الريــم
07-28-2022, 12:45 AM
Los pueblos prehist?ricos de Europa beb?an leche miles de a?os antes de desarrollar la adaptaci?n genética que permite a los adultos digerir la lactosa, una caracter?stica que evolucion? no para que pudieran tomar m?s l?cteos, sino que estar?a relacionada con las hambrunas y las enfermedades infecciosas.
Un estudio que publica Nature encabezado por la Universidad de Bristol y el University College de Londres (Reino Unido), con participaci?n espa?ola, ha trazado un mapa de los patrones de consumo de leche en los ?ltimos 9.000 a?os.
Para ello han analizado residuos de grasa animal en fragmentos de cer?mica de 554 yacimientos arqueol?gicos, entre ellos el Portal?n de Cueva Mayor en Atapuerca (Burgos), y han hecho an?lisis de ADN de individuos antiguos y modernos para entender c?mo surgi? y evolucion? la tolerancia.
Los humanos beb?an ya leche en el Neol?tico, si bien su consumo vari? por regiones y épocas, aunque casi todos los adultos eran intolerantes a su az?car, la lactosa.
Los mam?feros en su infancia pueden digerir la lactosa usando una enzima llamada lactasa, pero al hacerse adultos la mayor?a dejan de producirla, sin embargo, una mutaci?n en el ADN permite la persistencia de la lactasa.
El an?lisis de datos de ADN de individuos prehist?ricos euroasi?ticos a lo largo del tiempo se?ala que ese rasgo genético no fue com?n hasta alrededor del a?o 1.000 a.C. Eso son casi 4.000 a?os después de que se detectara por primera vez, hacia el 4.700-4.600 a.C.
La persistencia de la lactasa era un rasgo genético ausente en el Neol?tico y Caol?tico, que se extendi? durante la edad de Bronce, haciéndose cada vez m?s com?n hasta la actualidad.
“Es sorprendente que, a pesar de haber domesticado cabras, ovejas, vacas o camellos desde hac?a tanto tiempo y consumir leche y sus derivados, la adaptaci?n genética no se fijara hasta varios milenios después y de manera muy r?pida”, dice a Efe José Miguel Carretero, del Laboratorio de Evoluci?n Humana de la Universidad de Burgos y firmante del estudio.
Los cambios genéticos que favorecieron la persistencia de la lactasa son una de las adaptaciones genéticas m?s influyentes y que m?s r?pidamente se han desarrollado en las poblaciones humanas en los ?ltimos 10.000 a?os, escriben los investigadores.
Hasta ahora, se supon?a que la tolerancia a la lactosa surgi? porque permit?a consumir m?s leche y l?cteos, pero esta nueva investigaci?n dibuja una historia diferente.
Las hambrunas y la exposici?n a los pat?genos zoon?ticos son los factores que “mejor explican” la evoluci?n de la tolerancia a la lactosa, pues la modelizaci?n de los datos genéticos y arqueol?gicos no mostr? una relaci?n fuerte entre tomar leche y el aumento de la persistencia de la lactasa.
Adem?s analizaron datos de europeos actuales tomados del Biobanco del Reino Unido para ver la relaci?n entre consumo de leche y salud, se?ala Carretero.
El resultado fue que su consumo “no aporta ventajas” en personas tolerantes a la lactosa frente a las otras, explica el antrop?logo y miembro del proyecto Atapuerca, por eso ten?a que haber “otras razones que hicieran a los individuos lactasa-persistentes m?s comunes”.
El consumo de leche en Europa estuvo muy extendido durante al menos 9.000 a?os y las personas sanas, incluso los intolerantes, pod?an tomarla sin demasiados problemas, aunque en estos puede ocasionar calambres, flatulencias o diarrea.
Sin embargo, en situaciones de hambruna, cuando una cosecha fallaba o disminu?a el ganado disponible, el consumo de leche cruda o poco fermentada era m?s obligado, indica Carretero.
En esos momentos los no tolerantes estaban en desventaja, pues si est?s malnutrido, debilitado, y -destaca- “adem?s tienes diarrea por tomar mucha leche cruda, entonces tienes problemas que ponen en peligro tu vida”.
Algo similar ocurrir?a en épocas de pandemia, que “requieren de densidades de poblaci?n elevadas para que el pat?geno prolifere”. A partir del Neol?tico empezaron a formarse los grandes n?cleos de poblaci?n, donde adem?s se compart?a el espacio con animales domésticos.
As?, en época de hambrunas, epidemias infecciosas o ambas, el elevado consumo de leche cruda, casi por obligaci?n, habr?a hecho que los no tolerantes a la lactosa tuvieran m?s probabilidad de morir antes o durante sus a?os reproductivos, lo que har?a aumentar la frecuencia poblacional del gen de la persistencia de la lactasa hasta los niveles actuales.
El equipo encabezado por Mark Thomas del University College de Londres introdujo en un nuevo método estad?stico indicadores de hambrunas pasadas y de exposici?n a pat?genos, y los resultados apoyaron esa teor?a.
Para profundizar en la coevoluci?n de la ganader?a lechera y la persistencia de la lactasa, el equipo dirigido por Richard Evershed, de la Universidad de Bristol, cre? un mapa exhaustivo del consumo prehist?rico de leche, analizando residuos de grasa animal de 13.181 fragmentos de cer?mica.
La investigadora de la Universidad de Burgos Marta Francés, que particip? en los an?lisis, explica que identificaron los l?pidos que generalmente se conservan en el interior de las cer?micas, los cuales se buscan a través de procesos qu?micos.
