الريــم
01-18-2024, 04:10 PM
En 2014, el fot?grafo de la agencia Magnum Antoine d’Agata (Marsella, 1961) estren? Atlas, una pel?cula documental que recog?a sus encuentros con prostitutas y yonquis (https://www.epe.es/es/cultura/20240115/heroina-sexo-violencia-viaje-noche-96891723) en los rincones m?s oscuros de diferentes ciudades del mundo, de Kiev a La Habana, de Atenas a Nom Pen.
En la cinta, un viaje a la sordidez m?s extrema, las im?genes cadenciosas, veladas por una especie de bruma, transmiten la sensaci?n de un sue?o espeso y maldito, como una noche que nunca termina. Sobre ellas, las voces en off de esas mujeres trazan un relato a la vez poético y terrible de sus vidas condenadas. Las vemos esperar solas a los clientes junto a muros desvencijados, o en bosques de los arrabales de la ciudad. En habitaciones mugrientas y camastros andrajosos. Preparan las drogas, se las inyectan y las fuman. Se masturban o mantienen relaciones sexuales. Son im?genes del infierno, o quiz? de su antesala. Junto a esos personajes est? a menudo el propio d’Agata, que se presenta ante su propio objetivo como otro cuerpo castigado y a la deriva. Hay momentos en que se hace dif?cil no apartar la mirada de la pantalla (https://www.sport.es/es/temas/fotografia-1836608).
D’Agata estuvo este oto?o en el festival de cine de autor y experimental Curtocircuito, en Santiago de Compostela, presentando de nuevo esta pel?cula que el fot?grafo y cineasta francés ha convertido en un work in progress. All? reconoci? que a él tampoco se le hace f?cil ver hoy en d?a esas im?genes, aunque las razones no sean exactamente las mismas que para sus espectadores. Por eso nunca ha dejado de trabajar en la pel?cula, de quitar y a?adir cosas nuevas persiguiendo una especie de montaje definitivo, quiz? una entelequia, al que dar? forma en los pr?ximos meses, durante la estancia que va a realizar en el Centre Pompidou de Par?s y en la que pretende, con ayuda del p?blico que asista a sus talleres, acabar de perfilar este trabajo y otros de los suyos.
“En realidad no tengo ambiciones cinematogr?ficas. No quiero hacer una buena pel?cula. Atlas es simplemente un homenaje a la gente que me abri? esas puertas de la noche”, explicaba en conversaci?n con este peri?dico hace algunas semanas en Santiago. En la distancia corta, el fot?grafo es lo contrario de las sensaciones que transmite su pel?cula. Un tipo c?lido, cercano y extremadamente amable que simplemente vive con unos par?metros diferentes a como lo hacemos los dem?s.
D’Agata ha hecho de la injusticia, del dolor y de la violencia el centro de su trabajo. Y si él mismo se convierte a ratos en objetivo de su c?mara es por pura empat?a. Como los personajes que desfilan por su pel?cula y por tantas de sus fotograf?as, es un adicto a las drogas, o al menos lo ha sido hasta hace poco: hoy en d?a sigue consumiendo pero de manera controlada, explica. ?l también ha hecho de su cuerpo un campo de batalla entre el placer y el dolor. Igual que ha elegido pasar su vida entre los m?s castigados del planeta, como uno m?s, compartiendo su vulnerabilidad. Meterse 'picos' con ellos facilita esa cercan?a, porque "la qu?mica es el camino m?s corto para llegar a intensidades que no se pueden ni imaginar". Ha recibido palizas de narcos y proxenetas, y alguna vez ha estado a punto de perder la vida, como la han perdido varias de las mujeres que aparecen en Atlas. "El tema de mi obra es la violencia. Pero sobre todo la violencia invisible -puntualiza-. Las violencias a las que no queremos mirar. Quiero forzar al espectador a ser responsable. Decirle: esto existe y somos c?mplices, culpables".
Image ID:
97061500
'Phnom Penh Cambodge', fotograf?a de la serie 'Situation' (2004-2006), de Antoine d'Agata.
