الريــم
10-05-2023, 04:00 PM
Est? Rivas poeta sentado esta tarde como en un bodeg?n con café; en La D?rsena, ?ltimo local superviviente de la memoria en el muelle del mismo nombre, A Coru?a. Est? poeta. Tal vez porque el mensajero le ha perdido las galeradas corregidas a mano de su pr?ximo libro (Trilog?a de la tierra, Alfaguara). Se consuela pues con lo que trae bajo el brazo, que son las pruebas de otra pr?xima publicaci?n (Lo que queda fuera, poes?a y ensayo que editar? Cuatro Lunas, la hermana peque?a para lectores mayores de la editorial Kalandraka), y de ah?, de su poes?a como forma de ser, no hay pregunta alguna que apee al escritor.
Disculpen pues el desordenado orden de la conversaci?n: un juego entre petroglifos, luciérnagas, almeiros, corredoiras: esa literatura suya de la naturaleza, el nature writing del que fue pionero avant la lettre en este rinc?n atl?ntico.
Manuel Rivas (https://www.epe.es/es/abril/20231005/manuel-rivas-entrevista-nuevo-libros-92710898) ha recopilado en un libro urgente (por necesario) tres de sus primeras obras, cuento y novela, actualizadas y prologadas para decir a?n m?s alto: “La tierra est? en peligro, Mayday, Mayday”. Por eso recurre m?s que nunca el significado poético de las palabras: la poes?a que limpia el antiguo miedo al abandono, hoy convertido en p?nico a quedarse fuera del juego (tecnol?gico: si desconectas est?s muerto).
Palabras hoy contaminadas, ultrajadas, sajadas de significado: me brinda un breve ensayo que antecede al poemario y que lleva por t?tulo Por una luciérnaga. La ecolog?a de las palabras en el manuscrito de la tierra. Rivas (A Coru?a, 1958), a quien hac?amos lentamente escribiendo en su lugar de adopci?n, Urroa, Costa da Morte, y que ma?ana mismo sale para Madrid, el coche cegado de libros, donde ahora reside en condici?n de abuelo de barrio, solidario y precoz.
P. ?Era una cuenta pendiente, recuperar sus obras m?s naturalistas, aunque toda su literatura lo es?
R. S?, yo no contemplo los libros individualmente, como fincas catastrales, sino como seres vivos en expansi?n. Son como el petroglifo de los c?rculos concéntricos, el m?s caracter?stico del arco atl?ntico, que yo conecto con el Segundo Manifiesto Surrealista, que dice as?: “Existe un cierto punto donde se encuentran lo real y lo imaginario, la vida y la muerte, eros y t?natos, para dejar de ser ant?nimos. Y ese un cierto punto imaginario es la boca de la literatura”. Cuando esta boca se abre, da lugar a personajes de Shakespeare, de Cervantes o Dostoyevski, pero también sucede en el habla popular. Y es en ese punto donde se cruzan el sermo vulgaris y el sermo nobilis donde yo encuentro la literatura que quiero hacer.
P. Han transcurrido m?s de tres décadas desde que publicara la primera de estas tres obras que hoy recopila (Un mill?n de vacas, Premio de la Cr?tica), pero por ellas no ha pasado un solo d?a. ?Usted mismo se sorprendi? al releerlas? ?Es as? como reconocemos la literatura universal?
R. Soy reacio a la mirada atr?s, para m? todo es un c?rculo concéntrico: los personajes a veces vuelven, son como cuerdas extensibles. Pero hay hoy una necesidad urgente de atender el Mayday de la naturaleza, su grito de socorro o insurgencia: hay una guerra contra ella, un maltrato o sacrificio, quema, extinci?n de especies, y ésta reacciona. Me gusta hacer el ejercicio de volver a las corredoiras, recorrer esos caminos de los animales por el bosque, que siempre llevan a lugares importantes que tienen una raz?n de ser. Hoy la mayor?a est?n cegados por zarzas: ?no ser? que las plantas también escapan, ejerciendo su libertad?
