الريــم
08-09-2022, 09:18 AM
Es una mujer sabia de 41 a?os. Escribi? un libro, El infinito en un junco (Siruela), que desde que apareci? en 2020 salt? a las listas de éxito. Est? traducido en medio mundo, la ha convertido en la conferenciante y la columnista m?s requerida de la lengua espa?ola, ha ganado premios que ya deben abarcar m?s espacio que su mesa de comer (el ?ltimo, el Antonio Sancha que dan los editores de Madrid) y sigue siendo igual que aquella que, hace dos a?os, recib?a al periodista como si no lo mereciera. "Si quieres, yo voy a Madrid para que me entrevistes". Sigue siendo la misma, y as? est?, en la cumbre de una fama que se debe a su modo de escribir y a su forma de pensar, a una impresionante excursi?n personal por la historia de la literatura, de los libros y de las personas, de la antigüedad o presentes, convocadas por ella con la fuerza de un sabio o de un demiurgo.
Es una mujer admirable, una sabia. Escribi? ese libro (y tiene otros) en medio de las dificultades que han tenido ella y su marido, Enrique Mora, cineasta, para cuidar la infancia de su hijo nacido con una enfermedad delicada. De su esfuerzo com?n hablan s?lo si se les pregunta, pero no cabe duda de que esa convivencia con la pasi?n de cuidar les ha dado a los dos el car?cter de héroe tranquilos de nuestro tiempo.
Irene Vallejo es la que ahora sonr?e ante el periodista cuando éste le pregunta por su propia infancia en Zaragoza, donde sigue viviendo. Sonr?e porque hay en su interior, seguramente, la misma seguridad e igual pasi?n que cuando, quit?ndole importancia a la noche, escribi? esta obra que asombra al arte contempor?neo y de la que le dijo al periodista el griego Theodor Kallifatides, que la conoci? en los premios C?lamo de Zaragoza cuando ella aun no era tan conocida como él: "Irene ha creado un libro magistral, con imaginaci?n, ingenio y audaces saltos en el tiempo, desde el faro de Alejandr?a hasta la peque?a isla de Ingmar Bergman en el mar B?ltico. Es una aventura para leer y una alegr?a burbujeante".
A Irene Vallejo, vestida de verano, sus ojos de asombro y vela, le decimos unos versos de un gran poeta alem?n, Michael Krüger, que marca esta serie de entrevistas: "A veces la infancia me env?a una tarjeta postal. ?Te acuerdas?"... A partir de ah? casi no fue necesario preguntarle m?s.
P. ?Qué postales le manda la infancia a usted?
R. En El infinito en un junco ya he hablado de eso. Ah? est?n quiz? las dos principales postales: mi madre cont?ndome cuentos antes de dormir. Creo que ah? empez? todo: la oralidad antes de la escritura, antes de que los libros fueran acogedores para m?. Porque cuando no sabemos leer, los libros son un misterio. Mi madre dice que yo hojeaba revistas y sent?a curiosidad por esas hileras de insectos, que eran las letras para m?. Todav?a hoy cierro los ojos y veo la habitaci?n, la cama, mi madre sentada a mi lado… Mi madre era una gran narradora y cada cierto tiempo fing?a, dec?a que le picaba la garganta y que no pod?a seguir. El otro recuerdo de la infancia es el del acoso escolar. Es la gran impronta que ha quedado ah?. A mis ocho a?os no ten?a las herramientas para pensar y contarme lo que estaba sucediendo, quiz? porque me impon?an el silencio. Todos los ni?os dec?an que no se pod?a contar lo que suced?a en el recreo. Yo me sent?a muy sola, no sab?a por qué los dem?s me rechazaban, pero sent?a su violencia. Ah? me enfrenté a un dilema: cambiar para ser aceptada o seguir siendo quien era.
