الريــم
08-23-2022, 09:18 AM
Julio Llamazares. Quien toca sus libros toca a un hombre cuyo porvenir se escribi? desde que, a los trece a?os, en 1968, vio c?mo hund?an bajo un mar postizo, el embalse del Porma, en Le?n, la que hab?a sido su casa en Vegami?n. Consecuencia de aquel hundimiento de la tierra ha sido pr?cticamente toda su obra, que incluye la novela (La lluvia amarilla, Seix Barral) m?s impresionante entre las que ha escrito. Otras obras, como Retrato de ba?ista (Libros del Oeste), Distintas formas de mirar el agua (Alfaguara) o Escenas de cine mudo, que también public? Seix hace treinta a?os, reflejan esa inmersi?n personal en una historia humana que afect? a muchas personas a las que el agua o la vida desposeyeron de la tierra. Ese territorio hundido él lo revisit? en 1983, cuando provisionalmente se vaci? el embalse, para descubrir las huellas deshechas de lo que hab?an sido las calles, las puertas, los tejados, las respiraciones ahogadas de su infancia.
Aquel porvenir que se dibuj? en 1968 cuando él ya se hab?a ido de Vegami?n con sus padres, es este Julio Llamazares de hoy, que se sienta ante el periodista para explicar la ra?z de todo, aquella infancia despose?da y este presente en el que es uno de los escritores m?s reconocidos, en Espa?a y en el mundo, de su generaci?n.
Habitualmente se explica con largueza, pues es de naturaleza contador de historias, pero en esta ocasi?n habla con concisi?n, como lo hac?a, en la prosa y también en persona, uno de sus grandes maestros, Juan Rulfo, una de las voces literarias que han marcado la suya. Ante el periodista, pues, Julio Llamazares mira como si cada palabra la estuviera sacando desde debajo de un pantano cuyo origen le resulta inolvidable, porque es, exactamente, el tiempo de su infancia.
P. ?Qué postales le manda a usted ahora aquella infancia?
R. T? siempre preguntas eso, pero es que… yo m?s que de la infancia, hablar?a del ba?l de la memoria. Yo creo que hay dos tipos de escritores, los que escribimos desde la experiencia propia y los que intentan dejar a un lado esa experiencia, aunque no siempre lo consiguen, porque la memoria acaba por aflorar, e intentan escribir desde la imaginaci?n pura y dura. Pero como dice el portugués Antonio Lobo Antunes: ‘la imaginaci?n no es m?s que la memoria fermentada.’ Y yo digo que la literatura es como el carb?n: el carb?n se forma cuando los ?rboles mueren y se corrompen y pudren debajo de la tierra y pasan los siglos y los milenios y luego llegan los mineros y buscan el carb?n. Pues los escritores somos como los mineros: los recuerdos se pudren en la memoria, se convierten en carb?n y eso es lo que extraemos cuando escribimos. Yo a veces escucho a gente que dice que no sabe de qué escribir y eso me sorprende. Porque para escribir no hay m?s que recordar.
"Escribir es una forma de so?ar despiertos, como cuando ?bamos al cine. Por eso digo que los recuerdos nutren toda mi literatura, siempre parto de ellos"
P. ?C?mo era el primer mundo real que vio?
R. Pues como en los sue?os. Porque yo creo que también la memoria es una sucesi?n de im?genes, m?s que de relatos ordenados y enlazados unos con otros. Los recuerdos son escenas de cine mudo. Es como si la vida fuera una pel?cula que va transcurriendo y, con el paso del tiempo, de tanto pasarla se rompe y se borra y al final van quedando fragmentos. Pues eso pasa con los recuerdos: son fragmentos de la vida, inconexos, sueltos… y la coherencia se la ponemos nosotros. Escribir es una forma de so?ar despiertos, como cuando ?bamos al cine. Por eso digo que los recuerdos nutren toda mi literatura, siempre parto de ellos.
