الريــم
09-21-2023, 12:10 PM
Pocas figuras gallegas cuentan con una historia tan apasionante a la par que altanera –no exenta de leyendas y fechor?as– como la de Benito Soto Aboal. Un hombre, al que muchos denominan “el ?ltimo gran pirata del Atl?ntico”, cuya vida se dice que lleg? a inspirar al propio José de Espronceda para la elaboraci?n de su famosa Canci?n del pirata. Un nombre que, lejos del romanticismo que rodea a la figura del pirata, infundi? en su tiempo un enorme temor debido a sus sanguinarios métodos, pr?cticas poco éticas que han llegado hasta nuestros d?as a través de numerosas obras como las que ha escrito el vigués Jorge Parada Mejuto, un capit?n de la Marina mercante y doctor en Historia Mar?tima que ha publicado dos biograf?as de este sanguinario pirata: O pirata da Moureira (Xerais, 1994) y El ?ltimo pirata (Servicio de Publicaciones de la Diputaci?n de Pontevedra, 1996).
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92368525
Jorge Parada Mejuto es el autor de dos obras sobre el ?ltimo gran pirata del Atl?ntico.
CEDIDA
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Como explica Parada Mejuto a EL CORREO GALLEGO, del Grupo Prensa Ibérica, la historia de Benito Soto Aboal arranca en el a?o 1805, concretamente en el hist?rico suburbio pontevedrés de A Moureira, un viejo arrabal de pescadores situado a orillas del r?o Lérez. Era el séptimo hijo de catorce hermanos de una familia marinera, el tercero de los ocho hijos que su padre Francisco de Soto Franco tuvo con su segunda esposa Lorenza Aboal, sobrina carnal de su primera mujer, Manuela Aboal.
Desde muy temprana edad, Benito Soto Aboal se dedic?, junto a su padre y sus dos hermanos mayores, a la pesca, pero también al contrabando en la costa gallega. “Se dedicaba, al igual que todo el mundo que trabajaba en aquella época en la mar, salvo los que no ten?an tiempo ni dinero para ello, a contrabandear y trapichear hasta que se fue, inducido por sus familiares, a los barcos de la trata de esclavos, que parec?a que era un lugar donde se ganaba mucho dinero“, detalla Mejuto Parada.
Vida pirata
Aquello, y su m?s que probable intenci?n de escapar de la llamada Matr?cula del Mar -sistema de reclutamiento ideado en el siglo XVIII para dotar a los buques de la Armada espa?ola de tripulaciones competentes con las cuales enfrentar los riesgos a los que estaba expuesto el reino-, le llev? a servir como segundo contramaestre al otro lado del Atl?ntico a bordo del buque pirata El Defensor de Pedro. Todo ello, como bien comenta Mejuto Parada, debido a que se trataba de “un marinero avezado que deb?a de tener unas ciertas capacidades de liderazgo. Sin embargo, poco dur? en este puesto, pues Benito Soto Aboal pronto encabez? un mot?n a bordo de la embarcaci?n. “Lleva adelante un mot?n por ciertas incomodidades. En los buques de la trata no hab?a un bienestar grande, eran nav?os en donde la disciplina entre la tripulaci?n era muy dura, donde los capitanes y los oficiales del barco, por as? decirlo, trataban a la tripulaci?n con bastante dureza para que estos, al mismo tiempo, hiciesen lo propio con los negros que trataban y llevaban como mercanc?a. Y se rebelaron pensando que pod?an hacer el negocio ellos. Benito Soto Aboal es un personaje que no tiene nada que ver con el romanticismo piratesco que puedan tener otros o con el romanticismo medio patri?tico de Henry Morgan o Francis Drake. Es un sinvergüenza, un asesino, una persona de la que no te enorgullece que sea tu paisano. Que su profesi?n consistiese en dedicarse a la trata de esclavos dice mucho del tipo de persona que era”, declara Mejuto Parada.