P. ?Qué consecuencia tuvo eso para usted?
R. Pues… la terquedad de no renunciar a mi curiosidad, a mis ganas de aprender, a mi impulso creativo. Eso mis compa?eros de clase se lo tomaban como si yo quisiera sobresalir por encima de ellos. Pero para m? simplemente era la expresi?n de una curiosidad especial. Entonces, tuve esa terquedad de salir adelante a pesar de todos. Y luego, otra consecuencia: volverme una persona reacia al conflicto, siempre dispuesta a dar un paso atr?s, conciliar, evitar que una peque?a fricci?n desencadene violencia. Por eso soy una persona muy cauta.
http://www.uc-4u.com/clip/ff062c4a-5870-4a4b-b140-67b8caf2e43d_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg La escritora Irene Vallejo en Madrid. | ALBA VIGARAY
P. Aparte de su car?cter, ?qué la defendi? m?s de las consecuencias de ese acoso?
R. Mi familia, mi casa, los afectos fuertes, y la literatura. Porque cuando yo le?a libros como La historia interminable, de Michael Ende, que era la historia de un ni?o perseguido, yo me reconoc?a en esas p?ginas. Momo también me marc?. También empecé a leer a Conrad o a Dickens. Sent?a que esos autores me entend?an mejor que mis compa?eros de curso. Y gracias a eso tuve la esperanza de que alg?n d?a encontrar?a personas m?s afines a m?. Adem?s, la literatura tiene la capacidad de nombrar lo que a veces no somos capaces de decirnos a la cara y ah? yo fui encontrando claves de la vida, por as? decirlo.
P. Descubri? muy pronto la maldad.
R. S?, s?. Bueno, no sé si lo llamar?a maldad. Era una incomprensi?n muy fuerte. En aquel momento no entend?a por qué era tan diferente, mi familia también era diferente, mis padres se divorciaron y eso no era com?n en las familias de mis compa?eros. Entonces, me sent?a muy distinta. O me hac?an sentir muy distinta. Pero yo no fui la ?nica en sufrir acoso. Me daba cuenta de que otros también lo sufr?an, s?lo por ser diferentes: gordos, flacos, con gafas…
P. Lo que ha escrito es como una forma de reivindicar a aquella ni?a, ?no?
R. S?, s?. Reivindicar a aquella ni?a que en aquel momento no pidi? ayuda y acept? las formas del grupo, pero que al final encontr? el camino para sus inquietudes y as? resquebrajar el silencio.
P. Su abuelo dec?a: "el bien no se nota".
R. S?. Y fue interesante comprobarlo. En la vida te encuentras con muchas personas afectuosas, pero basta encontrarte con una violenta para que esa te marque. La confrontaci?n atrae todos los focos y olvidamos todo lo otro. Entonces, esa frase de mi abuelo me impresion? mucho. ?l era un cuidador nato, con nosotros y hasta con los ?rboles.
"En el momento en el que lo escrib? pude seguir adelante. Lo hice cuando tuve que asimilar lo que le hab?a pasado a nuestro hijo. Sin este libro tal vez no lo habr?a conseguido"
P. Este libro, 'El infinito en un junco', ?constituye también un alivio?
R. S?. En el momento en el que lo escrib? pude seguir adelante. Lo hice cuando tuve que asimilar lo que le hab?a pasado a nuestro hijo. Sin este libro tal vez no lo habr?a conseguido o no lo hubiera conseguido con el coraje que me dieron las palabras.
P. Pero este libro no lo hubiera escrito alguien que no hubiera estado predispuesta a escuchar la historia.
R. Fue como una estrategia de protecci?n. Una terapia. Necesitaba estar segura de que al menos una parte de mi vida no era invadida por la vida de mi hijo, o por los dramas de otros padres con los que convives. La pena te ahoga y yo necesitaba unas horas al d?a para encontrarme con la literatura. Pero ni siquiera ten?a la seguridad de que iba a acabar el libro o de que se publicase. Lo importante era ver c?mo iba evolucionando.
P. Seguramente eso ha repercutido en los lectores.
R. Muchos me han dicho que se sumergieron en el libro en circunstancias muy parecidas a las que yo viv?a cuando lo escrib?. Influy? la pandemia, claro, que fue cuando el libro se public?, y muchos se pusieron a leer para no ahogarse en la angustia de no poder estar al lado de sus familiares enfermos, porque los hospitales no dejaban acompa?ar al que hab?a ingresado por Covid. Fue un azar totalmente inesperado: mi angustia fue la angustia que rode? a muchos de los que lo leyeron.