P. ?Ese fue su ejercicio?
R. S?, fue un rescate creativo. Volv? a andar esos caminos y encontré otras muchas historias entre l?nea y l?nea, de un humor p?nico. El humor, cuando no humilla, es una autodefensa y liberaci?n. Como dec?a Mark Twain, ahora perseguido en las bibliotecas de Estados Unidos por el pensamiento bruto, el verdadero humor est? siempre conectado con el dolor. Por eso es esencial la literatura que nace de la escucha, porque limpia el miedo. Las palabras también est?n asustadas y el lenguaje, intoxicado, cercenado. La literatura es lo contrario al discurso que quiere dominar las mentes a través de ese proceso de adicci?n que genera el tecnopoder. La gran ch?chara, que dec?a Tabucci. A esto hace referencia Lo que queda fuera: es una reacci?n al s?ndrome contempor?neo m?s com?n: el miedo a quedarse fuera y perderse algo (fear of missing out, FOMO); fuera de juego, de la novedad, del foco de atenci?n, creado por el tecnopoder para dominarnos. Deber?an pagarnos por usar los m?viles, y no al contrario.
Las palabras est?n asustadas y el lenguaje, intoxicado, cercenado. La literatura es lo contrario al discurso que quiere dominar las mentes a través de ese proceso de adicci?n que genera el tecnopoder
P. ?Y todo esto ya lo intu?a usted a principio de los 90?
R. Incluso antes. Escrib?a ya con la angustia de ver lo que se estaba gestando. En el 85 escribo Mohicania, A negra terra, y ah? ya est? la pulsi?n frente a la excitaci?n destructiva del pensamiento bruto: la suma de codicia y velocidad, la f?rmula del capitalismo impaciente que hoy resume el mundo. En Galicia hay dos lugares psicogeogr?ficos que tienen su origen en la cultura popular y vienen del mundo submarino. Uno es el almeiro (vivar), lugar donde procrean las especies, donde los pulpos, canteros ellos, hacen sus c?rculos de piedra, a donde llegan los centollos con sus hembras encima del caparaz?n para que desoven, dejando trazados los caminos en la arena; éste ser?a el lugar a proteger. Y el contrapunto, a marca do medo, aquellos lugares donde se produjo el esquilme a base de dinamita y otras pr?cticas destructivas, y que los animales temen tanto que abandonan para siempre.
P. ?Qué buscaba?, ?qué supon?a iba a encontrar en su almeiro literario?
R. Saber qué pas? con aquellos personajes, aquellos escenarios, durante este per?odo de guerra. Yo vivo estos libros como almeiros con una dimensi?n de punkismo, porque ya hab?a una rebeli?n animal. Los animales de En salvaje compa??a son los que hablan y dejan a los humanos fuera; ellos hablan con los muertos, traspasan las fronteras entre el aquén (vida terrenal) y el alén (m?s all?). Toda la imaginaci?n popular nos lleva a la realidad.
P. ?Y qué va a pasar cuando todo esto se vac?e, cuando el rural y su milenaria cultura se extingan?
R. Una de las funciones de la literatura es crear lugares frente al des-lugar. Cada libro es un lugar, y una emigraci?n: todos somos emigrantes y toda la literatura es una transmigraci?n. Por eso En salvaje compa??a hablan los muertos, los vivos, los animales, todo: s?lo la literatura permite ese encuentro, en ese cierto punto, que es un arranque, una b?squeda cuando las dem?s han fallado: la escritura se debe a un desequilibrio anterior. La literatura existe mientras el lenguaje no pierda la posibilidad de aventura, lo que Rudolf Steiner contrapon?a a los autoritarismos, que cercenan la capacidad poética del lenguaje, la boca de la verdad.
P. En la primera p?gina del primero de los cuentos, primera de estas tres obras, nos damos de bruces con una de las cuestiones que hoy m?s debiera preocuparnos: ?Usted se atrever?a a traer hijos al mundo hoy?
R. Releyendo esa historia, que est? escrita en el 87, tuve la sensaci?n de estar manteniendo una conversaci?n actual. Creo que s?, que tomar?a otra vez la decisi?n de tener hijos, asumiendo un compromiso desde mi parte de mujer, como cuando escribo. Una de las tareas del hombre hoy es luchar contra la virilidad, que en origen es la condici?n del guerrero, una palabra cuya deriva ha sido terrible: la pulsi?n de dominar. Claro que el término compromiso, como el de vanguardia y tantos otros, est? denostado. Pero es parte de la tarea ecol?gica que tenemos: recuperar las palabras que han sido intoxicadas. Como sucedi? con las luciérnagas, a las palabras, que tienen su propia luz natural, las est?n depredando: ya no podemos utilizar el término “sostenible” porque se ha convertido en el paradigma del neocapitalismo; ni “resiliencia”, que tanto usa el Banco Mundial: hay que cambiarla por re-existencia, hasta que también le apliquen el green washing (blanqueo ecol?gico).
