الريــم
12-19-2023, 10:50 AM
En febrero de 2020 se col? en las mesas de novedades un libro titulado Desesperaci?n silenciosa de la vida diaria. Manual de uso. Publicado por Debolsillo, estaba firmado por la agrupaci?n ‘Un pie en el estribo’ y era, aparentemente, uno m?s de esos manuales de autoayuda que le dicen al lector que si quiere, puede, porque la soluci?n a sus problemas est? en su interior. Pero nada m?s lejos. Aquel libro era un caballo de Troya, una invitaci?n a la subversi?n y un experimento editorial audaz escrito por la novelista Belén Gopegui, que public? ese texto un a?o después de defender una tesis doctoral en la que analizaba el género de la autoayuda aplicando los c?digos de la ficci?n narrativa, pregunt?ndole a esos manuales de consuelo y motivaci?n qué cuentan, quién lo cuenta y a quién se lo cuentan.
Ambos textos –la tesis y el manual– se acaban de publicar en un mismo volumen titulado El murmullo. La autoayuda como novela, un caso de confabulaci?n, en la editorial Debate, que esta tarde (19.00 horas) presenta en el Centro Cultural Ramon Alonso Luzzy, en Cartagena. En él, la autora propone una mirada cr?tica sobre los argumentos muchas veces enga?osos en los que se sustenta el género, se pregunta cu?l es el origen de las carencias que tratan de cubrir, e impugna la naturaleza individual y aislada de esos dolores vinculados a un sistema que oprime y ahoga. Pero Gopegui no solo analiza y cuestiona, sino que propone alternativas que pasan por la socioayuda, por la acci?n com?n y colectiva, por sustituir el yo por el nosotros.
"Muy bien no es que estemos", que dec?a Nacho Vegas, y hay quien puede pagar la consulta de un psic?logo o aliviar la angustia compartiéndola con su entorno, pero cuando miramos con superioridad a la autoayuda..., ?se nos olvida que hay quien no tiene redes de cuidados?
Efectivamente. Si tengo un entorno donde discuto y me estoy enga?ando, habr? un momento en que alguien me diga: «Mira, no, por mucho que cierres los ojos lo que hace da?o seguir? ah?». Pero las redes de cuidados son, en la mayor parte de los casos, un deseo o est?n muy amenazadas. Lo que se ha hecho en gran medida es mercantilizar los cuidados, convertirlos en cadenas globales de mujeres y hombres de Europa, por ejemplo, explotando a mujeres latinoamericanas. A ese cierre en falso se suma el de las residencias privadas, y tenemos entonces mercantilismo o explotaci?n al descubierto, o incluso encubierta cuando se fuerza a alguien a cuidar, aunque esa persona prefiera repartir la tarea. Lo que entender?amos por ‘cuidados comunes’ apenas tiene ox?geno para existir, también por ese miedo que nombras.
Cuando aplica los c?digos de la ficci?n y le pregunta a la autoayuda qué, quién y a quién se lo cuenta, ?qué descubre?
Que, como en una novela, la forma es el contenido (o viceversa). En el cap?tulo sobre el ‘qué’ se ve c?mo lo que une casi siempre a estos libros es la fantas?a del mérito. Aunque hoy la meritocracia esté m?s cuestionada, creo que a?n no se ha llegado al coraz?n del asunto. Se critica que tenga m?s poder quien m?s mérito tiene, pero habr?a que poner en cuesti?n la idea misma de mérito: basta con hacer las cosas bien, cualquiera de las cosas que son necesarias para la vida, cuando se puede. Y, si no se puede, poco a poco, sin prisa, pero sin pausa, construir las condiciones para que se pueda. Y, entre tanto, no embarrar la vida con la soberbia de los afortunados.
La autoayuda forma parte de un sistema que nos quiere aptos para competir, para "concursar", no para transformar eso que nos ha llevado al agotamiento, lo que usted llama "desesperaci?n silenciosa de la vida diaria".
