الريــم
03-17-2024, 06:21 PM
Francesc Torralba Rosell? (Barcelona, 1967) es doctor en Filosof?a, en Teolog?a, en Pedagog?a y en Historia, Arqueolog?a y Artes Cristianas, y catedr?tico en la Universitat Ramon Llull. Alterna la actividad docente con el oficio de escribir y divulgar su pensamiento. Autor de varios libros, especialista en Kierkegaard, dirige c?tedras y revistas y ha recibido numerosos premios y reconocimientos. Uno de sus hijos, Oriol, de 26 a?os, perdi? la vida en Asturias el pasado 14 de agosto: se despe?? cuando ambos realizaban una traves?a de monta?a por los Picos de Europa.
No hay nada m?s doloroso que perder un hijo.
Ha pasado un tiempo y eso ayuda a asumir la dimensi?n de la tragedia, pero es una ausencia muy presente, valga la paradoja, en nuestra vida cotidiana. El tiempo, aunque no lo cura todo, ayuda a situar y a digerir emocionalmente un impacto de este calibre. El trabajo, la amistad, la fe ayudan a seguir con tus proyectos, tu vida cotidiana y tus relaciones. Pero queda un vac?o imposible de llenar. Cada ser humano es ?nico.
?Ayuda hablar de ello?
Verbalizar, expresar, mostrar, ayuda y es necesario. Desde el llanto hasta el grito, el suspiro, la escritura, el canto… Hay distintos lenguajes que pueden ayudar a liberar esta pena. Me dedico desde hace m?s de 30 a?os a escribir y la escritura de los hechos y del proceso emocional me ayuda much?simo.
?Qué estaban haciendo el d?a del accidente?
La "ruta especial de verano". Veraneamos en un pueblo en la monta?a oriental leonesa, Morgovejo, y hacemos muchas salidas; en bicicleta, a pie, trotando por los montes… La "excursi?n reina" la hab?a planificado él. Ten?a 30 kil?metros. Sal?amos de Ca?n, sub?amos hasta Horcada de Ca?n y el refugio del Urriellu y, en lugar de bajar de Bulnes hasta la ruta del Cares, volv?amos a subir, casi hasta Ca?n, y cruz?bamos un puente que nos llevaba a la ruta del Cares, para volver a Ca?n.
?C?mo fue la traves?a?
Salimos de casa en torno a las seis de la ma?ana. Un d?a de sol espléndido. Hac?amos las subidas con bastones, y las bajadas, trotando. ?bamos con mochilas de agua, barritas, frutos secos… Bajando hacia Ca?n perdemos la senda. Est? muy poco transitada y los hitos desaparecen. Su GPS deja de funcionar, porque no hay conexi?n, lo cual genera incertidumbre. ?l busca por d?nde podemos salir. Estaba inquieto porque se sent?a responsable, porque hab?a dise?ado la ruta. Yo le acompa?aba. Traté de tranquilizarle.
?Qué ocurri? después?
Encontramos un riachuelo, pensamos que desembocar?a en el Cares y lo seguimos. Ten?a mucha verticalidad. Hab?a zonas de cascada donde era imposible bajar. ?bamos rode?ndolo y siguiéndolo con dificultad. La piedra resbalaba mucho. ?l se adelant? un momento en una especie de giro a la izquierda, muy cerca de la ruta. El Cares estaba a unos 80 o 100 metros. Se o?a el agua y se ve?a a la gente pasar por la ruta. O? un estruendo. Sin grito. Pensé que hab?a ca?do una piedra o un tronco. Cuando fui en esa direcci?n, ya no le vi. Se lo trag? la monta?a. Cay? hasta el r?o.
Quedé estupefacto, gritando su nombre para ver si pod?a o?rme, en un tronco de un ?rbol, sostenido entre el cielo y la tierra
?Qué hizo usted?
Quedé estupefacto, gritando su nombre para ver si pod?a o?rme. Intenté descender, pero era muy vertical y quedé en un tronco de un ?rbol, sostenido entre el cielo y la tierra. No pod?a ir ni arriba ni abajo. Afortunadamente, delante de m? pasaban muchas personas. Ped? socorro y me auxiliaron. No hab?a cobertura y una persona, muy amablemente, fue hasta Ca?n y dio parte a los Bomberos, que llegaron en torno a una hora larga y me rescataron con un cable desde el helic?ptero. Me dejaron en Ca?n, en una explanada muy amplia. Luego fueron a por el cuerpo de mi hijo.