Sanguinario capit?n
Una vez adue?ado de El Defensor de Pedro, Benito Soto Aboal cambi? el nombre de la embarcaci?n, que pas? a denominarse como La Burla Negra. Nombre que pronto comenz? a ganarse una fama paralela a la reputaci?n de Aboal como sanguinario pirata. Y es que, en su primer ataque como capit?n, estuvo a punto de exterminar cerca de ?frica a toda la tripulaci?n de la fragata inglesa Morning Star.
Su siguiente objetivo fue el nav?o norteamericano Topacio, el cual proven?a de Calcuta con un rico cargamento que termin? en las manos del sanguinario pirata (https://nuestrahistoria.es/ultimo-gran-pirata-atlantico/)tras pasar por el cuchillo a todos los tripulantes. “Aboal se enfrenta a los buques ingleses, pero no es él quien siempre inicia la disputa. Hay que tener en cuenta que los ingleses hab?an abolido la pirater?a y los ?nicos que continuaban permitiéndola en el Atl?ntico eran Portugal y Espa?a. De hecho, fuimos los ?ltimos en abolirla. Los ingleses son muy suyos y, a pesar de que fueron los primeros tratantes de esclavos y los m?s crueles, se hab?an eregido como los perseguidores de los tratantes de esclavos”, se?ala Parada Mejuto.
Ni siquiera los hombres de Aboal se libraron de sus brutales métodos. De hecho, el propio pirata confes? que su primer asesinato fue el de un marinero de Ferrol perteneciente a su tripulaci?n llamado Miguel Ferreira, al cual –harto de su comportamiento– le dispar? en el pecho y, m?s tarde, arroj? su cuerpo al agua. No ser?a el ?nico de sus subalternos que sufri? el mismo destino. Los fallecidos se contaron por decenas durante el viaje que llev? a cabo desde el sur de ?frica hasta el puerto de A Coru?a, lugar en el vendi? a buen precio el bot?n obtenido durante sus abordajes tras un infructuoso intento en la ensenada de Bueu. Precisamente, es en esta escala cuando logra la ?nica patente de corso que se le conoce hasta la fecha. “A saber c?mo la consigui?, porque ya se sab?a lo que era”, relata Parada Mejuto.
Seguidamente, Benito Soto Aboal se dirigi? a las costas de C?diz, donde planeaba deshacerse de su nav?o para retirarse y disfrutar de las ganancias obtenidas durante sus saqueos. Sin embargo, cometi? un error de novato al confundir el faro de la Isla de Le?n con el de Tarifa. “?l no era un marinero profesional, él era un marinero que sab?a muy poco de técnicas de navegaci?n y como hab?a liquidado al capit?n y a los oficiales es de imaginar que la navegaci?n del barco anduviese un poco manga por hombro. Confundir un faro para una persona no experta es relativamente f?cil”, asegura Parada Mejuto.
Tras ello, Aboal termin? encallando a corta distancia de C?diz, donde fue detenido junto a alguno de sus hombres tras ser reconocido por un marinero que hab?a sobrevivido a uno de sus ataques. No obstante, logr? escapar a Gibraltar, lugar donde la suerte t’ambién le fue esquiva, pues fue detenido r?pidamente y acusado de 75 asesinatos y de hundir diez barcos brit?nicos. As?, pas? un total de 19 meses tras los barrotes en el Castillo del Moro mientras las cabezas de sus hombres se expusieron en las calles de C?diz.
