الريــم
09-17-2023, 11:30 AM
Son las ocho de la ma?ana de un lunes cualquiera de septiembre de hace 20 a?os. Julia G?mez tiene una hora para despertar, vestir, peinar, poner el desayuno, coger las mochilas y salir corriendo con sus dos hijas para que no lleguen tarde al colegio. De lunes a viernes no le da tiempo a pensar m?s all? de lo que le permite la rutina: cu?ndo tiene cita con la tutora de las ni?as, cu?ndo con el pediatra o qué comprar? esta semana para hacer la comida. A veces se queja de que no tiene tiempo ni para respirar, y en su vocabulario el término ‘hobby’ no existe.
Su vida gira en torno a ellas, Ana y Luc?a. Los a?os van pasando. Terminar?n Primaria y ya no tendr? que ba?arlas, ni vestirlas, ni peinarlas, lo har?n ellas solas. Tres tareas menos. Empezar?n el instituto, y con él alg?n que otro disgusto, lo bueno es que ya no las tiene que acompa?ar hasta que entren a clase. Otra tarea que se quita. En un abrir y cerrar de ojos ya no les tendr? que preparar ni la comida. Otra m?s. Hasta que un d?a la mayor dice que se va a Madrid a estudiar Farmacia, y unos a?os m?s tarde, la peque?a Magisterio en Toledo. Mientras la casa se vac?a, ella se queda ah?.
“Sientes que te falta algo, piensas qué vas a hacer con tanto tiempo libre, y sobre todo las echas de menos”, explica en una conversaci?n con El Peri?dico de Espa?a (https://www.epe.es/es/la-vida-contigo/20230917/nido-vacio-hijos-madres-92126650), de Prensa Ibérica. Costurera de profesi?n, lo dej? cuando tuvo su primera hija a los 28 a?os, “me gustaba mucho mi trabajo, pero para darle mi sueldo a otra persona para quedarse con mi hija, prefer? cuidarla yo”. Cinco a?os después lleg? la segunda, y las tareas del cuidado se multiplicaron, “era muy sacrificado, pero me hac?a muy feliz criarlas y verlas crecer”. Su rutina eran ellas y todo cambio cuando cumplieron 18 a?os y se fueron a otras ciudades a estudiar, “la marcha de la primera la llevé mejor, porque a?n ten?a conmigo a mi otra hija, pero cuando Luc?a se fue me cost? mucho m?s”. Cuenta que lo que m?s sent?a en ese momento era miedo a que les pasara algo, pero con el tiempo lo ha ido aceptando, “nunca les he dicho esto porque yo quiero que ellas hagan su vida y sean mujeres independientes”.
Entiendes que la vida es esto, que al final les toca volar, y eso es lo bueno, porque sino fuera as? ser?a un problema", Julia G?mez, madre
Sus hijas van mucho a verla y poco a poco se ha acostumbrado a esta situaci?n, “entiendes que la vida es esto, que al final les toca volar, y eso es lo bueno, porque si no fuera as? ser?a un problema”. Ahora con 54 a?os dice que se est? conociendo mejor, tiene tiempo para ella y para hacer lo que le gusta, como por ejemplo, pintar. “Me he dado cuenta de que después de tantos a?os atada a los horarios de mis hijas, en este momento de mi vida lo que me apetece es estar tranquila, sin agobios, voy sin prisa a ning?n sitio, con la calma que antes no ten?a”, explica.
No es la ?nica. Son muchas las madres que lo sufren, como Rita Amil: "Nunca me lo hab?a planteado. Cuando o?a hablar del 'nido vac?o', con los ni?os peque?os, pensaba: '?Qué tonter?a!' Los hijos se hacen mayores y se van. ?Por qué tanto jaleo? Nunca pensé que me fuese a afectar tanto. Pero cuando lo viv?, me sorprendi? a m? misma la hecatombe que supuso. El, de repente, acostumbrarse a esa ausencia. A no tener a quien re?ir, con quien re?r. A seguir con tu vida como si nada", relata a EL PERI?DICO DE ESPA?A (https://www.epe.es/). Amil, médico, vivi? su primera marcha hace apenas tres a?os. Su hijo mayor, muy joven, se fue a estudiar al extranjero.
