الريــم
01-12-2024, 03:37 PM
Nacido en Larache, criado en San Sebasti?n y educado en Salamanca, Luis Mart?n-Santos se traslad? a Madrid para estudiar el doctorado, hacer las pr?cticas de cirujano en el Hospital San Carlos y comenzar a trabajar en el campo de la psiquiatr?a junto a Juan José L?pez Ibor. En la capital, el futuro escritor conocer?a a personajes como Juan Benet, con el que comenzar?a a frecuentar los c?rculos literarios y a disfrutar de los placeres de una urbe que lleg? a calificar de "descabalada", "falta de sustancia hist?rica", "caprichosamente edificada", "lejana de un mar o un r?o", pero tan favorecida "por un cielo espléndido que hace olvidar casi todos sus defectos". M?s o menos como ahora.
Alojado en una pensi?n que hac?a esquina entre las calles Prim y Barquillo, la primera parada de Mart?n-Santos y Benet en sus paseos por la ciudad sol?a ser el Bar Esty, local cercano desde el que se desplazaban al Bar Gaviria de la calle V?ctor Hugo o el Gambrinus de la calle Zorrilla. En este ?ltimo participaban de la tertulia literaria de la que formaban también parte Eva Forest, Alfonso Sastre, Emilio Lled? y donde no era infrecuente que se leyesen La n?usea y El ser y la na?sea de Sartre en voz alta, en francés y posiblemente con unos ejemplares adquiridos en la Librer?a Buchholz, regentada por Karl Buchholz, librero alem?n que, durante a?os, actu? como intermediario del régimen nazi en el tr?fico de obras de arte robadas a los jud?os durante la IIGuerra Mundial.
Image ID:
96807080
Dos hombres en el Café Gaviria a mediados de los a?os 50.
Ministerio de Cultura
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1611
Una vez saciada el hambre de cultura, llegaba el momento de saciar el hambre sin complementos del nombre. Para ello visitaban Casa Pedro, La Tienda de Vinos o Hylogui que, en palabras de Benet, eran "las ?nicas casas de comida —ni siquiera restaurants— de cierta decencia que estaban al alcance de nuestros bolsillos; incluso en alguna ocasi?n –y m?s que nada por no disolvernos– llegamos a cenar en El fig?n de Santiago, un comedor social donde se serv?a rancho en platos de aluminio y los cubiertos –tan s?lo repasados por la servilleta del mozo a cada nuevo asiento– se hallaban unidos por una cadenilla a una argolla fija a la cara inferior de la mesa corrida; todo un sal?n cuyo propietario no hab?a introducido el menor cambio desde los tiempos de [la novela de P?o Baroja ambientada en el Madrid de entresiglos] La busca".
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96807113
El restaurante Hylogui, en la calle Ventura de la Vega, sigue funcionando hoy en d?a.
Alba Vigaray
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A continuaci?n visitaban los burdeles de la zona de Barquillo, Hortaleza, Reina o Pelayo, para después acabar la noche en alguno de los cabarés y salas de fiestas de la ciudad. Por ejemplo Pasapoga, el Casablanca o el Conga, situado en los bajos del cine Progreso, actual Teatro Apolo de la plaza de Tirso de Molina y cuyo lugar ocupa ahora la discoteca Medias Puri. También se dejaban caer por el Tarz?n, un local situado en la calle Atocha que, finalizada la guerra, tuvo que cambiar su nombre original, Sat?n, por el del personaje de Edgar Rice Burroughs, y cuyo r?tulo a?n conservaba la a y la n primigenias, comunes a ambas denominaciones.
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96807143
El Sal?n de Te Casablanca, una de las salas de fiestas frecuentadas por Mart?n-Santos.
Ministerio de Cultura
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Muchas de las experiencias que Luis Mart?n-Santos vivi? en Madrid acabar?an siendo incorporadas de una u otra manera a Tiempo de silencio. Las calles que recorre Pedro, el protagonista, son las mismas por las que paseaba escritor; las escenas de los burdeles en las que el personaje de Mat?as se muestra locuaz, ingenioso y, en muchas ocasiones, cargante, est?n inspiradas en el comportamiento del que hac?a gala Juan Benet en dichos locales. Incluso el pasaje en el que Mart?n-Santos se mofa de Ortega y Gasset est? basado en un hecho real. Concretamente, en la conferencia que el fil?sofo imparti? en el Teatro Barcel? en oto?o de 1949 dentro del ciclo El hombre y la gente, a la que acudieron Benet, el autor de Tiempo de silencio y la que ser?a posteriormente su esposa, Roc?o Laff?n.
Image ID:
96807170
Luis Mart?n-Santos (segundo por la izda.), el d?a de su boda con su amigo Juan Benet (tercero).
Archivo
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Tiempo para flanear
En la década de 1950, Espa?a era todav?a un pa?s castigado por el aislamiento internacional y los efectos de la Guerra Civil (https://www.sport.es/es/temas/guerra-civil-1836146). Hasta 1952, las cartillas de racionamiento siguieron en vigor y las dimensiones e infraestructuras de sus ciudades se acercaban m?s a las de los entornos rurales que a las de sus hom?logas europeas.