P. ?Y en qué momento ese sue?o se convierte en una pesadilla?
R. He tenido buenos sue?os y sue?os malos o turbios. Las pesadillas sol?an llegar cuando descubr?as la maldad o la muerte. Sobre todo la muerte porque, por desgracia, la viv? desde muy peque?o, cuando en mi pueblo minero de Le?n cada mes pr?cticamente se mataba alg?n minero. A partir de los seis o siete a?os yo entré en el cuerpo glorioso de los monaguillos de don Argimiro, el cura, con lo cual ten?a que asistir a los funerales, que eran impresionantes, sobre todo cuando mor?an tres o cuatro mineros en un accidente. Eso es algo que se te queda grabado para siempre. Porque a algunos de los muertos los hab?as conocido y porque en el funeral participaba pr?cticamente todo el pueblo, la fila hasta el cementerio a veces era de un kil?metro. Luego, adem?s, ve?as el drama de la familia, los ni?os que se quedaban huérfanos gritando por la ventana ‘pap?, no nos dejes solos.’ Por eso desde peque?o supe que la vida no era un camino de rosas.
"Yo vengo de un mundo que se acab?. Era un mundo campesino y minero que se convirti? en una especie de fantasmagor?a. Desde peque?o sab?as que eso ser?a as?, que te ten?as que ir para poder estudiar y prosperar"
P. ?Qué pérdidas le han dejado una huella m?s potente?
R. No lo sé. No lo he pensado. Seguramente las pérdidas de las personas. También la pérdida de algunos paisajes. A ver: yo vengo de un mundo que se acab?. Era un mundo campesino y minero que se convirti? en una especie de fantasmagor?a. Pero es que t? desde peque?o sab?as que eso ser?a as?, sab?as que te ten?as que ir de ah? para poder estudiar y prosperar y tal. Tus padres te lo dec?an: “vete de aqu?, no te quedes, t? estudia y vete de aqu?”. Yo miro hacia atr?s y todos los lugares en los que viv? se han convertido en Comalas, que dir?a Rulfo. Y eso yo creo que est? en todos mis libros, ?no?
P. ?Eso ten?a que ver con la animadversi?n de la gente hacia las autoridades?
R. Desde peque?o yo ve?a que hab?a una brecha entre el mundo minero y el mundo campesino. Los campesinos eran m?s pac?ficos, m?s conservadores o tradicionalistas, y el mundo minero era un aluvi?n radicalmente distinto. Las cuencas mineras eran una especie de far west y as? era percibido por el resto de la sociedad. Mi abuela le dec?a a mi madre cuando ?bamos a visitarla a su pueblo: “?qué tal con los mineros?”, como diciéndole ?qué tal con los apaches? Los mineros siempre han sido gente con conciencia de clase, sin propiedades, luchando por sus derechos… una cultura que fue perdiéndose con el paso de los a?os y que los hac?a diferentes. Pero recuerdo que cuando me vine a estudiar a Madrid me llam? la atenci?n descubrir que la gente no sab?a nada de los mineros y de c?mo viv?an. Pero bueno, dec?as: es que Madrid est? muy lejos. Pero es que en el mismo Le?n la gente no sab?a bien lo que eran las cuencas mineras y viv?an de ellas. Los pueblos mineros parec?an estar al margen del mundo y sin embargo fueron el motor econ?mico de Europa durante el siglo XX.
http://uc-4u.com/clip/8b6b7c39-bcb4-4c36-948c-625c1c642b36_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Llamazares en la serie documental de TVE 'Esta es mi tierra', en la que ejerc?a de gu?a en un cap?tulo sobre su tierra, Le?n (1999). | ARCHIVO
P. Esa met?fora del Oeste la tiene escrita en Escenas de cine mudo…*
R. Es que es curioso. Me llam? la atenci?n que V?ctor Erice, que lleg? a valorar llevar Escenas de cine mudo a la pantalla, me dijera que su cine preferido era el western y, en concreto, La diligencia, una pel?cula que resume el mundo: ah? est?n el aventurero, la puta, el médico, los que huyen o buscan algo y pasan por peligros. Eso es la vida.