El término compromiso, como el de vanguardia y tantos otros, est? denostado. Pero es parte de la tarea ecol?gica que tenemos: recuperar las palabras que han sido intoxicadas
P. Rivas, ?fue suya la oportuna iniciativa de esta reedici?n, donde oportuna no es sin?nimo sino casi ant?nimo de oportunismo?
R. Fue m?a, s?, y fue fruto de un entendimiento. Hablando con la editora sobre el natural writing y la revoluci?n literaria de las mujeres gallegas, a mi juicio la m?s interesante hoy en Europa (anda su hija por ah? metida, Sol Mari?o; pero también, Cristina S?nchez Andrade, Yolanda Casta?o, Marilar Aleixandre y otras), un almeiro donde ellas escriben de contrabando (de géneros e ideas, de sensibilidad), desde la orilla, abriendo diafragmas; y as? llegamos a la conclusi?n de que es fundamental esa tradici?n heterodoxa donde hablan las plantas, los animales, el viento, las piedras… un pante?smo literario tremendamente fértil. Y nos preguntamos, ?hay que proteger la literatura? No, es la literatura la que nos protege, su saber nos avisa.
P. Est?bamos en la literatura de la naturaleza y, ?qué pas??
R. Pues que por ejemplo Un mill?n de vacas estaba descatalogado. En lugar de reeditarlos, dada su condici?n de c?rculos concéntricos, decidimos reunirlos en un solo volumen en torno a aquello que no estaba bien visto porque: ?quién hablaba entonces de vacas? Bueno, el mill?n de vacas estaba ya en Poeta en Nueva York, y Los comedores de patatas es una pintura de Van Gogh de la que él habla en Cartas a Theo, ofreciendo una idea de lo sagrado. Y sumamos En salvaje compa??a porque, como escribi? Rodr?guez Marcos, no nos dio tiempo a leerla en el bachillerato.
P. Seguramente porque requiere tiempo meterse en el alma de los animales y el bosque que habitan, ?no?
R. Seguro, como los relatos que recojo al final y que forman parte del mismo mundo: la lucha de los animales o Los habitantes de la dificultad. Me fascina que sigan existiendo animales salvajes, c?mo ser? posible, ?verdad?
P. Dejamos de creernos los amos del universo para, parad?jicamente, actuar a?n m?s agresivamente contra la naturaleza a partir de la Primera Revoluci?n Industrial. ?Cu?ntas generaciones habr?n de pasar para que de una vez entendamos la necesidad del biocentrismo?
R. Se ha avanzado algo en cuanto a toma de conciencia, pero el proceso de destrucci?n es muy r?pido. F?jate que siempre hemos hablado en tiempo futurible y hoy estamos en pleno Mayday, emergencia. Y cuando veo que se eligen a responsables pol?ticos negacionistas del cambio clim?tico para cargos de medioambiente o del sector agr?cola, forestal o marino… Esta gente deber?a estar inhabilitada, que se sigan riendo en la taberna, pero que no ocupe un cargo.
Cuando veo que se eligen a responsables pol?ticos negacionistas del cambio clim?tico para cargos de medioambiente o del sector agr?cola, forestal o marino… Esta gente deber?a estar inhabilitada
P. Dicen que es un negocio, y no parpadean, mientras sudan tinta a 45 grados...
R. El ?nico negocio que conozco es el suyo, porque mira que a m? me dio mucho negocio el medioambiente… O que se lo digan a las mujeres latinoamericanas, gente de pueblos originarios, siempre los m?s vulnerables, a los que matan por oponerse al robo de la vida. ?D?nde est? la esperanza? En esa gente que est? en primera l?nea de riesgo apostando la cabeza por el espacio de vida de su comunidad. “O comunidad o caos”, el dilema de Luther King, deber?a estar ocupando las mentes, y en cambio s?lo veo ret?rica y el insulto de colocar en puestos de mando a esos negacionistas, que para m? ejercen una forma de criminalidad y autoritarismo, creando terror sem?ntico y estupor, humillando. Como sucede con la igualdad. Deber?a existir un tribunal internacional para juzgar los ecocidios y este carisma inc?vico. Pero en esta desesperanza de quienes arriesgan su vida, se esconde también la esperanza. Lo que en absoluto vale es la indiferencia: eso me produce v?mitos.