P. También daba la sensaci?n de que el padre, el ni?o y usted estaban juntos mientras lo escrib?a.
R. Est?bamos juntos, claro que s?. Y para m? escribir era una forma de mantenerme fuerte. Y mi familia, al organizarse para que yo pudiera escribir, estaba sosteniéndome a m?. Eso me permit?a respirar hondo y soltarme a escribir.
http://www.uc-4u.com/clip/798db86f-8fb5-4cb4-b060-8f69ab8ac6ff_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Irene Vallejo firma el libro de honor del Ayuntamiento de Barcelona el d?a del Preg?n de la Lectura de Sant Jordi 2021. | ?LVARO MONGE
P. ?C?mo ha conservado la alegr?a?
R. Yo dir?a que en medio de ese momento tan terrible para nosotros fue clave descubrir que la comunidad no nos dejaba solos. Porque en un pa?s como Estados Unidos no podr?amos haber asumido el tratamiento tan duro y costoso como el que necesit? nuestro hijo. Nosotros sent?amos la certeza de que viv?amos en un pa?s donde la comunidad nos estaba salvando. Y eso era muy esperanzador.
P. Pronto tendr? otro lector: su propio hijo.
R. S?. Por ahora contin?o la tradici?n familiar de leerle por las noches. Y ahora que lo vivo desde el otro lado, siento que es uno de los momentos m?s bonitos del d?a. Porque siento que mi hijo es m?s libre para hablar en ese momento, como que no tiene la presi?n que puede llegar a tener a lo largo del d?a para expresarse. Con un cuento no siente ninguna presi?n. O esa sensaci?n me da.
P. Después del acoso infantil entr? a conocer a los adultos. ?C?mo vio a esa sociedad que habla alto?
R. En realidad siempre fui una ni?a que ten?a mucha relaci?n con los adultos. Como hija ?nica y con problemas en el colegio, no ten?a otra opci?n. Mis propios padres me involucraban en sus vidas. También exploraba el mundo adulto a través de los libros. Lo ?nico es que el acoso deja una serie de secuelas y te fuerza a reconstruirte de arriba abajo. Pero siempre hay el temor de que los desconocidos no te van a acoger bien.
"No pensé que yo estuviera llamada a llegar a este lugar en el que me encuentro. Por mis or?genes socioecon?micos, por ser mujer, por haber tenido un ni?o con tantos problemas de salud… parec?a que todo conspiraba para que no"
P. Usted se ha ganado a muchos desconocidos. Y en varios idiomas. Y como persona también has sido bien acogida, ?no?
R. Esa es una enorme responsabilidad. Pero también siento mucha gratitud. No pensé que yo estuviera llamada a llegar a este lugar en el que me encuentro ahora. Por mis or?genes socioecon?micos, por ser mujer, por haber tenido un ni?o con tantos problemas de salud… parec?a que todo conspiraba para que no y, sin embargo, he llegado m?s lejos de lo que me imaginé. Estoy asombrada, en serio.
P. Hace m?s de un a?o me dijo que ten?a miedo de que las consecuencias de la pandemia fueran duelo y olvido. ?Ya estamos en esa situaci?n?
R. Ha habido aspectos prometedores en la gente, pero creo que el duelo no se ha resuelto bien. Es que todas las despedidas pendientes de los seres queridos han dejado heridas interiores. Y el olvido… el olvido es la tentaci?n de seguir adelante y pensar que todo esto no ha pasado, pero hace falta reflexionar. Pero para eso necesitamos tiempo. Y trabajamos tanto… Por ejemplo, el que trabaja en casa no desconecta. A m? misma me sucede, eh. Yo quisiera leer m?s de lo que escribo. Pero…
P. ?Qué le preocupa ahora?
R. Me preocupan muchas derivas de los acontecimientos, la sucesi?n de crisis econ?micas y el efecto que est?n tendiendo sobre muchas vidas. Primero una crisis econ?mica, luego una pandemia, ahora otra crisis econ?mica. La precariedad ya es insoportable, la ira y la angustia que provocan, también. Eso me preocupa.
P. Vivi? rodeada de ense?anzas por parte de sus padres.
R. S?, s?. Porque mis padres tuvieron una infancia dif?cil, con muchas privaciones, y eso nunca lo olvidaron y se esforzaron en transmit?rmelo para que me diera cuenta de que hay mucha gente que lo ha pasado o lo est? pasando mal.
P. Y ahora usted va por los institutos ense?ando esos aprendizajes.
R. S?, s?. Pero sin proponérmelo, eh. Surgi? y… qué bien. Yo s?lo cuento lo que me parece ?til para la vida y la importancia de leer.
