الريــم
11-28-2023, 09:24 AM
Crist?bal Balenciaga no se dejaba ver en la presentaci?n de sus colecciones. Tampoco sal?a del backstage tras finalizar el evento para saludar a los compradores, invitados de post?n y prensa, quienes le dedicaban aplausos desde sus asientos. De hecho, si hacemos caso a la leyenda, el dise?ador vasco segu?a los desfiles a través de un agujero practicado en las cortinas de terciopelo que decoraban su 'maison (https://www.epe.es/es/cultura/20231127/balenciaga-o-enigma-disenador-hermetico-buscaba-excelencia-sintio-deseo-trascender-94969186)'.
“Tampoco se tomaba la molestia de presentarse ante la mayor?a de sus clientas cuando estas acud?an a comprar a sus establecimientos de San Sebasti?n, Madrid, Barcelona o Par?s, ni se prodigaba en los eventos que reun?an a la flor y nata de aquella Francia en la que se instal? en 1936, huyendo de la Guerra Civil Espa?ola”, apunta Mar?a Fern?ndez-Miranda, que acaba de dedicar un libro, titulado 'El enigma Balenciaga' (Plaza & Janés), al primer modisto cuyo trabajo entr? en un museo.
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95140761
Algunos de los dise?os de Balenciaga en la exposici?n 'Balenciaga.
JOAN CORTADELLAS
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2000
1333
“No malgastes tu tiempo en sociedad”, coment? una vez Balenciaga, cuyo comportamiento le vali? el sobrenombre de 'el monje' de la alta costura. Seg?n cuenta a El Peri?ico de Espa?a, de Prensa Ibérica (https://www.epe.es/es/cultura/20231127/balenciaga-o-enigma-disenador-hermetico-buscaba-excelencia-sintio-deseo-trascender-94969186), la periodista y escritora, su hermetismo era de tal calibre que lleg? a calar el rumor de que su persona no era m?s que una invenci?n, una estrategia para avivar la llama del misterio que impregnaba su firma: “No quer?a que se hablara sobre él, y esto generaba tanto interés que se acababa hablando de él m?s que nunca. Podr?a ser algo as? como lo que pasa hoy con Amancio Ortega”.
El guipuzcoano consideraba que lo que importaba no era su personalidad, sino su obra. Tanto es as? que solo concedi? dos entrevistas en su vida, cuando ya estaba retirado: a la revista francesa Paris Match, en 1968, y al peri?dico inglés The Times, en 1971. El impenetrable modisto también contaba con un reducido c?rculo de confianza en el que estaban su clienta Sonsoles de Icaza, marquesa de Llanzol y una de las mujeres que mejor llev? sus dise?os, y el dise?ador Hubert de Givenchy, quien, seg?n se apunta en el libro, trataba a Balenciaga “como si fuera el padre que nunca tuvo, pues él perdi? al suyo siendo muy ni?o y ni siquiera recuerda sus facciones".
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El dise?ador Hubert de Givenchy, uno de los m?s allegados de Balenciaga.
KIKI HUESCA / EFE
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2000
1305
Que se sepa, Balenciaga también tuvo dos compa?eros sentimentales. Del primero de ellos, el franco-polaco Wladzio Jaworowski D’Attainville, la autora apunta que se convirti? en el fiel confidente y colaborador del modisto, “en el art?fice de los sombreros que coronan sus creaciones para restarles seriedad y en el ide?logo de la decoraci?n de sus casas de costura”. Tras la repentina muerte de éste, el vasco empez? una relaci?n con el navarro Ram?n Esparza, quien entr? en la maison como dibujante, luego pas? a encargarse de dise?ar los sombreros y, ya tras la muerte de su compa?ero, fue dise?ador de la maison Chanel durante una breve temporada.
Fern?ndez-Miranda recrea en su ensayo varias escenas de la vida del maestro para entender de un vistazo su evoluci?n profesional y tratar de descubrir su dimensi?n personal. En una de ellas aborda los or?genes de un hombre que ven?a de un entorno con limitaciones econ?micas (era hijo de un pescador y una costurera), que le oblig? a dejar los estudios a una edad temprana y que en 1907 fue apadrinado por la marquesa de Casa Torres, quien frecuentaba el prestigioso establecimiento de San Sebasti?n donde él fue contratado como aprendiz de sastre.
“En 1917 abri? su primera casa de costura, C. Balenciaga, en San Sebasti?n”, recuerda la escritora. “Luego se asoci? con las hermanas Lizaso [para fundar Balenciaga y Cia.] y ya en 1924 se estableci? en solitario bajo la denominaci?n de Crist?bal Balenciaga”. Una vez exiliado, se asoci? con el ingeniero Nicol?s Bizcarrondo, un vecino suyo de San Sebasti?n con quien hab?a compartido refugio durante los bombardeos de la guerra civil, para poder abrir la casa Balenciaga de Par?s, ciudad desde la que se erigi? en l?der de la alta costura francesa durante las décadas de los cincuenta y sesenta.
