الريــم
09-11-2022, 10:00 AM
Por la ma?ana roc?o: su voz se resiente, ha de cuidarse. Al mediod?a calor: quiere comer donde sea bueno, y lo hace con Berri, que lleva sus asuntos desde hace m?s de cuarenta a?os.
No hay mosquitos en Sevilla, esa secuencia de la Canç? de Breçol (Canci?n de cuna), “por la ma?ana roc?o,/ al mediod?a calor, por la tarde los mosquitos, no quiero ser labrador”, no se puede completar, porque lo que hay por la noche de este labrador obstinado de la canci?n de autor, Joan Manuel Serrat, es apoteosis.
El p?blico se reuni? (miércoles y jueves) en una Maestranza que parec?a un templo renacentista, perfecto, circular, n?tido como un dibujo de Leonardo, en el que hab?a velas que iluminaban la frontera del escenario con la gente.
La gente era de todas las edades, abuelos, padres, hijos, nietos también hab?a, cantando a quien, durante m?s de medio siglo, les ha dado argumento para el amor, la risa y el llanto. All? acudi? con él al concierto la figura cantada de Antonio Machado, que naci? aqu? al lado, en Due?as, y que es poes?a principal de todo lo que ha cantado Serrat en su vida. Su propia poes?a, la del cantante, estuvo entreverada, y, como la del poeta del destierro y la pena, Saeta, Cantares, llev? al éxtasis serratiano a un gent?o que lo aplaudi? como si aqu? lo oyeran por primera vez. Mediterr?no, Aquellas peque?as cosas, Penélope, y una canci?n que pone los pelos de punta, Pare, en la que un ni?o le avisa a su padre de que la guerra va a destruir el r?o, sobrecogieron, como de estreno, a toda esa ristra de generaciones que adoran al muchacho del Poble Sec.
El noi del Poble Sec cumplir? 79 a?os en diciembre, y lo har? en Barcelona, el espacio final de su gira, su sitio de nacimiento. ?Y después? Un apasionado de la grada del coso le grit? el miércoles: “?No te jubiles, Nano!” Atento a todos los gritos y a todos los suspiros, el hombre que termina con Sevilla un baile que dura también medio siglo y cientos de conciertos, dos por a?o a veces, Serrat le contest? mientras se arreglaba la guitarra:
- Yo no me jubilo. Simplemente me desplazo.
'De ahora en adelante', dijo también Serrat, para disipar la tentaci?n de la melancol?a que mov?a las velas de las gradas, 'todo lo que veremos es futuro'"
“De ahora en adelante”, dijo también, para disipar la tentaci?n de la melancol?a que mov?a las velas de las gradas, “todo lo que veremos es futuro”. De hecho, pase? en todos los momentos de su primera noche de su despedida sevillana una felicidad que es la marca de su gira, ese “me voy, pero me quedo” que hereda también de Miguel Hern?ndez.
Se aproxima el ochenta aniversario de la muerte, en la c?rcel de Alicante, del poeta de Orihuela, al que, como a Machado, como a Benedetti, le ha puesto m?sica Serrat. Cuando lo evoc? los pelos de punta que se quedan en el alma del que escucha las Nanas de la cebolla se resumieron en un aplauso que se parec?a a un manifiesto moral, espa?ol y universal, indignado.
Estaba en, dijo, “la catedral de la tauromaquia” despidiéndose “personalmente” de la Sevilla de Machado, cuya Saeta y cuyos Cantares fue lo que m?s ensay? ante una explanada aun vac?a en la que, en d?as de corrida, est? el silencio de los toros. Brome?: “Estoy debutando esta noche”. Se prepar? tanto este concierto que en alg?n momento todo lo que produc?a su garganta parec?a un susurro ayudado por las palabras de los poetas. Al final su voz se hizo susurro lastimado, porque en ese periodo en que la gente ya sab?a que él no s?lo es el cantante sino el hombre, evoc? a su amigo Joan Ollé, hombre del teatro, “que tanto ha ayudado a dise?ar estos conciertos”, muerto hace nada, como del rayo de la vida, podr?a decirse, en Barcelona.
