الريــم
09-10-2023, 11:15 AM
El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, capit?n general de Catalu?a, dio el primer golpe de Estado del siglo XX. Fue exitoso e incruento, puesto que durante los 2.329 d?as que dur? la Dictadura muchas personas fueron perseguidas, encarceladas, deportadas y multadas por oponerse a ella, pero ninguna perdi? la vida por orden del dictador. Trece a?os después, otro general, Francisco Franco, dio otro golpe de Estado, en parte inspirado en el de Primo de Rivera, pero que result? fallido y provoc? la ?ltima guerra civil espa?ola. Victorioso, Franco tomar?a buena nota de los aciertos y errores del régimen primorriverista, dirigiendo una dictadura mucho m?s larga y sangrienta.
Cuando se produjo el golpe de Estado en septiembre de 1923, Espa?a estaba sumida en una grave y prolongada crisis pol?tica ocasionada por el desgaste de un régimen basado en una democracia deficiente, con gobiernos inestables e incapaces de dar respuesta a los problemas sociales y econ?micos que llevaban a?os produciéndose por la industrializaci?n, la consolidaci?n de movimientos obreros bien organizados y, sobre todo, los desequilibrios crecientes entre las capas sociales y entre los ?mbitos urbano y r?stico.
En los ?ltimos a?os se hab?a agudizado adem?s la conflictividad social debido al malestar por la guerra en Marruecos y, en algunos territorios como Catalu?a, por el separatismo y el enfrentamiento entre patronos y sindicalistas.
Entre los militares de alta graduaci?n exist?a una gran inquietud porque no se consideraban suficientemente apoyados por los gobernantes, a los que acusaban de indecisi?n en el conflicto marroqu?, nula respuesta a sus peticiones de modernizar y rearmar el ejército, y de cargar exclusivamente sobre ellos las responsabilidades derivadas por el desastre de Annual.
En medio de este ambiente de agitaci?n y zozobra, el jefe del Estado, el rey-soldado como le gustaba llamarse, prefer?a relacionarse m?s con los militares que con los pol?ticos y se sent?a tentado, seg?n repet?a en p?blico y en privado con despreocupada ligereza, de propiciar una suspensi?n temporal de la Constituci?n para formar un gobierno militar.
https://uc-4u.com/clip/f56e73b7-bf4c-4255-90cd-8ddd195b43e8_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Primo de Rivera. |
Conspirar a la luz del d?a
Durante los meses de junio y julio de 1923, el capit?n general de Catalu?a fue llamado a Madrid para ser amonestado por manifestar su discrepancia con el Gobierno liberal, pero no fue separado del cargo temporalmente y mucho menos destituido. Lejos de amilanarse, Miguel Primo de Rivera aprovech? para llevar a cabo diversas reuniones conspirativas, adem?s de las oficiales que mantuvo con el ministro de la Guerra. "En los dos ?ltimos viajes a Madrid, uno solicitado por m? y otro llamado por el Gobierno, empecé a conspirar, pero a la luz del d?a y con poca reserva", escribir?a unos a?os después.
El cuadril?tero
Primo sufri? varios reveses de generales importantes, como Aguilera y Weyler, que se negaron a apoyar sus planes conspiradores, pero tuvo mejor suerte con un grupo de los que serv?an en la guarnici?n madrile?a: el duque de Tetu?n, gobernador militar de Madrid; el marqués de Cavalcanti, general de divisi?n de Caballer?a; Federico Berenguer, Leopoldo Saro y Antonio Dab?n, generales de brigada de Infanter?a. Todos eran mon?rquicos. Los cuatro ?ltimos, conocidos m?s tarde como el Cuadril?tero, acordaron dar cuenta de sus intenciones al rey.
https://uc-4u.com/clip/1c9447b4-a0ff-40ad-9fca-ecc6348e05e4_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Gaceta de Madrid. |
En agosto, conversando con Alfonso XIII, Cavalcanti le dijo que la pol?tica nacional iba de tal modo que se impon?a dar un golpe militar y hacer una dictadura que impidiese una cat?strofe en Espa?a. Sin darle ni quitarle la raz?n, el monarca le pidi? que cuando en tal sentido se hiciese algo se lo comunicasen.