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Lolita Laporta, una de las modelos del dise?ador de moda, a sus 103 a?os.
ALEJANDRO GARC?A / EFE
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2000
1333
Durante su periplo, Balenciaga se hizo amigo de modistas de la talla de Coco Chanel, con la que compart?a su obsesi?n por la perfecci?n de las mangas o por la comodidad de las prendas. “Balenciaga observaba la prenda desde fuera pero la constru?a desde dentro, de manera que lo m?s interesante de su trabajo est?, precisamente, en lo que el ojo no ve”, relata la escritora. “Para lograr la perfecci?n a la que siempre aspir? no escatimaba en trucos, como si se tratara de un prestidigitador sacando un conejo de la chistera. Bajo sus faldas globo, por ejemplo, hab?a una enagua y una capa de seda que ayudaban a crear volumen. En algunas chaquetas escond?a un plomo en la parte trasera, para asegurarse una buena ca?da. En otras insertaba almohadillas en la zona de las caderas”.
La gran dise?adora lleg? a regalarle a Balenciaga un retrato de s? misma y un pato de bronce que él coloc? amorosamente sobre su escritorio. Pero hubo un momento en que su relaci?n se rompi? y aquella figura desapareci?. Existen diferentes versiones sobre lo sucedido, aunque Marie Andrée Jouve, conservadora de los archivos de la casa Balenciaga de Par?s durante m?s de dos décadas, sostiene que el dise?ador se disgust? cuando Chanel hizo p?blicamente una serie de comentarios indiscretos sobre su vida privada. Aun as?, demostr? haber olvidado las viejas rencillas entre ambos cuando decidi? presentarse en el entierro de la gran creadora francesa.
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95141097
La dise?adora Coco Chanel.
Archivo
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2000
1349
Por los talleres de Balenciaga desfilaron actrices como Ava Gardner, que sol?a pasar por Chicote y luego cruzaba la calle para probarse en su sal?n madrile?o, y arist?cratas como Barbara Hutton, a la que directamente le llevaban la ropa a su lujosa suite del Hotel Ritz, en Par?s. El vasco también hizo ropa para reinas y princesas como Mar?a Cristina y Victoria Eugenia, y hasta fue el encargado de dise?ar el traje de novia de Fabiola de Mora y Arag?n para su gran d?a: el de su boda con el rey Balduino de Bélgica en 1960. Seg?n apunta en el libro la empresaria espa?ola Rosa Clar?, aquella creaci?n supuso un antes y un después en el mundo de la costura nupcial: “Pasado m?s de medio siglo, sigue cautivando por la pureza de l?neas y su elegancia atemporal, con su cuerpo entallado, la falda amplia fruncida y la tiara de vis?n blanco que bordea el escote y la capa, un gui?o al gusto personal de la novia”.
Image ID:
95141216
Fabiola de Mora y Arag? el d?a de su boda con el rey Balduino de Bélgica.
ARCHIVO
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1208
848
La llegada del prêt-à-porter hizo que decayera el negocio del hecho a mano. El d?a que alguna de sus clientas le pregunt? si no se animar?a él también con las prendas confeccionadas en serie, Balenciaga respondi? tajante: “Yo no me prostituyo”. Pero lo cierto es que el creador vasco también lleg? a hacer una incursi?n en este ?mbito en 1968, cuando firm? los uniformes de las azafatas de Air France. Ese mismo a?o, hizo p?blico que dejaba la moda y cerr? todos sus talleres de Par?s y de Espa?a. Solo interrumpi? su retiro en 1972 para confeccionar el vestido de Carmen Mart?nez Bordi?, nieta del dictador Francisco Franco, de cara a su enlace matrimonial con el duque de C?diz, Alfonso de Borb?n.
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95141329
Portada de ‘El enigma Balenciaga’, de Mar?a Fern?ndez-Miranda.