Fue una noche, la inaugural a la que nos estamos refiriendo, en la que Serrat huy? no s?lo de la nostalgia sino de la tentaci?n de hacer recuento de sus admiraciones: cant? a los suyos, cant? lo suyo, fuese y qued? la plaza llena de calor y tiritando. Machado, naturalmente, fue un momento muy especial, que él tore? sin aspavientos. Se puso ante el micr?fono y convirti? su admiraci?n en verso cantado. Lo que m?s ensay?, la Saeta, son? como una tralla civil, un himno para salir a combatir por la vida, y Cantares se subi? al escenario con la misma voluntad: como si dijera: “escuchen la canci?n, yo no la voy a interrumpir”.
Antes del concierto hablamos, mientras le serv?an el almuerzo y le ped?an fotos y aut?grafos, de ese amor por Machado. Lo descubri? “en aquellos libros que publicaba Losada en Buenos Aires”. Ah? estaban precisamente, con Machado, Hern?ndez, Neruda, Maiakovski. Los conserva a?n, “con mucho cari?o”, estropeados… Cuando ya era el cantante que sigue siendo, en 1968, la casa discogr?fica de entonces le dej? ponerle m?sica al poeta del destierro. El éxito fue arrollador, de Machado y suyo: los libreros le agradecieron que multiplicara las ventas. ?l nunca quiso (ni con Machado ni con ning?n otro) promover a esos autores, “sino, simplemente, buscar poemas que fueran letras estupendas de canciones. Y, como en el caso de don Antonio, eso lo encontré en sus poemas”.
Era una época dif?cil para cantar a Machado. Se hab?an producido, recuerda Serrat, las manifestaciones de Baeza (donde fue maestro don Antonio) en honor del poeta muerto en Colliure en 1939, “fueron seriamente reprimidas y silenciadas”, as? que sacar en ese contexto un disco, en cuya portada s?lo estaba el poeta, no el cantante, era un desaf?o l?rico, y moral, de enorme magnitud. La presentaci?n que mejor recuerda de aquel hallazgo de su carrera es la que hubo en Madrid. La cuenta con pelos y se?ales.
"Me levanté, no dejé de cantar y la gente se vino arriba. Fue acojonante. Ese d?a terminé en la Ruber, pero aprend? algo muy importante: si las cosas de pronto van mal en el escenario, antes de que te retires entre bambalinas, arr?jate al suelo”
“Fue en el Colegio Mayor Carlos III de Madrid. En la primera parte canté canciones m?as y en la segunda parte las del disco de Machado. Ya s?lo con el relato de los ensayos que llevaron a ese disco podr?a hacer un libro sobre lo que era la m?sica popular de aquellos a?os. Ensayamos en un piso con varias habitaciones, en una estaba la guitarra, en otra estaba el bajo, en otra la bater?a…, y en otra estaba yo. El piso estaba en la Cuesta de San Vicente… En la primera parte del concierto hab?a muchos nervios, sali? fatal, pero en la segunda parte, que empezamos con Cantares, yo empecé a caminar por el escenario y el patio de butacas me deslumbr?, brillaba tanto que di un traspiés y me ca? al foso. Fue una ca?da bastante fuerte, pero yo no dejé de cantar. Lo curioso es que yo estaba agarrado al micr?fono como si estuviera agarrado a un salvavidas y segu?a cantando. Curiosamente la ca?da se produjo cuando cantaba precisamente ´golpe a golpe/ verso a verso`. Y ah? aterricé. Me levanté, no dejé de cantar y la gente se vino arriba. Fue acojonante. Ese d?a terminé en la Ruber, pero aprend? algo muy importante: si las cosas de pronto van mal en el escenario, antes de que te retires entre bambalinas, arr?jate al suelo”.
Ten?a que habérselo dicho a Joaqu?n Sabina [que tuvo una célebre ca?da cantando con él]. “Bueeeno, él se cay? de menos altura y se hizo mucho m?s da?o”.