P. ?Qué exige para usted la palabra leer, a la que tanta importancia ha dado?
R. Tiendo a pensar m?s en lo que da que en lo que exige. Porque para m? es algo que me ha transformado la vida. Yo hubiera sido otra persona sin la lectura. Probablemente me habr?a costado mucho m?s reconciliarme conmigo misma. Tal vez la lectura exige calma, creatividad… A m? me gusta destacar que el lector es creador, es como si crease las atmosferas de los libros en sus cabezas, los rostros de los personajes, la conexi?n con sus propios recuerdos. Por eso leer también requiere valent?a, en ese sentido. Me gusta pensar que la lectura también fortalece la democracia, para descubrir la diversidad de ideas y de personas y para convivir y para elegir cosas. Frente a todos los profetas del fin de los libros, yo soy optimista. Las nuevas tecnolog?as se construyen sobre la palabra y yo no creo que los libros estén en peligro, las propias im?genes siguen necesitando el anclaje de las palabras. En las redes se escribe mucho y se lee mucho. Adem?s, en las filas de firmas de las ferias veo a muchos j?venes y eso me ilusiona. Pienso que hay que celebrar que haya lectores y que muchos de ellos sean j?venes. Por eso me emocioné en Colombia. En Medell?n, por ejemplo, me entusiasmé con la cantidad de bibliotecas que hay. Eso quiere decir que, después de una etapa de violencia, est?n reconstruyendo el tejido social con la cultura. Claro, porque si no hay bandas musicales, talleres de escritura, grupos de lectura… los chicos pueden irse por mal camino. La cultura salva, lo vi ah?, en un entorno tan dif?cil, y eso me ha llenado de esperanza. Si Medell?n ha cambiado su imagen al exterior ha sido gracias a la cultura. Y verlo es maravilloso. La gente que trabaja en esas estructuras culturales muchas veces corre peligro, pero puede m?s la meta que persiguen. Saben que vale la pena correr el riesgo. Casi lo llamar?a hero?smo. Un hero?smo cotidiano, casi an?nimo. Pero a m? me gusta hablar de ellos, sacarlos a la superficie. Que se les reconozca su labor. Quienes escribimos también podemos hacer algo ah?. Dicen que en las redes sociales atrae el conflicto, el insulto, pero yo creo que lo podemos cambiar. Con cultura, con el buen uso de la palabra, en vez de dejarnos llevar por la violencia. Podemos crear zonas seguras para reunirnos en armon?a.*
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/irene-vallejo-acoso-escolar-volvio-14248475)
Es una mujer admirable, una sabia. Escribi? ese libro (y tiene otros) en medio de las dificultades que han tenido ella y su marido, Enrique Mora, cineasta, para cuidar la infancia de su hijo nacido con una enfermedad delicada. De su esfuerzo com?n hablan s?lo si se les pregunta, pero no cabe duda de que esa convivencia con la pasi?n de cuidar les ha dado a los dos el car?cter de héroe tranquilos de nuestro tiempo.
Irene Vallejo es la que ahora sonr?e ante el periodista cuando éste le pregunta por su propia infancia en Zaragoza, donde sigue viviendo. Sonr?e porque hay en su interior, seguramente, la misma seguridad e igual pasi?n que cuando, quit?ndole importancia a la noche, escribi? esta obra que asombra al arte contempor?neo y de la que le dijo al periodista el griego Theodor Kallifatides, que la conoci? en los premios C?lamo de Zaragoza cuando ella aun no era tan conocida como él: "Irene ha creado un libro magistral, con imaginaci?n, ingenio y audaces saltos en el tiempo, desde el faro de Alejandr?a hasta la peque?a isla de Ingmar Bergman en el mar B?ltico. Es una aventura para leer y una alegr?a burbujeante".
A Irene Vallejo, vestida de verano, sus ojos de asombro y vela, le decimos unos versos de un gran poeta alem?n, Michael Krüger, que marca esta serie de entrevistas: "A veces la infancia me env?a una tarjeta postal. ?Te acuerdas?"... A partir de ah? casi no fue necesario preguntarle m?s.