?Sab?a que hab?a muerto?
Todav?a no ten?a la certidumbre. Imaginaba lo peor, pero no que ya le hab?a perdido. La atenci?n que recib? fue extraordinaria. Gratitud infinita a los Bomberos y a la Guardia Civil por el trato, la agilidad y la profesionalidad con que manejaron la situaci?n.
Rescataron el cuerpo de su hijo…
Al cabo de bastantes horas lograron hacerse con el cuerpo y trasladarlo hasta la explanada de Ca?n, donde yo esperaba con otras personas, desconocidos que quisieron acompa?arme y hacerme m?s llevadera la situaci?n. Lleg? colgado de una bolsa, casi adosada al helic?ptero. En aquel momento vi claro el peor de los escenarios. Después la bombera-médico me dijo que hab?a sido un impacto fuerte, que le hab?a causado la muerte casi directamente.
?Se ha sentido culpable o responsable?
Suele suceder. Sin embargo, él fue el protagonista de toda la decisi?n, de toda la ruta, de todo el itinerario y disfrut? enormemente; dijo en varias ocasiones, "qué d?a, qué disfrute, qué instante de plenitud estamos viviendo…". No he experimentado la culpa. S? indignaci?n, impotencia, desaz?n; en algunos momentos desesperaci?n. Estoy en la fase de la aceptaci?n y de la gratitud, que no aparece en manuales de duelo.
?Gratitud hacia quién?
Gratitud a él, a poderlo haber compartido esos a?os, muy pocos, 26, y a todo lo que nos ha dado y hemos vivido con él. Esos recuerdos hacen que esa presencia no se difumine totalmente. Esta experiencia te hace ser mucho m?s sensible y emp?tico. Nos podemos hacer mejores personas, mucho m?s humildes, mucho m?s magn?nimas, mucho m?s compasivas, mucho m?s atentas. Sobre todo, permite discernir lo que es fundamental. Hay aprendizajes que hacer de una experiencia as?.
?Qué tipo de aprendizajes?
La incertidumbre est? ah? siempre, la muerte puede asomarse en cualquier momento. Eso te hace valorar mucho m?s el tiempo de que dispones, porque es un bien muy preciado y muy ef?mero. Ahora estamos, ma?ana no estamos. ?Qué haces con ese tiempo que tienes por delante? ?con quién vas?, ?qué lees?, ?a d?nde vas?… Te liberas de muchas tareas que quiz?s hac?as por cortes?a y dices, ?por qué? Si en 4 d?as ya no estamos ni t? ni yo, ?por qué tengo que gestionar mi tiempo de esta manera?
Image ID:
99596733
Francesc Torralba Rosell?.
Cedida
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La psiquiatra Elizabeth Kubler-Ross establece cinco fases del duelo: negaci?n, ira, negociaci?n, depresi?n y aceptaci?n. ?Ha pasado usted por las cinco?
No. He le?do mucho a Kubler-Ross, la explic? en clase, estuvo en Barcelona y tuve ocasi?n de escucharla. En mi caso no ha habido negaci?n, ni ira, ni rabia, ni indignaci?n. Tampoco intenté negociar con nada ni con nadie. Experimenté estupefacci?n, perplejidad. Y una tristeza infinita. No creo que se pueda superar nunca la muerte de un ser querido, por eso me gusta hablar de asumir, porque significa digerirlo e integrarlo en la propia vida. No s?lo muere un ser humano, sino que t? cambias.
?En qué sentido?
Hay un salto cualitativo en tu forma de ver las cosas, de enfocar los proyectos, de discernir tu futuro. Relativizas much?simas cosas a las que antes dabas relevancia. Todo pasa a un segundo orden. Luego viene la aceptaci?n: estoy de acuerdo con eso.
?Cu?ntas veces ha recordado aquel d?a?