Surrealista muerte
No fue hasta el 25 de enero de 1830 cuando Benito Soto Aboal abandon? la celda donde hab?a estado retenido durante tantos meses. Seg?n cuenta la leyenda que rodea su figura, lo hizo vestido de blanco y, bajo la incesante lluvia que ca?a sobre Gibraltar, emprendi? el que ser?a su ?ltimo viaje. As?, Benito Soto Aboal camin? hasta el pat?bulo en el que le esperaba su verdugo y, antes de que este le pusiese la soga al cuello, acerc? su ata?d hasta el lugar de la ejecuci?n, se subi? a él y salto de la horca. Sin embargo, el verdugo calcul? mal y el reo consigui? llegar con sus pies al suelo. Aquello oblig? al ejecutor a cavar un agujero con una pala entre las risas generalizadas de todas las personas que se hab?an acercado para presenciar la muerte de Benito Soto Aboal, quien antes de morir se despidi? diciendo que “el espect?culo hab?a terminado”. De esta forma, la vida del ?ltimo gran pirata del Atl?ntico llegaba a su fin.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/sangriento-gallego-convirtio-ultimo-gran-pirata-atlantico-92368660)
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Jorge Parada Mejuto es el autor de dos obras sobre el ?ltimo gran pirata del Atl?ntico.
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Como explica Parada Mejuto a EL CORREO GALLEGO, del Grupo Prensa Ibérica, la historia de Benito Soto Aboal arranca en el a?o 1805, concretamente en el hist?rico suburbio pontevedrés de A Moureira, un viejo arrabal de pescadores situado a orillas del r?o Lérez. Era el séptimo hijo de catorce hermanos de una familia marinera, el tercero de los ocho hijos que su padre Francisco de Soto Franco tuvo con su segunda esposa Lorenza Aboal, sobrina carnal de su primera mujer, Manuela Aboal.
Desde muy temprana edad, Benito Soto Aboal se dedic?, junto a su padre y sus dos hermanos mayores, a la pesca, pero también al contrabando en la costa gallega. “Se dedicaba, al igual que todo el mundo que trabajaba en aquella época en la mar, salvo los que no ten?an tiempo ni dinero para ello, a contrabandear y trapichear hasta que se fue, inducido por sus familiares, a los barcos de la trata de esclavos, que parec?a que era un lugar donde se ganaba mucho dinero“, detalla Mejuto Parada.
Vida pirata
Aquello, y su m?s que probable intenci?n de escapar de la llamada Matr?cula del Mar -sistema de reclutamiento ideado en el siglo XVIII para dotar a los buques de la Armada espa?ola de tripulaciones competentes con las cuales enfrentar los riesgos a los que estaba expuesto el reino-, le llev? a servir como segundo contramaestre al otro lado del Atl?ntico a bordo del buque pirata El Defensor de Pedro. Todo ello, como bien comenta Mejuto Parada, debido a que se trataba de “un marinero avezado que deb?a de tener unas ciertas capacidades de liderazgo. Sin embargo, poco dur? en este puesto, pues Benito Soto Aboal pronto encabez? un mot?n a bordo de la embarcaci?n. “Lleva adelante un mot?n por ciertas incomodidades. En los buques de la trata no hab?a un bienestar grande, eran nav?os en donde la disciplina entre la tripulaci?n era muy dura, donde los capitanes y los oficiales del barco, por as? decirlo, trataban a la tripulaci?n con bastante dureza para que estos, al mismo tiempo, hiciesen lo propio con los negros que trataban y llevaban como mercanc?a. Y se rebelaron pensando que pod?an hacer el negocio ellos. Benito Soto Aboal es un personaje que no tiene nada que ver con el romanticismo piratesco que puedan tener otros o con el romanticismo medio patri?tico de Henry Morgan o Francis Drake. Es un sinvergüenza, un asesino, una persona de la que no te enorgullece que sea tu paisano. Que su profesi?n consistiese en dedicarse a la trata de esclavos dice mucho del tipo de persona que era”, declara Mejuto Parada.
Sanguinario capit?n
Una vez adue?ado de El Defensor de Pedro, Benito Soto Aboal cambi? el nombre de la embarcaci?n, que pas? a denominarse como La Burla Negra. Nombre que pronto comenz? a ganarse una fama paralela a la reputaci?n de Aboal como sanguinario pirata. Y es que, en su primer ataque como capit?n, estuvo a punto de exterminar cerca de ?frica a toda la tripulaci?n de la fragata inglesa Morning Star.