https://uc-4u.com/clip/b20ff9c4-681d-41d6-b645-5bbaad7bc7b0_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Un siglo del golpe de Estado. |
El mismo d?a, 3 de septiembre, en que se resolv?a la ?ltima crisis gubernamental con el nombramiento de tres nuevos ministros, el rey recibi? por la tarde en el Palacio Real a dos de los miembros del Cuadril?tero, los generales Cavalcanti y Saro. Seg?n reconocer?a el propio Alfonso XIII m?s tarde, en aquella entrevista se habl? de la eventualidad de un cambio pol?tico por procedimientos no constitucionales, recomendando él a los militares que procurasen no cometer locuras y que mantuviesen esa reuni?n estrictamente confidencial.
Anuncios de golpe de Estado
Los rumores de una pr?xima acuartelada ven?an reflej?ndose en la prensa desde hac?a semanas e incluso meses, incitados en buena medida por los discursos que hab?a pronunciado Alfonso XIII arremetiendo contra su propio Gobierno y el sistema parlamentario, aludiendo de una manera ambigua a la conveniencia de que se proclamase, con car?cter excepcional y temporal, un Gobierno militar que sirviera para corregir el sistema pol?tico del pa?s.
https://uc-4u.com/clip/93b92182-4c7e-423d-a952-59178ac470c7_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El libro de Gerardo Mu?oz Lorente. |
Como prueba de que los rumores eran vox p?puli, ocho a?os m?s tarde, en sede parlamentaria, el m?s joven de los del Cuadril?tero, el general Leopoldo Saro Mar?n, contar?a la siguiente anécdota: "Los ministros conoc?an cuanto se proyectaba, ya que lo sab?an muchas personas, al extremo de que p?blicamente se daban bromas sobre ello y se hac?an preguntas en calles y casinos, que algunas noches antes en el Stadium cen?bamos los generales Cavalcanti, Dab?n, Berenguer y el declarante y se acerc? alg?n ministro a nuestra mesa y nos dijo: “?Qué hacen los generales conspiradores?”, cosa que como broma no tiene nada de particular, pero que en aquel momento significaba mucho".
Los d?as 5 y 7 de septiembre Primo se reuni? en Madrid con los generales del Cuadril?tero en la casa de Cavalcanti, situada en el n?mero 41 de la calle Tutor, para acordar los ?ltimos detalles del golpe.
De regreso a Barcelona, Primo se reuni? en la estaci?n de Zaragoza con el general Sanjurjo, gobernador militar de esta provincia, quien le confirm? su apoyo.
El golpe
Cuando se produjo la sublevaci?n militar en la madrugada del 13 de septiembre, encabezada por Primo de Rivera en Barcelona y secundada por los generales del Cuadril?tero en Madrid y por el general Sanjurjo en Zaragoza, justific?ndose con un manifiesto en el que se reprend?a a los pol?ticos y se hac?a un repaso de todos los males del pa?s, pero sin apuntar propuestas concretas, el Gobierno de concentraci?n liberal no supo comportarse con resoluci?n. A pesar de que algunos ministros eran partidarios de enfrentarse a los rebeldes, el presidente y los que eran militares mantuvieron una actitud pasiva, como el resto del Ejército, a la espera de que decidiese el monarca.
Nadie se manifest? abiertamente en defensa del Gobierno, ni siquiera la prensa que se opuso al golpe de Estado. No se produjeron protestas en las calles porque la ciudadan?a en general era indiferente a lo que estaba ocurriendo, no sent?a simpat?a por los gobernantes ni por los pol?ticos en general, y porque las organizaciones izquierdistas, pol?ticas y sindicales, no ten?an fuerza suficiente para enfrentarse a los golpistas. Solo la CNT convoc? una huelga general que fracas?.
La toma de poder
Tampoco el rey apoy? al Gobierno constitucional. Desestim? la propuesta que le hizo de convocar las Cortes y destituir a los generales rebeldes. Prefiri? recomendar la dimisi?n del Gobierno leg?timo y darles el poder a los sublevados. En la noche del 14 de septiembre, llam? a Primo para que formara gobierno.
Aquella noche, en la estaci?n barcelonesa, una multitud entre la que hab?a dirigentes de la Lliga Regionalista encabezados por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch, presidente de la Mancomunidad de Catalu?a, representantes de la patronal y del Somatén, despidi? con entusiasmo a Primo de Rivera en su partida triunfante hacia la capital de Espa?a. Se oyeron gritos que dec?an: "Si ho fas bé, no hi haurà separatisme (Si lo haces bien, no habr? separatismo)".
