الريــم
10-07-2023, 08:42 AM
Lu Ciccia (https://www.epe.es/es/igualdad/20231006/lu-ciccia-cientifica-contra-binarismo-cualquier-estudio-hable-diferencias-de-genero-es-sesgado-92255269) se autodenomina "neurocient?fica arrepentida" (https://www.epe.es/es/igualdad/20231006/lu-ciccia-cientifica-contra-binarismo-cualquier-estudio-hable-diferencias-de-genero-es-sesgado-92255269). Estudi? Biotecnolog?a para después trabajar en el Laboratorio de Fisiolog?a del Sistema Nervioso en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Fue con la propia pr?ctica cient?fica cuando le empezaron a chirriar cosas. Ve?a fallas a la ciencia objetiva neutral universal en la que dec?a creer, hasta ese momento, a pies juntillas. De esa investigaci?n por resolver sus dudas surge su libro La invenci?n de los sexos. C?mo la ciencia puso el binarismo en nuestros cerebros y c?mo los feminismos pueden ayudarnos a salir de ah? (Ed. Siglo Veintiuno).
Antes de ponerse con este trabajo estudiaba la conducta entre ratones tipo y ratones transgénicos para un receptor de la serotonina. La idea era conocer el rol de ese receptor en la ciencia b?sica para que aplicarlo después en el ?mbito de la salud mental. Explica que se part?a de que la diferencia entre los distintos tipos de ratones estaba vinculada a la flexibilidad cognitiva, que viene a ser c?mo se adaptan los roedores (y nosotros) a los cambios que suceden en nuestro entorno. Una capacidad que est? disminuida en personas diagnosticadas con alg?n tipo de psicosis, como la esquizofrenia.
“En aquel momento yo trabajaba en un centro psiqu?atrico con personas con psicosis. En el laboratorio ve?a que supuestamente hab?a una causa genética en ese problema. ?Por qué? Porque ese receptor es una prote?na, como todos los que tenemos en el cuerpo. Y esas prote?nas derivan del ADN. Si yo veo que hay un problema en la forma de trabajar en ese receptor, estoy diciendo que hay un problema genético. Que existe una predisposici?n ah?”, explica a EL PERI?DICO DE ESPA?A, del Grupo Prensa Ibérica.
Por un lado, el trabajo en el laboratorio le dec?a que exist?a una causa biol?gica para la esquizofrenia. Por otro, en el centro neuropsiqui?trico ve?a que todas las personas diagnosticadas con este problema de salud mental ten?an el tejido social completamente roto. Estaban en condiciones infrahumanas, lo que le preocup? m?s que las propias causas genéticas. “Todo esto me hizo entrar en contradicci?n. Ni en los estudios neurocient?ficos que est?n en Pubmed, la base de datos biomédicos de ciencias biol?gicas m?s grande del mundo, ni en las neurociencias se dec?a nada de eso. Lo social también estaba ah?, pero como un adhesivo”.
?Qué pas? después?
Empecé a desconfiar. Adem?s, yo me hab?a formado en la escuela del binarismo. Pensaba que ten?a que haber dos cerebros, as? que a la hora de estudiar el receptor, lo m?s l?gico era que estudi?ramos a ratones hembras y machos para extrapolarlo a nuestra especie.
Eso hizo que introdujera el término sex difference brain (diferencias sexuales en el cerebro) en la base de datos. Aparecieron un mont?n de papers que explicaban las diferncias que hab?a entre los dolores de varones y de mujeres. Ah? pensé que ten?amos un problema: yo solo estaba usando machos. La raz?n que me daban es que las hembras se usan solo para engendrar camadas experimentales porque introducen una complejidad en los resultados por su propio ciclo hormonal.
?Entonces?
Pensé que lo que hac?amos estaba mal. No era que solo que estuviéramos simplificando: es que est?bamos omitiendo. El propio quehacer cient?fico, y la propia producci?n de conocimientos, estaba haciendo que me diera cuenta de que est?bamos creando un resultado a partir de un mont?n de presupuestos y subyacentes. No est?bamos describiendo algo que es as?.
Entré en crisis. Me encontraba desmotivada, depresiva. Entonces, decid? reorientar esa investigaci?n que estaba haciendo para el doctorado en Ciencias Biomédicas y me puse con la Epistemolog?a Feminista. Finalicé el doctorado en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosof?a de la Universidad de Buenos Aires. El trabajo fue un an?lisis cr?tico del discurso neurocient?fico acerca de las diferencias entre varones y mujeres. Porque también ve?a esas supuestas diferencias que se?alaban que el cerebro del var?n estaba optimizado para la capacidad de abstracci?n y el de las mujeres estaba optimizado para la fluidez verbal. Todo estaba mal.