P. Usted tuvo una relaci?n cercana con Juan Benet, escritor muy importante que adem?s fue el ingeniero de la presa que sepult? su pueblo. ?C?mo definir?a hoy aquel encuentro con Benet?
R. Primero: yo no fui consciente de lo que significaba haber nacido en un pueblo que estaba debajo del agua hasta que pasaron los a?os, cuando cerraron el embalse. Tardé en tomar conciencia de eso. Benet fue el autor de la presa del pantano y le marc? mucho porque fue la primera que dirigi? como ingeniero y durante cuya construcci?n escribi? su primera novela, Volver?s a Regi?n. A principios de los ochenta empez? a o?r hablar de que hab?a un escritor joven que ven?a de Vegami?n, que era yo, y quiso conocerme y, cuando nos presentaron, lo primero que me dijo, con toda su arrogancia, que era mucha, como t? bien sabes, fue: “?o sea, que t? eres escritor gracias a m??” Yo me le quedé mirando y le contesté: “?eres un gilipollas!” Pero no se lo tom? a mal, porque por su car?cter provocador deb?a de estar habituado a respuestas as? y porque creo que en el fondo me ten?a simpat?a. Es que Benet, cuando iba con su séquito de escritores que lo cortejaban, era uno, y cuando estaba solo era otro. Benet y yo sab?amos que ten?amos una historia en com?n, por la presa del Porma, él de un lado y yo del otro. Con el tiempo llegué a la conclusi?n de que s?, que en cierto modo yo era escritor gracias a él. Quiero decir: que yo no tuve un ambiente culto en el que formarme como escritor, pero s? un sentimiento de pérdida y de desarraigo, que es algo muy narrativo. Y la presa que construy? Benet est? en el origen de eso.
P. ?No tiene la sensaci?n de que nunca se ha ido de esa zona?
R. Nadie se va nunca de sus escenarios primitivos. Y no se trata de a?oranza. Se trata de que todos tenemos un paisaje materno, un paisaje en el cual aprendimos a ver el mundo. Luego conoces otros paisajes, pero siempre hay uno en el que te sientes m?s en armon?a. Recuerdo a un t?o m?o que se march? después de la guerra a Argentina y me dec?a cuando lo visité en Buenos Aires: "es curioso que yo siempre quise salir del pueblo y, a medida que pasa el tiempo, sue?o cada vez m?s con aquel pueblecito perdido". Es que es algo que nos acompa?a siempre, es nuestra primera memoria, lo que prevalece siempre. El paisaje inicial, la memoria y la lengua.
P. ?Se ha sentido por eso un forastero en todas partes?
R. Tampoco hago bandera de ello ni me lamento. Desde peque?o sé que soy de un sitio que ha desaparecido. Si yo me tuviera que definir a m? mismo lo har?a con las palabras de un personaje de Distintas formas de mirar el agua, que dice: ‘mi abuelo siempre fue un Ulises campesino y provinciano que lo ?nico que quer?a era volver a su ?taca natal, aunque sab?a que ésta ya no exist?a.’ Yo creo que la vida de todos es un viaje a ?taca, a nuestros primeros a?os, que son nuestra verdadera patria, como dec?a Saint John Perse. En ese sentido, todos somos Ulises.
P. Es interesante la relaci?n de su escritura, de la pérdida, del extra?amiento, con la de Juan Rulfo.
R. Hay elementos de la naturaleza y de la climatolog?a con los que ambos nos identificamos: él con el desierto y yo con la nieve. También est?n los localismos, la memoria personal imbricada en una memoria colectiva. Para m? la nieve es un elemento que forma parte de todo lo que escribo. Yo escribo sobre la nieve, vivo sobre la nieve y sé que todo lo que escribo se va a derretir como la nieve.
P. Viaj? a Extremadura cuando empez? la pandemia y de ah? surgi? La primavera extreme?a (Alfaguara), la experiencia de contar un territorio feliz en medio de un drama.