En consecuencia, el Madrid de Tiempo de silencio es un pueblo grande, que se puede recorrer a pie y que convierte a la novela en un texto perfecto para flaneadores interesados en seguir los pasos de Pedro por las calles y rincones de la ciudad. Desde la pensi?n en la que reside, localizada en la zona de la plaza del Progreso –actual Tirso de Molina– y Ant?n Mart?n, hasta el laboratorio de CSIC –posiblemente en la calle Doctor Arce–, sin olvidar el barrio donde vive El Muecas junto a sus hijas y que, por la descripci?n dada por Mart?n-Santos, podr?a ser la zona del Pozo del t?o Raimundo. En este poblado chabolista acostumbraba a hacer su labor apost?lica el padre Llanos, cura obrero que luch? por mejorar las condiciones de vida de los habitantes m?s pobres de Madrid y que era amigo del escritor quien, a pesar de proceder de una importante familia franquista, lleg? a ser una figura destacada del PSOE en la clandestinidad, raz?n por la cual fue detenido y encarcelado en varias ocasiones.
Image ID:
96807229
La plaza de Ant?n Mart?n, en una foto de la época.
Ministerio de Cultura
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Salvo esos arrabales chabolistas y la zona de Cuatro Caminos, donde vive Amador, el ayudante de Pedro en el laboratorio, el resto de la acci?n de la novela se desarrolla en la almendra central de la ciudad. Lugares como el parque del Retiro, el Paseo del Prado y su museo, la Puerta del Sol, la Gran V?a, la calle del Nuncio, la de la Bola o la Plaza Mayor con su estatua de Felipe IV, en la que "los p?jaros se suicidan uno a uno en el gran vientre vac?o del caballo", o al menos as? era hasta que las autoridades municipales decidieron cegar la boca del equino.
También tienen un papel destacado en la novela dos de las estaciones de tren m?s importantes de la ciudad por aquella época: la de Atocha y la de Pr?ncipe P?o. Por esta ?ltima es por la que llega Pedro a la ciudad cargado de planes e ilusiones y por la que se marchar? de Madrid sobrepasado por los acontecimientos y buscando anonimato en una ciudad de provincias. "?Quién ser?a el Pr?ncipe P?o? Pr?ncipe, pr?ncipe, principio del fin, principio del mal. Ya estoy en el principio, ya acab?, he acabado y me voy. Voy a principiar otra cosa.No puedo acabar lo que hab?a principiado", reflexiona atribulado el protagonista, mientas busca un taxi que lo lleve a la estaci?n y ponga fin a la pesadilla en la que se ha visto inmerso sin comerlo ni beberlo. "?Taxi! Por fin. A Pr?ncipe P?o. Por ah? empecé también. Llegué por Pr?ncipe P?o, me voy por Pr?ncipe P?o. Llegué solo, me voy solo", concluye.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/madrid-luis-martin-santos-tiempo-96816613)
Alojado en una pensi?n que hac?a esquina entre las calles Prim y Barquillo, la primera parada de Mart?n-Santos y Benet en sus paseos por la ciudad sol?a ser el Bar Esty, local cercano desde el que se desplazaban al Bar Gaviria de la calle V?ctor Hugo o el Gambrinus de la calle Zorrilla. En este ?ltimo participaban de la tertulia literaria de la que formaban también parte Eva Forest, Alfonso Sastre, Emilio Lled? y donde no era infrecuente que se leyesen La n?usea y El ser y la na?sea de Sartre en voz alta, en francés y posiblemente con unos ejemplares adquiridos en la Librer?a Buchholz, regentada por Karl Buchholz, librero alem?n que, durante a?os, actu? como intermediario del régimen nazi en el tr?fico de obras de arte robadas a los jud?os durante la IIGuerra Mundial.
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Dos hombres en el Café Gaviria a mediados de los a?os 50.
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Una vez saciada el hambre de cultura, llegaba el momento de saciar el hambre sin complementos del nombre. Para ello visitaban Casa Pedro, La Tienda de Vinos o Hylogui que, en palabras de Benet, eran "las ?nicas casas de comida —ni siquiera restaurants— de cierta decencia que estaban al alcance de nuestros bolsillos; incluso en alguna ocasi?n –y m?s que nada por no disolvernos– llegamos a cenar en El fig?n de Santiago, un comedor social donde se serv?a rancho en platos de aluminio y los cubiertos –tan s?lo repasados por la servilleta del mozo a cada nuevo asiento– se hallaban unidos por una cadenilla a una argolla fija a la cara inferior de la mesa corrida; todo un sal?n cuyo propietario no hab?a introducido el menor cambio desde los tiempos de [la novela de P?o Baroja ambientada en el Madrid de entresiglos] La busca".
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El restaurante Hylogui, en la calle Ventura de la Vega, sigue funcionando hoy en d?a.
