الريــم
10-06-2023, 01:21 PM
En el cine de Olesa de Montserrat siempre “echaban” dos pelis, a cual peor. Una de chinos -con mamporros y grititos onomatopéyicos a tutiplén- y otra que normalmente era igual de infumable, casi siempre un “spaguetti-western”, con un reparto de sopapos no menor al preliminar bodrio asi?tico... Pero los chavales de Esparreguera acostumbr?bamos a “bajar” al cine del pueblo rival para poder hacer el cafre a nuestras anchas, sin temor a un chivatazo a la familia por parte de alg?n pariente o conocido dispuesto a cantar nuestras fechor?as.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Recuerdo especialmente una peli que, por su calidad, destac? especialmente en una programaci?n habitualmente espantosa: “Max y los chatarreros”, del siempre interesante cineasta francés Claude Sautet, con la actuaci?n de Michel Piccoli y la sugestiva Romy Schneider, en una interpretaci?n menos azucarada que en su rol de Sissi emperatriz.
Esta semana me ha venido el nombre del film a la cabeza a prop?sito de la oportunidad de Max Verstappen para proclamarse campe?n del mundo este s?bado, por tercera vez en su trayectoria. Y queriendo refrescar mi memoria, he buscado las cr?ticas que en su d?a se hicieron de esa peli, y he encontrado una titulada “Max-quiavelo”, firmada por Tom Regan desde Almer?a, que resume el argumento as?: “Un retrato psicol?gico de los personajes donde nos adentramos en las obsesiones y frustraciones de un protagonista que juega a ser un peque?o Dios, moviendo los hilos de unos perdedores a su antojo cual Maquiavelo con su m?tica frase de ‘El fin justifica los medios’, y con ello provocando el dilema moral en el espectador de si comparte o no los medios del polic?a (el Bien y el Mal quedan difusos)”.
Curiosa referencia, y no menos interesante analog?a si comparamos el perfil del poli protagonista con el del piloto a punto de tri-campeonar. La calidad, el talento, y el coraje de Max Verstappen est? fuera de toda discusi?n. Es un fen?meno llamado a engrosar a?n m?s si cabe un palmarés que ya es sensacional. Pero la prestaci?n de su coche, el Red Bull, tampoco admite debate.
Y, sin embargo, pese a que el neerlandés atesora unas virtudes por todos reconocidas, y que siempre me ha evocado la valent?a de otros pilotos descomunales como fueron Ronnie Peterson (10 victorias), James Hunt (10 victorias y el t?tulo mundial de 1976) o Gilles Villenuve (6 victorias), no ha conseguido aunar -m?s all? de su pa?s, quiero decir- una legi?n de fans como las que los campeones del mundo coet?neos Lewis Hamilton (6 t?tulos mundiales) o Fernando Alonso (2 t?tulos mundiales) aglutinan por todo elk planeta.
Max ganar? el t?tulo este s?bado con absoluta certeza, y puede que el hecho de obtenerlo cuando a?n quedan seis carreras para que concluya la temporada pueda restar algo de lustre a su campa?a, aunque de modo inmerecido. Pero, sobre todo, si hay algo que juega en su contra es la certeza absoluta de la superioridad del coche que pilota en comparaci?n con los de sus competidores. Un suceso semejante a lo que ocurri? con Sebastian Vettel y la forma de obtener sus cuatro t?tulos mundiales.
https://uc-4u.com/sport/ext_resources/img/Cupra2.jpg
El Red Bull es el mejor coche de la parrilla, y con diferencia. Cierto. Pero hay que llevarlo, no cometer errores y saber soportar la presi?n del liderazgo permanente. Y en este sentido, Verstappen ha manejado la situaci?n con una frialdad y dominio absoluto, dejando claro que aquel “Mad Max” de sus inicios ya forma parte del pasado.
Hay una acusada tendencia a infravalorar el palmarés del futuro tri-campe?n mundial, como la hubo con Vettel. Y esto es injusto. ?O acaso no fueron superiores al resto los McLaren y los Williams de los ochenta, los Ferrari de Schumacher o los Mercedes de Hamilton?