?Sigue ocurriendo que no se estudie de la misma manera a ratones hembras por el ciclo hormonal?
S?. Ahora hay pol?ticas de inclusi?n en ciertos institutos, como el estadounidense, el canadiense o la Uni?n Europea, que exigen incorporar el sexo como variable biol?gica con la idea de meter hembras; mujeres. Esto a primera vista parece perfecto, pero el problema es ese: que se incorpore como una variable biol?gica. Eso s? es problem?tico. En el libro recojo cr?ticas a esto de reducir las diferencias biol?gicas a la idea de reproducci?n. Nuestras biolog?as son mucho m?s complejas que eso. Se exacerban las diferencias como si fueran esencialmente dos, sobre la base de la genitalidad, y eso no es cierto.
?Es posible acabar con el sexo como variable biol?gica en este tipo de estudios?
Claro que s?. La idea fundamental en un estudio es mirar, lo primero de todo, qué variables interesan estudiar y no subsumirlas en la idea de sexo, porque se terminan no viendo. Por ejemplo, imagine que vamos a hacer un estudio para encontrar diferencias entre varones y mujeres cis (aquellas personas que se contin?an identificando con el género designado al nacer). Para agruparlas, decides hacer un grupo con las vulvas y otro con los penes.
"Ser una mujer heterosexual no te hace c?mplice del patriarcado y ser lesbiana o trans no te hace revolucionaria"
Entonces va al cerebro. Sup?n que encontramos diferencias en el volumen de una estructura celular. En el grupo de los varones es m?s grande que en el de las mujeres. La conclusi?n es que hay diferencias de sexo. Pero espera: ?c?mo sabes que son realmente diferencias de sexo? ?A qué se deben? ?Cu?l es siempre la hip?tesis explicativa? La testosterona. Las mayores concentraciones masculinizan el cerebro de los varones, lo que explica todas las diferencias que puedas encontrar.
Entonces la pregunta que yo le hago es: ?ha medido la testosterona en este estudio? No. ?C?mo sabe, entonces, que el tama?o se deb?a a la genitalidad? Esta no define la testosterona, que esta est? definida genéticamente. As? que este estudio est? mal hecho. En general, la categor?a de sexo se subsume de manera esencialista, en toda esta serie de variables que no se miden; que simplemente se aproximan por las genitalidad externa. Cualquier persona te va a decir eso es mala ciencia.
?Hay investigaciones sobre las diferencias sexuales que puedan llegar a ser ?tiles?
Pienso que tenemos que centrarnos en las diferencias biol?gicas, que no sexuales. Porque las diferencias biol?gicas, por ejemplo entre mujeres y varones cis, pueden ser much?simas. El problema es que se piensa que las causas son los cromosomas llamados sexuales.
Claro que hay que centrarse en las diferencias para entender en el ?mbito biomédico las diferentes formas que hoy observamos en las prevalencias del desarrollo y tratamientos de enfermedades, pero entenderlas implica incorporar la dimensi?n de género con la multiplicidad de variables asociadas.
Por ejemplo, el género implica h?bitos alimenticios, la frecuencia de actividad f?sica, el consumo de comupestos bioactivos… Todos los factores que modifican la funci?n de tu organismo. Y también las ocupaciones. Los cuerpos feminizados se dedican m?s al cuidado, a lo doméstico, mientras que las personas masculinizadas ocupan m?s espacio p?blico. Hay que ver c?mo todo eso afecta a sus biolog?as. Esas variables no son superficiales. Ya no se pueden omitir m?s.
Cualquier estudio que hable de diferencias de sexo es un estudio sesgado porque no se pueden disociar las pr?cticas sociales de la propia biolog?a, que est? expresando las pr?cticas sociales que cada persona. Y esto ocurre por la plasticidad, un fen?meno fundamental que es la capacidad por la que incorporamos experiencia en nuestros organismos. Es un concepto que atraviesa el libro justo para romper con este determinismo biol?gico.
?Qué otras variables espec?ficas habr?a que tener en cuenta?
