الريــم
11-14-2023, 01:18 PM
La responsable de actividades de la Asociaci?n Valenciana de Diabetes, Mar?a Deltoro, cuenta a Levante-EMV (https://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2021/11/14/cien-anos-insulina-salvando-vidas-59495585.html), medio que pertenece al mismo grupo que este diario, que a principios de este a?o la comunidad de personas con esa enfermedad en la Comunitat Valenciana qued? en shock por la muerte de un ni?o de tres a?os en Alicante (https://rc-pro.prensaiberica.es/tags/alicante/). Al peque?o se lo llev?, en cuesti?n de semanas, una diabetes no detectada a tiempo. "Tener un caso tan cercano que se podr?a haber evitado teniendo esa informaci?n en un centro de salud o en la escuela nos afect?", explica. Hace cien a?os, que son tan solo un chasquido para la historia de la humanidad, ese desenlace era lo com?n. Diabetes y muerte iban ligadas de la mano. La propia Deltoro lo sabe porque es persona con diabetes tipo 1 desde la adolescencia. El descubrimiento de la insulina en 1921 le cambi? la vida a ella y a millones de personas.
Este domingo se conmemora un D?a Mundial de la Diabetes que, si cabe, es m?s especial que los dem?s para los que lo celebran. Hace justo un siglo desde que los canadienses Frederick Banting y Charles Best cambiaron el rumbo de la historia. "El descubrimiento de la insulina en la Universidad de Toronto constituye uno de los m?s grandes avances de la medicina de todos los tiempos", afirma el catedr?tico emérito de Medicina de la Universitat de Valencia Rafael Carmena. Este reputado endocrino valenciano, premio Rei Jaume I, lleg? a coincidir con Best en congresos médicos en los a?os 70 en Estados Unidos. Y es que Best era un chaval cuando hizo el descubrimiento en los a?os 20: estudiaba segundo de medicina.
"Se dice que él y otro compa?ero lanzaron una moneda al aire para ver quién ser?a el ayudante de Banting ese verano, ya que los dos quer?an la plaza", cuenta Carmena. Aunque ya hab?a habido avances, sobre todo del médico rumano Nicolae Paulescu, no se hab?a conseguido aislar y purificar la sustancia que m?s tarde se denomin? insulina. "La genialidad de Banting y Best consisti? en que consiguieron ligar el conducto del p?ncreas exocrino, atrofi?ndolo", explica Carmena, quien cree que los investigadores norteamericanos llegaron a una idea "que a nadie se le hab?a ocurrido probar antes".
Lo que se logr? al cerrar ese conducto es que no pasasen unas enzimas que destru?an la ansiada insulina, que preced?a de las secreciones del p?ncreas endocrino. Algo similar a lo que supone para el agua del mar que se detenga un vertido de petr?leo. Al tiempo, el agua se purifica. La insulina también.
El momento del eureka lleg? cuando le extirparon el p?ncreas a una perrita llamada Marjorie y, con la recién creada insulina procedente de otro animal, la mantuvieron viva y controlando su diabetes durante varios meses. "Los pacientes humanos, hasta ese momento, se mor?an. Era una sentencia de muerte", recalca Carmena. Decenas de miles de ni?os en el mundo entero eran v?ctimas de la temida diabetes. Otros tantos padres de Estados Unidos y Canad? se lanzaron lo m?s r?pido posible en tren hacia Toronto, donde estaba la inesperada cura para sus hijos. Orinar frecuentemente y adelgazar much?simo a pesar de comer bien eran los indicadores de que un ni?o ten?a diabetes. Las duras fotograf?as de aquella época, que Carmena ense?a a sus alumnos, muestran c?mo peque?os aparentemente desnutridos pasaban en poco tiempo, con la insulina, a recuperar su estado saludable. No era milagro, era ciencia.
El descubrimiento de Banting y Best se hizo en el Laboratorio de Fisiolog?a del profesor John Macleod. Es por eso que su nombre apareci? en la publicaci?n del descubrimiento en 1922. La academia sueca vio Macleod y Banting y a ellos los nombr? ganadores del Premio Nobel de Medicina en 1923.
"Los del Nobel, que hacen cosas muy extra?as a veces, le dieron el premio el a?o siguiente, cuando lo normal es que pase por lo menos una década. Nuestro Severo Ochoa, por ejemplo, estuvo diez a?os esperando hasta que se lo dieron. Esta fue la ?nica vez que lo concedieron tan pronto", subraya. La trascendencia de la insulina queda patente solo sabiendo ese dato. Lo que no es tan conocido es lo que sucedi? detr?s de los focos de Estocolmo. "Banting protest? enérgicamente la concesi?n a Macleod, dijo que mientras él y Best, que no fue nombrado en el premio, descubr?an la insulina, Macleod estaba pescando en Escocia. Jam?s volvieron a cruzar palabra, fue una tremenda lucha de egos y Banting al final reparti? su parte del premio con Best", repasa el endocrino.