P. ?Est? la juventud m?s polarizada que antes frente a estos asuntos capitales: negacionistas y comprometidos?
R. S?, pero tienen m?s voz los que ejercen el terror sem?ntico: son como esas motos de explosi?n que todo el mundo mira cuando pasan. Sin embargo, creo que hay un sentido com?n mayoritario en la gente joven, una sensibilidad en torno a la ecolog?a y el feminismo, que son los grandes enemigos, las bestias negras del pensamiento bruto, porque es lo que amenaza su sistema.
P. Rivas, ?cu?n importante es el o?do en un narrador?
R. Es la primera herramienta: escuchar. Es ah? donde est? la boca de la literatura, que la encuentras en los lugares m?s imprevisibles. La gente es portadora de historias, es muy importante escuchar a los desconocidos. Cuando alguien te cuenta, si est?s disponible te descubre tu parte de oscuridad. Pobre es el que no tiene oscuridad alguna, ese secreto que hay que preservar y no exponer, porque lo matas, y es un manantial para la creaci?n.
P. Y ?qué significan en su universo las vagalumes o luciérnagas?
R. Hay un dicho mexicano de un pueblo originario que dice: con una luciérnaga puedes atravesar la noche. Esa ?nima es m?s importante que una multinacional: no pide nada, te regala su luz. Esa luz, que es er?tica y les sirve para atraerse entre ellas, produce un efecto: no puedes dejar de mirarla sin pensar en el universo; es la mejor forma de ver el universo, y es su luz la m?s peque?a habida.
P. ?Y qué hay de las mariposas de la noche y “esa luz inaccesible contra la que una y otra vez queman sus alas”? ?Qué refiere esta imagen?
R. Es una forma de luchar contra la luz en la noche para ver la oscuridad en el d?a. Esa persistencia giratoria es la forma que tiene la literatura de ver el mundo, que lucha contra la luz porque quiere ver las zonas de sombra. Y luego hay luces que ciegan, lo sabemos, y que matan.
https://uc-4u.com/clip/603240af-de83-4668-9af0-785d7da5aa27_source-aspect-ratio_default_0.jpg
Manuel Rivas
Alfaguara
480 p?ginas
20,90 euros
Publicaci?n el 2 de noviembre
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/manuel-rivas-indiferencia-produce-vomitos-92965180)
Disculpen pues el desordenado orden de la conversaci?n: un juego entre petroglifos, luciérnagas, almeiros, corredoiras: esa literatura suya de la naturaleza, el nature writing del que fue pionero avant la lettre en este rinc?n atl?ntico.
Manuel Rivas (https://www.epe.es/es/abril/20231005/manuel-rivas-entrevista-nuevo-libros-92710898) ha recopilado en un libro urgente (por necesario) tres de sus primeras obras, cuento y novela, actualizadas y prologadas para decir a?n m?s alto: “La tierra est? en peligro, Mayday, Mayday”. Por eso recurre m?s que nunca el significado poético de las palabras: la poes?a que limpia el antiguo miedo al abandono, hoy convertido en p?nico a quedarse fuera del juego (tecnol?gico: si desconectas est?s muerto).
Palabras hoy contaminadas, ultrajadas, sajadas de significado: me brinda un breve ensayo que antecede al poemario y que lleva por t?tulo Por una luciérnaga. La ecolog?a de las palabras en el manuscrito de la tierra. Rivas (A Coru?a, 1958), a quien hac?amos lentamente escribiendo en su lugar de adopci?n, Urroa, Costa da Morte, y que ma?ana mismo sale para Madrid, el coche cegado de libros, donde ahora reside en condici?n de abuelo de barrio, solidario y precoz.