Hay otras que a primera vista no est?n directamente asociadas con el sexo, ni tampoco con el género. Hay caracter?sticas fisiol?gicas propias, como por ejemplo el peso y la altura. Evidentemente, el sexo no lo define, por eso hay mujeres cis m?s altas que varones cis. Pero tanto peso como altura son variables importantes para entender la metabolizaci?n de los compuestos externos que tomamos. También hay fen?menos, como la plasticidad arterial, muy vinculada a la posibilidad de tener infartos o no, que var?an con esto.
La idea de sexo omite todas estas variables. No captura la complejidad. Es muy reduccionista. Ni siquiera en esta idea de sexo se desagregan esas variables que se dicen representar en la categor?a.
En el libro plantea es que ni el sexo precede al género ni viceversa es un poco. ?C?mo se conjugan estos dos tenemos?
Eso viene de la historia de la ciencia. En la modernidad se dijo que la idea de sexo es esta estructura genital. Después se complejiz? en cromosomas sexuales, en testosterona y en ovarios-test?culos. As? que se part?a de que todo esto causaba tus habilidades cognitivas y conductuales, lo que se traduc?a en que las mujeres eran inferiores a nivel mental y deber?an dedicarse al cuidado. Su destino era biol?gico. El sexo estaba antes. Hist?ricamente, hubo feminismos que defendieron eso intuitivamente.
Pero en los a?os 90 se produjo el giro discursivo, que plantea que se dé un poquito m?s de importancia al discurso, porque es lo que estamos naturalizando. Discuten sobre si el sexo est? antes cuando, en realidad, lo que est? haciendo visible al sexo son las normativas de género.
Después llegaron las nuevas materialistas feministas que dijeron que todo eso estaba bien, pero se segu?a reproduciendo el discurso por un lado y el cuerpo por el otro. En realidad, todo el tiempo somos cuerpo, materia atravesada por el discurso, por lo que el sexo y el género son cosas simult?neas. No hay forma de disociar sexo y género. Y eso se refleja en nuestra propia materialidad biol?gica por la alta plasticidad que tenemos.
En Espa?a hubo una gran polémica a ra?z de la ley trans, incluso entre feministas dentro de un mismo partido pol?tico. ?Por qué cree que estamos volviendo a estas posturas esencialistas?
Hay un recrudecimiento de las lecturas esencialistas. ?Por qué? Una de las respuestas tiene que ver con una idea neoliberal de los derechos humanos, donde asumimos que si dan derechos a un grupo es porque te los quitan a ti, como si no pudiera haber tantos como queramos. Eso nos mete directamente en pol?ticas de competencia. Y cuando eso ocurre, recurrimos a la autoridad epistémica, que es la ciencia. Pero ese recurso de acudir al saber cient?fico, objetivo y neutral que hacen ciertos feminismos es polémico, porque es el mismo que puso a un nivel inferior a la mujer cis blanca heterosexual durante los siglos XVIII y XIX, la misma poblaci?n que ahora tiene un buen n?mero de personas transexcluyentes.
Ante la falta de certezas y la incertidumbre, que genera angustia, se recurre a la ciencia. En el libro propongo una lectura que en realidad nos va a incomodar, porque va a implicar perder certezas y también cuestionarnos quiénes somos y por qué somos lo que somos.
"Quien dice que se nace mujer est? defendiendo que su cerebro est? menos capacitado para pensar"
Cuando analizamos que hay un hilo conductor entre la idea de que nace mujer o var?n con los presupuestos sexistas, entendemos que cuando una persona dice que naci? mujer, al mismo tiempo te est? diciendo que tiene un cerebro de mujer. Estar?a justificando que su cerebro est? menos capacitado para pensar y m?s inclinado a las tareas del cuidado o a jugar con las mu?ecas.
No es que se nieguen las diferencias: lo que hacemos las personas que criticamos este discurso es entender que se articula sobre unas disimilitudes que se crearon, a partir de la ciencia, para justificar biol?gicamente que las mujeres se dediquen a lo doméstico y los hombres a lo p?blico.
?Es posible escapar el binarismo en el que nos hemos criado?
Hoy por hoy no, pero s? es posible cuestionar su ontolog?a. Ser una mujer heterosexual no te hace c?mplice del patriarcado. Y ser lesbiana o trans no te hace revolucionaria.
A d?a de hoy no tenemos imaginaci?n para salirnos de un marco de referencia binario. Eso no est? mal per se. El objetivo no es matar todo eso porque somos reconocidas por la mirada de les otres. Y la forma de reconocimiento que tenemos es a través del género.
