الريــم
09-25-2023, 12:50 PM
En esta historia lo de menos son los 171 kil?metros. Ni los 10.000 metros de desnivel. Ni rondar por cuatro pa?ses. Porque para darle la vuelta al Mont Blanc, a su sue?o, Elena Sanz tuvo que dejar atr?s muchas m?s cuestas que esas que dibujaba el sinuoso mapa de la temida UTMB. Vivir, hace unas semanas, en la Plaza del Tri?ngulo de la Amistad de Chamonix esa emoci?n de «por fin estoy aqu?», a punto de encarar 34 horas de una de las carreras m?s duras del planeta, esta ma?a sab?a que antes hab?a superado muchas otras.
Porque, aunque ni lo viera, ni se diera cuenta, el Mont Blanc estaba all?, sumergido en las aguas de la piscina del Agustinos. También yac?a oculto en las caricias protectoras de su madre Alicia, secando con mimo a su ni?a después de los largos de una competici?n de nataci?n. Esos a?os ochenta en Zaragoza en los que, si una chica corr?a, saltaba o nadaba «era una marimacho».
Porque la carrera fue perseguir a sus dos hermanos mayores de deporte en deporte. Hasta que en 2013 sinti? algo al ver al mayor terminar la marat?n de Zaragoza. «Me promet? que al a?o siguiente la terminar?a, pero no corr?a ni cinco minutos seguidos», narra Elena. Porque otra cuestera fue esa de empezar a entrenar de la nada. De la promesa de un compa?ero de la Schindler de prepararla «cuando pudiera correr una hora sin parar. Recuerdo que al hacer 25 minutos casi me rompo la cabeza al tropezar de lo cansada que estaba», relata entre risas.
Adapta sus entrenos a los horarios de sus hijos adolescentes «porque ellos son siempre lo primero»
De c?mo tuvieron que habilitar en las oficinas unas duchas para mujeres al empezar a ir a trabajar al trote o en bici. O cuando cumpli? su promesa y termin? su primera marat?n en poco menos de cuatro horas. Como luego acabar?a en Berl?n y Colonia.
Porque esta carrera es esa que rodeaba Pe?a Monta?esa en la que descubri? que el asfalto es m?s aburrido que los caminos de monta?a. «Fue mi primera Ultra, de 60k. Quedé la ?ltima, pero me enganch?. Los paisajes, el ritmo, el compa?erismo, el ambiente… Empecé como si hiciera trekking, pero luego cambié el chip y empecé a competir». Siempre buscando retos, no marcas ni oros. Por eso va «a las carreras que me apetecen». Como esa de cuatro d?as en total autosuficiencia entre Chile y Argentina o la Lavadero en Dolomitas, la Ultra Pirineu, la Canfranc y la Aneto-Posets en casa, las ?nicas en las que se ha retirado; la Transgrancanaria, la Penyagolosa, la Transalpine (285 kil?metros y 16.000 metros de desnivel en siete d?as); como ahora sue?a con la Western States de California, la Marat?n des Sables en Marruecos o la Trail Makalu, a la que se va el pr?ximo mes al Nepal.
Y al Mont Blanc. Donde cuando fue a hacer la OCC, la corta (55k), en 2016 le parec?an «unos locos todos aquellos que se atrev?an con las cien millas, pero luego, hace cuatro a?os, me vi preparada». Pero primero ten?a que completar otra carrera m?s: cumplir todos los requisitos para poder entrar en el sorteo de los codiciados dorsales, dado que hay muchas m?s solicitudes que plazas y eso que cada uno cuesta 400 euros, sin contar desplazamiento y alojamiento. En 2021 volvi? para completar la CCC (100k) y acumul? puntos en otras dos ultras.
