الريــم
12-07-2023, 10:00 PM
El acusado de matar a una joven de 33 a?os en enero de 2021 en su casa de la localidad coru?esa de Oza-Cesuras ha sido condenado a 27 a?os de c?rcel. Tras ser declarado culpable por el jurado, la Audiencia Provincial ha emitido un fallo en el que condena a Alberto S. P. a 25 a?os de c?rcel por allanamiento de morada y asesinato alevoso con el agravante de disfraz y a dos m?s por tenencia il?cita de armas. La sentencia no es firme y es susceptible de recurso ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia.
La Sala considera probado que el condenado, de 52 a?os, irrumpi? al atardecer en la vivienda de Cristina N.T., que se recuperaba de una operaci?n, y la mat? de un tiro en la nuca.
El asesino, de 52 a?os de edad, camionero de profesi?n, casado y con dos hijos, ya contaba con antecedentes penales por robo con intimidaci?n. Reconoci? en el juicio que acudi? a la vivienda de la v?ctima expresamente para robar —por este hecho su abogado ped?a tres a?os de prisi?n por un delito de robo en grado de tentativa— pero que él no dispar? el arma homicida, sino un c?mplice, Paolo o 'El Portu', pero tanto los testigos oculares como los testimonios de la Guardia Civil y las pruebas de ADN —adem?s de otros numerosos indicios— apuntan a una sola persona presente en el lugar de los hechos: Alberto S. P.
La magistrada considera "totalmente absurda" su versi?n. La jueza llama la atenci?n sobre el hecho de que el acusado no se llev? absolutamente nada de la casa y califica de "incre?ble" el relato del asesino, seg?n el cual hab?a perseguido a la v?ctima por la finca y el interior de la casa solo con la intenci?n de que no gritara ("cabe preguntarse c?mo pretend?a callarla", se pregunta). Para la Audiencia, el testimonio del acusado "finaliza con la m?s incre?ble de las historias" al pretender hacer creer al jurado que su c?mplice le dio el arma después de matar a Cristina N. T. e intercambi? con él chaleco y el jersey (donde se encontraron restos incriminatorios).
La Audiencia considera que hay pruebas de cargo suficientes para condenar a Alberto S. P. Sus huellas estaban en la pistola y en el chaleco que portaba se encontraron restos de su sangre y residuos de disparo. Hab?a también fibras de su sudadera sobre la v?ctima. Fue visto adem?s por varios testigos. Las pruebras practicadas "no dejan margen de duda que permita entrar en jugar el principio pro reo", concluye el tribunal, que descarta la participaci?n de una tercera persona.
La Sada entiende que hay motivos suficientes para probar que mat? a Cristina N. T. con alevos?a y el agravante de disfraz, ya que se cubr?a la cara con un gorro y una braga. Destaca que esta mujer de 33 a?os, auxiliar de ayuda a domicilio que se encontraba en ese momento de baja, "recibi? un disparo con el arma sujeta con fuerza contra su piel". Ella se encontraba adem?s sola en la vivienda, "inc?moda y debilitada" por una reciente operaci?n. "El encausado era consciente de la indefensi?n de la v?ctima y se aprovech? de ella", recoge el fallo, que subraya el hecho de que el acusado se asegur? de que la joven no pudiese defenderse.
El tribunal rechaza con todo el agravante de limitaciones f?sicas que solicitaba la acusaci?n particular. En base a los testimonios de los peritos forenses, concluye que la v?ctima estaba "inc?moda y debilitada", pero no en una situaci?n de especial vulnerabilidad. Ni su operaci?n ni los esguinces que se hizo al saltar por la ventana para huir del acusado le imped?an caminar, incide.
La Audiencia tampoco acepta el atenuante de toxicoman?a para Alberto S.P. Concluye que no ha quedado acreditado que al cometer los hechos padeciera una adicci?n tan grave que le impidiera controlar su conducta. Los médicos tampoco observaron alteraciones psicopatol?gicas derivadas del consumo de sustancias.
La sentencia no se pronuncia sobre posibles motivaciones del crimen. Ni tampoco sobre la relaci?n entre el asesino y la v?ctima, casada y con un ni?o de dos a?os. En el juicio qued? probado que Alberto la conoc?a, era la mujer de un compa?ero de trabajo de su esposa. Hac?a un par de a?os, sus respectivas parejas hab?an mantenido una relaci?n m?s que estrecha, tal y como atestiguan los n?meros mensajes de Whatsapp que intercambiaron durante unos meses. Sin embargo, seg?n la versi?n del marido, la relaci?n nunca lleg? a consumarse y esta termin? abruptamente cuando se enteraron sus respectivas parejas. Tras la ruptura, la mujer del asesino denunci? al marido de la v?ctima por acoso sexual y laboral. En el momento del crimen la esposa del asesino se encontraba de baja por ansiedad. Quince d?as antes, la empresa en la que trabajaba hab?a decidido archivar su denuncia por acoso. Adem?s, se enfrentaba a una petici?n de despido por bajo rendimiento y mal comportamiento cursada por la coordinadora de su secci?n, que era la madrastra de la fallecida.