S?, para ser productivos o para no molestar. Hay un pol?tico que critica los libros de autoayuda y dice que hay que organizarse, pero parece como si fuera una mera cuesti?n de capricho: o elijo la autoayuda o elijo organizarme, y olvida el tramo que media entre ambos actos. Es cierto que la autoayuda contribuye a crear una paz social mentirosa, esa paz social de que cada uno se las arregle solo. Si todo el mundo est? centrado en sacarse sus propias casta?as del fuego, no va a poner su atenci?n en luchar por la sanidad p?blica. Pero hay que preguntarse por qué sucede. Claro que la mayor?a preferir?a una gran sanidad p?blica, la cuesti?n es que no hay garant?as de que si peleas por ella ganes esa batalla. A veces hay que pelear sin garant?as, hay que pelear a muerte, pero para poder hacerlo suele hacer falta librarte, aunque sea un momento, de las presiones a corto plazo, o tener un entorno que te ayude a ponerles freno. En cambio, aprender unos truquillos sobre c?mo dar mejor imagen en una entrevista de trabajo lo puedes hacer en soledad; puede que te funcionen, puede que no, pero luchar para que toda persona que quiera trabajar pueda hacerlo..., ah? las cosas se complican. Hagamos que esas batallas sean menos dif?ciles y m?s fruct?feras, y la necesidad de autoenga?o disminuir?.
En su "desesperaci?n silenciosa de la vida diaria" elige a un coro an?nimo de ancianos como una voz colectiva que rellena los vac?os y omisiones de la autoayuda, un coro que reniega de la esperanza, ?por qué?
Dice Raymond Williams que "lo verdaderamente radical es hacer la esperanza posible, no la desesperaci?n convincente". Cuando la esperanza es posible, cuando no es una mera ilusi?n, entonces est? m?s cerca de la confianza y m?s lejos de aquella otra frase de Günther Anders: "Ll?mese cobard?a a esta esperanza". Hoy, con el debate sobre el ‘colapsismo’, parece que hay que pronunciarse a favor de la esperanza para no caer en la indiferencia y la desmovilizaci?n. Ahora bien, a la vez hay que tener cuidado con las ilusiones, que son enga?os. Hemos padecido mucho marketing de lo ilusionante y ya sabemos a d?nde conduce... Por eso elijo un coro de ancianos, a ese coro no se le puede acusar si dice que no tiene esperanza; no la tiene, van a morir pronto, no la necesita y sabe que se puede vivir sin ella. En cambio, s? conf?a. La esperanza est? todav?a demasiado cargada de connotaciones religiosas o supersticiosas, la confianza es confianza en quienes est?n a tu lado, en la tarea compartida.
En El murmullo defiende la b?squeda de un hacer en com?n, lo que llama "la conjetura de los refuerzos". ?Refuerzos para qué?
Para emprender una acci?n que intervenga en la Historia y en la historia con min?sculas, porque el capitalismo (https://www.sport.es/es/temas/capitalismo-1930441) est? todo el rato cambiando la historia sin que a nadie eso le parezca totalitario, de manera que ?por qué nosotras y nosotros no vamos a intervenir? Adem?s, estamos en un momento muy cr?tico. Todas las decisiones nos pertenecen.
En el libro, la subversi?n que propone el coro se intercala y dialoga con las historias de dos personajes, Alfonso y Elda, que van descubriendo el valor de confabular y compartir v?nculos en un espacio com?n.
No sé ni si existe el término o me lo he inventado, pero siempre insisto en la ‘pol?tica de procedimientos’, no en la de resultados. Pedir?a que, si pasas por la pol?tica, dejes procedimientos, como, por ejemplo, locales para que la gente se re?na, como el que acoge a Elda, porque es m?s duradero y efectivo que las medidas temporales que van a desaparecer cuando te vayas. Esos locales son un punto de apoyo real. Lo otro, decir que hay que organizarse, s?, pero d?nde, a qué distancia de mi casa, en qué horario, a qué hora vuelvo, con quién me junto... Eso es lo que hay que facilitar. Puedes pedir que haya mucha m?s participaci?n ciudadana, pero ?con qué tiempo? Y sin la participaci?n organizada, ?de d?nde saca el pol?tico fuerza para imponer sus decisiones a las empresas, los bancos, incluso los otros Estados, a quienes tienen m?s poder que el que le dan unos meros votos sin la organizaci?n que los articule cada d?a?