"La vida en un vial"
Sea como fuere, sin Banting, Best y el laboratorio que les proporcion? Macleod, lo importante a fin de cuentas es que, cincuenta a?os después de su descubrimiento y disputa, el valenciano Toni Monz? pudo sobrevivir. Y transcurridos casi otros cincuenta desde su diagn?stico, Monz? sigue vivo. Ha podido tocar el saxo —a pesar de que la visi?n le deja los pentagramas borrosos a causa de los efectos provocados por la diabetes— en la Uni? Musical de Alaquàs, de la que adem?s es presidente.
Lo b?sico para entender la diabetes tipo 1, la suya, es que el cuerpo no produce insulina. La consecuencia directa es que el nivel de az?car en sangre del paciente se va por los aires porque la insulina es justamente la hormona que ayuda a la glucosa a entrar a las células para darles energ?a. En vez de eso, permanecen en la sangre.
Monz? se pincha insulina cuatro veces al d?a desde ni?o, una tras cada comida. Tiene el cuerpo lleno de moratones y cuando cuenta como se pincha, el fastidio es notorio. "Pero es mi salvaci?n de vida", reconoce. De peque?o, cuenta, la insulina que compraba era porcina. Ahora es sintética y la lleva como si fuera un boli en el bolsillo de la chaqueta. "Pero este boli no es para escribir, es para pincharme", bromea. "Lo peor que hay con el az?car son los altibajos", afirma. Hace poco, el az?car se le baj? tanto mientras conduc?a que perdi? el conocimiento y volc? con el coche en una cuneta. Sali? ileso, pero es el d?a a d?a al que se enfrentan. Por lo menos, ya habla de su enfermedad: "de joven me sent?a defectuoso", recuerda.
La epidemia silenciosa
Durante el siglo XX, a la diabetes tipo 1 se le sum? la llamada tipo 2. "La diabetes tipo 2 es una epidemia por dos factores: porque la poblaci?n envejece y porque la poblaci?n engorda. Si un paciente es obeso, al m?nimo antecedente genético que tenga en la familia se convierte en diabético", apunta Carmena. El problema principal es lo que tarda en detectarse esa diabetes: entre cinco y diez a?os. Se calcula que el 50 % de los casos est? sin diagnosticar. Seg?n el Hospital Vithas 9 de Octubre, el 14 % de los espa?oles son personas con diabetes. "Tenemos m?s diabetes que pa?ses de nuestro entorno", apunta a su vez Carmena. Solo una mejora de la dieta y hacer ejercicio de manera activa puede aflojar esa epidemia silenciosa e innecesaria que ha sustituido a la diabetes tipo 1 en importancia. Porque si bien no mata al instante, favorece los infartos, la hipertensi?n arterial y el colesterol.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/cien-anos-insulina-salvando-vidas-94594865)
Este domingo se conmemora un D?a Mundial de la Diabetes que, si cabe, es m?s especial que los dem?s para los que lo celebran. Hace justo un siglo desde que los canadienses Frederick Banting y Charles Best cambiaron el rumbo de la historia. "El descubrimiento de la insulina en la Universidad de Toronto constituye uno de los m?s grandes avances de la medicina de todos los tiempos", afirma el catedr?tico emérito de Medicina de la Universitat de Valencia Rafael Carmena. Este reputado endocrino valenciano, premio Rei Jaume I, lleg? a coincidir con Best en congresos médicos en los a?os 70 en Estados Unidos. Y es que Best era un chaval cuando hizo el descubrimiento en los a?os 20: estudiaba segundo de medicina.
"Se dice que él y otro compa?ero lanzaron una moneda al aire para ver quién ser?a el ayudante de Banting ese verano, ya que los dos quer?an la plaza", cuenta Carmena. Aunque ya hab?a habido avances, sobre todo del médico rumano Nicolae Paulescu, no se hab?a conseguido aislar y purificar la sustancia que m?s tarde se denomin? insulina. "La genialidad de Banting y Best consisti? en que consiguieron ligar el conducto del p?ncreas exocrino, atrofi?ndolo", explica Carmena, quien cree que los investigadores norteamericanos llegaron a una idea "que a nadie se le hab?a ocurrido probar antes".
Lo que se logr? al cerrar ese conducto es que no pasasen unas enzimas que destru?an la ansiada insulina, que preced?a de las secreciones del p?ncreas endocrino. Algo similar a lo que supone para el agua del mar que se detenga un vertido de petr?leo. Al tiempo, el agua se purifica. La insulina también.
