الريــم
10-26-2023, 05:40 PM
?Se acuerdan de la lucha por la Capitalidad Cultural Europea 2016? S?, aquella en la que, en 2010, ca?mos sorpresivamente en primera ronda. Hoy, para bastantes (por ejemplo, el Observatorio Cultural de la Fundaci?n Contempor?nea), M?laga es la tercera ciudad europea "en calidad e innovaci?n" de sus propuestas culturales. En realidad, muchos opinan que nuestra urbe se hizo con su propia capitalidad cultural har? el viernes justo 20 a?os, el 27 de octubre de 2003, con la inauguraci?n del Museo Picasso M?laga. Toca celebrar, por tanto, la operaci?n cultural m?s importante, ambiciosa y decisiva de M?laga (quiz?s de la autonom?a, por qué no), la que instal? firmemente los cimientos (junto al Festival de M?laga) de ese lifting cultural con el que la ciudad se ha presentado, remozada, m?s moderna, honda y din?mica, ante su pa?s y el mundo.
Los que disfrutaron entonces de la inauguraci?n del Palacio de Buenavista como el "museo de la familia" (recordemos que su principal impulsora, en cuanto al stock de obras donadas, cedidas y prestadas fue Christine Ruiz-Picasso, nuera del genio) siempre se acordar?n de, al menos, tres cosas: que aquel d?a llov?a a c?ntaros, que Jeremy Irons vino en moto (con el artista Thomas Krens), que se reunieron m?s de treinta familiares del artista (falt? Marina, su heredera m?s d?scola) y que don Juan Carlos y do?a Sof?a, entonces reyes reyes, arribaron en el Juan Sebasti?n Elcano. Ya, son cuatro cosas, pero es que hablar del Museo Picasso M?laga, tan potente, rotundo y desafiante, siempre conlleva salirse de los m?rgenes. Porque, por ejemplo, aquella inauguraci?n fue a lo grande: pasacalles de Els Comediants, concierto de Enrique Morente (m?s encargo de una aventura picassiana que cristalizar?a en un ?lbum), corrida de toros para los invitados con Javier Conde, Morante de la Puebla y Finito de C?rdoba... Jam?s se hab?a visto algo as? en una ciudad casi siempre atenazada por sus complejos en materia cultural.
Su tierra
Pablo Picasso pis? M?laga, su tierra, por ?ltima vez en 1901. Veinticuatro a?os después, artista maduro, reverenciado y millonario pero en plena crisis creativa y personal, escribi?: "Y dime si adem?s podré coger un d?a los dedos que el sol pasar? a través de la persiana por la ma?ana, al despertar cerca del mar Mediterr?neo, y el olor del café y el pan tostado, que, aunque vengo de lejos, soy ni?o y tengo ganas de comer y de nadar en agua salada". Fast forward al a?o 1992: el 10 de octubre, el genio malague?o Pablo Picasso regres? a su ciudad, de una manera simb?lica, gracias a la exposici?n Picasso Cl?sico, m?s de un centenar de obras selectas de la etapa clasicista del artista y que fueron prestadas por museos y coleccionistas mundiales. Esos mismos d?as, la Casa Natal recibi? una inesperada visita que cambiar?a la historia de la ciudad: una mujer que hab?a visitado la muestra aparc? su coche en la Plaza de la Merced y avis? a los responsables de la Fundaci?n Picasso de que en su maletero ten?a algo que podr?a interesarles: diez libros con ilustraciones de Picasso fechadas entre 1947 y 1960. La mujer era Christine Ruiz-Picasso y quer?a que esos vol?menes de quien fuera su suegro estuvieran en su ciudad. Y ah? empez? a nacer el Museo Picasso M?laga.
Al final, fueron muchas m?s piezas, claro: ella don? 14 pinturas, nueve esculturas, 44 dibujos individuales, un libro de bocetos con m?s de 36 dibujos, 58 grabados y nueve piezas de cer?mica; su hijo, Bernard Ruiz-Picasso, nieto, don? otras cinco pinturas, dos dibujos, diez grabados y cinco piezas cer?micas. En total, 155 picassos. Ni el m?s optimista e iluso gestor cultural podr?a haberlo imaginado no demasiado tiempo antes.