ARCHIVO
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801
De la religi?n al punk
El relato que hace d’Agata de su vida est? marcado por esa empat?a que desprenden sus im?genes. “Siendo adolescente, yo ya sent?a esa fascinaci?n religiosa de los monjes que van por ah? llen?ndose del dolor y de la oscuridad del mundo. Luego, a los 16 o 17 a?os, cambié totalmente. Me hice punk, anarquista, okupa… Me enganché a la hero?na, comencé a convivir con prostitutas, no ten?a casa. Sal? de Marsella y me fui a Londres, el Londres del 'jaco' y los squats, y después a América Latina. Siempre hab?a esa mezcla de la pol?tica con la intensidad de la violencia de la calle… Cuando estuve en la guerra civil en El Salvador, o en la revoluci?n en Nicaragua, no fui como militante, sino para vivir todo aquello del lado de la gente de la calle. Hasta los 30 a?os -rememora- no sab?a ni lo que era la fotograf?a”.
Su encuentro con el objetivo se produjo cuando lleg? a Nueva York y se puso a aprender y trabajar con otro artista vinculado con lo extremo, el fot?grafo y cineasta Larry Clark. Hoy tiene ya 62 libros de fotos publicados, y aunque dice que detesta hacerlos, admite que son necesarios "para construir mi camino. Con ellos voy poco a poco limpiando mi discurso, la historia que quiero contar. Una historia pol?tica y existencial, porque ese acercamiento constante a la muerte es una manera de vivir con mi cuerpo, parte de mi condici?n de ser humano".
Image ID:
97061582
D'Agata, durante una de las charlas de Curtocircuito.
CRISTINA PAD?N - CURTOCIRCUITO
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La c?mara ha sido no solo su herramienta de trabajo, sino también su manera de relacionarse con el entorno, aunque su visi?n de esta pr?ctica no sea exactamente la m?s extendida. “Para m? la fotograf?a no es una cosa vinculada con el mirar. Lo que me interesa es desde d?nde haces la foto, cu?l es tu lugar. No me importa tanto la foto en s?. Me importa quién la hace y por qué. Cuando veo a la gente hacerse autorretratos casi lo entiendo mejor, porque usan la foto para afirmar una posici?n, una identidad. Yo defiendo eso: la fotograf?a no como algo que hay que mirar o consumir, sino para afirmar mi posici?n en el mundo". Por eso, explica, "en mis fotos no hay una parte psicol?gica. Yo reflejo una figura humana m?s o menos neutra que lo ?nico que hace es tratar de vivir”.
Su filosof?a es siempre la misma, ya sea en los pasillos atestados de una planta de neumolog?a o en los antros m?s turbios de México o la India: 'Entrar en lugares en los que no se entra y ense?ar cosas que no se ense?an'”
En ese situarse constantemente entre la vida y la muerte, los escenarios habituales sobre los que trabaja d’Agata son entornos marginales, lugares de conflicto y de guerra, hospitales. En los ?ltimos dos a?os ha estado varias veces en Ucrania. Y justo antes, durante la epidemia del Covid, se emple? a fondo en las salas de urgencias que eran la primera l?nea de esa batalla: “En dos meses hice 13.000 fotos, trabajé en hospitales de cinco ciudades de Francia. Luego me fui a cubrir el covid en Brasil, en Madrid la campa?a de vacunaci?n..." De aquello sali? un libro de 800 p?ginas, Virus. Su filosof?a es siempre la misma, ya sea en los pasillos atestados de una planta de neumolog?a o en los antros m?s turbios de una ciudad de México o de la India: “Entrar en lugares en los que no se entra y ense?ar cosas que no se ense?an”.
