a ha perdido much?simo. El sistema sanitario catal?n siempre ha ido muy corto en personal”, cuenta. Las pocas enfermeras que hay para una poblaci?n envejecida en la principal demanda del colectivo.
Oliver explica que el gran declive de la profesi?n, que ya arrastraba problemas estructurales, comenz? hace 10 a?os, con los famosos recortes que nunca acabaron de revertirse del todo. “La pandemia ha visibilizado que faltan enfermeras porque se han ido al extranjero a trabajar. Y la gente que sale de las universidades, en vez de quedarse en Catalunya, se ha tenido que ir”, a?ade.
Las condiciones fuera son mejores. En Catalunya, seg?n este enfermero, hay poca gente con plaza fija, muchas interinas y a?n existen los contratos eventuales (“de una semana, de un mes…”). Seg?n el sindicato de enfermer?a Satse, en Catalunya hacen falta unas 24.000 enfermeras. La ratio de enfermeras en el territorio (igual que en Espa?a) es de cinco enfermeras por mil habitantes, mientras que la media europea es de ocho por cada mil habitantes. El 'conseller' de Salut, Josep Maria Argimon, se ha comprometido recientemente en el Parlament a reducir la temporalidad en el sistema sanitario catal?n hasta el 8%.
El covid-19 no ha hecho sino agravar esta situaci?n porque hay un trabajo que no exist?a antes de la pandemia y que ahora debe seguir haciéndose, como la realizaci?n de pruebas diagn?sticas o la vacunaci?n contra la enfermedad. “Y, mientras tanto, intentamos ponernos al d?a con la atenci?n de las enfermedad cr?nicas y todo ese trabajo que a?n queda por hacer”, denuncia Oliver. Catalunya ha podido mantener las nuevas contrataciones de enfermeras que se produjeron con motivo de la pandemia gracias a los fondos covid.
Como el resto de sus compa?eros sanitarios, este enfermero alude a las largas jornadas laborales en las que hay que atender a un volumen ingente de personas y a las que no se puede dedicar todo el tiempo necesario. “La gente envejece y tiene varias patolog?as. Las necesidades en los CAP son m?s altas que antes”, se?ala.
Estas condiciones afectan al estado an?mico. “Estamos agotados”, insiste. Y, adem?s, hay “tensi?n social” (pacientes que se enfadan al no ser tratados como les gustar?a), “estrés f?sico y ps?quico”. Seg?n Oliver, las enfermeras ten?an la “esperanza” de que sus condiciones mejorasen después del covid-19, que sirvi? para visibilizar su trabajo, pero no ha sido as?. “Por desgracia, cuando la pandemia mejora, nadie se acuerda de nada. Los convenios negociados no representan ninguna mejora para la enfermer?a”, concluye.
Marta Rubies: “Hemos perdido un 30% de nuestro poder adquisitivo”
La enfermera del Hospital de Traumatolog?a y Quemados de Vall d’Hebron Marta Rubies pone el foco en que las bajas ratios de enfermeras tanto en Catalunya como Espa?a afecta directamente a la salud de la poblaci?n. “Est? demostrado cient?ficamente que, cuanto menos personal cualificado atendiendo a los pacientes, m?s alta es la mortalidad. La repercusi?n en la salud del paciente y bienestar es directo”, apunta Rubies, de 54 a?os.
Aumentar el n?mero de enfermeras es precisamente la principal reivindicaci?n del sindicato Satse. Pero para tener esas 24.000 enfermeras que necesita Catalunya har?a falta que volvieran las 8.000 enfermeras catalanas que se encuentran en el extranjero (sobre todo, en Reino Unido). “Y, para ello, las condiciones deber?an ser atractivas. Deber?amos estar en el nivel A1 de cotizaci?n [est?n en el A2]. El retorno no es nada atractivo”, reconoce Rubies.
Esta enfermera describe la situaci?n en su hospital para ilustrar cu?les son las condiciones en las que se encuentra su profesi?n. “En Vall d’Hebron, el 70% de la plantilla de enfermer?a es eventual o interina. Si ni siquiera les ofrecemos estabilidad en la plantilla, ?c?mo van a retornar”, dice Rubies.