P. ?Qué postales le manda la infancia a usted?
R. En El infinito en un junco ya he hablado de eso. Ah? est?n quiz? las dos principales postales: mi madre cont?ndome cuentos antes de dormir. Creo que ah? empez? todo: la oralidad antes de la escritura, antes de que los libros fueran acogedores para m?. Porque cuando no sabemos leer, los libros son un misterio. Mi madre dice que yo hojeaba revistas y sent?a curiosidad por esas hileras de insectos, que eran las letras para m?. Todav?a hoy cierro los ojos y veo la habitaci?n, la cama, mi madre sentada a mi lado… Mi madre era una gran narradora y cada cierto tiempo fing?a, dec?a que le picaba la garganta y que no pod?a seguir. El otro recuerdo de la infancia es el del acoso escolar. Es la gran impronta que ha quedado ah?. A mis ocho a?os no ten?a las herramientas para pensar y contarme lo que estaba sucediendo, quiz? porque me impon?an el silencio. Todos los ni?os dec?an que no se pod?a contar lo que suced?a en el recreo. Yo me sent?a muy sola, no sab?a por qué los dem?s me rechazaban, pero sent?a su violencia. Ah? me enfrenté a un dilema: cambiar para ser aceptada o seguir siendo quien era.
P. ?Qué consecuencia tuvo eso para usted?
R. Pues… la terquedad de no renunciar a mi curiosidad, a mis ganas de aprender, a mi impulso creativo. Eso mis compa?eros de clase se lo tomaban como si yo quisiera sobresalir por encima de ellos. Pero para m? simplemente era la expresi?n de una curiosidad especial. Entonces, tuve esa terquedad de salir adelante a pesar de todos. Y luego, otra consecuencia: volverme una persona reacia al conflicto, siempre dispuesta a dar un paso atr?s, conciliar, evitar que una peque?a fricci?n desencadene violencia. Por eso soy una persona muy cauta.
http://www.uc-4u.com/clip/ff062c4a-5870-4a4b-b140-67b8caf2e43d_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg La escritora Irene Vallejo en Madrid. | ALBA VIGARAY
P. Aparte de su car?cter, ?qué la defendi? m?s de las consecuencias de ese acoso?
R. Mi familia, mi casa, los afectos fuertes, y la literatura. Porque cuando yo le?a libros como La historia interminable, de Michael Ende, que era la historia de un ni?o perseguido, yo me reconoc?a en esas p?ginas. Momo también me marc?. También empecé a leer a Conrad o a Dickens. Sent?a que esos autores me entend?an mejor que mis compa?eros de curso. Y gracias a eso tuve la esperanza de que alg?n d?a encontrar?a personas m?s afines a m?. Adem?s, la literatura tiene la capacidad de nombrar lo que a veces no somos capaces de decirnos a la cara y ah? yo fui encontrando claves de la vida, por as? decirlo.
P. Descubri? muy pronto la maldad.
R. S?, s?. Bueno, no sé si lo llamar?a maldad. Era una incomprensi?n muy fuerte. En aquel momento no entend?a por qué era tan diferente, mi familia también era diferente, mis padres se divorciaron y eso no era com?n en las familias de mis compa?eros. Entonces, me sent?a muy distinta. O me hac?an sentir muy distinta. Pero yo no fui la ?nica en sufrir acoso. Me daba cuenta de que otros también lo sufr?an, s?lo por ser diferentes: gordos, flacos, con gafas…
P. Lo que ha escrito es como una forma de reivindicar a aquella ni?a, ?no?
R. S?, s?. Reivindicar a aquella ni?a que en aquel momento no pidi? ayuda y acept? las formas del grupo, pero que al final encontr? el camino para sus inquietudes y as? resquebrajar el silencio.
P. Su abuelo dec?a: "el bien no se nota".
R. S?. Y fue interesante comprobarlo. En la vida te encuentras con muchas personas afectuosas, pero basta encontrarte con una violenta para que esa te marque. La confrontaci?n atrae todos los focos y olvidamos todo lo otro. Entonces, esa frase de mi abuelo me impresion? mucho. ?l era un cuidador nato, con nosotros y hasta con los ?rboles.