Ahora hace un tiempo que no rueda cine, un arte en el que, incluso como espectador, se siente extremadamente sensible. Se concentra en la fotograf?a, y a pesar de que sigue tomando sustancias, lleva tres o cuatro a?os sin grabarse o fotografiarse haciéndolo. "Me da asco -sostiene-, tengo una sobredosis de ese proceso incestuoso de filmarme as?". Cuenta que su base es una peque?a habitaci?n en Par?s, pero la suya es una vida n?mada, en constante movimiento. Ans?a no tener compromisos de trabajo para sentirse libre, y explica que cada vez que pasa un d?a en una de sus exposiciones, o hablando de su trabajo, como aqu? con el periodista, "es un paso atr?s. Porque es tanto el esfuerzo por vivir que cada vez que empe?o el tiempo en escribir algo, o en imprimir las fotos, traiciono el otro esfuezo, el de vivir esa vida tr?gica pero real". Escuch?ndole, queda claro que su vida solo tiene sentido cuando coloca su cuerpo en esos lugares y con esas personas, en la zona cero del sufrimiento. Disparando con su c?mara en el intento de dejar constancia de ese dolor del mundo que cada d?a, por desgracia, no deja de multiplicarse.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/heroina-sexo-violencia-viaje-noche-97061629)
En la cinta, un viaje a la sordidez m?s extrema, las im?genes cadenciosas, veladas por una especie de bruma, transmiten la sensaci?n de un sue?o espeso y maldito, como una noche que nunca termina. Sobre ellas, las voces en off de esas mujeres trazan un relato a la vez poético y terrible de sus vidas condenadas. Las vemos esperar solas a los clientes junto a muros desvencijados, o en bosques de los arrabales de la ciudad. En habitaciones mugrientas y camastros andrajosos. Preparan las drogas, se las inyectan y las fuman. Se masturban o mantienen relaciones sexuales. Son im?genes del infierno, o quiz? de su antesala. Junto a esos personajes est? a menudo el propio d’Agata, que se presenta ante su propio objetivo como otro cuerpo castigado y a la deriva. Hay momentos en que se hace dif?cil no apartar la mirada de la pantalla (https://www.sport.es/es/temas/fotografia-1836608).
D’Agata estuvo este oto?o en el festival de cine de autor y experimental Curtocircuito, en Santiago de Compostela, presentando de nuevo esta pel?cula que el fot?grafo y cineasta francés ha convertido en un work in progress. All? reconoci? que a él tampoco se le hace f?cil ver hoy en d?a esas im?genes, aunque las razones no sean exactamente las mismas que para sus espectadores. Por eso nunca ha dejado de trabajar en la pel?cula, de quitar y a?adir cosas nuevas persiguiendo una especie de montaje definitivo, quiz? una entelequia, al que dar? forma en los pr?ximos meses, durante la estancia que va a realizar en el Centre Pompidou de Par?s y en la que pretende, con ayuda del p?blico que asista a sus talleres, acabar de perfilar este trabajo y otros de los suyos.
“En realidad no tengo ambiciones cinematogr?ficas. No quiero hacer una buena pel?cula. Atlas es simplemente un homenaje a la gente que me abri? esas puertas de la noche”, explicaba en conversaci?n con este peri?dico hace algunas semanas en Santiago. En la distancia corta, el fot?grafo es lo contrario de las sensaciones que transmite su pel?cula. Un tipo c?lido, cercano y extremadamente amable que simplemente vive con unos par?metros diferentes a como lo hacemos los dem?s.
D’Agata ha hecho de la injusticia, del dolor y de la violencia el centro de su trabajo. Y si él mismo se convierte a ratos en objetivo de su c?mara es por pura empat?a. Como los personajes que desfilan por su pel?cula y por tantas de sus fotograf?as, es un adicto a las drogas, o al menos lo ha sido hasta hace poco: hoy en d?a sigue consumiendo pero de manera controlada, explica. ?l también ha hecho de su cuerpo un campo de batalla entre el placer y el dolor. Igual que ha elegido pasar su vida entre los m?s castigados del planeta, como uno m?s, compartiendo su vulnerabilidad. Meterse 'picos' con ellos facilita esa cercan?a, porque "la qu?mica es el camino m?s corto para llegar a intensidades que no se pueden ni imaginar". Ha recibido palizas de narcos y proxenetas, y alguna vez ha estado a punto de perder la vida, como la han perdido varias de las mujeres que aparecen en Atlas. "El tema de mi obra es la violencia. Pero sobre todo la violencia invisible -puntualiza-. Las violencias a las que no queremos mirar. Quiero forzar al espectador a ser responsable. Decirle: esto existe y somos c?mplices, culpables".