R. Me fui a Extremadura en la pandemia para refugiarme. Pero era un momento en que la gente recib?a mal a los forasteros porque pod?an ser portadores de la peste. De hecho, se dec?a que éramos los madrile?os quienes m?s propag?bamos la peste. La primavera extreme?a es el relato del paso de la primavera de la pandemia en unos campos maravillosos, el contraste de esa belleza ante el paso de la muerte. Hay un libro de Eugenio Tr?as que se llama Lo bello y lo siniestro y estoy de acuerdo en esa uni?n: para que haya algo bello tiene haber algo siniestro detr?s, porque si no es cursiler?a, y lo siniestro tiene que estar cubierto por la belleza porque de lo contrario es insoportable. Eso pasaba: era la estupenda primavera extreme?a que avanzaba ajena a la muerte de la pandemia.
P. Es curioso c?mo hace de un lugar determinado su propio territorio.
R. Julio Caro Baroja dec?a que en Europa se vivi? igual durante tres mil o cuatro mil a?os y que el gran cambio fue el paso de un mundo campesino y tradicional a un mundo industrial y urbano. Ese cambio, que se ha producido fundamentalmente en el siglo XX, es el que yo he vivido, como la mayor?a de los espa?oles. Por eso siempre he tenido la sensaci?n de haber nacido en un mundo y haber pasado a otro completamente distinto. Bueno, eso le ha pasado a la mayor parte de los espa?oles. Pero s?, esa es la base de mi literatura: cambiar de sitio y hacerlo tuyo. Simplemente para poder vivir mejor, dentro de lo que cabe.
"Me llama la atenci?n que cuando éramos m?s pobres y ten?amos m?s problemas (el terrorismo de ETA, etc) no hab?a la agresividad que hay hoy"
P. Pero usted se preocupa por todo el pa?s en el que vive.
R. Yo he vivido toda la vida en este pa?s y por eso me preocupo por él. Cuando escribo en prensa opino sobre él porque yo no soy un escritor al que le da lo mismo lo que le rodea. Yo tengo una conciencia social y me preocupa la vida de las dem?s personas, no s?lo la m?a. Por ejemplo: desde hace tiempo veo mucha agresividad en Espa?a, cualquier cosa es motivo de enfrentamiento. Eso es algo que me preocupa, porque para m? la vida tiene que ver con la tranquilidad y con el bienestar social. Me llama la atenci?n que cuando éramos m?s pobres y ten?amos m?s problemas (el terrorismo de ETA, etc.) no hab?a la agresividad que hay hoy. Por eso reflexiono a menudo sobre este tema, no sé si sirve para algo pero lo hago. Mira: desde el punto de vista material nunca se ha vivido en Espa?a como ahora, hablo en términos generales, claro, ya sé para que mucha gente no es as?. ?Entonces a qué se debe tanta agresividad? Porque curiosamente, adem?s, la agresividad la suelen protagonizar los que mejor viven, no los m?s pobres. No deja de ser misterioso.
http://uc-4u.com/clip/e704c163-9b32-44fc-b74b-ece432ad9598_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg La primavera extreme?a', sobre su confinamiento rural durante la pandemia, es el ?ltimo libro publicado por el escritor. | Alba Vigaray
P. En otras ocasione ha se?alado al periodismo como origen de esa trifulca.
R. He se?alado a determinado periodismo. Y a la pol?tica. Son dos cosas necesarias, ?eh?. El problema es cuando se prostituye el periodismo y cuando se prostituye la pol?tica, como cuando se prostituye la literatura, que también sucede. Muchos van a las tertulias diciendo que son periodistas y no, no son periodistas. Son agitadores pol?ticos, de un bando o de otro. No voy a decir nombres, pero muchos no son periodistas, son falsos animadores de la discusi?n social. Ahora todo mundo se cree periodista porque puede hacer llegar su opini?n a miles de personas a través de las redes sociales, pero no es as?, del mismo modo que no todos los que se dicen escritores lo son, aunque publiquen libros.