Satse también reclama para la profesi?n que se le reconozca los pluses de nocturnidad, peligrosidad y penosidad (que cobran, por ejemplo, los polic?as o los pilotos de avi?n) para as? acogerse a una jubilaci?n anticipada a los 60 a?os. Que se desarrollen las especialidades de enfermer?a y que se creen m?s plazas p?blicas en las universidades.
Seg?n Rubies, cerca de un 50% de las enfermeras piensan en abandonar la profesi?n y el 80% de ellas han sufrido alg?n tipo de agresi?n. “El covid ha aumentado la tensi?n", certifica como su compa?ero Oliver.
Aunque cree que la ciencia ha avanzado mucho en las ?ltimas décadas, las condiciones laborales han ido a menos. “Yo ahora mismo tengo el mismo sueldo que en 2009. Hemos perdido un 30% del poder adquisitivo”, apunta. Por eso, an?micamente, se encuentran “m?s l?biles, m?s vulnerables”.
Aunque s? siente el reconocimiento ciudadano al “esfuerzo tit?nico” hecho durante la pandemia, Rubies cree que ni el Estado, ni las empresas, ni las instituciones reconocen el trabajo de las enfermeras.
Ahora, en el hospital donde ella trabajo, ese “esfuerzo tit?nico” est? centrado en recuperar toda la actividad que qued? atrasada por el covid-19. Se encuentran con que hay “saturaci?n” en las consultas externas. “Hay gente que espera hasta tres o cuatro horas”, advierte. El reto es poner al d?a unos hospitales que est?n “colapsados” por todo lo que se dej? de hacer. “Y es dif?cil porque hay un déficit de gente”, dice Rubies.
Antonio Valdivia: “Mi enfermera me cambi? el foco negativo hacia mi enfermedad”
Antonio tiene 31 a?os y en 2007, con 16 a?os, le detectaron que sufre la enfermedad de Crohn, una afectaci?n inflamatoria cr?nica del tubo digestivo que provoca dolor abdominal, diarreas, pérdida de peso y fatiga, entre otros s?ntomas. Antonio comenz? con estos problemas con solo 11 a?os pero el diagn?stico, como sucede con frecuencia, tard? en llegar. Adem?s, hace cuatro a?os le diagnosticaron espondiloartritis, una enfermedad que causa inflamaci?n de las articulaciones, en su caso sobre todo en la espalda y que est? relacionada con la otra dolencia, dado que ambas est?n causadas por un fallo en el sistema inmune.
Antonio se encuentra ahora mejor pero hace unos a?os su dolencia era para él tan incapacitante y frustrante que “solo ve?a la parte negativa”. “Ten?a una fatiga de la que no te recuperas por mucho que duermas o descanses, casi no te permite levantarte de la cama. Ten?a fuertes dolores abdominales y diarreas constantes. La parte psicol?gica te afecta mucho porque ten?a que vivir al lado de un ba?o y hab?a probado varios tratamientos que no hab?an funcionado del todo”, explica.
Hace tres a?os comenz? a tener una relaci?n "m?s frecuente" con Carmen, que es la profesional de enfermer?a de la unidad especializada de enfermedad inflamatoria intestinal del hospital Virgen de las Nieves, en Granada. Ella le “cambi? la perspectiva”, le explic? que tardar?a varios meses en recuperase y recuperar?a la calidad de vida y al final Antonio “le ha dado la raz?n”. “Para los enfermos cr?nicos, los pacientes complejos, que vemos que no siempre los tratamientos funcionan o que las opciones terapéuticas se acaban y no lo asimilas la labor de las enfermeras es fundamental, hacen de psic?logos, nos resuelven las dudas, nos tranquilizan y a m? Carmen me ayud? a cambiar el foco, al ver la patolog?a de otra forma”, se?ala.
Antonio se ha pasado horas y horas en el hospital de d?a y ha entablado con Carmen una relaci?n mucho m?s intensa de la que mantiene con los médicos. “Me preguntaba por mis estudios, por mi trabajo, por mi familia, he tenido conversaciones con ella que dan para mucho m?s que los cinco minutos de la consulta, se ha convertido en alguien del entorno familiar y cercano”. De hecho, Antonio va ahora con menos frecuencia al hospital porque se pone él mismo las inyecciones necesarias pero tiene en mente pasar cualquier d?a de estos a saludarla. Adem?s, el contacto telef?nico sigue siendo constante porque Antonio a veces tiene dudas, sobre la inyecci?n o sus efectos y Carmen sigue siendo el profesional sanitario de referencia.