Los m?s “sencillos” de identificar son de origen animal terrestre y, en general, se puede saber a qué grupos de animales pertenecen, por ejemplo rumiantes o no rumiantes, aunque -precis?- no se pueden separar por especies.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/humanos-prehistoricos-consumian-leche-digerirla-14178629)
Un estudio que publica Nature encabezado por la Universidad de Bristol y el University College de Londres (Reino Unido), con participaci?n espa?ola, ha trazado un mapa de los patrones de consumo de leche en los ?ltimos 9.000 a?os.
Para ello han analizado residuos de grasa animal en fragmentos de cer?mica de 554 yacimientos arqueol?gicos, entre ellos el Portal?n de Cueva Mayor en Atapuerca (Burgos), y han hecho an?lisis de ADN de individuos antiguos y modernos para entender c?mo surgi? y evolucion? la tolerancia.
Los humanos beb?an ya leche en el Neol?tico, si bien su consumo vari? por regiones y épocas, aunque casi todos los adultos eran intolerantes a su az?car, la lactosa.
Los mam?feros en su infancia pueden digerir la lactosa usando una enzima llamada lactasa, pero al hacerse adultos la mayor?a dejan de producirla, sin embargo, una mutaci?n en el ADN permite la persistencia de la lactasa.
El an?lisis de datos de ADN de individuos prehist?ricos euroasi?ticos a lo largo del tiempo se?ala que ese rasgo genético no fue com?n hasta alrededor del a?o 1.000 a.C. Eso son casi 4.000 a?os después de que se detectara por primera vez, hacia el 4.700-4.600 a.C.
La persistencia de la lactasa era un rasgo genético ausente en el Neol?tico y Caol?tico, que se extendi? durante la edad de Bronce, haciéndose cada vez m?s com?n hasta la actualidad.
“Es sorprendente que, a pesar de haber domesticado cabras, ovejas, vacas o camellos desde hac?a tanto tiempo y consumir leche y sus derivados, la adaptaci?n genética no se fijara hasta varios milenios después y de manera muy r?pida”, dice a Efe José Miguel Carretero, del Laboratorio de Evoluci?n Humana de la Universidad de Burgos y firmante del estudio.
Los cambios genéticos que favorecieron la persistencia de la lactasa son una de las adaptaciones genéticas m?s influyentes y que m?s r?pidamente se han desarrollado en las poblaciones humanas en los ?ltimos 10.000 a?os, escriben los investigadores.
Hasta ahora, se supon?a que la tolerancia a la lactosa surgi? porque permit?a consumir m?s leche y l?cteos, pero esta nueva investigaci?n dibuja una historia diferente.
Las hambrunas y la exposici?n a los pat?genos zoon?ticos son los factores que “mejor explican” la evoluci?n de la tolerancia a la lactosa, pues la modelizaci?n de los datos genéticos y arqueol?gicos no mostr? una relaci?n fuerte entre tomar leche y el aumento de la persistencia de la lactasa.
Adem?s analizaron datos de europeos actuales tomados del Biobanco del Reino Unido para ver la relaci?n entre consumo de leche y salud, se?ala Carretero.
El resultado fue que su consumo “no aporta ventajas” en personas tolerantes a la lactosa frente a las otras, explica el antrop?logo y miembro del proyecto Atapuerca, por eso ten?a que haber “otras razones que hicieran a los individuos lactasa-persistentes m?s comunes”.
El consumo de leche en Europa estuvo muy extendido durante al menos 9.000 a?os y las personas sanas, incluso los intolerantes, pod?an tomarla sin demasiados problemas, aunque en estos puede ocasionar calambres, flatulencias o diarrea.
Sin embargo, en situaciones de hambruna, cuando una cosecha fallaba o disminu?a el ganado disponible, el consumo de leche cruda o poco fermentada era m?s obligado, indica Carretero.
En esos momentos los no tolerantes estaban en desventaja, pues si est?s malnutrido, debilitado, y -destaca- “adem?s tienes diarrea por tomar mucha leche cruda, entonces tienes problemas que ponen en peligro tu vida”.
Algo similar ocurrir?a en épocas de pandemia, que “requieren de densidades de poblaci?n elevadas para que el pat?geno prolifere”. A partir del Neol?tico empezaron a formarse los grandes n?cleos de poblaci?n, donde adem?s se compart?a el espacio con animales domésticos.
As?, en época de hambrunas, epidemias infecciosas o ambas, el elevado consumo de leche cruda, casi por obligaci?n, habr?a hecho que los no tolerantes a la lactosa tuvieran m?s probabilidad de morir antes o durante sus a?os reproductivos, lo que har?a aumentar la frecuencia poblacional del gen de la persistencia de la lactasa hasta los niveles actuales.
El equipo encabezado por Mark Thomas del University College de Londres introdujo en un nuevo método estad?stico indicadores de hambrunas pasadas y de exposici?n a pat?genos, y los resultados apoyaron esa teor?a.
Para profundizar en la coevoluci?n de la ganader?a lechera y la persistencia de la lactasa, el equipo dirigido por Richard Evershed, de la Universidad de Bristol, cre? un mapa exhaustivo del consumo prehist?rico de leche, analizando residuos de grasa animal de 13.181 fragmentos de cer?mica.
La investigadora de la Universidad de Burgos Marta Francés, que particip? en los an?lisis, explica que identificaron los l?pidos que generalmente se conservan en el interior de las cer?micas, los cuales se buscan a través de procesos qu?micos.
Los m?s “sencillos” de identificar son de origen animal terrestre y, en general, se puede saber a qué grupos de animales pertenecen, por ejemplo rumiantes o no rumiantes, aunque -precis?- no se pueden separar por especies.
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