P. ?Tiene la sensaci?n de que el tiempo se muere como la tierra, como ha escrito en alguno de sus libros?
R. Hombre, claro. El tiempo se muere, como la tierra y como la nieve. Por eso escribir es como luchar contra el tiempo, intentar salvar algo del olvido. Ese es el objetivo de la literatura: dejar memoria de una época y que esa voz se pueda seguir escuchando muchos a?os después. T? ya no estar?s, pero lo que has dejado escrito seguir? ah? sonando.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/julio-llamazares-literatura-carbon-forma-14331410)
Aquel porvenir que se dibuj? en 1968 cuando él ya se hab?a ido de Vegami?n con sus padres, es este Julio Llamazares de hoy, que se sienta ante el periodista para explicar la ra?z de todo, aquella infancia despose?da y este presente en el que es uno de los escritores m?s reconocidos, en Espa?a y en el mundo, de su generaci?n.
Habitualmente se explica con largueza, pues es de naturaleza contador de historias, pero en esta ocasi?n habla con concisi?n, como lo hac?a, en la prosa y también en persona, uno de sus grandes maestros, Juan Rulfo, una de las voces literarias que han marcado la suya. Ante el periodista, pues, Julio Llamazares mira como si cada palabra la estuviera sacando desde debajo de un pantano cuyo origen le resulta inolvidable, porque es, exactamente, el tiempo de su infancia.
P. ?Qué postales le manda a usted ahora aquella infancia?
R. T? siempre preguntas eso, pero es que… yo m?s que de la infancia, hablar?a del ba?l de la memoria. Yo creo que hay dos tipos de escritores, los que escribimos desde la experiencia propia y los que intentan dejar a un lado esa experiencia, aunque no siempre lo consiguen, porque la memoria acaba por aflorar, e intentan escribir desde la imaginaci?n pura y dura. Pero como dice el portugués Antonio Lobo Antunes: ‘la imaginaci?n no es m?s que la memoria fermentada.’ Y yo digo que la literatura es como el carb?n: el carb?n se forma cuando los ?rboles mueren y se corrompen y pudren debajo de la tierra y pasan los siglos y los milenios y luego llegan los mineros y buscan el carb?n. Pues los escritores somos como los mineros: los recuerdos se pudren en la memoria, se convierten en carb?n y eso es lo que extraemos cuando escribimos. Yo a veces escucho a gente que dice que no sabe de qué escribir y eso me sorprende. Porque para escribir no hay m?s que recordar.
"Escribir es una forma de so?ar despiertos, como cuando ?bamos al cine. Por eso digo que los recuerdos nutren toda mi literatura, siempre parto de ellos"
P. ?C?mo era el primer mundo real que vio?
R. Pues como en los sue?os. Porque yo creo que también la memoria es una sucesi?n de im?genes, m?s que de relatos ordenados y enlazados unos con otros. Los recuerdos son escenas de cine mudo. Es como si la vida fuera una pel?cula que va transcurriendo y, con el paso del tiempo, de tanto pasarla se rompe y se borra y al final van quedando fragmentos. Pues eso pasa con los recuerdos: son fragmentos de la vida, inconexos, sueltos… y la coherencia se la ponemos nosotros. Escribir es una forma de so?ar despiertos, como cuando ?bamos al cine. Por eso digo que los recuerdos nutren toda mi literatura, siempre parto de ellos.
P. ?Y en qué momento ese sue?o se convierte en una pesadilla?
R. He tenido buenos sue?os y sue?os malos o turbios. Las pesadillas sol?an llegar cuando descubr?as la maldad o la muerte. Sobre todo la muerte porque, por desgracia, la viv? desde muy peque?o, cuando en mi pueblo minero de Le?n cada mes pr?cticamente se mataba alg?n minero. A partir de los seis o siete a?os yo entré en el cuerpo glorioso de los monaguillos de don Argimiro, el cura, con lo cual ten?a que asistir a los funerales, que eran impresionantes, sobre todo cuando mor?an tres o cuatro mineros en un accidente. Eso es algo que se te queda grabado para siempre. Porque a algunos de los muertos los hab?as conocido y porque en el funeral participaba pr?cticamente todo el pueblo, la fila hasta el cementerio a veces era de un kil?metro. Luego, adem?s, ve?as el drama de la familia, los ni?os que se quedaban huérfanos gritando por la ventana ‘pap?, no nos dejes solos.’ Por eso desde peque?o supe que la vida no era un camino de rosas.