Adem?s de con Carmen, Antonio ha ido varias veces a urgencias y ha estado hospitalizado y siempre ha recibido “buen trato” de los profesionales de enfermer?a. “Yo las tengo todo que agradecer y no he encontrado casi nada negativo, son esenciales”, relata desde el conocimiento que le da ser adem?s el técnico de ?rea sanitaria de ACCU (Confederaci?n Crohn y Colitis Ulcerosa).
Patricia Ayuso. "Las enfermeras me han tratado como si fuera su hija"
La valoraci?n que tiene Patricia Ayuso del trabajo de las enfermeras no puede ser m?s alta. “Me han tratado como si fuera su hija”, explica sobre el cari?o, la atenci?n y dedicaci?n que ha recibido por parte de los profesionales de enfermer?a que trabajan en la unidad de hematolog?a del Hospital La Paz, donde tratan a su hijo Mario Habis, que cuando ten?a seis meses fue diagnosticado de hemofilia.
Ayuso tiene miles de historias que contar, como cuando le dijeron que Mario sufr?a hemofilia A grave: “Me derrumbé y las dos primeras personas que me atendieron en mi llanto fueron dos enfermeras, Feli y Carmen, que me tranquilizaron, me dieron besos, me sostuvieron... Ahora est?n jubiladas pero no me olvido de ellas”, relata.
También su hijo, que ahora tiene 10 a?os, tiene una impresi?n inmejorable de los profesionales de enfermer?a. Y eso que desde que ten?a 9 meses el tratamiento de su enfermedad requiere pinchazos constantes para recibir la profilaxis, lo que para un ni?o no es sencillo. Pero “una buena enfermera es la que puede hacer que un ni?o lleve mejor o peor su enfermedad, porque aunque le hagan sufrir con los pinchazos, tienen una sonrisa siempre y hacen lo indecible para que el ni?o no sufra”, asegura Patricia.
Mario ha pasado por varias fases en su enfermedad. Hasta cumplir a?o y medio ten?a que ir cada dos d?as a recibir la profilaxis en el hospital. A partir de esa edad, le pusieron un Porh-a-cath, que es un dispositivo que proporciona un acceso venoso permanente pero sus padres tuvieron que ir dos meses a diario al hospital para aprender a usarlo. “El v?nculo entonces con las enfermeras fue a m?s porque yo era una pardilla en todo esto, no hab?a visto una aguja en mi vida”, relata la madre. Adem?s, el ni?o no quer?a ir, ya harto de tanto pinchazo de los profesionales y de sus padres en el proceso de aprendizaje, pero los enfermeros “se tomaban el tiempo necesario para convencerle, entretenerle, lo que hiciera falta”.
“Su papel es fundamental, para m? est?n al mismo nivel que cualquier médico”, dice Patricia tajante, porque para su familia la labor de estos profesionales sanitarios es tan importante como la de los doctores, los rehabilitadores, los psic?logos, todos los que conforman la unidad especializada.
Cuando Mario ten?a 7 a?os, le quitaron el dispositivo Port-a-cath y Patricia y su marido tuvieron que aprender de nuevo a pincharle pero en las venas. “Todav?a recuerdo el d?a que di con la vena y las tres enfermeras que hab?a dieron un grito de alegr?a y se mont? una fiesta”. Y, en la fase actual, Mario se pincha solo.
Todas las ense?anzas de c?mo pincharse, c?mo desinfectar el material y las superficies, como evitar cualquier posible foco de de infecci?n que puede ser muy grave para un hemof?lico lo ha aprendido esta familia de la mano de Alfonso, Sara, Araceli y Carmina. “Ha llegado un momento que Mario no quiere que le atiendan m?s que ellos”, sostiene Patricia.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/enfermeras-alta-mortalidad-75509446)
David Oliver. “Como la pandemia mejora, ya nadie se acuerda de nada”
David Oliver, de 57 a?os, lleva toda su vida trabajando como enfermero. Primero en un hospital; ahora, en el centro de atenci?n primaria (CAP) Montilivi, en Girona. La situaci?n de su profesi?n, asegura, ha ido a peor en las ?ltimas décadas. “Enfermer?a ha perdido much?simo. El sistema sanitario catal?n siempre ha ido muy corto en personal”, cuenta. Las pocas enfermeras que hay para una poblaci?n envejecida en la principal demanda del colectivo.