"En el momento en el que lo escrib? pude seguir adelante. Lo hice cuando tuve que asimilar lo que le hab?a pasado a nuestro hijo. Sin este libro tal vez no lo habr?a conseguido"
P. Este libro, 'El infinito en un junco', ?constituye también un alivio?
R. S?. En el momento en el que lo escrib? pude seguir adelante. Lo hice cuando tuve que asimilar lo que le hab?a pasado a nuestro hijo. Sin este libro tal vez no lo habr?a conseguido o no lo hubiera conseguido con el coraje que me dieron las palabras.
P. Pero este libro no lo hubiera escrito alguien que no hubiera estado predispuesta a escuchar la historia.
R. Fue como una estrategia de protecci?n. Una terapia. Necesitaba estar segura de que al menos una parte de mi vida no era invadida por la vida de mi hijo, o por los dramas de otros padres con los que convives. La pena te ahoga y yo necesitaba unas horas al d?a para encontrarme con la literatura. Pero ni siquiera ten?a la seguridad de que iba a acabar el libro o de que se publicase. Lo importante era ver c?mo iba evolucionando.
P. Seguramente eso ha repercutido en los lectores.
R. Muchos me han dicho que se sumergieron en el libro en circunstancias muy parecidas a las que yo viv?a cuando lo escrib?. Influy? la pandemia, claro, que fue cuando el libro se public?, y muchos se pusieron a leer para no ahogarse en la angustia de no poder estar al lado de sus familiares enfermos, porque los hospitales no dejaban acompa?ar al que hab?a ingresado por Covid. Fue un azar totalmente inesperado: mi angustia fue la angustia que rode? a muchos de los que lo leyeron.
P. También daba la sensaci?n de que el padre, el ni?o y usted estaban juntos mientras lo escrib?a.
R. Est?bamos juntos, claro que s?. Y para m? escribir era una forma de mantenerme fuerte. Y mi familia, al organizarse para que yo pudiera escribir, estaba sosteniéndome a m?. Eso me permit?a respirar hondo y soltarme a escribir.
http://www.uc-4u.com/clip/798db86f-8fb5-4cb4-b060-8f69ab8ac6ff_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Irene Vallejo firma el libro de honor del Ayuntamiento de Barcelona el d?a del Preg?n de la Lectura de Sant Jordi 2021. | ?LVARO MONGE
P. ?C?mo ha conservado la alegr?a?
R. Yo dir?a que en medio de ese momento tan terrible para nosotros fue clave descubrir que la comunidad no nos dejaba solos. Porque en un pa?s como Estados Unidos no podr?amos haber asumido el tratamiento tan duro y costoso como el que necesit? nuestro hijo. Nosotros sent?amos la certeza de que viv?amos en un pa?s donde la comunidad nos estaba salvando. Y eso era muy esperanzador.
P. Pronto tendr? otro lector: su propio hijo.
R. S?. Por ahora contin?o la tradici?n familiar de leerle por las noches. Y ahora que lo vivo desde el otro lado, siento que es uno de los momentos m?s bonitos del d?a. Porque siento que mi hijo es m?s libre para hablar en ese momento, como que no tiene la presi?n que puede llegar a tener a lo largo del d?a para expresarse. Con un cuento no siente ninguna presi?n. O esa sensaci?n me da.
P. Después del acoso infantil entr? a conocer a los adultos. ?C?mo vio a esa sociedad que habla alto?
R. En realidad siempre fui una ni?a que ten?a mucha relaci?n con los adultos. Como hija ?nica y con problemas en el colegio, no ten?a otra opci?n. Mis propios padres me involucraban en sus vidas. También exploraba el mundo adulto a través de los libros. Lo ?nico es que el acoso deja una serie de secuelas y te fuerza a reconstruirte de arriba abajo. Pero siempre hay el temor de que los desconocidos no te van a acoger bien.
"No pensé que yo estuviera llamada a llegar a este lugar en el que me encuentro. Por mis or?genes socioecon?micos, por ser mujer, por haber tenido un ni?o con tantos problemas de salud… parec?a que todo conspiraba para que no"
P. Usted se ha ganado a muchos desconocidos. Y en varios idiomas. Y como persona también has sido bien acogida, ?no?
R. Esa es una enorme responsabilidad. Pero también siento mucha gratitud. No pensé que yo estuviera llamada a llegar a este lugar en el que me encuentro ahora. Por mis or?genes socioecon?micos, por ser mujer, por haber tenido un ni?o con tantos problemas de salud… parec?a que todo conspiraba para que no y, sin embargo, he llegado m?s lejos de lo que me imaginé. Estoy asombrada, en serio.