"Yo vengo de un mundo que se acab?. Era un mundo campesino y minero que se convirti? en una especie de fantasmagor?a. Desde peque?o sab?as que eso ser?a as?, que te ten?as que ir para poder estudiar y prosperar"
P. ?Qué pérdidas le han dejado una huella m?s potente?
R. No lo sé. No lo he pensado. Seguramente las pérdidas de las personas. También la pérdida de algunos paisajes. A ver: yo vengo de un mundo que se acab?. Era un mundo campesino y minero que se convirti? en una especie de fantasmagor?a. Pero es que t? desde peque?o sab?as que eso ser?a as?, sab?as que te ten?as que ir de ah? para poder estudiar y prosperar y tal. Tus padres te lo dec?an: “vete de aqu?, no te quedes, t? estudia y vete de aqu?”. Yo miro hacia atr?s y todos los lugares en los que viv? se han convertido en Comalas, que dir?a Rulfo. Y eso yo creo que est? en todos mis libros, ?no?
P. ?Eso ten?a que ver con la animadversi?n de la gente hacia las autoridades?
R. Desde peque?o yo ve?a que hab?a una brecha entre el mundo minero y el mundo campesino. Los campesinos eran m?s pac?ficos, m?s conservadores o tradicionalistas, y el mundo minero era un aluvi?n radicalmente distinto. Las cuencas mineras eran una especie de far west y as? era percibido por el resto de la sociedad. Mi abuela le dec?a a mi madre cuando ?bamos a visitarla a su pueblo: “?qué tal con los mineros?”, como diciéndole ?qué tal con los apaches? Los mineros siempre han sido gente con conciencia de clase, sin propiedades, luchando por sus derechos… una cultura que fue perdiéndose con el paso de los a?os y que los hac?a diferentes. Pero recuerdo que cuando me vine a estudiar a Madrid me llam? la atenci?n descubrir que la gente no sab?a nada de los mineros y de c?mo viv?an. Pero bueno, dec?as: es que Madrid est? muy lejos. Pero es que en el mismo Le?n la gente no sab?a bien lo que eran las cuencas mineras y viv?an de ellas. Los pueblos mineros parec?an estar al margen del mundo y sin embargo fueron el motor econ?mico de Europa durante el siglo XX.
http://uc-4u.com/clip/8b6b7c39-bcb4-4c36-948c-625c1c642b36_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Llamazares en la serie documental de TVE 'Esta es mi tierra', en la que ejerc?a de gu?a en un cap?tulo sobre su tierra, Le?n (1999). | ARCHIVO
P. Esa met?fora del Oeste la tiene escrita en Escenas de cine mudo…*
R. Es que es curioso. Me llam? la atenci?n que V?ctor Erice, que lleg? a valorar llevar Escenas de cine mudo a la pantalla, me dijera que su cine preferido era el western y, en concreto, La diligencia, una pel?cula que resume el mundo: ah? est?n el aventurero, la puta, el médico, los que huyen o buscan algo y pasan por peligros. Eso es la vida.
P. Usted tuvo una relaci?n cercana con Juan Benet, escritor muy importante que adem?s fue el ingeniero de la presa que sepult? su pueblo. ?C?mo definir?a hoy aquel encuentro con Benet?