El acusado deber? indemnizar adem?s a la familia de la v?ctima con 429.580 euros.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sucesos/condenado-27-anos-carcel-acusado-95578424)
La Sala considera probado que el condenado, de 52 a?os, irrumpi? al atardecer en la vivienda de Cristina N.T., que se recuperaba de una operaci?n, y la mat? de un tiro en la nuca.
El asesino, de 52 a?os de edad, camionero de profesi?n, casado y con dos hijos, ya contaba con antecedentes penales por robo con intimidaci?n. Reconoci? en el juicio que acudi? a la vivienda de la v?ctima expresamente para robar —por este hecho su abogado ped?a tres a?os de prisi?n por un delito de robo en grado de tentativa— pero que él no dispar? el arma homicida, sino un c?mplice, Paolo o 'El Portu', pero tanto los testigos oculares como los testimonios de la Guardia Civil y las pruebas de ADN —adem?s de otros numerosos indicios— apuntan a una sola persona presente en el lugar de los hechos: Alberto S. P.
La magistrada considera "totalmente absurda" su versi?n. La jueza llama la atenci?n sobre el hecho de que el acusado no se llev? absolutamente nada de la casa y califica de "incre?ble" el relato del asesino, seg?n el cual hab?a perseguido a la v?ctima por la finca y el interior de la casa solo con la intenci?n de que no gritara ("cabe preguntarse c?mo pretend?a callarla", se pregunta). Para la Audiencia, el testimonio del acusado "finaliza con la m?s incre?ble de las historias" al pretender hacer creer al jurado que su c?mplice le dio el arma después de matar a Cristina N. T. e intercambi? con él chaleco y el jersey (donde se encontraron restos incriminatorios).
La Audiencia considera que hay pruebas de cargo suficientes para condenar a Alberto S. P. Sus huellas estaban en la pistola y en el chaleco que portaba se encontraron restos de su sangre y residuos de disparo. Hab?a también fibras de su sudadera sobre la v?ctima. Fue visto adem?s por varios testigos. Las pruebras practicadas "no dejan margen de duda que permita entrar en jugar el principio pro reo", concluye el tribunal, que descarta la participaci?n de una tercera persona.
La Sada entiende que hay motivos suficientes para probar que mat? a Cristina N. T. con alevos?a y el agravante de disfraz, ya que se cubr?a la cara con un gorro y una braga. Destaca que esta mujer de 33 a?os, auxiliar de ayuda a domicilio que se encontraba en ese momento de baja, "recibi? un disparo con el arma sujeta con fuerza contra su piel". Ella se encontraba adem?s sola en la vivienda, "inc?moda y debilitada" por una reciente operaci?n. "El encausado era consciente de la indefensi?n de la v?ctima y se aprovech? de ella", recoge el fallo, que subraya el hecho de que el acusado se asegur? de que la joven no pudiese defenderse.
El tribunal rechaza con todo el agravante de limitaciones f?sicas que solicitaba la acusaci?n particular. En base a los testimonios de los peritos forenses, concluye que la v?ctima estaba "inc?moda y debilitada", pero no en una situaci?n de especial vulnerabilidad. Ni su operaci?n ni los esguinces que se hizo al saltar por la ventana para huir del acusado le imped?an caminar, incide.
La Audiencia tampoco acepta el atenuante de toxicoman?a para Alberto S.P. Concluye que no ha quedado acreditado que al cometer los hechos padeciera una adicci?n tan grave que le impidiera controlar su conducta. Los médicos tampoco observaron alteraciones psicopatol?gicas derivadas del consumo de sustancias.
La sentencia no se pronuncia sobre posibles motivaciones del crimen. Ni tampoco sobre la relaci?n entre el asesino y la v?ctima, casada y con un ni?o de dos a?os. En el juicio qued? probado que Alberto la conoc?a, era la mujer de un compa?ero de trabajo de su esposa. Hac?a un par de a?os, sus respectivas parejas hab?an mantenido una relaci?n m?s que estrecha, tal y como atestiguan los n?meros mensajes de Whatsapp que intercambiaron durante unos meses. Sin embargo, seg?n la versi?n del marido, la relaci?n nunca lleg? a consumarse y esta termin? abruptamente cuando se enteraron sus respectivas parejas. Tras la ruptura, la mujer del asesino denunci? al marido de la v?ctima por acoso sexual y laboral. En el momento del crimen la esposa del asesino se encontraba de baja por ansiedad. Quince d?as antes, la empresa en la que trabajaba hab?a decidido archivar su denuncia por acoso. Adem?s, se enfrentaba a una petici?n de despido por bajo rendimiento y mal comportamiento cursada por la coordinadora de su secci?n, que era la madrastra de la fallecida.
El acusado deber? indemnizar adem?s a la familia de la v?ctima con 429.580 euros.
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