P. Hace m?s de un a?o me dijo que ten?a miedo de que las consecuencias de la pandemia fueran duelo y olvido. ?Ya estamos en esa situaci?n?
R. Ha habido aspectos prometedores en la gente, pero creo que el duelo no se ha resuelto bien. Es que todas las despedidas pendientes de los seres queridos han dejado heridas interiores. Y el olvido… el olvido es la tentaci?n de seguir adelante y pensar que todo esto no ha pasado, pero hace falta reflexionar. Pero para eso necesitamos tiempo. Y trabajamos tanto… Por ejemplo, el que trabaja en casa no desconecta. A m? misma me sucede, eh. Yo quisiera leer m?s de lo que escribo. Pero…
P. ?Qué le preocupa ahora?
R. Me preocupan muchas derivas de los acontecimientos, la sucesi?n de crisis econ?micas y el efecto que est?n tendiendo sobre muchas vidas. Primero una crisis econ?mica, luego una pandemia, ahora otra crisis econ?mica. La precariedad ya es insoportable, la ira y la angustia que provocan, también. Eso me preocupa.
P. Vivi? rodeada de ense?anzas por parte de sus padres.
R. S?, s?. Porque mis padres tuvieron una infancia dif?cil, con muchas privaciones, y eso nunca lo olvidaron y se esforzaron en transmit?rmelo para que me diera cuenta de que hay mucha gente que lo ha pasado o lo est? pasando mal.
P. Y ahora usted va por los institutos ense?ando esos aprendizajes.
R. S?, s?. Pero sin proponérmelo, eh. Surgi? y… qué bien. Yo s?lo cuento lo que me parece ?til para la vida y la importancia de leer.
P. ?Qué exige para usted la palabra leer, a la que tanta importancia ha dado?
R. Tiendo a pensar m?s en lo que da que en lo que exige. Porque para m? es algo que me ha transformado la vida. Yo hubiera sido otra persona sin la lectura. Probablemente me habr?a costado mucho m?s reconciliarme conmigo misma. Tal vez la lectura exige calma, creatividad… A m? me gusta destacar que el lector es creador, es como si crease las atmosferas de los libros en sus cabezas, los rostros de los personajes, la conexi?n con sus propios recuerdos. Por eso leer también requiere valent?a, en ese sentido. Me gusta pensar que la lectura también fortalece la democracia, para descubrir la diversidad de ideas y de personas y para convivir y para elegir cosas. Frente a todos los profetas del fin de los libros, yo soy optimista. Las nuevas tecnolog?as se construyen sobre la palabra y yo no creo que los libros estén en peligro, las propias im?genes siguen necesitando el anclaje de las palabras. En las redes se escribe mucho y se lee mucho. Adem?s, en las filas de firmas de las ferias veo a muchos j?venes y eso me ilusiona. Pienso que hay que celebrar que haya lectores y que muchos de ellos sean j?venes. Por eso me emocioné en Colombia. En Medell?n, por ejemplo, me entusiasmé con la cantidad de bibliotecas que hay. Eso quiere decir que, después de una etapa de violencia, est?n reconstruyendo el tejido social con la cultura. Claro, porque si no hay bandas musicales, talleres de escritura, grupos de lectura… los chicos pueden irse por mal camino. La cultura salva, lo vi ah?, en un entorno tan dif?cil, y eso me ha llenado de esperanza. Si Medell?n ha cambiado su imagen al exterior ha sido gracias a la cultura. Y verlo es maravilloso. La gente que trabaja en esas estructuras culturales muchas veces corre peligro, pero puede m?s la meta que persiguen. Saben que vale la pena correr el riesgo. Casi lo llamar?a hero?smo. Un hero?smo cotidiano, casi an?nimo. Pero a m? me gusta hablar de ellos, sacarlos a la superficie. Que se les reconozca su labor. Quienes escribimos también podemos hacer algo ah?. Dicen que en las redes sociales atrae el conflicto, el insulto, pero yo creo que lo podemos cambiar. Con cultura, con el buen uso de la palabra, en vez de dejarnos llevar por la violencia. Podemos crear zonas seguras para reunirnos en armon?a.*
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/irene-vallejo-acoso-escolar-volvio-14248475)