P. ?Era una cuenta pendiente, recuperar sus obras m?s naturalistas, aunque toda su literatura lo es?
R. S?, yo no contemplo los libros individualmente, como fincas catastrales, sino como seres vivos en expansi?n. Son como el petroglifo de los c?rculos concéntricos, el m?s caracter?stico del arco atl?ntico, que yo conecto con el Segundo Manifiesto Surrealista, que dice as?: “Existe un cierto punto donde se encuentran lo real y lo imaginario, la vida y la muerte, eros y t?natos, para dejar de ser ant?nimos. Y ese un cierto punto imaginario es la boca de la literatura”. Cuando esta boca se abre, da lugar a personajes de Shakespeare, de Cervantes o Dostoyevski, pero también sucede en el habla popular. Y es en ese punto donde se cruzan el sermo vulgaris y el sermo nobilis donde yo encuentro la literatura que quiero hacer.
P. Han transcurrido m?s de tres décadas desde que publicara la primera de estas tres obras que hoy recopila (Un mill?n de vacas, Premio de la Cr?tica), pero por ellas no ha pasado un solo d?a. ?Usted mismo se sorprendi? al releerlas? ?Es as? como reconocemos la literatura universal?
R. Soy reacio a la mirada atr?s, para m? todo es un c?rculo concéntrico: los personajes a veces vuelven, son como cuerdas extensibles. Pero hay hoy una necesidad urgente de atender el Mayday de la naturaleza, su grito de socorro o insurgencia: hay una guerra contra ella, un maltrato o sacrificio, quema, extinci?n de especies, y ésta reacciona. Me gusta hacer el ejercicio de volver a las corredoiras, recorrer esos caminos de los animales por el bosque, que siempre llevan a lugares importantes que tienen una raz?n de ser. Hoy la mayor?a est?n cegados por zarzas: ?no ser? que las plantas también escapan, ejerciendo su libertad?
P. ?Ese fue su ejercicio?
R. S?, fue un rescate creativo. Volv? a andar esos caminos y encontré otras muchas historias entre l?nea y l?nea, de un humor p?nico. El humor, cuando no humilla, es una autodefensa y liberaci?n. Como dec?a Mark Twain, ahora perseguido en las bibliotecas de Estados Unidos por el pensamiento bruto, el verdadero humor est? siempre conectado con el dolor. Por eso es esencial la literatura que nace de la escucha, porque limpia el miedo. Las palabras también est?n asustadas y el lenguaje, intoxicado, cercenado. La literatura es lo contrario al discurso que quiere dominar las mentes a través de ese proceso de adicci?n que genera el tecnopoder. La gran ch?chara, que dec?a Tabucci. A esto hace referencia Lo que queda fuera: es una reacci?n al s?ndrome contempor?neo m?s com?n: el miedo a quedarse fuera y perderse algo (fear of missing out, FOMO); fuera de juego, de la novedad, del foco de atenci?n, creado por el tecnopoder para dominarnos. Deber?an pagarnos por usar los m?viles, y no al contrario.
Las palabras est?n asustadas y el lenguaje, intoxicado, cercenado. La literatura es lo contrario al discurso que quiere dominar las mentes a través de ese proceso de adicci?n que genera el tecnopoder
P. ?Y todo esto ya lo intu?a usted a principio de los 90?
R. Incluso antes. Escrib?a ya con la angustia de ver lo que se estaba gestando. En el 85 escribo Mohicania, A negra terra, y ah? ya est? la pulsi?n frente a la excitaci?n destructiva del pensamiento bruto: la suma de codicia y velocidad, la f?rmula del capitalismo impaciente que hoy resume el mundo. En Galicia hay dos lugares psicogeogr?ficos que tienen su origen en la cultura popular y vienen del mundo submarino. Uno es el almeiro (vivar), lugar donde procrean las especies, donde los pulpos, canteros ellos, hacen sus c?rculos de piedra, a donde llegan los centollos con sus hembras encima del caparaz?n para que desoven, dejando trazados los caminos en la arena; éste ser?a el lugar a proteger. Y el contrapunto, a marca do medo, aquellos lugares donde se produjo el esquilme a base de dinamita y otras pr?cticas destructivas, y que los animales temen tanto que abandonan para siempre.
P. ?Qué buscaba?, ?qué supon?a iba a encontrar en su almeiro literario?
R. Saber qué pas? con aquellos personajes, aquellos escenarios, durante este per?odo de guerra. Yo vivo estos libros como almeiros con una dimensi?n de punkismo, porque ya hab?a una rebeli?n animal. Los animales de En salvaje compa??a son los que hablan y dejan a los humanos fuera; ellos hablan con los muertos, traspasan las fronteras entre el aquén (vida terrenal) y el alén (m?s all?). Toda la imaginaci?n popular nos lleva a la realidad.