Ella, su hija y Taylor Swift
Y tras todos estos avatares es cuando empieza la carrera m?s dura, esa a la que se enfrenta una mujer de 40 y tantos que tiene que criar a dos hijos adolescentes sola. C?mo afronta ese muro compatibilizando trabajo en una consultora medioambiental, casa, cuidados y entrenamientos. C?mo se levanta a las cinco de la ma?ana para subir y bajar las lomas de Las Planas en Cadrete mil veces, «donde tendr?an que poner mi nombre a una curva de las veces que he ido», bromea, siguiendo las pautas de su entrenador Rober: 20 horas semanales y de 3.000 a 5.000 metros de desnivel en seis d?as de actividad y uno de descanso. C?mo reserva sus vacaciones para las carreras, c?mo aprovecha las extraescolares de los ni?os para lanzarse al trote por el Parque Grande o las cenas para hacer algo de volumen en el gimnasio. C?mo ha pasado el verano en Villan?a con ellos, teletrabajando, para afinar la forma en los senderos del Pirineo.
Comenz? a correr hace diez a?os en la marat?n de Zaragoza y acumula siete ultras por todo el mundo
Esa injusta carrera que estigmatiza a tantas mujeres como malas madres por ampliar sus espacios personales «cuando ellos, mis hijos, son siempre lo primero». Cuando ese pensamiento le persigue hasta Chamonix, porque, por estar all?, se ha perdido el cumplea?os de su hija. Esa hija por la que ha removido Roma con Santiago y Miami, para que su primo Alejandro le consiguiera esas entradas para el concierto de Taylor Swift «que es m?s dif?cil que conseguir el dorsal de la UTMB».
Porque esta carrera es esa imagen del principio. Ese ejemplo de madre a madre. De las caricias sanadoras de Alicia, esa mujer que no acept? la silla de ruedas a la que le mandaron por esa enfermedad que combate con todas sus fuerzas. Porque esa fue la inspiraci?n de Elena en los peores momentos de una UTMB «que disfrutas los primeros 120 kil?metros y sufres los ?ltimos 50». Cuando se cay? dos veces y se desoll? las rodillas. Cuando afront? los ?ltimos 3k a solo 15 kil?metros de meta y tuvo que parar porque, aturdida, «no entend?a ni uno de los m?s de 300 mensajes que ten?a en el m?vil». Cuando, a las cuatro de la madrugada, tras dos noches, cruz? la l?nea «tan cansada que no pude ni sentir, ni llorar».
Esa fuerza de buena madre que todo lo puede, que supera una tras otras todas las subidas de la vida. Esas que conquistan para?sos, que rodean y mueven las monta?as m?s grandes del mundo. Porque, simplemente, son las mejores.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/deportes/elena-sanz-fuerza-buena-madre-92523851)
Porque, aunque ni lo viera, ni se diera cuenta, el Mont Blanc estaba all?, sumergido en las aguas de la piscina del Agustinos. También yac?a oculto en las caricias protectoras de su madre Alicia, secando con mimo a su ni?a después de los largos de una competici?n de nataci?n. Esos a?os ochenta en Zaragoza en los que, si una chica corr?a, saltaba o nadaba «era una marimacho».
Porque la carrera fue perseguir a sus dos hermanos mayores de deporte en deporte. Hasta que en 2013 sinti? algo al ver al mayor terminar la marat?n de Zaragoza. «Me promet? que al a?o siguiente la terminar?a, pero no corr?a ni cinco minutos seguidos», narra Elena. Porque otra cuestera fue esa de empezar a entrenar de la nada. De la promesa de un compa?ero de la Schindler de prepararla «cuando pudiera correr una hora sin parar. Recuerdo que al hacer 25 minutos casi me rompo la cabeza al tropezar de lo cansada que estaba», relata entre risas.
Adapta sus entrenos a los horarios de sus hijos adolescentes «porque ellos son siempre lo primero»
De c?mo tuvieron que habilitar en las oficinas unas duchas para mujeres al empezar a ir a trabajar al trote o en bici. O cuando cumpli? su promesa y termin? su primera marat?n en poco menos de cuatro horas. Como luego acabar?a en Berl?n y Colonia.