Pero al poder nunca le ha interesado generar espacios que faciliten la confrontaci?n.
Le deber?a interesar much?simo a un poder, no al otro. Hay una teor?a que habla de la comercializaci?n de la democracia, porque también la democracia se est? privatizando. Igual que en muchos espacios el profesorado ya no ense?a porque haya algo que es importante que se sepa, sino porque en lugar de alumnado tiene clientes a los que satisfacer y para ello puede dejar de lado nociones necesarias, en la democracia empieza a pasar lo mismo: ya no concibo un programa porque tenga una pol?tica del bien com?n que llevar a cabo, sino porque tengo que satisfacer a mis electores. Pero es que las elecciones son cada cuatro a?os y las pol?ticas son a largo plazo. Para poner en pie una pol?tica, se requiere participaci?n. Porque si no, quienes prefieren que sus privilegios no cambien te la van a echar abajo.
En este libro, y también en art?culos recientes, reclama una acci?n colectiva que, en los ?ltimos meses se ha traducido en salir a la calle con las mareas blancas.
Salir a la calle es fundamental y a la vez no es suficiente. Hay que empujar los l?mites, porque una manifestaci?n consentida es eso:muestra el n?mero, da calidez y apoyo mutuo, pero luego se vuelve a casa y los responsables del desastre que vendr?, si siguen en su l?nea, pueden olvidarla. No digo que se haga algo ilegal, sino que se haga algo que empuje los l?mites.
?Se pueden ensanchar esos l?mites sin violencia?
Habr? que encontrar el equilibrio: ni la violencia que acaba favoreciendo al enemigo, que es la que creo que no hay que hacer, ni la docilidad. Supongo que ese término medio es la fuerza, la del «de aqu? no me muevo», y de aqu? no me muevo porque necesito que me garantices que cuando pida hora en mi centro de salud me van a atender, y que el personal sanitario estar? en unas condiciones razonables para hacerlo.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/autoayuda-contribuye-crear-paz-social-96017777)
Ambos textos –la tesis y el manual– se acaban de publicar en un mismo volumen titulado El murmullo. La autoayuda como novela, un caso de confabulaci?n, en la editorial Debate, que esta tarde (19.00 horas) presenta en el Centro Cultural Ramon Alonso Luzzy, en Cartagena. En él, la autora propone una mirada cr?tica sobre los argumentos muchas veces enga?osos en los que se sustenta el género, se pregunta cu?l es el origen de las carencias que tratan de cubrir, e impugna la naturaleza individual y aislada de esos dolores vinculados a un sistema que oprime y ahoga. Pero Gopegui no solo analiza y cuestiona, sino que propone alternativas que pasan por la socioayuda, por la acci?n com?n y colectiva, por sustituir el yo por el nosotros.
"Muy bien no es que estemos", que dec?a Nacho Vegas, y hay quien puede pagar la consulta de un psic?logo o aliviar la angustia compartiéndola con su entorno, pero cuando miramos con superioridad a la autoayuda..., ?se nos olvida que hay quien no tiene redes de cuidados?
Efectivamente. Si tengo un entorno donde discuto y me estoy enga?ando, habr? un momento en que alguien me diga: «Mira, no, por mucho que cierres los ojos lo que hace da?o seguir? ah?». Pero las redes de cuidados son, en la mayor parte de los casos, un deseo o est?n muy amenazadas. Lo que se ha hecho en gran medida es mercantilizar los cuidados, convertirlos en cadenas globales de mujeres y hombres de Europa, por ejemplo, explotando a mujeres latinoamericanas. A ese cierre en falso se suma el de las residencias privadas, y tenemos entonces mercantilismo o explotaci?n al descubierto, o incluso encubierta cuando se fuerza a alguien a cuidar, aunque esa persona prefiera repartir la tarea. Lo que entender?amos por ‘cuidados comunes’ apenas tiene ox?geno para existir, también por ese miedo que nombras.