R. Primero: yo no fui consciente de lo que significaba haber nacido en un pueblo que estaba debajo del agua hasta que pasaron los a?os, cuando cerraron el embalse. Tardé en tomar conciencia de eso. Benet fue el autor de la presa del pantano y le marc? mucho porque fue la primera que dirigi? como ingeniero y durante cuya construcci?n escribi? su primera novela, Volver?s a Regi?n. A principios de los ochenta empez? a o?r hablar de que hab?a un escritor joven que ven?a de Vegami?n, que era yo, y quiso conocerme y, cuando nos presentaron, lo primero que me dijo, con toda su arrogancia, que era mucha, como t? bien sabes, fue: “?o sea, que t? eres escritor gracias a m??” Yo me le quedé mirando y le contesté: “?eres un gilipollas!” Pero no se lo tom? a mal, porque por su car?cter provocador deb?a de estar habituado a respuestas as? y porque creo que en el fondo me ten?a simpat?a. Es que Benet, cuando iba con su séquito de escritores que lo cortejaban, era uno, y cuando estaba solo era otro. Benet y yo sab?amos que ten?amos una historia en com?n, por la presa del Porma, él de un lado y yo del otro. Con el tiempo llegué a la conclusi?n de que s?, que en cierto modo yo era escritor gracias a él. Quiero decir: que yo no tuve un ambiente culto en el que formarme como escritor, pero s? un sentimiento de pérdida y de desarraigo, que es algo muy narrativo. Y la presa que construy? Benet est? en el origen de eso.
P. ?No tiene la sensaci?n de que nunca se ha ido de esa zona?
R. Nadie se va nunca de sus escenarios primitivos. Y no se trata de a?oranza. Se trata de que todos tenemos un paisaje materno, un paisaje en el cual aprendimos a ver el mundo. Luego conoces otros paisajes, pero siempre hay uno en el que te sientes m?s en armon?a. Recuerdo a un t?o m?o que se march? después de la guerra a Argentina y me dec?a cuando lo visité en Buenos Aires: "es curioso que yo siempre quise salir del pueblo y, a medida que pasa el tiempo, sue?o cada vez m?s con aquel pueblecito perdido". Es que es algo que nos acompa?a siempre, es nuestra primera memoria, lo que prevalece siempre. El paisaje inicial, la memoria y la lengua.
P. ?Se ha sentido por eso un forastero en todas partes?
R. Tampoco hago bandera de ello ni me lamento. Desde peque?o sé que soy de un sitio que ha desaparecido. Si yo me tuviera que definir a m? mismo lo har?a con las palabras de un personaje de Distintas formas de mirar el agua, que dice: ‘mi abuelo siempre fue un Ulises campesino y provinciano que lo ?nico que quer?a era volver a su ?taca natal, aunque sab?a que ésta ya no exist?a.’ Yo creo que la vida de todos es un viaje a ?taca, a nuestros primeros a?os, que son nuestra verdadera patria, como dec?a Saint John Perse. En ese sentido, todos somos Ulises.
P. Es interesante la relaci?n de su escritura, de la pérdida, del extra?amiento, con la de Juan Rulfo.
R. Hay elementos de la naturaleza y de la climatolog?a con los que ambos nos identificamos: él con el desierto y yo con la nieve. También est?n los localismos, la memoria personal imbricada en una memoria colectiva. Para m? la nieve es un elemento que forma parte de todo lo que escribo. Yo escribo sobre la nieve, vivo sobre la nieve y sé que todo lo que escribo se va a derretir como la nieve.
P. Viaj? a Extremadura cuando empez? la pandemia y de ah? surgi? La primavera extreme?a (Alfaguara), la experiencia de contar un territorio feliz en medio de un drama.
R. Me fui a Extremadura en la pandemia para refugiarme. Pero era un momento en que la gente recib?a mal a los forasteros porque pod?an ser portadores de la peste. De hecho, se dec?a que éramos los madrile?os quienes m?s propag?bamos la peste. La primavera extreme?a es el relato del paso de la primavera de la pandemia en unos campos maravillosos, el contraste de esa belleza ante el paso de la muerte. Hay un libro de Eugenio Tr?as que se llama Lo bello y lo siniestro y estoy de acuerdo en esa uni?n: para que haya algo bello tiene haber algo siniestro detr?s, porque si no es cursiler?a, y lo siniestro tiene que estar cubierto por la belleza porque de lo contrario es insoportable. Eso pasaba: era la estupenda primavera extreme?a que avanzaba ajena a la muerte de la pandemia.
