الريــم
10-15-2023, 09:30 AM
La final de la Champions que gan? el Barça en el 2006, la de Par?s, me pill? viviendo en Jerusalén. Cuando Belletti marc? el 2-1, mi teléfono zumb? con mensajes de felicitaci?n de palestinos e israel?es, hinchas a su vez del Barça. En Gaza, miles de personas vieron la final en cafeter?as, animando en su mayor?a al equipo de Rijkaard. En la playa de Tel-Aviv, miles de personas siguieron la final en pantallas instaladas para la ocasi?n, y muchos de ellos también animaron al Barça, como los gazat?es que estaban tan cerca (apenas un pu?ado de kil?metros) y, al mismo tiempo, tan lejos. A lo largo de los a?os, viv? en otras ciudades y en otros pa?ses, y el Barça gan? m?s Champions y otros t?tulos, y a?n hoy de vez en cuando mi teléfono vibra con mensajes culés procedentes de ambos lados del muro que separa a israel?es y palestinos. Los ?ltimos, de asombro sobre Lamine Yamal.
No soy na?f, nadie que haya visto de primera mano la realidad del conflicto palestino e israel? lo es: ni el Barça, ni el f?tbol ni el deporte solucionar?n un problema regado en sangre, plagado de odio y que hace m?s de un siglo que dura. Se ha intentado, como esos partidos por la paz que menudearon a la sombra del proceso de Oslo. El Camp Nou alberg? uno en el 2005, que enfrent? al Barça contra un combinado palestino-israel?, pero estas iniciativas nunca cuajaron m?s all? de mensajes bienintencionados.
Es m?s, como en otros conflictos en otras partes del mundo, el f?tbol y el deporte a menudo agravan el problema. Son famosos casos como los disturbios en un Dinamo de Zagreb-Estrella de Belgrado en 1990, que anunci? la disgregaci?n de Yugoslavia y el horror de los Balcanes, y un Honduras-El Salvador en 1969, clasificatorio para el Mundial de 1970, que el maestro Ryszard Kapuscinski inmortaliz? en su libro La guerra del f?tbol. En el Reino Unido, el fen?meno de los hooligan violentos fue una de las formas con la que se canaliz? la olla a presi?n social de los a?os del thatcherismo.
Lo mismo sucede en Oriente Pr?ximo. El deporte palestino paga la factura de la ocupaci?n. Sus deportistas tienen enormes dificultades para entrenar en instalaciones dignas y competir en el extranjero a causa de las restricciones israel?es. La selecci?n palestina de f?tbol oficiosa es un equipo chileno, el Club Deportivo Palestino, fundado por la di?spora. La competici?n en los territorios ocupados se desarrolla con enormes dificultades y, pese a ello, hay historias de superaci?n ejemplares, como los atletas que compiten en loa JJOO o un equipo de nataci?n en Gaza.
El deporte israel? compite en Europa ante la imposibilidad de hacerlo con sus vecinos y es objetivo de las campa?as de boicot internacional. La selecci?n de f?tbol, donde juegan israel?es jud?os y palestinos con la nacionalidad israel?, es objeto de escrutinio a causa de las actitudes de estos ?ltimos ante el himno y otros s?mbolos nacionales. Las aficiones radicales de algunos equipos, sobre todo la del Beitar de Jerusalén, se caracterizan por el racismo y el odio hacia los ?rabes. El deporte, en especial el f?tbol, es un arma m?s del conflicto: para los palestinos, una forma de dar notoriedad a su causa; para los israel?es, una plataforma de primer orden para promover su condici?n de pa?s occidental, del ‘sportwashing’ a la participaci?n en competiciones europeas. Los deportistas no son ajenos a la muerte y el dolor, también mueren en el conflicto. Sucedi? el s?bado en el sur de Israel, ocurre a menudo en los territorios palestinos, c?mo olvidar el horror de los JJOO de Munich-72.