ARCHIVO
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1100
1698
A los 77 a?os de edad, Balenciaga falleci? mientras pasaba un tiempo de descanso en el Parador de J?vea (Alicante). No dej? testamento, aunque su legado se honr? a modo de obituarios que recorrieron distintos puntos del mundo. “Los expertos dicen que Balenciaga fue el dise?ador que tuvo un mejor dominio de la técnica y, de hecho, sus ense?anzas se siguen utilizando en la actualidad”, concluye Fern?ndez-Miranda. “Lo de la técnica era algo que yo ya sab?a, pero no conoc?a tanto sobre la faceta personal de un hombre que me parece admirable y que, en mi opini?n, deber?a ser un ejemplo hoy d?a. Los que trabajamos en el mundo de la prensa de moda sabemos que ahora hay mucho postureo, pero él nunca se dej? llevar por eso. Viv?a entregado a su trabajo y quer?a dar lo mejor de s? mismo. Su figura me parece inspiradora”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/balenciaga-o-enigma-disenador-discreto-95179655)
“Tampoco se tomaba la molestia de presentarse ante la mayor?a de sus clientas cuando estas acud?an a comprar a sus establecimientos de San Sebasti?n, Madrid, Barcelona o Par?s, ni se prodigaba en los eventos que reun?an a la flor y nata de aquella Francia en la que se instal? en 1936, huyendo de la Guerra Civil Espa?ola”, apunta Mar?a Fern?ndez-Miranda, que acaba de dedicar un libro, titulado 'El enigma Balenciaga' (Plaza & Janés), al primer modisto cuyo trabajo entr? en un museo.
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Algunos de los dise?os de Balenciaga en la exposici?n 'Balenciaga.
JOAN CORTADELLAS
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“No malgastes tu tiempo en sociedad”, coment? una vez Balenciaga, cuyo comportamiento le vali? el sobrenombre de 'el monje' de la alta costura. Seg?n cuenta a El Peri?ico de Espa?a, de Prensa Ibérica (https://www.epe.es/es/cultura/20231127/balenciaga-o-enigma-disenador-hermetico-buscaba-excelencia-sintio-deseo-trascender-94969186), la periodista y escritora, su hermetismo era de tal calibre que lleg? a calar el rumor de que su persona no era m?s que una invenci?n, una estrategia para avivar la llama del misterio que impregnaba su firma: “No quer?a que se hablara sobre él, y esto generaba tanto interés que se acababa hablando de él m?s que nunca. Podr?a ser algo as? como lo que pasa hoy con Amancio Ortega”.
El guipuzcoano consideraba que lo que importaba no era su personalidad, sino su obra. Tanto es as? que solo concedi? dos entrevistas en su vida, cuando ya estaba retirado: a la revista francesa Paris Match, en 1968, y al peri?dico inglés The Times, en 1971. El impenetrable modisto también contaba con un reducido c?rculo de confianza en el que estaban su clienta Sonsoles de Icaza, marquesa de Llanzol y una de las mujeres que mejor llev? sus dise?os, y el dise?ador Hubert de Givenchy, quien, seg?n se apunta en el libro, trataba a Balenciaga “como si fuera el padre que nunca tuvo, pues él perdi? al suyo siendo muy ni?o y ni siquiera recuerda sus facciones".
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El dise?ador Hubert de Givenchy, uno de los m?s allegados de Balenciaga.
KIKI HUESCA / EFE
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Que se sepa, Balenciaga también tuvo dos compa?eros sentimentales. Del primero de ellos, el franco-polaco Wladzio Jaworowski D’Attainville, la autora apunta que se convirti? en el fiel confidente y colaborador del modisto, “en el art?fice de los sombreros que coronan sus creaciones para restarles seriedad y en el ide?logo de la decoraci?n de sus casas de costura”. Tras la repentina muerte de éste, el vasco empez? una relaci?n con el navarro Ram?n Esparza, quien entr? en la maison como dibujante, luego pas? a encargarse de dise?ar los sombreros y, ya tras la muerte de su compa?ero, fue dise?ador de la maison Chanel durante una breve temporada.
Fern?ndez-Miranda recrea en su ensayo varias escenas de la vida del maestro para entender de un vistazo su evoluci?n profesional y tratar de descubrir su dimensi?n personal. En una de ellas aborda los or?genes de un hombre que ven?a de un entorno con limitaciones econ?micas (era hijo de un pescador y una costurera), que le oblig? a dejar los estudios a una edad temprana y que en 1907 fue apadrinado por la marquesa de Casa Torres, quien frecuentaba el prestigioso establecimiento de San Sebasti?n donde él fue contratado como aprendiz de sastre.
“En 1917 abri? su primera casa de costura, C. Balenciaga, en San Sebasti?n”, recuerda la escritora. “Luego se asoci? con las hermanas Lizaso [para fundar Balenciaga y Cia.] y ya en 1924 se estableci? en solitario bajo la denominaci?n de Crist?bal Balenciaga”. Una vez exiliado, se asoci? con el ingeniero Nicol?s Bizcarrondo, un vecino suyo de San Sebasti?n con quien hab?a compartido refugio durante los bombardeos de la guerra civil, para poder abrir la casa Balenciaga de Par?s, ciudad desde la que se erigi? en l?der de la alta costura francesa durante las décadas de los cincuenta y sesenta.