P. Es curioso c?mo hace de un lugar determinado su propio territorio.
R. Julio Caro Baroja dec?a que en Europa se vivi? igual durante tres mil o cuatro mil a?os y que el gran cambio fue el paso de un mundo campesino y tradicional a un mundo industrial y urbano. Ese cambio, que se ha producido fundamentalmente en el siglo XX, es el que yo he vivido, como la mayor?a de los espa?oles. Por eso siempre he tenido la sensaci?n de haber nacido en un mundo y haber pasado a otro completamente distinto. Bueno, eso le ha pasado a la mayor parte de los espa?oles. Pero s?, esa es la base de mi literatura: cambiar de sitio y hacerlo tuyo. Simplemente para poder vivir mejor, dentro de lo que cabe.
"Me llama la atenci?n que cuando éramos m?s pobres y ten?amos m?s problemas (el terrorismo de ETA, etc) no hab?a la agresividad que hay hoy"
P. Pero usted se preocupa por todo el pa?s en el que vive.
R. Yo he vivido toda la vida en este pa?s y por eso me preocupo por él. Cuando escribo en prensa opino sobre él porque yo no soy un escritor al que le da lo mismo lo que le rodea. Yo tengo una conciencia social y me preocupa la vida de las dem?s personas, no s?lo la m?a. Por ejemplo: desde hace tiempo veo mucha agresividad en Espa?a, cualquier cosa es motivo de enfrentamiento. Eso es algo que me preocupa, porque para m? la vida tiene que ver con la tranquilidad y con el bienestar social. Me llama la atenci?n que cuando éramos m?s pobres y ten?amos m?s problemas (el terrorismo de ETA, etc.) no hab?a la agresividad que hay hoy. Por eso reflexiono a menudo sobre este tema, no sé si sirve para algo pero lo hago. Mira: desde el punto de vista material nunca se ha vivido en Espa?a como ahora, hablo en términos generales, claro, ya sé para que mucha gente no es as?. ?Entonces a qué se debe tanta agresividad? Porque curiosamente, adem?s, la agresividad la suelen protagonizar los que mejor viven, no los m?s pobres. No deja de ser misterioso.
http://uc-4u.com/clip/e704c163-9b32-44fc-b74b-ece432ad9598_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg La primavera extreme?a', sobre su confinamiento rural durante la pandemia, es el ?ltimo libro publicado por el escritor. | Alba Vigaray
P. En otras ocasione ha se?alado al periodismo como origen de esa trifulca.
R. He se?alado a determinado periodismo. Y a la pol?tica. Son dos cosas necesarias, ?eh?. El problema es cuando se prostituye el periodismo y cuando se prostituye la pol?tica, como cuando se prostituye la literatura, que también sucede. Muchos van a las tertulias diciendo que son periodistas y no, no son periodistas. Son agitadores pol?ticos, de un bando o de otro. No voy a decir nombres, pero muchos no son periodistas, son falsos animadores de la discusi?n social. Ahora todo mundo se cree periodista porque puede hacer llegar su opini?n a miles de personas a través de las redes sociales, pero no es as?, del mismo modo que no todos los que se dicen escritores lo son, aunque publiquen libros.
P. ?Tiene la sensaci?n de que el tiempo se muere como la tierra, como ha escrito en alguno de sus libros?
R. Hombre, claro. El tiempo se muere, como la tierra y como la nieve. Por eso escribir es como luchar contra el tiempo, intentar salvar algo del olvido. Ese es el objetivo de la literatura: dejar memoria de una época y que esa voz se pueda seguir escuchando muchos a?os después. T? ya no estar?s, pero lo que has dejado escrito seguir? ah? sonando.
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