Estaba muy descolocada. No quer?a que se fuera. Me cost? muchas discusiones"Rita Amil, madre
Con una profesi?n muy absorbente, compagin? de la mejor forma que pudo el cuidado de dos ni?os y su carrera. “Concilié y sal? adelante como pude. No fue f?cil”, admite. Tan acostumbrada a la vor?gine de muchos a?os, de repente, cuando el primero de sus hijos sali? de casa, sinti? un enorme vac?o. “Estaba muy descolocada. No quer?a que se fuera. Me cost? muchas discusiones. No me acostumbraba, pese a que le ve?a poco por mi profesi?n. Pero una cosa era eso y otra, pensar que al llegar a casa no estar?a. Me escoc?a much?simo. Me desubic?. Tardé tiempo en superarlo (todav?a estoy en ello) hasta que me fui acostumbrando”, cuenta.
Hace apenas unos meses se tuvo que enfrentar a una segunda marcha. La ilusi?n de su hija peque?a era hacer un bachillerato internacional. Durante tiempo, la intent? convencer para que estudiara en Espa?a. Hasta que un d?a par? y se dijo que ten?a que dejarla volar. Como al mayor. El nido volv?a a vaciarse. “Fue también dif?cil. Pero ya estaba m?s preparada. Pese a ello, viv? otro momento de enorme desubicaci?n. Me planteaba todo: ?Tenemos las madres hijos para dejarlos marchar?, ?los parimos y debemos aprender a vivir sin tenerlos cerca cuando toda nuestra vida han sido ellos? Mil sentimientos cruzados. Todo el mundo me pon?a ejemplos: 'Mira, los hijos de tal también se han ido. Y sus padres, tan contentos'. Pero yo también tengo amigas madres que confesaban que les dar?a algo si sus hijos adolescentes partieran a una nueva aventura, sobre todo a lugares muy lejanos de Espa?a”, cuenta.
https://uc-4u.com/clip/8d8b661a-be45-4016-8b64-bc5d65189b01_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Una madre con sus hijos |
?Es una patolog?a?
A pesar de que a este estado emocional le preceda el término ‘s?ndrome’ no es una patolog?a, como se?ala Raquel Huéscar, psic?loga perinatal, “es la sensaci?n de duelo provocado por la pérdida, que tiene que ver con un cambio o una crisis vital”. La pérdida en este caso no hace referencia a la de los hijos en s?, sino a la de uno mismo, “las personas que lo sufren se enfrentan a otros aspectos que tienen que ver con el envejecimiento. Esto coincide con una etapa vital en la que el trabajo cobra menos importancia y se le da m?s espacio a lo personal”, argumenta la especialista.
Es ah? donde surgen los principales interrogantes. “Te planteas, también, tu lugar en el mundo. Quiz?s porque, en mi caso, se fueron muy j?venes y, por m?s que me dijeran, no era lo que ve?a a mi alrededor”, explica Amil. Julia también tuvo esta sensaci?n, “sin darte cuenta asumes que tu papel es cuidar a tus hijos, pero cu?ndo estos se van te sientes un poco descolocada”. Estos cambios no solo quedan relegados al ?mbito personal, se extrapola a la pareja. “Hay muchas parejas que se remiran de nuevo y se encuentran con una persona desconocida. Hay m?s tiempo de convivencia, es decir, son menos padres y m?s pareja. Entonces hay quiénes comienzan de nuevo a discutir mucho”, explica la especialista.
Cada vez hay m?s voces que alejan la maternidad o la paternidad de los roles del patriarcado"Raquel Huéscar, psic?loga
Pero, ?qué lugar tienen los hombres en esto? ?Sufren también el nido vac?o? “Como todo depende de la persona, es una situaci?n muy particular que depende mucho del estilo de vida que uno ha llevado, donde uno ha colocado los deseos, las actividades laborales, 'hobbys'…”, relata Huéscar. Sin embargo, se?ala que tradicionalmente se ha relacionado m?s con el género femenino, “se ten?a la concepci?n de que el hombre dedicaba mucha m?s energ?a al trabajo que a la familia, pero afortunadamente esto est? cambiando. Cada vez hay m?s voces que alejan la maternidad o la paternidad de los roles del patriarcado”, sentencia.
Romper con el tab?