Muchas. A diario. Para m? el trabajo es una forma de evasi?n. Hay otras. Hay quienes, para olvidar, entran en procesos de adicci?n, lo cual tiene consecuencias mucho m?s negativas. Pero no juzgo. Hay que enfrentarse al proceso de duelo. En un momento u otro aparece. Cuando uno est? en una clase, en una tesis, en una conferencia, en un programa de radio, la mente est? focalizada en otro punto. El problema est? en los tiempos vac?os: el desplazamiento al trabajo, cuando sales a correr…
Vuelve el recuerdo…
S?. El pensamiento viene a diario. M?s en los lugares donde compartimos vivencias, donde comimos un bocadillo, donde subimos un pico, donde pinchamos una rueda. Su presencia es muy tangible. Recuerdas el d?a, la circunstancia y sobre todo, los momentos mejores. Cuando llegamos al collado, a Bulnes... Los momentos m?s bellos de su ?ltimo d?a en el mundo.
Sigue creyendo en Dios.
Estudié Teolog?a, hice el doctorado y ense?o en la Facultad hace m?s de 20 a?os. Si algo pude comprender en ese tiempo es que Dios es un enigma, algo que no podemos concebir, ni comprender, ni prever, ni programar, ni explicar en categor?as humanas. Entiendo que en un proceso de este tipo uno se sienta olvidado o traicionado por Dios. O que experimente con gran crudeza el silencio de Dios, porque se ha producido un fen?meno inmerecido. Es una experiencia que pueden tener miles de padres, madres, hermanos...
Mi hijo no estar? nunca m?s aqu?, pero creo en un reencuentro final, en una dimensi?n desconocida
?Usted no?
No. No concibo a Dios como un lampista que viene a arreglar nuestras malas decisiones; me parece una mala salida. Mi hijo no estar? nunca m?s aqu?, pero creo en un reencuentro final, en una dimensi?n desconocida, en la que podremos reconocernos unos a otros. La fe es una fuente de esperanza. El "nunca m?s" es una idea en la que uno se ahoga. Creo en Dios y creo que este reencuentro puede tener lugar, no por las fuerzas humanas, sino por la potencia infinita de Dios. No he sentido necesidad de negar a Dios o de enfrentarme a ?l. En la vida suceden situaciones muy bellas y nobles, y situaciones desgraciadas, algunas de las cuales tienen como causa nuestras decisiones, nuestra ignorancia o nuestro error a la hora de calcular y programar.
La fe ayuda.
No cabe duda. La Palabra de Dios es una fuente de esperanza. Pero la ausencia y la pena siguen estando ah?. Soy consciente de los l?mites que tiene mi fe. No tengo argumentos para convencer a alguien que vive en la desesperaci?n de que hay razones para esperar ese encuentro final. La fe es una apuesta, una confianza, pero no una demostraci?n racional.
Acabamos de vivir el vigésimo aniversario del 11M.
La frase que m?s me han repetido mis amigos durante estos meses es que no hay palabras. No se puede frivolizar el sufrimiento del otro. En el caso del 11M no hay un error, ni hay ca?da, sino un acto intencional cuyo fin es matar indiscriminadamente. Es l?gico que haya indignaci?n, rabia, ira, y que esa ira se convierta en resentimiento y en rencor. No experimento eso porque a m? no me han matado mi hijo. Mi hijo cay? por una monta?a, por una decisi?n equivocada, quiz? porque resbal?. Hay que evitar palabras que, aunque tengan buena intenci?n, no calman, ni curan, ni ayudan a cicatrizar la herida.
?Qué hay que hacer?
Estar al lado del afligido y convertirnos en recept?culos para que evoque y exprese su dolor, para que vuelque toda su rabia, su impotencia, sus gritos, su amargura. Que todo salga por los poros de la piel. Hay que llorar juntos, compartir ese sufrimiento. Me ayuda la lectura de la Biblia, la de algunos poetas, la m?sica, salir a correr… Cada uno tendr? su estrategia. Hay quien canta, quien hace yoga, quien hace meditaci?n, quien escribe… Yo libero sufrimiento a través de la escritura.
?Ha vuelto a Asturias?
No. Volveremos en Semana Santa. Por Navidades no fuimos, porque ten?amos un viaje programado. Vamos a ir ahora y a enfrentarnos a escenarios donde ha habido dolor y donde vamos a evocar de nuevo su presencia. Ir al pueblo, donde era una persona muy amada, con much?sima vida social y amigos, ser? un impacto, como también las monta?as y las referencias a las excursiones que hicimos.