Cuando aplica los c?digos de la ficci?n y le pregunta a la autoayuda qué, quién y a quién se lo cuenta, ?qué descubre?
Que, como en una novela, la forma es el contenido (o viceversa). En el cap?tulo sobre el ‘qué’ se ve c?mo lo que une casi siempre a estos libros es la fantas?a del mérito. Aunque hoy la meritocracia esté m?s cuestionada, creo que a?n no se ha llegado al coraz?n del asunto. Se critica que tenga m?s poder quien m?s mérito tiene, pero habr?a que poner en cuesti?n la idea misma de mérito: basta con hacer las cosas bien, cualquiera de las cosas que son necesarias para la vida, cuando se puede. Y, si no se puede, poco a poco, sin prisa, pero sin pausa, construir las condiciones para que se pueda. Y, entre tanto, no embarrar la vida con la soberbia de los afortunados.
La autoayuda forma parte de un sistema que nos quiere aptos para competir, para "concursar", no para transformar eso que nos ha llevado al agotamiento, lo que usted llama "desesperaci?n silenciosa de la vida diaria".
S?, para ser productivos o para no molestar. Hay un pol?tico que critica los libros de autoayuda y dice que hay que organizarse, pero parece como si fuera una mera cuesti?n de capricho: o elijo la autoayuda o elijo organizarme, y olvida el tramo que media entre ambos actos. Es cierto que la autoayuda contribuye a crear una paz social mentirosa, esa paz social de que cada uno se las arregle solo. Si todo el mundo est? centrado en sacarse sus propias casta?as del fuego, no va a poner su atenci?n en luchar por la sanidad p?blica. Pero hay que preguntarse por qué sucede. Claro que la mayor?a preferir?a una gran sanidad p?blica, la cuesti?n es que no hay garant?as de que si peleas por ella ganes esa batalla. A veces hay que pelear sin garant?as, hay que pelear a muerte, pero para poder hacerlo suele hacer falta librarte, aunque sea un momento, de las presiones a corto plazo, o tener un entorno que te ayude a ponerles freno. En cambio, aprender unos truquillos sobre c?mo dar mejor imagen en una entrevista de trabajo lo puedes hacer en soledad; puede que te funcionen, puede que no, pero luchar para que toda persona que quiera trabajar pueda hacerlo..., ah? las cosas se complican. Hagamos que esas batallas sean menos dif?ciles y m?s fruct?feras, y la necesidad de autoenga?o disminuir?.
En su "desesperaci?n silenciosa de la vida diaria" elige a un coro an?nimo de ancianos como una voz colectiva que rellena los vac?os y omisiones de la autoayuda, un coro que reniega de la esperanza, ?por qué?
Dice Raymond Williams que "lo verdaderamente radical es hacer la esperanza posible, no la desesperaci?n convincente". Cuando la esperanza es posible, cuando no es una mera ilusi?n, entonces est? m?s cerca de la confianza y m?s lejos de aquella otra frase de Günther Anders: "Ll?mese cobard?a a esta esperanza". Hoy, con el debate sobre el ‘colapsismo’, parece que hay que pronunciarse a favor de la esperanza para no caer en la indiferencia y la desmovilizaci?n. Ahora bien, a la vez hay que tener cuidado con las ilusiones, que son enga?os. Hemos padecido mucho marketing de lo ilusionante y ya sabemos a d?nde conduce... Por eso elijo un coro de ancianos, a ese coro no se le puede acusar si dice que no tiene esperanza; no la tiene, van a morir pronto, no la necesita y sabe que se puede vivir sin ella. En cambio, s? conf?a. La esperanza est? todav?a demasiado cargada de connotaciones religiosas o supersticiosas, la confianza es confianza en quienes est?n a tu lado, en la tarea compartida.