Estas voces también luchan por alejar la maternidad de la idealizaci?n y de los mandatos que obligan a sentirla de una manera u otra. “No hay dos madres iguales, tampoco dos hijos”, explica Maite Egoscozabal, soci?loga del Club de Malasmadres. Por eso miran hacia el otro lado, el de las madres que no sienten el s?ndrome del nido vac?o cuando sus hijos vuelan. “Las mujeres que han puesto en pr?ctica el destinar tiempo para ellas y construir su identidad como mujer m?s all? de la maternidad, puede ser que, llegado el momento de despedir a los hijos e hijas del hogar, sientan menos malestar. Esto no quiere decir que no lo sientan, ya que cada persona y cada contexto es un mundo”, explica.
Ver esta publicaci?n en Instagram
(https://www.instagram.com/reel/CuUJn6zP9gL/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading)Una publicaci?n compartida de Malasmadres (@malasmadres) (https://www.instagram.com/reel/CuUJn6zP9gL/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading)
Sin embargo, expresar este sentimiento en voz alta cuesta. Y mucho. De hecho, seg?n datos de la encuesta 'La Hora de cuidarse' elaborada por este organismo y DKV, 9 de cada 10 mujeres declar? sentirse culpable cuando se dedica tiempo a ella. “La mayor?a de mujeres cuando se convierte en madre reduce el tiempo de autocuidado e, incluso cuando destina tiempo para ella, siente culpa por restar tiempo a la familia”, a?ade la portavoz.
Rita Amil intenta ahora seguir con su vida. Habla, mucho, con sus hijos. Sabe de su d?a a d?a: qué comen, que clases tienen o a qué fiestas van. "Curiosamente, son ellos los que m?s llaman ahora. A veces, estoy tan liada con el trabajo, que apenas les hago caso. Una iron?a. “Imagino que me he plantado y me he dicho a m? misma que no puedo estar todo el d?a llorando por las esquinas. Que ellos est?n bien. Eso es fundamental. Pero s?, cuesta y mucho hacerse a la nueva vida y creo que es algo poco visibilizado, que quiz?s lo entiende quien lo vive”. A unos kil?metros de distancia, en otra ciudad y en otra vida, Julia siente exactamente lo mismo. “No sé por qué, pero muchas veces sue?o con mis ni?as cuando eran peque?as, supongo que aunque lo llevo mucho mejor, el cerebro es sabio (r?e)”. Dice que los armarios siguen llenos de ropa, pero que faltan las discusiones de las dos hermanas por ponerse el mismo vestido, “lo que m?s echo de menos es eso, el ruido”, a?ade.
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Su vida gira en torno a ellas, Ana y Luc?a. Los a?os van pasando. Terminar?n Primaria y ya no tendr? que ba?arlas, ni vestirlas, ni peinarlas, lo har?n ellas solas. Tres tareas menos. Empezar?n el instituto, y con él alg?n que otro disgusto, lo bueno es que ya no las tiene que acompa?ar hasta que entren a clase. Otra tarea que se quita. En un abrir y cerrar de ojos ya no les tendr? que preparar ni la comida. Otra m?s. Hasta que un d?a la mayor dice que se va a Madrid a estudiar Farmacia, y unos a?os m?s tarde, la peque?a Magisterio en Toledo. Mientras la casa se vac?a, ella se queda ah?.
“Sientes que te falta algo, piensas qué vas a hacer con tanto tiempo libre, y sobre todo las echas de menos”, explica en una conversaci?n con El Peri?dico de Espa?a (https://www.epe.es/es/la-vida-contigo/20230917/nido-vacio-hijos-madres-92126650), de Prensa Ibérica. Costurera de profesi?n, lo dej? cuando tuvo su primera hija a los 28 a?os, “me gustaba mucho mi trabajo, pero para darle mi sueldo a otra persona para quedarse con mi hija, prefer? cuidarla yo”. Cinco a?os después lleg? la segunda, y las tareas del cuidado se multiplicaron, “era muy sacrificado, pero me hac?a muy feliz criarlas y verlas crecer”. Su rutina eran ellas y todo cambio cuando cumplieron 18 a?os y se fueron a otras ciudades a estudiar, “la marcha de la primera la llevé mejor, porque a?n ten?a conmigo a mi otra hija, pero cuando Luc?a se fue me cost? mucho m?s”. Cuenta que lo que m?s sent?a en ese momento era miedo a que les pasara algo, pero con el tiempo lo ha ido aceptando, “nunca les he dicho esto porque yo quiero que ellas hagan su vida y sean mujeres independientes”.