?Ha vuelto a la monta?a?
S?, pero no all?. No lo dejamos. Seguimos haciendo rutas porque nos gusta, las disfrutamos, evocamos su recuerdo.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sucesos/hombre-muerte-hijo-accidente-picos-europa-99597104)
No hay nada m?s doloroso que perder un hijo.
Ha pasado un tiempo y eso ayuda a asumir la dimensi?n de la tragedia, pero es una ausencia muy presente, valga la paradoja, en nuestra vida cotidiana. El tiempo, aunque no lo cura todo, ayuda a situar y a digerir emocionalmente un impacto de este calibre. El trabajo, la amistad, la fe ayudan a seguir con tus proyectos, tu vida cotidiana y tus relaciones. Pero queda un vac?o imposible de llenar. Cada ser humano es ?nico.
?Ayuda hablar de ello?
Verbalizar, expresar, mostrar, ayuda y es necesario. Desde el llanto hasta el grito, el suspiro, la escritura, el canto… Hay distintos lenguajes que pueden ayudar a liberar esta pena. Me dedico desde hace m?s de 30 a?os a escribir y la escritura de los hechos y del proceso emocional me ayuda much?simo.
?Qué estaban haciendo el d?a del accidente?
La "ruta especial de verano". Veraneamos en un pueblo en la monta?a oriental leonesa, Morgovejo, y hacemos muchas salidas; en bicicleta, a pie, trotando por los montes… La "excursi?n reina" la hab?a planificado él. Ten?a 30 kil?metros. Sal?amos de Ca?n, sub?amos hasta Horcada de Ca?n y el refugio del Urriellu y, en lugar de bajar de Bulnes hasta la ruta del Cares, volv?amos a subir, casi hasta Ca?n, y cruz?bamos un puente que nos llevaba a la ruta del Cares, para volver a Ca?n.
?C?mo fue la traves?a?
Salimos de casa en torno a las seis de la ma?ana. Un d?a de sol espléndido. Hac?amos las subidas con bastones, y las bajadas, trotando. ?bamos con mochilas de agua, barritas, frutos secos… Bajando hacia Ca?n perdemos la senda. Est? muy poco transitada y los hitos desaparecen. Su GPS deja de funcionar, porque no hay conexi?n, lo cual genera incertidumbre. ?l busca por d?nde podemos salir. Estaba inquieto porque se sent?a responsable, porque hab?a dise?ado la ruta. Yo le acompa?aba. Traté de tranquilizarle.
?Qué ocurri? después?
Encontramos un riachuelo, pensamos que desembocar?a en el Cares y lo seguimos. Ten?a mucha verticalidad. Hab?a zonas de cascada donde era imposible bajar. ?bamos rode?ndolo y siguiéndolo con dificultad. La piedra resbalaba mucho. ?l se adelant? un momento en una especie de giro a la izquierda, muy cerca de la ruta. El Cares estaba a unos 80 o 100 metros. Se o?a el agua y se ve?a a la gente pasar por la ruta. O? un estruendo. Sin grito. Pensé que hab?a ca?do una piedra o un tronco. Cuando fui en esa direcci?n, ya no le vi. Se lo trag? la monta?a. Cay? hasta el r?o.
Quedé estupefacto, gritando su nombre para ver si pod?a o?rme, en un tronco de un ?rbol, sostenido entre el cielo y la tierra
?Qué hizo usted?
Quedé estupefacto, gritando su nombre para ver si pod?a o?rme. Intenté descender, pero era muy vertical y quedé en un tronco de un ?rbol, sostenido entre el cielo y la tierra. No pod?a ir ni arriba ni abajo. Afortunadamente, delante de m? pasaban muchas personas. Ped? socorro y me auxiliaron. No hab?a cobertura y una persona, muy amablemente, fue hasta Ca?n y dio parte a los Bomberos, que llegaron en torno a una hora larga y me rescataron con un cable desde el helic?ptero. Me dejaron en Ca?n, en una explanada muy amplia. Luego fueron a por el cuerpo de mi hijo.
?Sab?a que hab?a muerto?