Pero el problema es que esa forma no es universal y transcultural, sino que es contingente. Con la lectura de mi libro propongo, a través de la propia evidencia que muestra que la plasticidad biol?gica que nos caracteriza, que esta clasificaci?n es anacr?nica. Invito a que empecemos a vivirnos fuera del binomio masculino o femenino. Porque b?sicamente lo que hace el binarismo es aplastar tu subjetividad. Homogeneizarla. Todo nuestro potencial est? completamente circunscrito a un marco de referencia que encima jerarquiza corporalidades. La manera de romperlo es justamente desnaturalizarlo. Entender que es lo que tenemos, pero que no es natural.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/lu-ciccia-cientifica-binarismo-estudio-93043939)
Antes de ponerse con este trabajo estudiaba la conducta entre ratones tipo y ratones transgénicos para un receptor de la serotonina. La idea era conocer el rol de ese receptor en la ciencia b?sica para que aplicarlo después en el ?mbito de la salud mental. Explica que se part?a de que la diferencia entre los distintos tipos de ratones estaba vinculada a la flexibilidad cognitiva, que viene a ser c?mo se adaptan los roedores (y nosotros) a los cambios que suceden en nuestro entorno. Una capacidad que est? disminuida en personas diagnosticadas con alg?n tipo de psicosis, como la esquizofrenia.
“En aquel momento yo trabajaba en un centro psiqu?atrico con personas con psicosis. En el laboratorio ve?a que supuestamente hab?a una causa genética en ese problema. ?Por qué? Porque ese receptor es una prote?na, como todos los que tenemos en el cuerpo. Y esas prote?nas derivan del ADN. Si yo veo que hay un problema en la forma de trabajar en ese receptor, estoy diciendo que hay un problema genético. Que existe una predisposici?n ah?”, explica a EL PERI?DICO DE ESPA?A, del Grupo Prensa Ibérica.
Por un lado, el trabajo en el laboratorio le dec?a que exist?a una causa biol?gica para la esquizofrenia. Por otro, en el centro neuropsiqui?trico ve?a que todas las personas diagnosticadas con este problema de salud mental ten?an el tejido social completamente roto. Estaban en condiciones infrahumanas, lo que le preocup? m?s que las propias causas genéticas. “Todo esto me hizo entrar en contradicci?n. Ni en los estudios neurocient?ficos que est?n en Pubmed, la base de datos biomédicos de ciencias biol?gicas m?s grande del mundo, ni en las neurociencias se dec?a nada de eso. Lo social también estaba ah?, pero como un adhesivo”.
?Qué pas? después?
Empecé a desconfiar. Adem?s, yo me hab?a formado en la escuela del binarismo. Pensaba que ten?a que haber dos cerebros, as? que a la hora de estudiar el receptor, lo m?s l?gico era que estudi?ramos a ratones hembras y machos para extrapolarlo a nuestra especie.
Eso hizo que introdujera el término sex difference brain (diferencias sexuales en el cerebro) en la base de datos. Aparecieron un mont?n de papers que explicaban las diferncias que hab?a entre los dolores de varones y de mujeres. Ah? pensé que ten?amos un problema: yo solo estaba usando machos. La raz?n que me daban es que las hembras se usan solo para engendrar camadas experimentales porque introducen una complejidad en los resultados por su propio ciclo hormonal.
?Entonces?
Pensé que lo que hac?amos estaba mal. No era que solo que estuviéramos simplificando: es que est?bamos omitiendo. El propio quehacer cient?fico, y la propia producci?n de conocimientos, estaba haciendo que me diera cuenta de que est?bamos creando un resultado a partir de un mont?n de presupuestos y subyacentes. No est?bamos describiendo algo que es as?.
Entré en crisis. Me encontraba desmotivada, depresiva. Entonces, decid? reorientar esa investigaci?n que estaba haciendo para el doctorado en Ciencias Biomédicas y me puse con la Epistemolog?a Feminista. Finalicé el doctorado en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosof?a de la Universidad de Buenos Aires. El trabajo fue un an?lisis cr?tico del discurso neurocient?fico acerca de las diferencias entre varones y mujeres. Porque también ve?a esas supuestas diferencias que se?alaban que el cerebro del var?n estaba optimizado para la capacidad de abstracci?n y el de las mujeres estaba optimizado para la fluidez verbal. Todo estaba mal.
?Sigue ocurriendo que no se estudie de la misma manera a ratones hembras por el ciclo hormonal?