Entiendes que la vida es esto, que al final les toca volar, y eso es lo bueno, porque sino fuera as? ser?a un problema", Julia G?mez, madre
Sus hijas van mucho a verla y poco a poco se ha acostumbrado a esta situaci?n, “entiendes que la vida es esto, que al final les toca volar, y eso es lo bueno, porque si no fuera as? ser?a un problema”. Ahora con 54 a?os dice que se est? conociendo mejor, tiene tiempo para ella y para hacer lo que le gusta, como por ejemplo, pintar. “Me he dado cuenta de que después de tantos a?os atada a los horarios de mis hijas, en este momento de mi vida lo que me apetece es estar tranquila, sin agobios, voy sin prisa a ning?n sitio, con la calma que antes no ten?a”, explica.
No es la ?nica. Son muchas las madres que lo sufren, como Rita Amil: "Nunca me lo hab?a planteado. Cuando o?a hablar del 'nido vac?o', con los ni?os peque?os, pensaba: '?Qué tonter?a!' Los hijos se hacen mayores y se van. ?Por qué tanto jaleo? Nunca pensé que me fuese a afectar tanto. Pero cuando lo viv?, me sorprendi? a m? misma la hecatombe que supuso. El, de repente, acostumbrarse a esa ausencia. A no tener a quien re?ir, con quien re?r. A seguir con tu vida como si nada", relata a EL PERI?DICO DE ESPA?A (https://www.epe.es/). Amil, médico, vivi? su primera marcha hace apenas tres a?os. Su hijo mayor, muy joven, se fue a estudiar al extranjero.
Estaba muy descolocada. No quer?a que se fuera. Me cost? muchas discusiones"Rita Amil, madre
Con una profesi?n muy absorbente, compagin? de la mejor forma que pudo el cuidado de dos ni?os y su carrera. “Concilié y sal? adelante como pude. No fue f?cil”, admite. Tan acostumbrada a la vor?gine de muchos a?os, de repente, cuando el primero de sus hijos sali? de casa, sinti? un enorme vac?o. “Estaba muy descolocada. No quer?a que se fuera. Me cost? muchas discusiones. No me acostumbraba, pese a que le ve?a poco por mi profesi?n. Pero una cosa era eso y otra, pensar que al llegar a casa no estar?a. Me escoc?a much?simo. Me desubic?. Tardé tiempo en superarlo (todav?a estoy en ello) hasta que me fui acostumbrando”, cuenta.
Hace apenas unos meses se tuvo que enfrentar a una segunda marcha. La ilusi?n de su hija peque?a era hacer un bachillerato internacional. Durante tiempo, la intent? convencer para que estudiara en Espa?a. Hasta que un d?a par? y se dijo que ten?a que dejarla volar. Como al mayor. El nido volv?a a vaciarse. “Fue también dif?cil. Pero ya estaba m?s preparada. Pese a ello, viv? otro momento de enorme desubicaci?n. Me planteaba todo: ?Tenemos las madres hijos para dejarlos marchar?, ?los parimos y debemos aprender a vivir sin tenerlos cerca cuando toda nuestra vida han sido ellos? Mil sentimientos cruzados. Todo el mundo me pon?a ejemplos: 'Mira, los hijos de tal también se han ido. Y sus padres, tan contentos'. Pero yo también tengo amigas madres que confesaban que les dar?a algo si sus hijos adolescentes partieran a una nueva aventura, sobre todo a lugares muy lejanos de Espa?a”, cuenta.
https://uc-4u.com/clip/8d8b661a-be45-4016-8b64-bc5d65189b01_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Una madre con sus hijos |
?Es una patolog?a?
A pesar de que a este estado emocional le preceda el término ‘s?ndrome’ no es una patolog?a, como se?ala Raquel Huéscar, psic?loga perinatal, “es la sensaci?n de duelo provocado por la pérdida, que tiene que ver con un cambio o una crisis vital”. La pérdida en este caso no hace referencia a la de los hijos en s?, sino a la de uno mismo, “las personas que lo sufren se enfrentan a otros aspectos que tienen que ver con el envejecimiento. Esto coincide con una etapa vital en la que el trabajo cobra menos importancia y se le da m?s espacio a lo personal”, argumenta la especialista.