No soy na?f, dec?a, pero no por ello es menos cierto que se da en el deporte un v?nculo primario, a nivel humano, entre sus seguidores. Dos enemigos que no pueden hablar acerca de nada pueden compartir su admiraci?n por Lamine Yamal. El deporte no traer? la paz ni la justicia, pero puede crear un terreno de juego compartido entre enemigos. John Carlin lo cont? de forma magistral en El factor humano. A veces, el propio deporte, ensimismado en s? mismo, mercantilizado, lleno de cinismo, olvida que tiene este s?perpoder. Hacen falta, eso s?, l?deres como Nelson Mandela, que no abundan precisamente en Oriente Pr?ximo.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/opinion/israel-palestina-factor-humano-deporte-93305410)
No soy na?f, nadie que haya visto de primera mano la realidad del conflicto palestino e israel? lo es: ni el Barça, ni el f?tbol ni el deporte solucionar?n un problema regado en sangre, plagado de odio y que hace m?s de un siglo que dura. Se ha intentado, como esos partidos por la paz que menudearon a la sombra del proceso de Oslo. El Camp Nou alberg? uno en el 2005, que enfrent? al Barça contra un combinado palestino-israel?, pero estas iniciativas nunca cuajaron m?s all? de mensajes bienintencionados.
Es m?s, como en otros conflictos en otras partes del mundo, el f?tbol y el deporte a menudo agravan el problema. Son famosos casos como los disturbios en un Dinamo de Zagreb-Estrella de Belgrado en 1990, que anunci? la disgregaci?n de Yugoslavia y el horror de los Balcanes, y un Honduras-El Salvador en 1969, clasificatorio para el Mundial de 1970, que el maestro Ryszard Kapuscinski inmortaliz? en su libro La guerra del f?tbol. En el Reino Unido, el fen?meno de los hooligan violentos fue una de las formas con la que se canaliz? la olla a presi?n social de los a?os del thatcherismo.
Lo mismo sucede en Oriente Pr?ximo. El deporte palestino paga la factura de la ocupaci?n. Sus deportistas tienen enormes dificultades para entrenar en instalaciones dignas y competir en el extranjero a causa de las restricciones israel?es. La selecci?n palestina de f?tbol oficiosa es un equipo chileno, el Club Deportivo Palestino, fundado por la di?spora. La competici?n en los territorios ocupados se desarrolla con enormes dificultades y, pese a ello, hay historias de superaci?n ejemplares, como los atletas que compiten en loa JJOO o un equipo de nataci?n en Gaza.
El deporte israel? compite en Europa ante la imposibilidad de hacerlo con sus vecinos y es objetivo de las campa?as de boicot internacional. La selecci?n de f?tbol, donde juegan israel?es jud?os y palestinos con la nacionalidad israel?, es objeto de escrutinio a causa de las actitudes de estos ?ltimos ante el himno y otros s?mbolos nacionales. Las aficiones radicales de algunos equipos, sobre todo la del Beitar de Jerusalén, se caracterizan por el racismo y el odio hacia los ?rabes. El deporte, en especial el f?tbol, es un arma m?s del conflicto: para los palestinos, una forma de dar notoriedad a su causa; para los israel?es, una plataforma de primer orden para promover su condici?n de pa?s occidental, del ‘sportwashing’ a la participaci?n en competiciones europeas. Los deportistas no son ajenos a la muerte y el dolor, también mueren en el conflicto. Sucedi? el s?bado en el sur de Israel, ocurre a menudo en los territorios palestinos, c?mo olvidar el horror de los JJOO de Munich-72.
No soy na?f, dec?a, pero no por ello es menos cierto que se da en el deporte un v?nculo primario, a nivel humano, entre sus seguidores. Dos enemigos que no pueden hablar acerca de nada pueden compartir su admiraci?n por Lamine Yamal. El deporte no traer? la paz ni la justicia, pero puede crear un terreno de juego compartido entre enemigos. John Carlin lo cont? de forma magistral en El factor humano. A veces, el propio deporte, ensimismado en s? mismo, mercantilizado, lleno de cinismo, olvida que tiene este s?perpoder. Hacen falta, eso s?, l?deres como Nelson Mandela, que no abundan precisamente en Oriente Pr?ximo.
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