Image ID:
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'Phnom Penh Cambodge', fotograf?a de la serie 'Situation' (2004-2006), de Antoine d'Agata.
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De la religi?n al punk
El relato que hace d’Agata de su vida est? marcado por esa empat?a que desprenden sus im?genes. “Siendo adolescente, yo ya sent?a esa fascinaci?n religiosa de los monjes que van por ah? llen?ndose del dolor y de la oscuridad del mundo. Luego, a los 16 o 17 a?os, cambié totalmente. Me hice punk, anarquista, okupa… Me enganché a la hero?na, comencé a convivir con prostitutas, no ten?a casa. Sal? de Marsella y me fui a Londres, el Londres del 'jaco' y los squats, y después a América Latina. Siempre hab?a esa mezcla de la pol?tica con la intensidad de la violencia de la calle… Cuando estuve en la guerra civil en El Salvador, o en la revoluci?n en Nicaragua, no fui como militante, sino para vivir todo aquello del lado de la gente de la calle. Hasta los 30 a?os -rememora- no sab?a ni lo que era la fotograf?a”.
Su encuentro con el objetivo se produjo cuando lleg? a Nueva York y se puso a aprender y trabajar con otro artista vinculado con lo extremo, el fot?grafo y cineasta Larry Clark. Hoy tiene ya 62 libros de fotos publicados, y aunque dice que detesta hacerlos, admite que son necesarios "para construir mi camino. Con ellos voy poco a poco limpiando mi discurso, la historia que quiero contar. Una historia pol?tica y existencial, porque ese acercamiento constante a la muerte es una manera de vivir con mi cuerpo, parte de mi condici?n de ser humano".
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D'Agata, durante una de las charlas de Curtocircuito.
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Su filosof?a es siempre la misma, ya sea en los pasillos atestados de una planta de neumolog?a o en los antros m?s turbios de México o la India: 'Entrar en lugares en los que no se entra y ense?ar cosas que no se ense?an'”
En ese situarse constantemente entre la vida y la muerte, los escenarios habituales sobre los que trabaja d’Agata son entornos marginales, lugares de conflicto y de guerra, hospitales. En los ?ltimos dos a?os ha estado varias veces en Ucrania. Y justo antes, durante la epidemia del Covid, se emple? a fondo en las salas de urgencias que eran la primera l?nea de esa batalla: “En dos meses hice 13.000 fotos, trabajé en hospitales de cinco ciudades de Francia. Luego me fui a cubrir el covid en Brasil, en Madrid la campa?a de vacunaci?n..." De aquello sali? un libro de 800 p?ginas, Virus. Su filosof?a es siempre la misma, ya sea en los pasillos atestados de una planta de neumolog?a o en los antros m?s turbios de una ciudad de México o de la India: “Entrar en lugares en los que no se entra y ense?ar cosas que no se ense?an”.
Ahora hace un tiempo que no rueda cine, un arte en el que, incluso como espectador, se siente extremadamente sensible. Se concentra en la fotograf?a, y a pesar de que sigue tomando sustancias, lleva tres o cuatro a?os sin grabarse o fotografiarse haciéndolo. "Me da asco -sostiene-, tengo una sobredosis de ese proceso incestuoso de filmarme as?". Cuenta que su base es una peque?a habitaci?n en Par?s, pero la suya es una vida n?mada, en constante movimiento. Ans?a no tener compromisos de trabajo para sentirse libre, y explica que cada vez que pasa un d?a en una de sus exposiciones, o hablando de su trabajo, como aqu? con el periodista, "es un paso atr?s. Porque es tanto el esfuerzo por vivir que cada vez que empe?o el tiempo en escribir algo, o en imprimir las fotos, traiciono el otro esfuezo, el de vivir esa vida tr?gica pero real". Escuch?ndole, queda claro que su vida solo tiene sentido cuando coloca su cuerpo en esos lugares y con esas personas, en la zona cero del sufrimiento. Disparando con su c?mara en el intento de dejar constancia de ese dolor del mundo que cada d?a, por desgracia, no deja de multiplicarse.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/heroina-sexo-violencia-viaje-noche-97061629)