Es ah? donde surgen los principales interrogantes. “Te planteas, también, tu lugar en el mundo. Quiz?s porque, en mi caso, se fueron muy j?venes y, por m?s que me dijeran, no era lo que ve?a a mi alrededor”, explica Amil. Julia también tuvo esta sensaci?n, “sin darte cuenta asumes que tu papel es cuidar a tus hijos, pero cu?ndo estos se van te sientes un poco descolocada”. Estos cambios no solo quedan relegados al ?mbito personal, se extrapola a la pareja. “Hay muchas parejas que se remiran de nuevo y se encuentran con una persona desconocida. Hay m?s tiempo de convivencia, es decir, son menos padres y m?s pareja. Entonces hay quiénes comienzan de nuevo a discutir mucho”, explica la especialista.
Cada vez hay m?s voces que alejan la maternidad o la paternidad de los roles del patriarcado"Raquel Huéscar, psic?loga
Pero, ?qué lugar tienen los hombres en esto? ?Sufren también el nido vac?o? “Como todo depende de la persona, es una situaci?n muy particular que depende mucho del estilo de vida que uno ha llevado, donde uno ha colocado los deseos, las actividades laborales, 'hobbys'…”, relata Huéscar. Sin embargo, se?ala que tradicionalmente se ha relacionado m?s con el género femenino, “se ten?a la concepci?n de que el hombre dedicaba mucha m?s energ?a al trabajo que a la familia, pero afortunadamente esto est? cambiando. Cada vez hay m?s voces que alejan la maternidad o la paternidad de los roles del patriarcado”, sentencia.
Romper con el tab?
Estas voces también luchan por alejar la maternidad de la idealizaci?n y de los mandatos que obligan a sentirla de una manera u otra. “No hay dos madres iguales, tampoco dos hijos”, explica Maite Egoscozabal, soci?loga del Club de Malasmadres. Por eso miran hacia el otro lado, el de las madres que no sienten el s?ndrome del nido vac?o cuando sus hijos vuelan. “Las mujeres que han puesto en pr?ctica el destinar tiempo para ellas y construir su identidad como mujer m?s all? de la maternidad, puede ser que, llegado el momento de despedir a los hijos e hijas del hogar, sientan menos malestar. Esto no quiere decir que no lo sientan, ya que cada persona y cada contexto es un mundo”, explica.
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Sin embargo, expresar este sentimiento en voz alta cuesta. Y mucho. De hecho, seg?n datos de la encuesta 'La Hora de cuidarse' elaborada por este organismo y DKV, 9 de cada 10 mujeres declar? sentirse culpable cuando se dedica tiempo a ella. “La mayor?a de mujeres cuando se convierte en madre reduce el tiempo de autocuidado e, incluso cuando destina tiempo para ella, siente culpa por restar tiempo a la familia”, a?ade la portavoz.
Rita Amil intenta ahora seguir con su vida. Habla, mucho, con sus hijos. Sabe de su d?a a d?a: qué comen, que clases tienen o a qué fiestas van. "Curiosamente, son ellos los que m?s llaman ahora. A veces, estoy tan liada con el trabajo, que apenas les hago caso. Una iron?a. “Imagino que me he plantado y me he dicho a m? misma que no puedo estar todo el d?a llorando por las esquinas. Que ellos est?n bien. Eso es fundamental. Pero s?, cuesta y mucho hacerse a la nueva vida y creo que es algo poco visibilizado, que quiz?s lo entiende quien lo vive”. A unos kil?metros de distancia, en otra ciudad y en otra vida, Julia siente exactamente lo mismo. “No sé por qué, pero muchas veces sue?o con mis ni?as cuando eran peque?as, supongo que aunque lo llevo mucho mejor, el cerebro es sabio (r?e)”. Dice que los armarios siguen llenos de ropa, pero que faltan las discusiones de las dos hermanas por ponerse el mismo vestido, “lo que m?s echo de menos es eso, el ruido”, a?ade.
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