Durante el viaje en tren hacia Madrid, Primo abandon? la idea acordada con sus compa?eros conspiradores de un gobierno civil con tutela militar y decidi? erigirse en dictador, saliéndose de la Constituci?n.
Eligi? a Pedro Pujol, corresponsal en Barcelona del diario ABC que le acompa?aba en el tren, para entregarle el escrito que redact? explicando sus ideas a manera de entrevista. Fue probablemente la primera de sus célebres notas oficiosas, que saldr?a publicada en el peri?dico madrile?o al d?a siguiente en forma de intervi?. "Su majestad, al hablarme por teléfono, me habl? de formar Gobierno. Pero yo insistiré en nuestro primer prop?sito, que es el de constituir un Directorio general inspector". Este planteamiento cambiaba sustancialmente los prop?sitos originales que compart?a con los generales del Cuadril?tero, quienes esperaban la formaci?n de un gobierno de civiles, aunque tutelado por militares. "Es evidente que este Directorio, en su actuaci?n y en su estructura, tendr? que rozar y hasta saltar por encima de la Constituci?n", advert?a Primo.
Durante la entrevista que Alfonso XIII y Primo mantuvieron aquella ma?ana del 15 de septiembre en el Palacio Real, este expuso su pretensi?n de nombrar un Directorio militar de corta duraci?n que le permitir?a volver al régimen constitucional después de hacer la limpieza pol?tica necesaria, pero que no jurar?a el cargo de presidente. Repuso el monarca que era imprescindible el juramento para cumplir con la Constituci?n y evitar que la Corona fuese responsable directa de la acci?n gubernativa. Al cabo de una hora, el monarca y Primo de Rivera llegaron a un acuerdo intermedio: este jurar?a como presidente y ministro universal de un Directorio militar (cuyos dem?s miembros ser?an simples asesores en la pr?ctica) ante el ministro de Justicia cesado, cumpliendo as? con el requisito constitucional.
Primo fij? su residencia y despacho oficial en el palacio de Buenavista, sede del Ministerio de la Guerra, en la plaza de Cibeles. Con él vivi? su hijo Miguel. El resto de su familia habit? en una casa alquilada a la duquesa de N?jera, en la calle Los Madrazo, n? 26.
Jur? su cargo de ministro y presidente del Directorio militar ante el conde L?pez Mu?oz, ministro de Justicia del gobierno saliente, y en presencia del monarca, a las ocho de la tarde en el Palacio Real.
En el real decreto que firm? Alfonso XIII esa tarde y que sali? publicado en la Gaceta de Madrid del d?a siguiente, desaparec?a el Poder Legislativo parlamentario, pues colegislar?an en adelante el dictador y la Corona. Junto a este real decreto se promulgaron otros dos, declarando disueltos el Congreso y la parte electiva del Senado, y suspendiendo algunas garant?as constitucionales.
Consecuencias de la dictadura
En enero de 1930, Alfonso XIII acab? borbonizando a Miguel Primo de Rivera (que falleci? en Par?s dos meses m?s tarde), sustituyéndole por otro general, D?maso Berenguer. Pero la monarqu?a estaba tan desprestigiada que quince meses después de la dimisi?n del dictador, se proclam? la Segunda Rep?blica.
Al no haber sabido sustituir con un Estado nuevo los fundamentos del régimen de la Restauraci?n que destruy?, Primo de Rivera dej? tras de s? un vac?o de poder que favoreci? el resurgir, con m?s virulencia a?n, de los problemas que hab?an quedado latentes durante los 2.329 d?as que dur? su mandato.