Machado ser?a luego, en el ensayo, el protagonista mayor de los desvelos que marcaron sus preparativos. Su reiterado ensayo de la Saeta fue luego recompensado por la exactitud con que ofreci? su pieza, ante un p?blico que, quiz?, estos d?as la ha escuchado de su voz por ?ltima vez. A mi lado, escuch?ndolo, estaba Luis Garc?a Gil, joven autor de varios libros sobre cantantes, y quiz? hoy el que m?s sabe, después de Serrat, de Joan Manuel Serrat, cuyo libro Serrat y los poetas (Efe Eme) reposa en la mesa mientras hablamos.
Garc?a Gil escuch? esa canci?n con la misma unci?n con la que me hab?a contado antes, en Sierpes, la relaci?n de Serrat con ese poeta que el franquismo quiso m?s que muerto, desaparecido de la faz de las enciclopedias. Luis Garc?a Gil: “La de Sevilla con Serrat es una relaci?n machadiana, que arranca de la estirpe noventayochista que comparten y que en el cantante se manifiesta en el respeto a las dos lenguas en las que canta, el catal?n y el castellano. ?l ha dicho que cantar?a siempre en el idioma que le prohibieron, y Machado es un idioma universal para él, simboliza el espa?ol de todas partes”. En el propio concierto, después, compartir?a la emoci?n ante todas las descritas, pero algo lo empuj? m?s cuando el poeta que cantaba all? arriba arranc? la canci?n de cuna… “Canc? de Breçol es un exponente de su rebeld?a, el poeta top de la canci?n y de su tiempo”.
Sobre la m?sica machadiana le pregunté al poeta Juan José Téllez, machadiano y de Serrat (autor de Los amores sucios, y de Paco de Luc?a, el hijo de la portuguesa, sobre esa relaci?n del catal?n y el sevillano): “Manuel V?zquez Montalb?n nos ense?? que Serrat tuneaba a Quintero, Le?n y Quiroga, que eran novelas de tres minutos con planteamiento, nudo y desenlace… La Saeta cierra un c?rculo m?gico. Machado no canta al Jes?s del madero, sino al que anduvo en la mar. Serrat la reinterpreta y terminan tocando sus acordes las bandas de Semana Santa ante el Cristo del Madero”. Por ah? va también lo que me dijo Eva D?az, periodista, escritora sevillana: “Cantares y La Saeta forman parte de mi memoria personal. Las escuché cantadas por Serrat ya en la Logse, tras Franco, en el cassette que mis padres llevaban a la playa. Con los cascos paseaba por la ciudad machadiana. No tenemos casa de Machado, pero es muy f?cil reconocer el aire y la luz de los poemas de Machado. La reconocemos con esa banda sonora que es la m?sica de Serrat”.
Dice Eva que “La Saeta de Machado y la versi?n de Serrat va contra la idolatr?a barroca de la Semana Santa. No quiero cantar ni puedo a ese Jes?s del madero sino al que anduvo en la mar, es decir, al Jes?s vivo. Pero en Sevilla la Semana Santa se lo apropi? y fagocit? en una marcha de las que acompa?a a los crucificados. Lo contrario del esp?ritu del poema y de la canci?n”. M?s a?n, dice el periodista Paco Correal sobre relaci?n de Serrat con Machado y con la Sevilla a la que le cant?: “Machado naci? en el Patio de las Due?as donde viv?a una duquesa devota del Cristo de los Gitanos. El poeta, m?s devoto de Leonor que de Cayetana, m?s de Giner de los R?os que de Frascuelo, le dedic? un poema bell?simo a ese Cristo que Serrat convirti? en canci?n. En genial trasvase cultural, la m?sica de esa canci?n se adapt? a la marcha procesional que acompa?a a los Cristos y palios… Para gloria de Antonio Machado, ese ´letrista de Serrat` seg?n Benedetti, que hoy canta en el coso que vio a Belmonte y Joselito. Saeta al cuadrado, pura chicuelina”.