Oliver explica que el gran declive de la profesi?n, que ya arrastraba problemas estructurales, comenz? hace 10 a?os, con los famosos recortes que nunca acabaron de revertirse del todo. “La pandemia ha visibilizado que faltan enfermeras porque se han ido al extranjero a trabajar. Y la gente que sale de las universidades, en vez de quedarse en Catalunya, se ha tenido que ir”, a?ade.
Las condiciones fuera son mejores. En Catalunya, seg?n este enfermero, hay poca gente con plaza fija, muchas interinas y a?n existen los contratos eventuales (“de una semana, de un mes…”). Seg?n el sindicato de enfermer?a Satse, en Catalunya hacen falta unas 24.000 enfermeras. La ratio de enfermeras en el territorio (igual que en Espa?a) es de cinco enfermeras por mil habitantes, mientras que la media europea es de ocho por cada mil habitantes. El 'conseller' de Salut, Josep Maria Argimon, se ha comprometido recientemente en el Parlament a reducir la temporalidad en el sistema sanitario catal?n hasta el 8%.
El covid-19 no ha hecho sino agravar esta situaci?n porque hay un trabajo que no exist?a antes de la pandemia y que ahora debe seguir haciéndose, como la realizaci?n de pruebas diagn?sticas o la vacunaci?n contra la enfermedad. “Y, mientras tanto, intentamos ponernos al d?a con la atenci?n de las enfermedad cr?nicas y todo ese trabajo que a?n queda por hacer”, denuncia Oliver. Catalunya ha podido mantener las nuevas contrataciones de enfermeras que se produjeron con motivo de la pandemia gracias a los fondos covid.
Como el resto de sus compa?eros sanitarios, este enfermero alude a las largas jornadas laborales en las que hay que atender a un volumen ingente de personas y a las que no se puede dedicar todo el tiempo necesario. “La gente envejece y tiene varias patolog?as. Las necesidades en los CAP son m?s altas que antes”, se?ala.
Estas condiciones afectan al estado an?mico. “Estamos agotados”, insiste. Y, adem?s, hay “tensi?n social” (pacientes que se enfadan al no ser tratados como les gustar?a), “estrés f?sico y ps?quico”. Seg?n Oliver, las enfermeras ten?an la “esperanza” de que sus condiciones mejorasen después del covid-19, que sirvi? para visibilizar su trabajo, pero no ha sido as?. “Por desgracia, cuando la pandemia mejora, nadie se acuerda de nada. Los convenios negociados no representan ninguna mejora para la enfermer?a”, concluye.
Marta Rubies: “Hemos perdido un 30% de nuestro poder adquisitivo”
La enfermera del Hospital de Traumatolog?a y Quemados de Vall d’Hebron Marta Rubies pone el foco en que las bajas ratios de enfermeras tanto en Catalunya como Espa?a afecta directamente a la salud de la poblaci?n. “Est? demostrado cient?ficamente que, cuanto menos personal cualificado atendiendo a los pacientes, m?s alta es la mortalidad. La repercusi?n en la salud del paciente y bienestar es directo”, apunta Rubies, de 54 a?os.
Aumentar el n?mero de enfermeras es precisamente la principal reivindicaci?n del sindicato Satse. Pero para tener esas 24.000 enfermeras que necesita Catalunya har?a falta que volvieran las 8.000 enfermeras catalanas que se encuentran en el extranjero (sobre todo, en Reino Unido). “Y, para ello, las condiciones deber?an ser atractivas. Deber?amos estar en el nivel A1 de cotizaci?n [est?n en el A2]. El retorno no es nada atractivo”, reconoce Rubies.
Esta enfermera describe la situaci?n en su hospital para ilustrar cu?les son las condiciones en las que se encuentra su profesi?n. “En Vall d’Hebron, el 70% de la plantilla de enfermer?a es eventual o interina. Si ni siquiera les ofrecemos estabilidad en la plantilla, ?c?mo van a retornar”, dice Rubies.