En El murmullo defiende la b?squeda de un hacer en com?n, lo que llama "la conjetura de los refuerzos". ?Refuerzos para qué?
Para emprender una acci?n que intervenga en la Historia y en la historia con min?sculas, porque el capitalismo (https://www.sport.es/es/temas/capitalismo-1930441) est? todo el rato cambiando la historia sin que a nadie eso le parezca totalitario, de manera que ?por qué nosotras y nosotros no vamos a intervenir? Adem?s, estamos en un momento muy cr?tico. Todas las decisiones nos pertenecen.
En el libro, la subversi?n que propone el coro se intercala y dialoga con las historias de dos personajes, Alfonso y Elda, que van descubriendo el valor de confabular y compartir v?nculos en un espacio com?n.
No sé ni si existe el término o me lo he inventado, pero siempre insisto en la ‘pol?tica de procedimientos’, no en la de resultados. Pedir?a que, si pasas por la pol?tica, dejes procedimientos, como, por ejemplo, locales para que la gente se re?na, como el que acoge a Elda, porque es m?s duradero y efectivo que las medidas temporales que van a desaparecer cuando te vayas. Esos locales son un punto de apoyo real. Lo otro, decir que hay que organizarse, s?, pero d?nde, a qué distancia de mi casa, en qué horario, a qué hora vuelvo, con quién me junto... Eso es lo que hay que facilitar. Puedes pedir que haya mucha m?s participaci?n ciudadana, pero ?con qué tiempo? Y sin la participaci?n organizada, ?de d?nde saca el pol?tico fuerza para imponer sus decisiones a las empresas, los bancos, incluso los otros Estados, a quienes tienen m?s poder que el que le dan unos meros votos sin la organizaci?n que los articule cada d?a?
Pero al poder nunca le ha interesado generar espacios que faciliten la confrontaci?n.
Le deber?a interesar much?simo a un poder, no al otro. Hay una teor?a que habla de la comercializaci?n de la democracia, porque también la democracia se est? privatizando. Igual que en muchos espacios el profesorado ya no ense?a porque haya algo que es importante que se sepa, sino porque en lugar de alumnado tiene clientes a los que satisfacer y para ello puede dejar de lado nociones necesarias, en la democracia empieza a pasar lo mismo: ya no concibo un programa porque tenga una pol?tica del bien com?n que llevar a cabo, sino porque tengo que satisfacer a mis electores. Pero es que las elecciones son cada cuatro a?os y las pol?ticas son a largo plazo. Para poner en pie una pol?tica, se requiere participaci?n. Porque si no, quienes prefieren que sus privilegios no cambien te la van a echar abajo.
En este libro, y también en art?culos recientes, reclama una acci?n colectiva que, en los ?ltimos meses se ha traducido en salir a la calle con las mareas blancas.
Salir a la calle es fundamental y a la vez no es suficiente. Hay que empujar los l?mites, porque una manifestaci?n consentida es eso:muestra el n?mero, da calidez y apoyo mutuo, pero luego se vuelve a casa y los responsables del desastre que vendr?, si siguen en su l?nea, pueden olvidarla. No digo que se haga algo ilegal, sino que se haga algo que empuje los l?mites.
?Se pueden ensanchar esos l?mites sin violencia?
Habr? que encontrar el equilibrio: ni la violencia que acaba favoreciendo al enemigo, que es la que creo que no hay que hacer, ni la docilidad. Supongo que ese término medio es la fuerza, la del «de aqu? no me muevo», y de aqu? no me muevo porque necesito que me garantices que cuando pida hora en mi centro de salud me van a atender, y que el personal sanitario estar? en unas condiciones razonables para hacerlo.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/autoayuda-contribuye-crear-paz-social-96017777)