El resumen del valor que esa oraci?n laica hecha canci?n tiene para los sevillanos se signific? en el silencio con que se recogi? la voz de Serrat, en la preocupaci?n del cantante por ensayarla como ninguna otra de sus canciones y, finalmente, con el aplauso que era m?s un “quédate en Sevilla” que “gracias por todo”, un referéndum que proclama a Serrat como la voz de Machado en la tierra.
Fue una despedida alegre, le dijimos al cantante. Todas las despedidas son, también, un nudo en la garganta. Durante todo el concierto, como si eliminara un conjuro, ese nudo en la garganta, Serrat se desplaz? como un muchacho entre los amores de sus canciones y el testimonio de un tiempo que ha tenido claroscuros que también marcan una m?sica que combina Pare con Mediterr?neo o con aquella Canç? de Breçol (le gritaron, mientras la cantaba, “?Viva la madre que te pari?!”) en la que su madre y la vida se juntan en el poema que quiz? mejor representa a este ser humano que no se retira, se desplaza.
"?l me dio un consejo, como hermano m?o que es: 'Tito, cuando estés mal no lo expliques, porque los amigos se alegran y los enemigos se preocupan'”
Le pregunté a su amigo, y colaborador (autor de varios libros, le produjo a Serrat su disco Tarrés) Tito Mu?oz, qué recuerda m?s de este amigo que se va despidiendo de los escenarios: “?l me dio un consejo, como hermano m?o que es: ´Tito, cuando estés mal no lo expliques, porque los amigos se alegran y los enemigos se preocupan`”. Si es por sus conciertos, por lo que se puede suponer sobre la salud de quien est? en la frontera de los 79, y por lo que se mueve y por lo que se r?e, el hecho de que se vaya es tan solo el primer verso de una etapa nueva que se iniciar? el 1 de enero del a?o que viene.
Dijo en el almuerzo: “?C?mo voy a dejar de escribir!” C?mo va a dejar de conjugar la vida con el futuro. As? que se fue del concierto feliz. Fue un concierto feliz, le dijimos, y él hizo s? con la cabeza. Detr?s de él siguen vivas por lo menos cuatrocientas canciones y miles y miles de noches como estas que ahora convierte en regalos de despedida.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/serrat-retiro-posiciono-75288786)
No hay mosquitos en Sevilla, esa secuencia de la Canç? de Breçol (Canci?n de cuna), “por la ma?ana roc?o,/ al mediod?a calor, por la tarde los mosquitos, no quiero ser labrador”, no se puede completar, porque lo que hay por la noche de este labrador obstinado de la canci?n de autor, Joan Manuel Serrat, es apoteosis.
El p?blico se reuni? (miércoles y jueves) en una Maestranza que parec?a un templo renacentista, perfecto, circular, n?tido como un dibujo de Leonardo, en el que hab?a velas que iluminaban la frontera del escenario con la gente.
La gente era de todas las edades, abuelos, padres, hijos, nietos también hab?a, cantando a quien, durante m?s de medio siglo, les ha dado argumento para el amor, la risa y el llanto. All? acudi? con él al concierto la figura cantada de Antonio Machado, que naci? aqu? al lado, en Due?as, y que es poes?a principal de todo lo que ha cantado Serrat en su vida. Su propia poes?a, la del cantante, estuvo entreverada, y, como la del poeta del destierro y la pena, Saeta, Cantares, llev? al éxtasis serratiano a un gent?o que lo aplaudi? como si aqu? lo oyeran por primera vez. Mediterr?no, Aquellas peque?as cosas, Penélope, y una canci?n que pone los pelos de punta, Pare, en la que un ni?o le avisa a su padre de que la guerra va a destruir el r?o, sobrecogieron, como de estreno, a toda esa ristra de generaciones que adoran al muchacho del Poble Sec.
El noi del Poble Sec cumplir? 79 a?os en diciembre, y lo har? en Barcelona, el espacio final de su gira, su sitio de nacimiento. ?Y después? Un apasionado de la grada del coso le grit? el miércoles: “?No te jubiles, Nano!” Atento a todos los gritos y a todos los suspiros, el hombre que termina con Sevilla un baile que dura también medio siglo y cientos de conciertos, dos por a?o a veces, Serrat le contest? mientras se arreglaba la guitarra:
- Yo no me jubilo. Simplemente me desplazo.