Satse también reclama para la profesi?n que se le reconozca los pluses de nocturnidad, peligrosidad y penosidad (que cobran, por ejemplo, los polic?as o los pilotos de avi?n) para as? acogerse a una jubilaci?n anticipada a los 60 a?os. Que se desarrollen las especialidades de enfermer?a y que se creen m?s plazas p?blicas en las universidades.
Seg?n Rubies, cerca de un 50% de las enfermeras piensan en abandonar la profesi?n y el 80% de ellas han sufrido alg?n tipo de agresi?n. “El covid ha aumentado la tensi?n", certifica como su compa?ero Oliver.
Aunque cree que la ciencia ha avanzado mucho en las ?ltimas décadas, las condiciones laborales han ido a menos. “Yo ahora mismo tengo el mismo sueldo que en 2009. Hemos perdido un 30% del poder adquisitivo”, apunta. Por eso, an?micamente, se encuentran “m?s l?biles, m?s vulnerables”.
Aunque s? siente el reconocimiento ciudadano al “esfuerzo tit?nico” hecho durante la pandemia, Rubies cree que ni el Estado, ni las empresas, ni las instituciones reconocen el trabajo de las enfermeras.
Ahora, en el hospital donde ella trabajo, ese “esfuerzo tit?nico” est? centrado en recuperar toda la actividad que qued? atrasada por el covid-19. Se encuentran con que hay “saturaci?n” en las consultas externas. “Hay gente que espera hasta tres o cuatro horas”, advierte. El reto es poner al d?a unos hospitales que est?n “colapsados” por todo lo que se dej? de hacer. “Y es dif?cil porque hay un déficit de gente”, dice Rubies.
Antonio Valdivia: “Mi enfermera me cambi? el foco negativo hacia mi enfermedad”
Antonio tiene 31 a?os y en 2007, con 16 a?os, le detectaron que sufre la enfermedad de Crohn, una afectaci?n inflamatoria cr?nica del tubo digestivo que provoca dolor abdominal, diarreas, pérdida de peso y fatiga, entre otros s?ntomas. Antonio comenz? con estos problemas con solo 11 a?os pero el diagn?stico, como sucede con frecuencia, tard? en llegar. Adem?s, hace cuatro a?os le diagnosticaron espondiloartritis, una enfermedad que causa inflamaci?n de las articulaciones, en su caso sobre todo en la espalda y que est? relacionada con la otra dolencia, dado que ambas est?n causadas por un fallo en el sistema inmune.
Antonio se encuentra ahora mejor pero hace unos a?os su dolencia era para él tan incapacitante y frustrante que “solo ve?a la parte negativa”. “Ten?a una fatiga de la que no te recuperas por mucho que duermas o descanses, casi no te permite levantarte de la cama. Ten?a fuertes dolores abdominales y diarreas constantes. La parte psicol?gica te afecta mucho porque ten?a que vivir al lado de un ba?o y hab?a probado varios tratamientos que no hab?an funcionado del todo”, explica.
Hace tres a?os comenz? a tener una relaci?n "m?s frecuente" con Carmen, que es la profesional de enfermer?a de la unidad especializada de enfermedad inflamatoria intestinal del hospital Virgen de las Nieves, en Granada. Ella le “cambi? la perspectiva”, le explic? que tardar?a varios meses en recuperase y recuperar?a la calidad de vida y al final Antonio “le ha dado la raz?n”. “Para los enfermos cr?nicos, los pacientes complejos, que vemos que no siempre los tratamientos funcionan o que las opciones terapéuticas se acaban y no lo asimilas la labor de las enfermeras es fundamental, hacen de psic?logos, nos resuelven las dudas, nos tranquilizan y a m? Carmen me ayud? a cambiar el foco, al ver la patolog?a de otra forma”, se?ala.