Hoy, 20 a?os después de que abriera sus puertas el Palacio de Buenavista, la pinacoteca ha despachado nueve millones de tickets de entrada, siendo, desde su inauguraci?n, el museo m?s visitado de Andaluc?a. Quedan en el recuerdo sus casi todas brillant?simas exposiciones, con un particular greatest hits compuesto por las deslumbrantes 'Los Picassos de Antibes' (2006), 'M?s all? de la pintura. Max Ernst' (2008-2009), 'Kippenberger mir? a Picasso' (2011), 'Alberto Giacometti. Una retrospectiva' (2011-2012), 'El factor grotesco' (2012-2013), 'Warhol. El arte mec?nico' (2018), 'Bacon, Freud y la Escuela de Londres' (2017) y 'Louise Bourgeois. He estado en el infierno y he vuelto' (2015), entre muchas otras. S?lo repasar los t?tulos de estos hitos produce cierto vértigo en cualquier aficionado m?s o menos avezado.
Empe?o
Convertir el Palacio de Buenavista no fue f?cil, y requiri? del empe?o de expertos internacionales de primera magnitud (el primero, el arquitecto Richard Gluckman), capitaneados por, atenci?n, un triunvirato femenino, algo no demasiado habitual hace dos décadas (lamentablemente todav?a tampoco, pero se est? andando ese camino): Carmen Calvo, entonces consejera de Cultura de la Junta; Rosa Torres, su delegada en la provincia y la conservadora Carmen Giménez, primera directora del Museo Picasso.
Pero aquella génesis s?lo fue el primero de los desaf?os a los que se ha ido enfrentando la pinacoteca. Uno de ellos, quiz?s no todos en M?laga sintieron como propio el centro cultural: el museo ha tenido que superar el sambenito de ser un recinto fino, quiz?s demasiado fr?o y alejado de la ciudad en la que estaba enclavado (como suele ocurrir con estas cosas, los aires de superioridad que le adjudic?bamos ten?an m?s que ver con nuestros complejos de inferioridad que con otra cosa), pensado exclusivamente para turistas. En realidad, era normal que muchos sintieran eso: acostumbrados como est?bamos a esfuerzos culturales m?s bien intuitivos, con esa irregularidad, inconstancia e improvisaci?n tan propias de nuestro car?cter, la pinacoteca del Palacio de Buenavista supon?a el salto cualitativo que necesitaba esta ciudad, el golpe en la mesa en busca de la ambici?n y la excelencia, de la calidad por encima de todo. Hoy, 20 a?os después de su inauguraci?n, pareciera que el Museo Picasso M?laga hubiera existido desde siempre, que hubiese formado parte desde hace décadas del skyline sentimental de los malague?os. Quiz?s ése sea el mayor éxito de todos los cosechados a lo largo y ancho de estas dos décadas de exposiciones, talleres, conferencias, ediciones, conciertos y todo tipo de actividades: darnos cuenta de que con el Museo Picasso M?laga la ciudad y los ciudadanos somos mucho mejores que antes.
Trabajadores: el reverso de la fiesta
Hasta ahora, la pinacoteca hab?a ofrecido una imagen al exterior de isla cultural exquisita en pleno Centro Hist?rico de la ciudad, aparentemente ajena a los vaivenes y oscuridades de la vida de d?a a d?a por las cifras de éxito de taquilla y las suculentas ayudas econ?micas de la Junta de Andaluc?a. Pero el aniversario del Palacio de Buenavista tiene un reverso no previsto que est? dando alg?n que otro quebradero de cabeza: los trabajadores llevan meses exigiendo una mejora en sus condiciones laborales a través de paros, huelgas y acciones p?blicas con rotundos esl?ganes ("Museo de lujo, trabajadores de saldo"). Aseguran los empleados del MPM que perciben unos 10.000 euros anuales menos que sus colegas mejor retribuidos de centros art?sticos similares; tampoco, argumenta, reciben pluses ni trienios ni facilidades a la hora de la conciliaci?n. Desde la gerencia se habla de que el comité de empresa comete "falsedades e inexactitudes" cuando, por ejemplo, sentencia que los trabajadores sufren una pérdida de poder adquisitivo del 25 por ciento. En cualquier caso, la soluci?n, avisa, no llegar? "por la v?a de la confrontaci?n".