Esta es la verdadera historia de la F1, una competici?n basada en (como siempre dec?a el a?orado Carlos “Maese” Castellà) “carreras de coches”. Eso, de coches. No lo olvidemos. El factor “coche” siempre ser? fundamental en este deporte. Pero los coches los dise?an y los manejan las personas. Personas “que juegan a ser un peque?o Dios, moviendo los hilos de unos perdedores a su antojo cual Maquiavelo”. Como en “Max y los chatarreros” que vi aquella tarde en Olesa comiendo pipas.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/opinion/max-chatarreros-93003950)
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Recuerdo especialmente una peli que, por su calidad, destac? especialmente en una programaci?n habitualmente espantosa: “Max y los chatarreros”, del siempre interesante cineasta francés Claude Sautet, con la actuaci?n de Michel Piccoli y la sugestiva Romy Schneider, en una interpretaci?n menos azucarada que en su rol de Sissi emperatriz.
Esta semana me ha venido el nombre del film a la cabeza a prop?sito de la oportunidad de Max Verstappen para proclamarse campe?n del mundo este s?bado, por tercera vez en su trayectoria. Y queriendo refrescar mi memoria, he buscado las cr?ticas que en su d?a se hicieron de esa peli, y he encontrado una titulada “Max-quiavelo”, firmada por Tom Regan desde Almer?a, que resume el argumento as?: “Un retrato psicol?gico de los personajes donde nos adentramos en las obsesiones y frustraciones de un protagonista que juega a ser un peque?o Dios, moviendo los hilos de unos perdedores a su antojo cual Maquiavelo con su m?tica frase de ‘El fin justifica los medios’, y con ello provocando el dilema moral en el espectador de si comparte o no los medios del polic?a (el Bien y el Mal quedan difusos)”.
Curiosa referencia, y no menos interesante analog?a si comparamos el perfil del poli protagonista con el del piloto a punto de tri-campeonar. La calidad, el talento, y el coraje de Max Verstappen est? fuera de toda discusi?n. Es un fen?meno llamado a engrosar a?n m?s si cabe un palmarés que ya es sensacional. Pero la prestaci?n de su coche, el Red Bull, tampoco admite debate.
Y, sin embargo, pese a que el neerlandés atesora unas virtudes por todos reconocidas, y que siempre me ha evocado la valent?a de otros pilotos descomunales como fueron Ronnie Peterson (10 victorias), James Hunt (10 victorias y el t?tulo mundial de 1976) o Gilles Villenuve (6 victorias), no ha conseguido aunar -m?s all? de su pa?s, quiero decir- una legi?n de fans como las que los campeones del mundo coet?neos Lewis Hamilton (6 t?tulos mundiales) o Fernando Alonso (2 t?tulos mundiales) aglutinan por todo elk planeta.
Max ganar? el t?tulo este s?bado con absoluta certeza, y puede que el hecho de obtenerlo cuando a?n quedan seis carreras para que concluya la temporada pueda restar algo de lustre a su campa?a, aunque de modo inmerecido. Pero, sobre todo, si hay algo que juega en su contra es la certeza absoluta de la superioridad del coche que pilota en comparaci?n con los de sus competidores. Un suceso semejante a lo que ocurri? con Sebastian Vettel y la forma de obtener sus cuatro t?tulos mundiales.
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El Red Bull es el mejor coche de la parrilla, y con diferencia. Cierto. Pero hay que llevarlo, no cometer errores y saber soportar la presi?n del liderazgo permanente. Y en este sentido, Verstappen ha manejado la situaci?n con una frialdad y dominio absoluto, dejando claro que aquel “Mad Max” de sus inicios ya forma parte del pasado.
Hay una acusada tendencia a infravalorar el palmarés del futuro tri-campe?n mundial, como la hubo con Vettel. Y esto es injusto. ?O acaso no fueron superiores al resto los McLaren y los Williams de los ochenta, los Ferrari de Schumacher o los Mercedes de Hamilton?
Esta es la verdadera historia de la F1, una competici?n basada en (como siempre dec?a el a?orado Carlos “Maese” Castellà) “carreras de coches”. Eso, de coches. No lo olvidemos. El factor “coche” siempre ser? fundamental en este deporte. Pero los coches los dise?an y los manejan las personas. Personas “que juegan a ser un peque?o Dios, moviendo los hilos de unos perdedores a su antojo cual Maquiavelo”. Como en “Max y los chatarreros” que vi aquella tarde en Olesa comiendo pipas.
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