Su siguiente objetivo fue el nav?o norteamericano Topacio, el cual proven?a de Calcuta con un rico cargamento que termin? en las manos del sanguinario pirata (https://nuestrahistoria.es/ultimo-gran-pirata-atlantico/)tras pasar por el cuchillo a todos los tripulantes. “Aboal se enfrenta a los buques ingleses, pero no es él quien siempre inicia la disputa. Hay que tener en cuenta que los ingleses hab?an abolido la pirater?a y los ?nicos que continuaban permitiéndola en el Atl?ntico eran Portugal y Espa?a. De hecho, fuimos los ?ltimos en abolirla. Los ingleses son muy suyos y, a pesar de que fueron los primeros tratantes de esclavos y los m?s crueles, se hab?an eregido como los perseguidores de los tratantes de esclavos”, se?ala Parada Mejuto.
Ni siquiera los hombres de Aboal se libraron de sus brutales métodos. De hecho, el propio pirata confes? que su primer asesinato fue el de un marinero de Ferrol perteneciente a su tripulaci?n llamado Miguel Ferreira, al cual –harto de su comportamiento– le dispar? en el pecho y, m?s tarde, arroj? su cuerpo al agua. No ser?a el ?nico de sus subalternos que sufri? el mismo destino. Los fallecidos se contaron por decenas durante el viaje que llev? a cabo desde el sur de ?frica hasta el puerto de A Coru?a, lugar en el vendi? a buen precio el bot?n obtenido durante sus abordajes tras un infructuoso intento en la ensenada de Bueu. Precisamente, es en esta escala cuando logra la ?nica patente de corso que se le conoce hasta la fecha. “A saber c?mo la consigui?, porque ya se sab?a lo que era”, relata Parada Mejuto.
Seguidamente, Benito Soto Aboal se dirigi? a las costas de C?diz, donde planeaba deshacerse de su nav?o para retirarse y disfrutar de las ganancias obtenidas durante sus saqueos. Sin embargo, cometi? un error de novato al confundir el faro de la Isla de Le?n con el de Tarifa. “?l no era un marinero profesional, él era un marinero que sab?a muy poco de técnicas de navegaci?n y como hab?a liquidado al capit?n y a los oficiales es de imaginar que la navegaci?n del barco anduviese un poco manga por hombro. Confundir un faro para una persona no experta es relativamente f?cil”, asegura Parada Mejuto.
Tras ello, Aboal termin? encallando a corta distancia de C?diz, donde fue detenido junto a alguno de sus hombres tras ser reconocido por un marinero que hab?a sobrevivido a uno de sus ataques. No obstante, logr? escapar a Gibraltar, lugar donde la suerte t’ambién le fue esquiva, pues fue detenido r?pidamente y acusado de 75 asesinatos y de hundir diez barcos brit?nicos. As?, pas? un total de 19 meses tras los barrotes en el Castillo del Moro mientras las cabezas de sus hombres se expusieron en las calles de C?diz.
Surrealista muerte
No fue hasta el 25 de enero de 1830 cuando Benito Soto Aboal abandon? la celda donde hab?a estado retenido durante tantos meses. Seg?n cuenta la leyenda que rodea su figura, lo hizo vestido de blanco y, bajo la incesante lluvia que ca?a sobre Gibraltar, emprendi? el que ser?a su ?ltimo viaje. As?, Benito Soto Aboal camin? hasta el pat?bulo en el que le esperaba su verdugo y, antes de que este le pusiese la soga al cuello, acerc? su ata?d hasta el lugar de la ejecuci?n, se subi? a él y salto de la horca. Sin embargo, el verdugo calcul? mal y el reo consigui? llegar con sus pies al suelo. Aquello oblig? al ejecutor a cavar un agujero con una pala entre las risas generalizadas de todas las personas que se hab?an acercado para presenciar la muerte de Benito Soto Aboal, quien antes de morir se despidi? diciendo que “el espect?culo hab?a terminado”. De esta forma, la vida del ?ltimo gran pirata del Atl?ntico llegaba a su fin.
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