Porque esta carrera es esa que rodeaba Pe?a Monta?esa en la que descubri? que el asfalto es m?s aburrido que los caminos de monta?a. «Fue mi primera Ultra, de 60k. Quedé la ?ltima, pero me enganch?. Los paisajes, el ritmo, el compa?erismo, el ambiente… Empecé como si hiciera trekking, pero luego cambié el chip y empecé a competir». Siempre buscando retos, no marcas ni oros. Por eso va «a las carreras que me apetecen». Como esa de cuatro d?as en total autosuficiencia entre Chile y Argentina o la Lavadero en Dolomitas, la Ultra Pirineu, la Canfranc y la Aneto-Posets en casa, las ?nicas en las que se ha retirado; la Transgrancanaria, la Penyagolosa, la Transalpine (285 kil?metros y 16.000 metros de desnivel en siete d?as); como ahora sue?a con la Western States de California, la Marat?n des Sables en Marruecos o la Trail Makalu, a la que se va el pr?ximo mes al Nepal.
Y al Mont Blanc. Donde cuando fue a hacer la OCC, la corta (55k), en 2016 le parec?an «unos locos todos aquellos que se atrev?an con las cien millas, pero luego, hace cuatro a?os, me vi preparada». Pero primero ten?a que completar otra carrera m?s: cumplir todos los requisitos para poder entrar en el sorteo de los codiciados dorsales, dado que hay muchas m?s solicitudes que plazas y eso que cada uno cuesta 400 euros, sin contar desplazamiento y alojamiento. En 2021 volvi? para completar la CCC (100k) y acumul? puntos en otras dos ultras.
Ella, su hija y Taylor Swift
Y tras todos estos avatares es cuando empieza la carrera m?s dura, esa a la que se enfrenta una mujer de 40 y tantos que tiene que criar a dos hijos adolescentes sola. C?mo afronta ese muro compatibilizando trabajo en una consultora medioambiental, casa, cuidados y entrenamientos. C?mo se levanta a las cinco de la ma?ana para subir y bajar las lomas de Las Planas en Cadrete mil veces, «donde tendr?an que poner mi nombre a una curva de las veces que he ido», bromea, siguiendo las pautas de su entrenador Rober: 20 horas semanales y de 3.000 a 5.000 metros de desnivel en seis d?as de actividad y uno de descanso. C?mo reserva sus vacaciones para las carreras, c?mo aprovecha las extraescolares de los ni?os para lanzarse al trote por el Parque Grande o las cenas para hacer algo de volumen en el gimnasio. C?mo ha pasado el verano en Villan?a con ellos, teletrabajando, para afinar la forma en los senderos del Pirineo.
Comenz? a correr hace diez a?os en la marat?n de Zaragoza y acumula siete ultras por todo el mundo
Esa injusta carrera que estigmatiza a tantas mujeres como malas madres por ampliar sus espacios personales «cuando ellos, mis hijos, son siempre lo primero». Cuando ese pensamiento le persigue hasta Chamonix, porque, por estar all?, se ha perdido el cumplea?os de su hija. Esa hija por la que ha removido Roma con Santiago y Miami, para que su primo Alejandro le consiguiera esas entradas para el concierto de Taylor Swift «que es m?s dif?cil que conseguir el dorsal de la UTMB».
Porque esta carrera es esa imagen del principio. Ese ejemplo de madre a madre. De las caricias sanadoras de Alicia, esa mujer que no acept? la silla de ruedas a la que le mandaron por esa enfermedad que combate con todas sus fuerzas. Porque esa fue la inspiraci?n de Elena en los peores momentos de una UTMB «que disfrutas los primeros 120 kil?metros y sufres los ?ltimos 50». Cuando se cay? dos veces y se desoll? las rodillas. Cuando afront? los ?ltimos 3k a solo 15 kil?metros de meta y tuvo que parar porque, aturdida, «no entend?a ni uno de los m?s de 300 mensajes que ten?a en el m?vil». Cuando, a las cuatro de la madrugada, tras dos noches, cruz? la l?nea «tan cansada que no pude ni sentir, ni llorar».
Esa fuerza de buena madre que todo lo puede, que supera una tras otras todas las subidas de la vida. Esas que conquistan para?sos, que rodean y mueven las monta?as m?s grandes del mundo. Porque, simplemente, son las mejores.
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