'De ahora en adelante', dijo también Serrat, para disipar la tentaci?n de la melancol?a que mov?a las velas de las gradas, 'todo lo que veremos es futuro'"
“De ahora en adelante”, dijo también, para disipar la tentaci?n de la melancol?a que mov?a las velas de las gradas, “todo lo que veremos es futuro”. De hecho, pase? en todos los momentos de su primera noche de su despedida sevillana una felicidad que es la marca de su gira, ese “me voy, pero me quedo” que hereda también de Miguel Hern?ndez.
Se aproxima el ochenta aniversario de la muerte, en la c?rcel de Alicante, del poeta de Orihuela, al que, como a Machado, como a Benedetti, le ha puesto m?sica Serrat. Cuando lo evoc? los pelos de punta que se quedan en el alma del que escucha las Nanas de la cebolla se resumieron en un aplauso que se parec?a a un manifiesto moral, espa?ol y universal, indignado.
Estaba en, dijo, “la catedral de la tauromaquia” despidiéndose “personalmente” de la Sevilla de Machado, cuya Saeta y cuyos Cantares fue lo que m?s ensay? ante una explanada aun vac?a en la que, en d?as de corrida, est? el silencio de los toros. Brome?: “Estoy debutando esta noche”. Se prepar? tanto este concierto que en alg?n momento todo lo que produc?a su garganta parec?a un susurro ayudado por las palabras de los poetas. Al final su voz se hizo susurro lastimado, porque en ese periodo en que la gente ya sab?a que él no s?lo es el cantante sino el hombre, evoc? a su amigo Joan Ollé, hombre del teatro, “que tanto ha ayudado a dise?ar estos conciertos”, muerto hace nada, como del rayo de la vida, podr?a decirse, en Barcelona.
Fue una noche, la inaugural a la que nos estamos refiriendo, en la que Serrat huy? no s?lo de la nostalgia sino de la tentaci?n de hacer recuento de sus admiraciones: cant? a los suyos, cant? lo suyo, fuese y qued? la plaza llena de calor y tiritando. Machado, naturalmente, fue un momento muy especial, que él tore? sin aspavientos. Se puso ante el micr?fono y convirti? su admiraci?n en verso cantado. Lo que m?s ensay?, la Saeta, son? como una tralla civil, un himno para salir a combatir por la vida, y Cantares se subi? al escenario con la misma voluntad: como si dijera: “escuchen la canci?n, yo no la voy a interrumpir”.
Antes del concierto hablamos, mientras le serv?an el almuerzo y le ped?an fotos y aut?grafos, de ese amor por Machado. Lo descubri? “en aquellos libros que publicaba Losada en Buenos Aires”. Ah? estaban precisamente, con Machado, Hern?ndez, Neruda, Maiakovski. Los conserva a?n, “con mucho cari?o”, estropeados… Cuando ya era el cantante que sigue siendo, en 1968, la casa discogr?fica de entonces le dej? ponerle m?sica al poeta del destierro. El éxito fue arrollador, de Machado y suyo: los libreros le agradecieron que multiplicara las ventas. ?l nunca quiso (ni con Machado ni con ning?n otro) promover a esos autores, “sino, simplemente, buscar poemas que fueran letras estupendas de canciones. Y, como en el caso de don Antonio, eso lo encontré en sus poemas”.
Era una época dif?cil para cantar a Machado. Se hab?an producido, recuerda Serrat, las manifestaciones de Baeza (donde fue maestro don Antonio) en honor del poeta muerto en Colliure en 1939, “fueron seriamente reprimidas y silenciadas”, as? que sacar en ese contexto un disco, en cuya portada s?lo estaba el poeta, no el cantante, era un desaf?o l?rico, y moral, de enorme magnitud. La presentaci?n que mejor recuerda de aquel hallazgo de su carrera es la que hubo en Madrid. La cuenta con pelos y se?ales.