Alba Vigaray
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A continuaci?n visitaban los burdeles de la zona de Barquillo, Hortaleza, Reina o Pelayo, para después acabar la noche en alguno de los cabarés y salas de fiestas de la ciudad. Por ejemplo Pasapoga, el Casablanca o el Conga, situado en los bajos del cine Progreso, actual Teatro Apolo de la plaza de Tirso de Molina y cuyo lugar ocupa ahora la discoteca Medias Puri. También se dejaban caer por el Tarz?n, un local situado en la calle Atocha que, finalizada la guerra, tuvo que cambiar su nombre original, Sat?n, por el del personaje de Edgar Rice Burroughs, y cuyo r?tulo a?n conservaba la a y la n primigenias, comunes a ambas denominaciones.
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El Sal?n de Te Casablanca, una de las salas de fiestas frecuentadas por Mart?n-Santos.
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Muchas de las experiencias que Luis Mart?n-Santos vivi? en Madrid acabar?an siendo incorporadas de una u otra manera a Tiempo de silencio. Las calles que recorre Pedro, el protagonista, son las mismas por las que paseaba escritor; las escenas de los burdeles en las que el personaje de Mat?as se muestra locuaz, ingenioso y, en muchas ocasiones, cargante, est?n inspiradas en el comportamiento del que hac?a gala Juan Benet en dichos locales. Incluso el pasaje en el que Mart?n-Santos se mofa de Ortega y Gasset est? basado en un hecho real. Concretamente, en la conferencia que el fil?sofo imparti? en el Teatro Barcel? en oto?o de 1949 dentro del ciclo El hombre y la gente, a la que acudieron Benet, el autor de Tiempo de silencio y la que ser?a posteriormente su esposa, Roc?o Laff?n.
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Luis Mart?n-Santos (segundo por la izda.), el d?a de su boda con su amigo Juan Benet (tercero).
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En la década de 1950, Espa?a era todav?a un pa?s castigado por el aislamiento internacional y los efectos de la Guerra Civil (https://www.sport.es/es/temas/guerra-civil-1836146). Hasta 1952, las cartillas de racionamiento siguieron en vigor y las dimensiones e infraestructuras de sus ciudades se acercaban m?s a las de los entornos rurales que a las de sus hom?logas europeas.
En consecuencia, el Madrid de Tiempo de silencio es un pueblo grande, que se puede recorrer a pie y que convierte a la novela en un texto perfecto para flaneadores interesados en seguir los pasos de Pedro por las calles y rincones de la ciudad. Desde la pensi?n en la que reside, localizada en la zona de la plaza del Progreso –actual Tirso de Molina– y Ant?n Mart?n, hasta el laboratorio de CSIC –posiblemente en la calle Doctor Arce–, sin olvidar el barrio donde vive El Muecas junto a sus hijas y que, por la descripci?n dada por Mart?n-Santos, podr?a ser la zona del Pozo del t?o Raimundo. En este poblado chabolista acostumbraba a hacer su labor apost?lica el padre Llanos, cura obrero que luch? por mejorar las condiciones de vida de los habitantes m?s pobres de Madrid y que era amigo del escritor quien, a pesar de proceder de una importante familia franquista, lleg? a ser una figura destacada del PSOE en la clandestinidad, raz?n por la cual fue detenido y encarcelado en varias ocasiones.
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La plaza de Ant?n Mart?n, en una foto de la época.
Ministerio de Cultura
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Salvo esos arrabales chabolistas y la zona de Cuatro Caminos, donde vive Amador, el ayudante de Pedro en el laboratorio, el resto de la acci?n de la novela se desarrolla en la almendra central de la ciudad. Lugares como el parque del Retiro, el Paseo del Prado y su museo, la Puerta del Sol, la Gran V?a, la calle del Nuncio, la de la Bola o la Plaza Mayor con su estatua de Felipe IV, en la que "los p?jaros se suicidan uno a uno en el gran vientre vac?o del caballo", o al menos as? era hasta que las autoridades municipales decidieron cegar la boca del equino.
También tienen un papel destacado en la novela dos de las estaciones de tren m?s importantes de la ciudad por aquella época: la de Atocha y la de Pr?ncipe P?o. Por esta ?ltima es por la que llega Pedro a la ciudad cargado de planes e ilusiones y por la que se marchar? de Madrid sobrepasado por los acontecimientos y buscando anonimato en una ciudad de provincias. "?Quién ser?a el Pr?ncipe P?o? Pr?ncipe, pr?ncipe, principio del fin, principio del mal. Ya estoy en el principio, ya acab?, he acabado y me voy. Voy a principiar otra cosa.No puedo acabar lo que hab?a principiado", reflexiona atribulado el protagonista, mientas busca un taxi que lo lleve a la estaci?n y ponga fin a la pesadilla en la que se ha visto inmerso sin comerlo ni beberlo. "?Taxi! Por fin. A Pr?ncipe P?o. Por ah? empecé también. Llegué por Pr?ncipe P?o, me voy por Pr?ncipe P?o. Llegué solo, me voy solo", concluye.
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