El momento del eureka lleg? cuando le extirparon el p?ncreas a una perrita llamada Marjorie y, con la recién creada insulina procedente de otro animal, la mantuvieron viva y controlando su diabetes durante varios meses. "Los pacientes humanos, hasta ese momento, se mor?an. Era una sentencia de muerte", recalca Carmena. Decenas de miles de ni?os en el mundo entero eran v?ctimas de la temida diabetes. Otros tantos padres de Estados Unidos y Canad? se lanzaron lo m?s r?pido posible en tren hacia Toronto, donde estaba la inesperada cura para sus hijos. Orinar frecuentemente y adelgazar much?simo a pesar de comer bien eran los indicadores de que un ni?o ten?a diabetes. Las duras fotograf?as de aquella época, que Carmena ense?a a sus alumnos, muestran c?mo peque?os aparentemente desnutridos pasaban en poco tiempo, con la insulina, a recuperar su estado saludable. No era milagro, era ciencia.
El descubrimiento de Banting y Best se hizo en el Laboratorio de Fisiolog?a del profesor John Macleod. Es por eso que su nombre apareci? en la publicaci?n del descubrimiento en 1922. La academia sueca vio Macleod y Banting y a ellos los nombr? ganadores del Premio Nobel de Medicina en 1923.
"Los del Nobel, que hacen cosas muy extra?as a veces, le dieron el premio el a?o siguiente, cuando lo normal es que pase por lo menos una década. Nuestro Severo Ochoa, por ejemplo, estuvo diez a?os esperando hasta que se lo dieron. Esta fue la ?nica vez que lo concedieron tan pronto", subraya. La trascendencia de la insulina queda patente solo sabiendo ese dato. Lo que no es tan conocido es lo que sucedi? detr?s de los focos de Estocolmo. "Banting protest? enérgicamente la concesi?n a Macleod, dijo que mientras él y Best, que no fue nombrado en el premio, descubr?an la insulina, Macleod estaba pescando en Escocia. Jam?s volvieron a cruzar palabra, fue una tremenda lucha de egos y Banting al final reparti? su parte del premio con Best", repasa el endocrino.
"La vida en un vial"
Sea como fuere, sin Banting, Best y el laboratorio que les proporcion? Macleod, lo importante a fin de cuentas es que, cincuenta a?os después de su descubrimiento y disputa, el valenciano Toni Monz? pudo sobrevivir. Y transcurridos casi otros cincuenta desde su diagn?stico, Monz? sigue vivo. Ha podido tocar el saxo —a pesar de que la visi?n le deja los pentagramas borrosos a causa de los efectos provocados por la diabetes— en la Uni? Musical de Alaquàs, de la que adem?s es presidente.
Lo b?sico para entender la diabetes tipo 1, la suya, es que el cuerpo no produce insulina. La consecuencia directa es que el nivel de az?car en sangre del paciente se va por los aires porque la insulina es justamente la hormona que ayuda a la glucosa a entrar a las células para darles energ?a. En vez de eso, permanecen en la sangre.
Monz? se pincha insulina cuatro veces al d?a desde ni?o, una tras cada comida. Tiene el cuerpo lleno de moratones y cuando cuenta como se pincha, el fastidio es notorio. "Pero es mi salvaci?n de vida", reconoce. De peque?o, cuenta, la insulina que compraba era porcina. Ahora es sintética y la lleva como si fuera un boli en el bolsillo de la chaqueta. "Pero este boli no es para escribir, es para pincharme", bromea. "Lo peor que hay con el az?car son los altibajos", afirma. Hace poco, el az?car se le baj? tanto mientras conduc?a que perdi? el conocimiento y volc? con el coche en una cuneta. Sali? ileso, pero es el d?a a d?a al que se enfrentan. Por lo menos, ya habla de su enfermedad: "de joven me sent?a defectuoso", recuerda.
La epidemia silenciosa
Durante el siglo XX, a la diabetes tipo 1 se le sum? la llamada tipo 2. "La diabetes tipo 2 es una epidemia por dos factores: porque la poblaci?n envejece y porque la poblaci?n engorda. Si un paciente es obeso, al m?nimo antecedente genético que tenga en la familia se convierte en diabético", apunta Carmena. El problema principal es lo que tarda en detectarse esa diabetes: entre cinco y diez a?os. Se calcula que el 50 % de los casos est? sin diagnosticar. Seg?n el Hospital Vithas 9 de Octubre, el 14 % de los espa?oles son personas con diabetes. "Tenemos m?s diabetes que pa?ses de nuestro entorno", apunta a su vez Carmena. Solo una mejora de la dieta y hacer ejercicio de manera activa puede aflojar esa epidemia silenciosa e innecesaria que ha sustituido a la diabetes tipo 1 en importancia. Porque si bien no mata al instante, favorece los infartos, la hipertensi?n arterial y el colesterol.
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