"Me levanté, no dejé de cantar y la gente se vino arriba. Fue acojonante. Ese d?a terminé en la Ruber, pero aprend? algo muy importante: si las cosas de pronto van mal en el escenario, antes de que te retires entre bambalinas, arr?jate al suelo”
“Fue en el Colegio Mayor Carlos III de Madrid. En la primera parte canté canciones m?as y en la segunda parte las del disco de Machado. Ya s?lo con el relato de los ensayos que llevaron a ese disco podr?a hacer un libro sobre lo que era la m?sica popular de aquellos a?os. Ensayamos en un piso con varias habitaciones, en una estaba la guitarra, en otra estaba el bajo, en otra la bater?a…, y en otra estaba yo. El piso estaba en la Cuesta de San Vicente… En la primera parte del concierto hab?a muchos nervios, sali? fatal, pero en la segunda parte, que empezamos con Cantares, yo empecé a caminar por el escenario y el patio de butacas me deslumbr?, brillaba tanto que di un traspiés y me ca? al foso. Fue una ca?da bastante fuerte, pero yo no dejé de cantar. Lo curioso es que yo estaba agarrado al micr?fono como si estuviera agarrado a un salvavidas y segu?a cantando. Curiosamente la ca?da se produjo cuando cantaba precisamente ´golpe a golpe/ verso a verso`. Y ah? aterricé. Me levanté, no dejé de cantar y la gente se vino arriba. Fue acojonante. Ese d?a terminé en la Ruber, pero aprend? algo muy importante: si las cosas de pronto van mal en el escenario, antes de que te retires entre bambalinas, arr?jate al suelo”.
Ten?a que habérselo dicho a Joaqu?n Sabina [que tuvo una célebre ca?da cantando con él]. “Bueeeno, él se cay? de menos altura y se hizo mucho m?s da?o”.
Machado ser?a luego, en el ensayo, el protagonista mayor de los desvelos que marcaron sus preparativos. Su reiterado ensayo de la Saeta fue luego recompensado por la exactitud con que ofreci? su pieza, ante un p?blico que, quiz?, estos d?as la ha escuchado de su voz por ?ltima vez. A mi lado, escuch?ndolo, estaba Luis Garc?a Gil, joven autor de varios libros sobre cantantes, y quiz? hoy el que m?s sabe, después de Serrat, de Joan Manuel Serrat, cuyo libro Serrat y los poetas (Efe Eme) reposa en la mesa mientras hablamos.
Garc?a Gil escuch? esa canci?n con la misma unci?n con la que me hab?a contado antes, en Sierpes, la relaci?n de Serrat con ese poeta que el franquismo quiso m?s que muerto, desaparecido de la faz de las enciclopedias. Luis Garc?a Gil: “La de Sevilla con Serrat es una relaci?n machadiana, que arranca de la estirpe noventayochista que comparten y que en el cantante se manifiesta en el respeto a las dos lenguas en las que canta, el catal?n y el castellano. ?l ha dicho que cantar?a siempre en el idioma que le prohibieron, y Machado es un idioma universal para él, simboliza el espa?ol de todas partes”. En el propio concierto, después, compartir?a la emoci?n ante todas las descritas, pero algo lo empuj? m?s cuando el poeta que cantaba all? arriba arranc? la canci?n de cuna… “Canc? de Breçol es un exponente de su rebeld?a, el poeta top de la canci?n y de su tiempo”.
Sobre la m?sica machadiana le pregunté al poeta Juan José Téllez, machadiano y de Serrat (autor de Los amores sucios, y de Paco de Luc?a, el hijo de la portuguesa, sobre esa relaci?n del catal?n y el sevillano): “Manuel V?zquez Montalb?n nos ense?? que Serrat tuneaba a Quintero, Le?n y Quiroga, que eran novelas de tres minutos con planteamiento, nudo y desenlace… La Saeta cierra un c?rculo m?gico. Machado no canta al Jes?s del madero, sino al que anduvo en la mar. Serrat la reinterpreta y terminan tocando sus acordes las bandas de Semana Santa ante el Cristo del Madero”. Por ah? va también lo que me dijo Eva D?az, periodista, escritora sevillana: “Cantares y La Saeta forman parte de mi memoria personal. Las escuché cantadas por Serrat ya en la Logse, tras Franco, en el cassette que mis padres llevaban a la playa. Con los cascos paseaba por la ciudad machadiana. No tenemos casa de Machado, pero es muy f?cil reconocer el aire y la luz de los poemas de Machado. La reconocemos con esa banda sonora que es la m?sica de Serrat”.