S?. Ahora hay pol?ticas de inclusi?n en ciertos institutos, como el estadounidense, el canadiense o la Uni?n Europea, que exigen incorporar el sexo como variable biol?gica con la idea de meter hembras; mujeres. Esto a primera vista parece perfecto, pero el problema es ese: que se incorpore como una variable biol?gica. Eso s? es problem?tico. En el libro recojo cr?ticas a esto de reducir las diferencias biol?gicas a la idea de reproducci?n. Nuestras biolog?as son mucho m?s complejas que eso. Se exacerban las diferencias como si fueran esencialmente dos, sobre la base de la genitalidad, y eso no es cierto.
?Es posible acabar con el sexo como variable biol?gica en este tipo de estudios?
Claro que s?. La idea fundamental en un estudio es mirar, lo primero de todo, qué variables interesan estudiar y no subsumirlas en la idea de sexo, porque se terminan no viendo. Por ejemplo, imagine que vamos a hacer un estudio para encontrar diferencias entre varones y mujeres cis (aquellas personas que se contin?an identificando con el género designado al nacer). Para agruparlas, decides hacer un grupo con las vulvas y otro con los penes.
"Ser una mujer heterosexual no te hace c?mplice del patriarcado y ser lesbiana o trans no te hace revolucionaria"
Entonces va al cerebro. Sup?n que encontramos diferencias en el volumen de una estructura celular. En el grupo de los varones es m?s grande que en el de las mujeres. La conclusi?n es que hay diferencias de sexo. Pero espera: ?c?mo sabes que son realmente diferencias de sexo? ?A qué se deben? ?Cu?l es siempre la hip?tesis explicativa? La testosterona. Las mayores concentraciones masculinizan el cerebro de los varones, lo que explica todas las diferencias que puedas encontrar.
Entonces la pregunta que yo le hago es: ?ha medido la testosterona en este estudio? No. ?C?mo sabe, entonces, que el tama?o se deb?a a la genitalidad? Esta no define la testosterona, que esta est? definida genéticamente. As? que este estudio est? mal hecho. En general, la categor?a de sexo se subsume de manera esencialista, en toda esta serie de variables que no se miden; que simplemente se aproximan por las genitalidad externa. Cualquier persona te va a decir eso es mala ciencia.
?Hay investigaciones sobre las diferencias sexuales que puedan llegar a ser ?tiles?
Pienso que tenemos que centrarnos en las diferencias biol?gicas, que no sexuales. Porque las diferencias biol?gicas, por ejemplo entre mujeres y varones cis, pueden ser much?simas. El problema es que se piensa que las causas son los cromosomas llamados sexuales.
Claro que hay que centrarse en las diferencias para entender en el ?mbito biomédico las diferentes formas que hoy observamos en las prevalencias del desarrollo y tratamientos de enfermedades, pero entenderlas implica incorporar la dimensi?n de género con la multiplicidad de variables asociadas.
Por ejemplo, el género implica h?bitos alimenticios, la frecuencia de actividad f?sica, el consumo de comupestos bioactivos… Todos los factores que modifican la funci?n de tu organismo. Y también las ocupaciones. Los cuerpos feminizados se dedican m?s al cuidado, a lo doméstico, mientras que las personas masculinizadas ocupan m?s espacio p?blico. Hay que ver c?mo todo eso afecta a sus biolog?as. Esas variables no son superficiales. Ya no se pueden omitir m?s.
Cualquier estudio que hable de diferencias de sexo es un estudio sesgado porque no se pueden disociar las pr?cticas sociales de la propia biolog?a, que est? expresando las pr?cticas sociales que cada persona. Y esto ocurre por la plasticidad, un fen?meno fundamental que es la capacidad por la que incorporamos experiencia en nuestros organismos. Es un concepto que atraviesa el libro justo para romper con este determinismo biol?gico.
?Qué otras variables espec?ficas habr?a que tener en cuenta?
Hay otras que a primera vista no est?n directamente asociadas con el sexo, ni tampoco con el género. Hay caracter?sticas fisiol?gicas propias, como por ejemplo el peso y la altura. Evidentemente, el sexo no lo define, por eso hay mujeres cis m?s altas que varones cis. Pero tanto peso como altura son variables importantes para entender la metabolizaci?n de los compuestos externos que tomamos. También hay fen?menos, como la plasticidad arterial, muy vinculada a la posibilidad de tener infartos o no, que var?an con esto.
La idea de sexo omite todas estas variables. No captura la complejidad. Es muy reduccionista. Ni siquiera en esta idea de sexo se desagregan esas variables que se dicen representar en la categor?a.
En el libro plantea es que ni el sexo precede al género ni viceversa es un poco. ?C?mo se conjugan estos dos tenemos?