Todav?a no ten?a la certidumbre. Imaginaba lo peor, pero no que ya le hab?a perdido. La atenci?n que recib? fue extraordinaria. Gratitud infinita a los Bomberos y a la Guardia Civil por el trato, la agilidad y la profesionalidad con que manejaron la situaci?n.
Rescataron el cuerpo de su hijo…
Al cabo de bastantes horas lograron hacerse con el cuerpo y trasladarlo hasta la explanada de Ca?n, donde yo esperaba con otras personas, desconocidos que quisieron acompa?arme y hacerme m?s llevadera la situaci?n. Lleg? colgado de una bolsa, casi adosada al helic?ptero. En aquel momento vi claro el peor de los escenarios. Después la bombera-médico me dijo que hab?a sido un impacto fuerte, que le hab?a causado la muerte casi directamente.
?Se ha sentido culpable o responsable?
Suele suceder. Sin embargo, él fue el protagonista de toda la decisi?n, de toda la ruta, de todo el itinerario y disfrut? enormemente; dijo en varias ocasiones, "qué d?a, qué disfrute, qué instante de plenitud estamos viviendo…". No he experimentado la culpa. S? indignaci?n, impotencia, desaz?n; en algunos momentos desesperaci?n. Estoy en la fase de la aceptaci?n y de la gratitud, que no aparece en manuales de duelo.
?Gratitud hacia quién?
Gratitud a él, a poderlo haber compartido esos a?os, muy pocos, 26, y a todo lo que nos ha dado y hemos vivido con él. Esos recuerdos hacen que esa presencia no se difumine totalmente. Esta experiencia te hace ser mucho m?s sensible y emp?tico. Nos podemos hacer mejores personas, mucho m?s humildes, mucho m?s magn?nimas, mucho m?s compasivas, mucho m?s atentas. Sobre todo, permite discernir lo que es fundamental. Hay aprendizajes que hacer de una experiencia as?.
?Qué tipo de aprendizajes?
La incertidumbre est? ah? siempre, la muerte puede asomarse en cualquier momento. Eso te hace valorar mucho m?s el tiempo de que dispones, porque es un bien muy preciado y muy ef?mero. Ahora estamos, ma?ana no estamos. ?Qué haces con ese tiempo que tienes por delante? ?con quién vas?, ?qué lees?, ?a d?nde vas?… Te liberas de muchas tareas que quiz?s hac?as por cortes?a y dices, ?por qué? Si en 4 d?as ya no estamos ni t? ni yo, ?por qué tengo que gestionar mi tiempo de esta manera?
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Francesc Torralba Rosell?.
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La psiquiatra Elizabeth Kubler-Ross establece cinco fases del duelo: negaci?n, ira, negociaci?n, depresi?n y aceptaci?n. ?Ha pasado usted por las cinco?
No. He le?do mucho a Kubler-Ross, la explic? en clase, estuvo en Barcelona y tuve ocasi?n de escucharla. En mi caso no ha habido negaci?n, ni ira, ni rabia, ni indignaci?n. Tampoco intenté negociar con nada ni con nadie. Experimenté estupefacci?n, perplejidad. Y una tristeza infinita. No creo que se pueda superar nunca la muerte de un ser querido, por eso me gusta hablar de asumir, porque significa digerirlo e integrarlo en la propia vida. No s?lo muere un ser humano, sino que t? cambias.
?En qué sentido?
Hay un salto cualitativo en tu forma de ver las cosas, de enfocar los proyectos, de discernir tu futuro. Relativizas much?simas cosas a las que antes dabas relevancia. Todo pasa a un segundo orden. Luego viene la aceptaci?n: estoy de acuerdo con eso.
?Cu?ntas veces ha recordado aquel d?a?
Muchas. A diario. Para m? el trabajo es una forma de evasi?n. Hay otras. Hay quienes, para olvidar, entran en procesos de adicci?n, lo cual tiene consecuencias mucho m?s negativas. Pero no juzgo. Hay que enfrentarse al proceso de duelo. En un momento u otro aparece. Cuando uno est? en una clase, en una tesis, en una conferencia, en un programa de radio, la mente est? focalizada en otro punto. El problema est? en los tiempos vac?os: el desplazamiento al trabajo, cuando sales a correr…
Vuelve el recuerdo…
S?. El pensamiento viene a diario. M?s en los lugares donde compartimos vivencias, donde comimos un bocadillo, donde subimos un pico, donde pinchamos una rueda. Su presencia es muy tangible. Recuerdas el d?a, la circunstancia y sobre todo, los momentos mejores. Cuando llegamos al collado, a Bulnes... Los momentos m?s bellos de su ?ltimo d?a en el mundo.