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/museo-picasso-malaga-20-aniversario-93841094)
Los que disfrutaron entonces de la inauguraci?n del Palacio de Buenavista como el "museo de la familia" (recordemos que su principal impulsora, en cuanto al stock de obras donadas, cedidas y prestadas fue Christine Ruiz-Picasso, nuera del genio) siempre se acordar?n de, al menos, tres cosas: que aquel d?a llov?a a c?ntaros, que Jeremy Irons vino en moto (con el artista Thomas Krens), que se reunieron m?s de treinta familiares del artista (falt? Marina, su heredera m?s d?scola) y que don Juan Carlos y do?a Sof?a, entonces reyes reyes, arribaron en el Juan Sebasti?n Elcano. Ya, son cuatro cosas, pero es que hablar del Museo Picasso M?laga, tan potente, rotundo y desafiante, siempre conlleva salirse de los m?rgenes. Porque, por ejemplo, aquella inauguraci?n fue a lo grande: pasacalles de Els Comediants, concierto de Enrique Morente (m?s encargo de una aventura picassiana que cristalizar?a en un ?lbum), corrida de toros para los invitados con Javier Conde, Morante de la Puebla y Finito de C?rdoba... Jam?s se hab?a visto algo as? en una ciudad casi siempre atenazada por sus complejos en materia cultural.
Su tierra
Pablo Picasso pis? M?laga, su tierra, por ?ltima vez en 1901. Veinticuatro a?os después, artista maduro, reverenciado y millonario pero en plena crisis creativa y personal, escribi?: "Y dime si adem?s podré coger un d?a los dedos que el sol pasar? a través de la persiana por la ma?ana, al despertar cerca del mar Mediterr?neo, y el olor del café y el pan tostado, que, aunque vengo de lejos, soy ni?o y tengo ganas de comer y de nadar en agua salada". Fast forward al a?o 1992: el 10 de octubre, el genio malague?o Pablo Picasso regres? a su ciudad, de una manera simb?lica, gracias a la exposici?n Picasso Cl?sico, m?s de un centenar de obras selectas de la etapa clasicista del artista y que fueron prestadas por museos y coleccionistas mundiales. Esos mismos d?as, la Casa Natal recibi? una inesperada visita que cambiar?a la historia de la ciudad: una mujer que hab?a visitado la muestra aparc? su coche en la Plaza de la Merced y avis? a los responsables de la Fundaci?n Picasso de que en su maletero ten?a algo que podr?a interesarles: diez libros con ilustraciones de Picasso fechadas entre 1947 y 1960. La mujer era Christine Ruiz-Picasso y quer?a que esos vol?menes de quien fuera su suegro estuvieran en su ciudad. Y ah? empez? a nacer el Museo Picasso M?laga.
Al final, fueron muchas m?s piezas, claro: ella don? 14 pinturas, nueve esculturas, 44 dibujos individuales, un libro de bocetos con m?s de 36 dibujos, 58 grabados y nueve piezas de cer?mica; su hijo, Bernard Ruiz-Picasso, nieto, don? otras cinco pinturas, dos dibujos, diez grabados y cinco piezas cer?micas. En total, 155 picassos. Ni el m?s optimista e iluso gestor cultural podr?a haberlo imaginado no demasiado tiempo antes.
