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مشاهدة النسخة كاملة : “Pregunto lo que necesito preguntar para poder narrar una historia, y por m?s que me


الريــم
01-20-2024, 10:00 AM
“Soy Leila Guerriero, soy periodista, vivo en Buenos Aires” dice cada s?bado en su intervenci?n para el programa 'A vivir que son dos d?as'de la Ser esta argentina (https://www.sport.es/es/temas/argentina-1841370) que convierte en desaf?o literario cualquier asunto que se le atraviese.

Ahora ha abordado el m?s terrible episodio de la historia de su pa?s, la represi?n organizada por la Junta Militar que, desde 1976, masacr? y humill? a millares de argentinos. Su libro (https://www.sport.es/es/temas/libros-1838545) 'La llamada'(Anagrama) tiene 430 p?ginas y ni una de ellas deja de impresionar al que ahora quiera saber qué hizo aquella gente, los militares argentinos que presidi?, sobre todo, Jorge Rafael Videla, para denigrar a sus oponentes.

La persecuci?n fue diab?lica. Alcanz? a ciudadanos que entonces eran muchachos, militantes o no de los Montoneros, la oposici?n que combati? con armas a los hombres de los generales. La ESMA (la Escuela de Mec?nica de la Armada) fue parte de ese instrumento diab?lico, donde fueron encarcelados y torturados, y utilizados, hombres y mujeres que, sobre todo en este caso, fueron violadas por los propios militares encargados de su prisi?n y de su custodia.

Guerriero eligi? a una persona en concreto, Silvia Labayru, veintea?era entonces, de padre militar, montonera, utilizada por aquellos bandidos nimbados por el aire del poder para acompa?arlos en las tareas m?s terribles de la represi?n que a?n hoy sigue asustando a la Argentina.

El libro est? lleno de preguntas, y de respuestas, y en esta entrevista le pedimos a la autora las que siguen bullendo en su cabeza acerca de este episodio que ocurr?a cuando ella, que tiene 57 a?os, era a?n una ni?a que luego ha escrito libros memorables, como 'Los suicidas del sur del mundo', 'Frutos extra?os' o 'Plano americano'.

P. ?Qué grado de desaf?o fue para usted este libro? ?C?mo le naci?? ?Cu?l fue la primera pregunta?

R. Me encontré por primera vez con Silvia en un encuentro informal, en su casa, en Buenos Aires; yo hab?a pensado en hacer un art?culo para 'El Pa?s', asumiendo que era una historia interesante. Y esta historia empez? a crecer, y ahora es un libro, que nace con su acuerdo. En ese primer encuentro tomamos algo en el balc?n de su casa, a la intemperie, con barbijo [mascarilla], porque era 2020, la pandemia. Planteamos ah? la primera entrevista, y no me acuerdo cu?l fue la primera pregunta. Quiz? fue la m?s sencilla: cu?ndo naciste… Porque yo ten?a claro que habr?a de recorrer su historia desde el principio, no s?lo centrada en sus a?os de militancia o de secuestro. En seguida me di cuenta de que era muy detallista, e incluso reiterativa.

P. Fue un desaf?o, pues…

R. En cierto modo. Antes que nada, hab?a que lograr su confianza; hac?a cuarenta a?os que ella no hab?a hablado con ning?n periodista, y en todo caso hab?a tenido pésimas experiencias con el periodismo. Y yo ten?a claro que yo estaba all? no para ser complaciente con lo que me dijera: yo ten?a que confrontar, hacerle preguntas inc?modas. Muy directamente le pregunté en su casa si su trabajo de inteligencia cuando formaba parte de Montoneros [y era utilizada por la ESMA para que miembros de ésta se infiltraran en organizaciones como las de las Madres de la Plaza de Mayo] no hab?a puesto en riesgo la vida de su propia familia [de militares] Yo no quer?a escribir otro libro sobre los a?os setenta de Argentina, yo quer?a un perfil de esta mujer con todo el contexto necesario, y ella sab?a que eso iba a ser as?. El desaf?o era, como periodista, mantener la distancia, lograr su confianza, de modo que no bajara la persiana en un momento dado y dijera “no quiero seguir hablando contigo”.

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P. ?Qué informaci?n ten?a sobre ella y sobre lo que hab?a ocurrido?

R. Hab?a le?do, en general, testimonios de sobrevivientes, por haber le?do libros que se hab?an escrito, sobre todo sobre Alfredo Astiz [el m?s conocido, y de los m?s crueles, de los torturadores de la ESMA] Esos d?as se hab?a producido el juicio sobre las violaciones sufridas por ella, y adem?s cuando ya ella me dio el visto bueno para estas conversaciones [con Silvia y con los restantes amigos o compa?eros de la protagonista del libro, en 'La llamada'hay la consecuencia de m?s de ochenta entrevistas] me lancé a preguntar a una enorme cantidad de gente. Todos, con distintas versiones y con distintas posturas, que acuerdan o no con las propias de Silvia. Creo que la mejor manera de combatir cualquier tentaci?n de prejuicio por parte de un periodista es armarse de toda la informaci?n posible para lograr un relato en el cual no haya miedo a las versiones encontradas, sino exponer la contradicci?n como parte también de la existencia humana.