Sigue creyendo en Dios.
Estudié Teolog?a, hice el doctorado y ense?o en la Facultad hace m?s de 20 a?os. Si algo pude comprender en ese tiempo es que Dios es un enigma, algo que no podemos concebir, ni comprender, ni prever, ni programar, ni explicar en categor?as humanas. Entiendo que en un proceso de este tipo uno se sienta olvidado o traicionado por Dios. O que experimente con gran crudeza el silencio de Dios, porque se ha producido un fen?meno inmerecido. Es una experiencia que pueden tener miles de padres, madres, hermanos...
Mi hijo no estar? nunca m?s aqu?, pero creo en un reencuentro final, en una dimensi?n desconocida
?Usted no?
No. No concibo a Dios como un lampista que viene a arreglar nuestras malas decisiones; me parece una mala salida. Mi hijo no estar? nunca m?s aqu?, pero creo en un reencuentro final, en una dimensi?n desconocida, en la que podremos reconocernos unos a otros. La fe es una fuente de esperanza. El "nunca m?s" es una idea en la que uno se ahoga. Creo en Dios y creo que este reencuentro puede tener lugar, no por las fuerzas humanas, sino por la potencia infinita de Dios. No he sentido necesidad de negar a Dios o de enfrentarme a ?l. En la vida suceden situaciones muy bellas y nobles, y situaciones desgraciadas, algunas de las cuales tienen como causa nuestras decisiones, nuestra ignorancia o nuestro error a la hora de calcular y programar.
La fe ayuda.
No cabe duda. La Palabra de Dios es una fuente de esperanza. Pero la ausencia y la pena siguen estando ah?. Soy consciente de los l?mites que tiene mi fe. No tengo argumentos para convencer a alguien que vive en la desesperaci?n de que hay razones para esperar ese encuentro final. La fe es una apuesta, una confianza, pero no una demostraci?n racional.
Acabamos de vivir el vigésimo aniversario del 11M.
La frase que m?s me han repetido mis amigos durante estos meses es que no hay palabras. No se puede frivolizar el sufrimiento del otro. En el caso del 11M no hay un error, ni hay ca?da, sino un acto intencional cuyo fin es matar indiscriminadamente. Es l?gico que haya indignaci?n, rabia, ira, y que esa ira se convierta en resentimiento y en rencor. No experimento eso porque a m? no me han matado mi hijo. Mi hijo cay? por una monta?a, por una decisi?n equivocada, quiz? porque resbal?. Hay que evitar palabras que, aunque tengan buena intenci?n, no calman, ni curan, ni ayudan a cicatrizar la herida.
?Qué hay que hacer?
Estar al lado del afligido y convertirnos en recept?culos para que evoque y exprese su dolor, para que vuelque toda su rabia, su impotencia, sus gritos, su amargura. Que todo salga por los poros de la piel. Hay que llorar juntos, compartir ese sufrimiento. Me ayuda la lectura de la Biblia, la de algunos poetas, la m?sica, salir a correr… Cada uno tendr? su estrategia. Hay quien canta, quien hace yoga, quien hace meditaci?n, quien escribe… Yo libero sufrimiento a través de la escritura.
?Ha vuelto a Asturias?
No. Volveremos en Semana Santa. Por Navidades no fuimos, porque ten?amos un viaje programado. Vamos a ir ahora y a enfrentarnos a escenarios donde ha habido dolor y donde vamos a evocar de nuevo su presencia. Ir al pueblo, donde era una persona muy amada, con much?sima vida social y amigos, ser? un impacto, como también las monta?as y las referencias a las excursiones que hicimos.
?Ha vuelto a la monta?a?
S?, pero no all?. No lo dejamos. Seguimos haciendo rutas porque nos gusta, las disfrutamos, evocamos su recuerdo.
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