Hoy, 20 a?os después de que abriera sus puertas el Palacio de Buenavista, la pinacoteca ha despachado nueve millones de tickets de entrada, siendo, desde su inauguraci?n, el museo m?s visitado de Andaluc?a. Quedan en el recuerdo sus casi todas brillant?simas exposiciones, con un particular greatest hits compuesto por las deslumbrantes 'Los Picassos de Antibes' (2006), 'M?s all? de la pintura. Max Ernst' (2008-2009), 'Kippenberger mir? a Picasso' (2011), 'Alberto Giacometti. Una retrospectiva' (2011-2012), 'El factor grotesco' (2012-2013), 'Warhol. El arte mec?nico' (2018), 'Bacon, Freud y la Escuela de Londres' (2017) y 'Louise Bourgeois. He estado en el infierno y he vuelto' (2015), entre muchas otras. S?lo repasar los t?tulos de estos hitos produce cierto vértigo en cualquier aficionado m?s o menos avezado.
Empe?o
Convertir el Palacio de Buenavista no fue f?cil, y requiri? del empe?o de expertos internacionales de primera magnitud (el primero, el arquitecto Richard Gluckman), capitaneados por, atenci?n, un triunvirato femenino, algo no demasiado habitual hace dos décadas (lamentablemente todav?a tampoco, pero se est? andando ese camino): Carmen Calvo, entonces consejera de Cultura de la Junta; Rosa Torres, su delegada en la provincia y la conservadora Carmen Giménez, primera directora del Museo Picasso.
Pero aquella génesis s?lo fue el primero de los desaf?os a los que se ha ido enfrentando la pinacoteca. Uno de ellos, quiz?s no todos en M?laga sintieron como propio el centro cultural: el museo ha tenido que superar el sambenito de ser un recinto fino, quiz?s demasiado fr?o y alejado de la ciudad en la que estaba enclavado (como suele ocurrir con estas cosas, los aires de superioridad que le adjudic?bamos ten?an m?s que ver con nuestros complejos de inferioridad que con otra cosa), pensado exclusivamente para turistas. En realidad, era normal que muchos sintieran eso: acostumbrados como est?bamos a esfuerzos culturales m?s bien intuitivos, con esa irregularidad, inconstancia e improvisaci?n tan propias de nuestro car?cter, la pinacoteca del Palacio de Buenavista supon?a el salto cualitativo que necesitaba esta ciudad, el golpe en la mesa en busca de la ambici?n y la excelencia, de la calidad por encima de todo. Hoy, 20 a?os después de su inauguraci?n, pareciera que el Museo Picasso M?laga hubiera existido desde siempre, que hubiese formado parte desde hace décadas del skyline sentimental de los malague?os. Quiz?s ése sea el mayor éxito de todos los cosechados a lo largo y ancho de estas dos décadas de exposiciones, talleres, conferencias, ediciones, conciertos y todo tipo de actividades: darnos cuenta de que con el Museo Picasso M?laga la ciudad y los ciudadanos somos mucho mejores que antes.
Trabajadores: el reverso de la fiesta
Hasta ahora, la pinacoteca hab?a ofrecido una imagen al exterior de isla cultural exquisita en pleno Centro Hist?rico de la ciudad, aparentemente ajena a los vaivenes y oscuridades de la vida de d?a a d?a por las cifras de éxito de taquilla y las suculentas ayudas econ?micas de la Junta de Andaluc?a. Pero el aniversario del Palacio de Buenavista tiene un reverso no previsto que est? dando alg?n que otro quebradero de cabeza: los trabajadores llevan meses exigiendo una mejora en sus condiciones laborales a través de paros, huelgas y acciones p?blicas con rotundos esl?ganes ("Museo de lujo, trabajadores de saldo"). Aseguran los empleados del MPM que perciben unos 10.000 euros anuales menos que sus colegas mejor retribuidos de centros art?sticos similares; tampoco, argumenta, reciben pluses ni trienios ni facilidades a la hora de la conciliaci?n. Desde la gerencia se habla de que el comité de empresa comete "falsedades e inexactitudes" cuando, por ejemplo, sentencia que los trabajadores sufren una pérdida de poder adquisitivo del 25 por ciento. En cualquier caso, la soluci?n, avisa, no llegar? "por la v?a de la confrontaci?n".
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