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Lolita Laporta, una de las modelos del dise?ador de moda, a sus 103 a?os.
ALEJANDRO GARC?A / EFE
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Durante su periplo, Balenciaga se hizo amigo de modistas de la talla de Coco Chanel, con la que compart?a su obsesi?n por la perfecci?n de las mangas o por la comodidad de las prendas. “Balenciaga observaba la prenda desde fuera pero la constru?a desde dentro, de manera que lo m?s interesante de su trabajo est?, precisamente, en lo que el ojo no ve”, relata la escritora. “Para lograr la perfecci?n a la que siempre aspir? no escatimaba en trucos, como si se tratara de un prestidigitador sacando un conejo de la chistera. Bajo sus faldas globo, por ejemplo, hab?a una enagua y una capa de seda que ayudaban a crear volumen. En algunas chaquetas escond?a un plomo en la parte trasera, para asegurarse una buena ca?da. En otras insertaba almohadillas en la zona de las caderas”.
La gran dise?adora lleg? a regalarle a Balenciaga un retrato de s? misma y un pato de bronce que él coloc? amorosamente sobre su escritorio. Pero hubo un momento en que su relaci?n se rompi? y aquella figura desapareci?. Existen diferentes versiones sobre lo sucedido, aunque Marie Andrée Jouve, conservadora de los archivos de la casa Balenciaga de Par?s durante m?s de dos décadas, sostiene que el dise?ador se disgust? cuando Chanel hizo p?blicamente una serie de comentarios indiscretos sobre su vida privada. Aun as?, demostr? haber olvidado las viejas rencillas entre ambos cuando decidi? presentarse en el entierro de la gran creadora francesa.
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La dise?adora Coco Chanel.
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Por los talleres de Balenciaga desfilaron actrices como Ava Gardner, que sol?a pasar por Chicote y luego cruzaba la calle para probarse en su sal?n madrile?o, y arist?cratas como Barbara Hutton, a la que directamente le llevaban la ropa a su lujosa suite del Hotel Ritz, en Par?s. El vasco también hizo ropa para reinas y princesas como Mar?a Cristina y Victoria Eugenia, y hasta fue el encargado de dise?ar el traje de novia de Fabiola de Mora y Arag?n para su gran d?a: el de su boda con el rey Balduino de Bélgica en 1960. Seg?n apunta en el libro la empresaria espa?ola Rosa Clar?, aquella creaci?n supuso un antes y un después en el mundo de la costura nupcial: “Pasado m?s de medio siglo, sigue cautivando por la pureza de l?neas y su elegancia atemporal, con su cuerpo entallado, la falda amplia fruncida y la tiara de vis?n blanco que bordea el escote y la capa, un gui?o al gusto personal de la novia”.
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Fabiola de Mora y Arag? el d?a de su boda con el rey Balduino de Bélgica.
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La llegada del prêt-à-porter hizo que decayera el negocio del hecho a mano. El d?a que alguna de sus clientas le pregunt? si no se animar?a él también con las prendas confeccionadas en serie, Balenciaga respondi? tajante: “Yo no me prostituyo”. Pero lo cierto es que el creador vasco también lleg? a hacer una incursi?n en este ?mbito en 1968, cuando firm? los uniformes de las azafatas de Air France. Ese mismo a?o, hizo p?blico que dejaba la moda y cerr? todos sus talleres de Par?s y de Espa?a. Solo interrumpi? su retiro en 1972 para confeccionar el vestido de Carmen Mart?nez Bordi?, nieta del dictador Francisco Franco, de cara a su enlace matrimonial con el duque de C?diz, Alfonso de Borb?n.
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Portada de ‘El enigma Balenciaga’, de Mar?a Fern?ndez-Miranda.
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A los 77 a?os de edad, Balenciaga falleci? mientras pasaba un tiempo de descanso en el Parador de J?vea (Alicante). No dej? testamento, aunque su legado se honr? a modo de obituarios que recorrieron distintos puntos del mundo. “Los expertos dicen que Balenciaga fue el dise?ador que tuvo un mejor dominio de la técnica y, de hecho, sus ense?anzas se siguen utilizando en la actualidad”, concluye Fern?ndez-Miranda. “Lo de la técnica era algo que yo ya sab?a, pero no conoc?a tanto sobre la faceta personal de un hombre que me parece admirable y que, en mi opini?n, deber?a ser un ejemplo hoy d?a. Los que trabajamos en el mundo de la prensa de moda sabemos que ahora hay mucho postureo, pero él nunca se dej? llevar por eso. Viv?a entregado a su trabajo y quer?a dar lo mejor de s? mismo. Su figura me parece inspiradora”.
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