Eso viene de la historia de la ciencia. En la modernidad se dijo que la idea de sexo es esta estructura genital. Después se complejiz? en cromosomas sexuales, en testosterona y en ovarios-test?culos. As? que se part?a de que todo esto causaba tus habilidades cognitivas y conductuales, lo que se traduc?a en que las mujeres eran inferiores a nivel mental y deber?an dedicarse al cuidado. Su destino era biol?gico. El sexo estaba antes. Hist?ricamente, hubo feminismos que defendieron eso intuitivamente.
Pero en los a?os 90 se produjo el giro discursivo, que plantea que se dé un poquito m?s de importancia al discurso, porque es lo que estamos naturalizando. Discuten sobre si el sexo est? antes cuando, en realidad, lo que est? haciendo visible al sexo son las normativas de género.
Después llegaron las nuevas materialistas feministas que dijeron que todo eso estaba bien, pero se segu?a reproduciendo el discurso por un lado y el cuerpo por el otro. En realidad, todo el tiempo somos cuerpo, materia atravesada por el discurso, por lo que el sexo y el género son cosas simult?neas. No hay forma de disociar sexo y género. Y eso se refleja en nuestra propia materialidad biol?gica por la alta plasticidad que tenemos.
En Espa?a hubo una gran polémica a ra?z de la ley trans, incluso entre feministas dentro de un mismo partido pol?tico. ?Por qué cree que estamos volviendo a estas posturas esencialistas?
Hay un recrudecimiento de las lecturas esencialistas. ?Por qué? Una de las respuestas tiene que ver con una idea neoliberal de los derechos humanos, donde asumimos que si dan derechos a un grupo es porque te los quitan a ti, como si no pudiera haber tantos como queramos. Eso nos mete directamente en pol?ticas de competencia. Y cuando eso ocurre, recurrimos a la autoridad epistémica, que es la ciencia. Pero ese recurso de acudir al saber cient?fico, objetivo y neutral que hacen ciertos feminismos es polémico, porque es el mismo que puso a un nivel inferior a la mujer cis blanca heterosexual durante los siglos XVIII y XIX, la misma poblaci?n que ahora tiene un buen n?mero de personas transexcluyentes.
Ante la falta de certezas y la incertidumbre, que genera angustia, se recurre a la ciencia. En el libro propongo una lectura que en realidad nos va a incomodar, porque va a implicar perder certezas y también cuestionarnos quiénes somos y por qué somos lo que somos.
"Quien dice que se nace mujer est? defendiendo que su cerebro est? menos capacitado para pensar"
Cuando analizamos que hay un hilo conductor entre la idea de que nace mujer o var?n con los presupuestos sexistas, entendemos que cuando una persona dice que naci? mujer, al mismo tiempo te est? diciendo que tiene un cerebro de mujer. Estar?a justificando que su cerebro est? menos capacitado para pensar y m?s inclinado a las tareas del cuidado o a jugar con las mu?ecas.
No es que se nieguen las diferencias: lo que hacemos las personas que criticamos este discurso es entender que se articula sobre unas disimilitudes que se crearon, a partir de la ciencia, para justificar biol?gicamente que las mujeres se dediquen a lo doméstico y los hombres a lo p?blico.
?Es posible escapar el binarismo en el que nos hemos criado?
Hoy por hoy no, pero s? es posible cuestionar su ontolog?a. Ser una mujer heterosexual no te hace c?mplice del patriarcado. Y ser lesbiana o trans no te hace revolucionaria.
A d?a de hoy no tenemos imaginaci?n para salirnos de un marco de referencia binario. Eso no est? mal per se. El objetivo no es matar todo eso porque somos reconocidas por la mirada de les otres. Y la forma de reconocimiento que tenemos es a través del género.
Pero el problema es que esa forma no es universal y transcultural, sino que es contingente. Con la lectura de mi libro propongo, a través de la propia evidencia que muestra que la plasticidad biol?gica que nos caracteriza, que esta clasificaci?n es anacr?nica. Invito a que empecemos a vivirnos fuera del binomio masculino o femenino. Porque b?sicamente lo que hace el binarismo es aplastar tu subjetividad. Homogeneizarla. Todo nuestro potencial est? completamente circunscrito a un marco de referencia que encima jerarquiza corporalidades. La manera de romperlo es justamente desnaturalizarlo. Entender que es lo que tenemos, pero que no es natural.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/lu-ciccia-cientifica-binarismo-estudio-93043939)