P. ?Y qué va a pasar cuando todo esto se vac?e, cuando el rural y su milenaria cultura se extingan?
R. Una de las funciones de la literatura es crear lugares frente al des-lugar. Cada libro es un lugar, y una emigraci?n: todos somos emigrantes y toda la literatura es una transmigraci?n. Por eso En salvaje compa??a hablan los muertos, los vivos, los animales, todo: s?lo la literatura permite ese encuentro, en ese cierto punto, que es un arranque, una b?squeda cuando las dem?s han fallado: la escritura se debe a un desequilibrio anterior. La literatura existe mientras el lenguaje no pierda la posibilidad de aventura, lo que Rudolf Steiner contrapon?a a los autoritarismos, que cercenan la capacidad poética del lenguaje, la boca de la verdad.
P. En la primera p?gina del primero de los cuentos, primera de estas tres obras, nos damos de bruces con una de las cuestiones que hoy m?s debiera preocuparnos: ?Usted se atrever?a a traer hijos al mundo hoy?
R. Releyendo esa historia, que est? escrita en el 87, tuve la sensaci?n de estar manteniendo una conversaci?n actual. Creo que s?, que tomar?a otra vez la decisi?n de tener hijos, asumiendo un compromiso desde mi parte de mujer, como cuando escribo. Una de las tareas del hombre hoy es luchar contra la virilidad, que en origen es la condici?n del guerrero, una palabra cuya deriva ha sido terrible: la pulsi?n de dominar. Claro que el término compromiso, como el de vanguardia y tantos otros, est? denostado. Pero es parte de la tarea ecol?gica que tenemos: recuperar las palabras que han sido intoxicadas. Como sucedi? con las luciérnagas, a las palabras, que tienen su propia luz natural, las est?n depredando: ya no podemos utilizar el término “sostenible” porque se ha convertido en el paradigma del neocapitalismo; ni “resiliencia”, que tanto usa el Banco Mundial: hay que cambiarla por re-existencia, hasta que también le apliquen el green washing (blanqueo ecol?gico).
El término compromiso, como el de vanguardia y tantos otros, est? denostado. Pero es parte de la tarea ecol?gica que tenemos: recuperar las palabras que han sido intoxicadas
P. Rivas, ?fue suya la oportuna iniciativa de esta reedici?n, donde oportuna no es sin?nimo sino casi ant?nimo de oportunismo?
R. Fue m?a, s?, y fue fruto de un entendimiento. Hablando con la editora sobre el natural writing y la revoluci?n literaria de las mujeres gallegas, a mi juicio la m?s interesante hoy en Europa (anda su hija por ah? metida, Sol Mari?o; pero también, Cristina S?nchez Andrade, Yolanda Casta?o, Marilar Aleixandre y otras), un almeiro donde ellas escriben de contrabando (de géneros e ideas, de sensibilidad), desde la orilla, abriendo diafragmas; y as? llegamos a la conclusi?n de que es fundamental esa tradici?n heterodoxa donde hablan las plantas, los animales, el viento, las piedras… un pante?smo literario tremendamente fértil. Y nos preguntamos, ?hay que proteger la literatura? No, es la literatura la que nos protege, su saber nos avisa.
P. Est?bamos en la literatura de la naturaleza y, ?qué pas??
R. Pues que por ejemplo Un mill?n de vacas estaba descatalogado. En lugar de reeditarlos, dada su condici?n de c?rculos concéntricos, decidimos reunirlos en un solo volumen en torno a aquello que no estaba bien visto porque: ?quién hablaba entonces de vacas? Bueno, el mill?n de vacas estaba ya en Poeta en Nueva York, y Los comedores de patatas es una pintura de Van Gogh de la que él habla en Cartas a Theo, ofreciendo una idea de lo sagrado. Y sumamos En salvaje compa??a porque, como escribi? Rodr?guez Marcos, no nos dio tiempo a leerla en el bachillerato.
P. Seguramente porque requiere tiempo meterse en el alma de los animales y el bosque que habitan, ?no?
R. Seguro, como los relatos que recojo al final y que forman parte del mismo mundo: la lucha de los animales o Los habitantes de la dificultad. Me fascina que sigan existiendo animales salvajes, c?mo ser? posible, ?verdad?