Dice Eva que “La Saeta de Machado y la versi?n de Serrat va contra la idolatr?a barroca de la Semana Santa. No quiero cantar ni puedo a ese Jes?s del madero sino al que anduvo en la mar, es decir, al Jes?s vivo. Pero en Sevilla la Semana Santa se lo apropi? y fagocit? en una marcha de las que acompa?a a los crucificados. Lo contrario del esp?ritu del poema y de la canci?n”. M?s a?n, dice el periodista Paco Correal sobre relaci?n de Serrat con Machado y con la Sevilla a la que le cant?: “Machado naci? en el Patio de las Due?as donde viv?a una duquesa devota del Cristo de los Gitanos. El poeta, m?s devoto de Leonor que de Cayetana, m?s de Giner de los R?os que de Frascuelo, le dedic? un poema bell?simo a ese Cristo que Serrat convirti? en canci?n. En genial trasvase cultural, la m?sica de esa canci?n se adapt? a la marcha procesional que acompa?a a los Cristos y palios… Para gloria de Antonio Machado, ese ´letrista de Serrat` seg?n Benedetti, que hoy canta en el coso que vio a Belmonte y Joselito. Saeta al cuadrado, pura chicuelina”.
El resumen del valor que esa oraci?n laica hecha canci?n tiene para los sevillanos se signific? en el silencio con que se recogi? la voz de Serrat, en la preocupaci?n del cantante por ensayarla como ninguna otra de sus canciones y, finalmente, con el aplauso que era m?s un “quédate en Sevilla” que “gracias por todo”, un referéndum que proclama a Serrat como la voz de Machado en la tierra.
Fue una despedida alegre, le dijimos al cantante. Todas las despedidas son, también, un nudo en la garganta. Durante todo el concierto, como si eliminara un conjuro, ese nudo en la garganta, Serrat se desplaz? como un muchacho entre los amores de sus canciones y el testimonio de un tiempo que ha tenido claroscuros que también marcan una m?sica que combina Pare con Mediterr?neo o con aquella Canç? de Breçol (le gritaron, mientras la cantaba, “?Viva la madre que te pari?!”) en la que su madre y la vida se juntan en el poema que quiz? mejor representa a este ser humano que no se retira, se desplaza.
"?l me dio un consejo, como hermano m?o que es: 'Tito, cuando estés mal no lo expliques, porque los amigos se alegran y los enemigos se preocupan'”
Le pregunté a su amigo, y colaborador (autor de varios libros, le produjo a Serrat su disco Tarrés) Tito Mu?oz, qué recuerda m?s de este amigo que se va despidiendo de los escenarios: “?l me dio un consejo, como hermano m?o que es: ´Tito, cuando estés mal no lo expliques, porque los amigos se alegran y los enemigos se preocupan`”. Si es por sus conciertos, por lo que se puede suponer sobre la salud de quien est? en la frontera de los 79, y por lo que se mueve y por lo que se r?e, el hecho de que se vaya es tan solo el primer verso de una etapa nueva que se iniciar? el 1 de enero del a?o que viene.
Dijo en el almuerzo: “?C?mo voy a dejar de escribir!” C?mo va a dejar de conjugar la vida con el futuro. As? que se fue del concierto feliz. Fue un concierto feliz, le dijimos, y él hizo s? con la cabeza. Detr?s de él siguen vivas por lo menos cuatrocientas canciones y miles y miles de noches como estas que ahora convierte en regalos de despedida.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/serrat-retiro-posiciono-75288786)