Antonio se ha pasado horas y horas en el hospital de d?a y ha entablado con Carmen una relaci?n mucho m?s intensa de la que mantiene con los médicos. “Me preguntaba por mis estudios, por mi trabajo, por mi familia, he tenido conversaciones con ella que dan para mucho m?s que los cinco minutos de la consulta, se ha convertido en alguien del entorno familiar y cercano”. De hecho, Antonio va ahora con menos frecuencia al hospital porque se pone él mismo las inyecciones necesarias pero tiene en mente pasar cualquier d?a de estos a saludarla. Adem?s, el contacto telef?nico sigue siendo constante porque Antonio a veces tiene dudas, sobre la inyecci?n o sus efectos y Carmen sigue siendo el profesional sanitario de referencia.
Adem?s de con Carmen, Antonio ha ido varias veces a urgencias y ha estado hospitalizado y siempre ha recibido “buen trato” de los profesionales de enfermer?a. “Yo las tengo todo que agradecer y no he encontrado casi nada negativo, son esenciales”, relata desde el conocimiento que le da ser adem?s el técnico de ?rea sanitaria de ACCU (Confederaci?n Crohn y Colitis Ulcerosa).
Patricia Ayuso. "Las enfermeras me han tratado como si fuera su hija"
La valoraci?n que tiene Patricia Ayuso del trabajo de las enfermeras no puede ser m?s alta. “Me han tratado como si fuera su hija”, explica sobre el cari?o, la atenci?n y dedicaci?n que ha recibido por parte de los profesionales de enfermer?a que trabajan en la unidad de hematolog?a del Hospital La Paz, donde tratan a su hijo Mario Habis, que cuando ten?a seis meses fue diagnosticado de hemofilia.
Ayuso tiene miles de historias que contar, como cuando le dijeron que Mario sufr?a hemofilia A grave: “Me derrumbé y las dos primeras personas que me atendieron en mi llanto fueron dos enfermeras, Feli y Carmen, que me tranquilizaron, me dieron besos, me sostuvieron... Ahora est?n jubiladas pero no me olvido de ellas”, relata.
También su hijo, que ahora tiene 10 a?os, tiene una impresi?n inmejorable de los profesionales de enfermer?a. Y eso que desde que ten?a 9 meses el tratamiento de su enfermedad requiere pinchazos constantes para recibir la profilaxis, lo que para un ni?o no es sencillo. Pero “una buena enfermera es la que puede hacer que un ni?o lleve mejor o peor su enfermedad, porque aunque le hagan sufrir con los pinchazos, tienen una sonrisa siempre y hacen lo indecible para que el ni?o no sufra”, asegura Patricia.
Mario ha pasado por varias fases en su enfermedad. Hasta cumplir a?o y medio ten?a que ir cada dos d?as a recibir la profilaxis en el hospital. A partir de esa edad, le pusieron un Porh-a-cath, que es un dispositivo que proporciona un acceso venoso permanente pero sus padres tuvieron que ir dos meses a diario al hospital para aprender a usarlo. “El v?nculo entonces con las enfermeras fue a m?s porque yo era una pardilla en todo esto, no hab?a visto una aguja en mi vida”, relata la madre. Adem?s, el ni?o no quer?a ir, ya harto de tanto pinchazo de los profesionales y de sus padres en el proceso de aprendizaje, pero los enfermeros “se tomaban el tiempo necesario para convencerle, entretenerle, lo que hiciera falta”.
“Su papel es fundamental, para m? est?n al mismo nivel que cualquier médico”, dice Patricia tajante, porque para su familia la labor de estos profesionales sanitarios es tan importante como la de los doctores, los rehabilitadores, los psic?logos, todos los que conforman la unidad especializada.
Cuando Mario ten?a 7 a?os, le quitaron el dispositivo Port-a-cath y Patricia y su marido tuvieron que aprender de nuevo a pincharle pero en las venas. “Todav?a recuerdo el d?a que di con la vena y las tres enfermeras que hab?a dieron un grito de alegr?a y se mont? una fiesta”. Y, en la fase actual, Mario se pincha solo.
Todas las ense?anzas de c?mo pincharse, c?mo desinfectar el material y las superficies, como evitar cualquier posible foco de de infecci?n que puede ser muy grave para un hemof?lico lo ha aprendido esta familia de la mano de Alfonso, Sara, Araceli y Carmina. “Ha llegado un momento que Mario no quiere que le atiendan m?s que ellos”, sostiene Patricia.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/enfermeras-alta-mortalidad-75509446)