P. Dejamos de creernos los amos del universo para, parad?jicamente, actuar a?n m?s agresivamente contra la naturaleza a partir de la Primera Revoluci?n Industrial. ?Cu?ntas generaciones habr?n de pasar para que de una vez entendamos la necesidad del biocentrismo?
R. Se ha avanzado algo en cuanto a toma de conciencia, pero el proceso de destrucci?n es muy r?pido. F?jate que siempre hemos hablado en tiempo futurible y hoy estamos en pleno Mayday, emergencia. Y cuando veo que se eligen a responsables pol?ticos negacionistas del cambio clim?tico para cargos de medioambiente o del sector agr?cola, forestal o marino… Esta gente deber?a estar inhabilitada, que se sigan riendo en la taberna, pero que no ocupe un cargo.
Cuando veo que se eligen a responsables pol?ticos negacionistas del cambio clim?tico para cargos de medioambiente o del sector agr?cola, forestal o marino… Esta gente deber?a estar inhabilitada
P. Dicen que es un negocio, y no parpadean, mientras sudan tinta a 45 grados...
R. El ?nico negocio que conozco es el suyo, porque mira que a m? me dio mucho negocio el medioambiente… O que se lo digan a las mujeres latinoamericanas, gente de pueblos originarios, siempre los m?s vulnerables, a los que matan por oponerse al robo de la vida. ?D?nde est? la esperanza? En esa gente que est? en primera l?nea de riesgo apostando la cabeza por el espacio de vida de su comunidad. “O comunidad o caos”, el dilema de Luther King, deber?a estar ocupando las mentes, y en cambio s?lo veo ret?rica y el insulto de colocar en puestos de mando a esos negacionistas, que para m? ejercen una forma de criminalidad y autoritarismo, creando terror sem?ntico y estupor, humillando. Como sucede con la igualdad. Deber?a existir un tribunal internacional para juzgar los ecocidios y este carisma inc?vico. Pero en esta desesperanza de quienes arriesgan su vida, se esconde también la esperanza. Lo que en absoluto vale es la indiferencia: eso me produce v?mitos.
P. ?Est? la juventud m?s polarizada que antes frente a estos asuntos capitales: negacionistas y comprometidos?
R. S?, pero tienen m?s voz los que ejercen el terror sem?ntico: son como esas motos de explosi?n que todo el mundo mira cuando pasan. Sin embargo, creo que hay un sentido com?n mayoritario en la gente joven, una sensibilidad en torno a la ecolog?a y el feminismo, que son los grandes enemigos, las bestias negras del pensamiento bruto, porque es lo que amenaza su sistema.
P. Rivas, ?cu?n importante es el o?do en un narrador?
R. Es la primera herramienta: escuchar. Es ah? donde est? la boca de la literatura, que la encuentras en los lugares m?s imprevisibles. La gente es portadora de historias, es muy importante escuchar a los desconocidos. Cuando alguien te cuenta, si est?s disponible te descubre tu parte de oscuridad. Pobre es el que no tiene oscuridad alguna, ese secreto que hay que preservar y no exponer, porque lo matas, y es un manantial para la creaci?n.
P. Y ?qué significan en su universo las vagalumes o luciérnagas?
R. Hay un dicho mexicano de un pueblo originario que dice: con una luciérnaga puedes atravesar la noche. Esa ?nima es m?s importante que una multinacional: no pide nada, te regala su luz. Esa luz, que es er?tica y les sirve para atraerse entre ellas, produce un efecto: no puedes dejar de mirarla sin pensar en el universo; es la mejor forma de ver el universo, y es su luz la m?s peque?a habida.
P. ?Y qué hay de las mariposas de la noche y “esa luz inaccesible contra la que una y otra vez queman sus alas”? ?Qué refiere esta imagen?
R. Es una forma de luchar contra la luz en la noche para ver la oscuridad en el d?a. Esa persistencia giratoria es la forma que tiene la literatura de ver el mundo, que lucha contra la luz porque quiere ver las zonas de sombra. Y luego hay luces que ciegan, lo sabemos, y que matan.
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Manuel Rivas
Alfaguara
480 p?ginas
20,90 euros
Publicaci?n el 2 de noviembre
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