La violaci?n, como un delito aparte de las torturas, existe solo desde 2010. Pero no parece haber un caudal grande de denuncias, lo cual habla bastante de las consecuencias de ese terror, de c?mo el terror se extiende en el tiempo"







P. ?Por qué la eligi? a ella?

R. Me lleg? su historia de una manera aleatoria, por sugerencia de un amigo fot?grafo que me recomendaba la lectura de un reportaje aparecido en 'P?gina 12'sobre aquel juicio por violaciones. Dije "?wow!, ac? hay algo…" Me pareci? que en ese texto hab?a cosas muy singulares. Ella era una de las pocas mujeres que estaba denunciando una situaci?n que, como ella dice, seguramente se ha producido en m?s cantidad en los campos de concentraci?n y acerca de las cuales sigue habiendo muy pocas denuncias. Entre otras cosas, porque la violaci?n, como un delito aparte de las torturas, existe solo desde 2010. Pero no parece haber un caudal grande de denuncias, lo cual habla bastante de las consecuencias de ese terror, de c?mo el terror se extiende en el tiempo. Me pareci? singular una mujer que se atreviera a hacer esto. Que hubiera estudiado psicolog?a en Espa?a también me llam? la atenci?n, o que se mencionara que hab?a sido repudiada por sus propios compa?eros de militancia cuando lleg? a Espa?a, algo que me asombr? bastante, porque precisamente yo no tengo un prejuicio acerca de lo que una persona en una situaci?n extrema por la que yo nunca pasé y espero no pasar podr?a llegar a hacer. Y también me produjo impacto que ella hubiera sido la persona obligada por lo militares a acompa?ar a Astiz en su espantosa y macabra infiltraci?n en las Madres de Plaza de Mayo, que acab? con la desaparici?n de las madres y de las dos monjas francesas. El parto de su hija Vera [habida de su primer matrimonio con Alberto Lennie, con abundante presencia en el libro], del que se habl? en aquel juicio, y que fue de las pocas bebés devueltas por los militares a sus parientes, también despert? mi atenci?n. Era, pues, una gran historia con facetas muy complejas que se separa un poco, y de manera muy refulgente, de otras historias ya muy conocidas.

P. Ella le dec?a, y consta en el libro, que con usted s? hablar?a. ?Lo sinti? como una responsabilidad?

R. Nunca sent? ese peso. S? sent? el peso de la responsabilidad con la historia que andaba contando. Igual a la que he sentido con todas las que conté en libros y art?culos, que es el peso de contarla bien, con una gran cantidad de testimonios, para que no hubiera un velo de prejuicio, de candidez o de ignorancia. Esa era la responsabilidad. En cuanto a ella, esperaba que no hubiera, y no lo hubo, la sensaci?n de que me diera su confianza a cambio de que yo la dejara bien en mi libro.

P. En el libro usted cuenta c?mo se va haciendo éste… ?Hubo en alg?n instante la posibilidad de que flaqueara la posibilidad de seguir?

R. No, no, no, en ning?n momento. No hubo casi ning?n momento de zozobra, ni tampoco de que yo misma me sintiera abrumada por la cantidad de informaci?n. Una vez que ella abri? la puerta se empezaron a abrir muy r?pidamente otras puertas. De sus conocidos, como su exmarido Alberto Lennie, no encontré resistencia, e igual que él otros me contestaron de inmediato. Y ella era muy generosa: escrib?a a sus amigos, desde los de la infancia ac?, para decir que yo les iba a preguntar para una historia que la ten?a a ella como protagonista. Con todos ellos, pr?cticamente, manten?a relaci?n. Algunos dijeron cosas que no son c?modas para ella, del mismo modo que ella seguramente hace lo propio en lo que a ellos se refiere, pero estoy segura de que ni una cosa ni la otra vulneran la amistad que tuvieran. Como periodista hice lo que hay que hacer, me parece, para evitar las deformaciones: armar una historia muy coral en la que todo el mundo cuente un pedazo de lo que recuerda.

Llevamos los personajes de periodista y persona puestos todo el tiempo. Pregunto lo que necesito preguntar para poder narrar una historia. Por m?s que me cuenten cosas muy truculentas o escabrosas las recibo con serenidad"







P. De todo lo que escuch?, como persona, como periodista, ?qué fue lo que le sorprendi? m?s, o le hiri? como persona?

R. No hay diferencia, me parece, entre periodista y persona. Llevamos estos dos personajes puestos todo el tiempo. Pregunto lo que necesito preguntar para poder narrar una historia. Por m?s que me cuenten cosas muy truculentas o escabrosas, las recibo con serenidad. No me hizo da?o, en ese sentido, escuchar las cosas que me quer?an contar. Silvia, por ejemplo, me cont? muchas cosas. No hubiera tenido sentido que yo saliera espantada de las entrevistas, yo ten?a que escucharla hasta el final.

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P. ?C?mo le dej? este libro?

R. Como todos, exhausta. El reporteo, la transcripci?n, dos a?os y medio de ir y venir, meses de transcripci?n. Siempre te quedas un poco vac?a. Pero luego he ido a Palam?s a escribir un mamotreto sobre Truman Capote y el vac?o desapareci? r?pido.

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'La llamada', de Leila Guerriero.
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P. Silvia le cuenta a usted todos los libros que transita. Machado, Borges, tantos… De Borges usted cita versos que ella subraya. Por ejemplo, estos: “Yo sé (todos lo saben) que la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece”. Puede ser un verso que ayude a contar la historia que usted misma firma…

R. S?, es muy significativa, es muy significativo el sitio en el que est? en los cuadernos que ella guarda. Ah? digamos que la palabra derrota est? recubierta de una cierta luz. Me parece, s?, muy significativa.



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