La mayor?a de los historiadores han calificado la dictadura primorriverista como un paréntesis casi vac?o de la historia de Espa?a, pero no es as?. Primo consigui? una relativa modernizaci?n del pa?s, cierto avance social y econ?mico, a cambio de restringir gravemente las libertades de los espa?oles desde?ando el ordenamiento jur?dico, pero fueron las clases m?s poderosas las primeras en oponerse frontalmente a las intenciones del dictador de imponer un régimen fiscal m?s justo y un ritmo de mejora social m?s determinante. Puede decirse que la revoluci?n desde arriba que pretend?a llevar a cabo Primo se encontr? muy pronto con obst?culos obstinados e insalvables levantados por la capa m?s alta de la pir?mide socioecon?mica del pa?s. El intervencionismo del Gobierno en la empresa privada fue recibido como una intolerable e inaudita intromisi?n de la Administraci?n en la esfera particular de los negocios. La subida de impuestos para financiar proyectos sociales fue rechazada por quienes hab?an apoyado jubilosamente el golpe de Estado y, aunque no se revolvieron contra el Gobierno de Primo con un plan ofensivo, se apartaron de él y se mantuvieron en una postura indiferente, cuando no hostil.
En cuanto al contenido ideol?gico, la dictadura primorriverista nunca pretendi? semejarse al fascismo, pese a que se alabara ret?ricamente el régimen de Mussolini. Aun as?, la posterior y larga dictadura franquista aprendi? mucho de la primorriverista, aunque fuese sobre todo de sus errores, por lo que puede consider?rsela como un ensayo fallido e incruento del régimen autoritario que ansiaba una parte de la derecha espa?ola.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/nacional/siglo-golpe-primer-populista-espanol-91912218)
Cuando se produjo el golpe de Estado en septiembre de 1923, Espa?a estaba sumida en una grave y prolongada crisis pol?tica ocasionada por el desgaste de un régimen basado en una democracia deficiente, con gobiernos inestables e incapaces de dar respuesta a los problemas sociales y econ?micos que llevaban a?os produciéndose por la industrializaci?n, la consolidaci?n de movimientos obreros bien organizados y, sobre todo, los desequilibrios crecientes entre las capas sociales y entre los ?mbitos urbano y r?stico.
En los ?ltimos a?os se hab?a agudizado adem?s la conflictividad social debido al malestar por la guerra en Marruecos y, en algunos territorios como Catalu?a, por el separatismo y el enfrentamiento entre patronos y sindicalistas.
Entre los militares de alta graduaci?n exist?a una gran inquietud porque no se consideraban suficientemente apoyados por los gobernantes, a los que acusaban de indecisi?n en el conflicto marroqu?, nula respuesta a sus peticiones de modernizar y rearmar el ejército, y de cargar exclusivamente sobre ellos las responsabilidades derivadas por el desastre de Annual.
En medio de este ambiente de agitaci?n y zozobra, el jefe del Estado, el rey-soldado como le gustaba llamarse, prefer?a relacionarse m?s con los militares que con los pol?ticos y se sent?a tentado, seg?n repet?a en p?blico y en privado con despreocupada ligereza, de propiciar una suspensi?n temporal de la Constituci?n para formar un gobierno militar.
https://uc-4u.com/clip/f56e73b7-bf4c-4255-90cd-8ddd195b43e8_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Primo de Rivera. |
Conspirar a la luz del d?a
Durante los meses de junio y julio de 1923, el capit?n general de Catalu?a fue llamado a Madrid para ser amonestado por manifestar su discrepancia con el Gobierno liberal, pero no fue separado del cargo temporalmente y mucho menos destituido. Lejos de amilanarse, Miguel Primo de Rivera aprovech? para llevar a cabo diversas reuniones conspirativas, adem?s de las oficiales que mantuvo con el ministro de la Guerra. "En los dos ?ltimos viajes a Madrid, uno solicitado por m? y otro llamado por el Gobierno, empecé a conspirar, pero a la luz del d?a y con poca reserva", escribir?a unos a?os después.
El cuadril?tero
Primo sufri? varios reveses de generales importantes, como Aguilera y Weyler, que se negaron a apoyar sus planes conspiradores, pero tuvo mejor suerte con un grupo de los que serv?an en la guarnici?n madrile?a: el duque de Tetu?n, gobernador militar de Madrid; el marqués de Cavalcanti, general de divisi?n de Caballer?a; Federico Berenguer, Leopoldo Saro y Antonio Dab?n, generales de brigada de Infanter?a. Todos eran mon?rquicos. Los cuatro ?ltimos, conocidos m?s tarde como el Cuadril?tero, acordaron dar cuenta de sus intenciones al rey.
https://uc-4u.com/clip/1c9447b4-a0ff-40ad-9fca-ecc6348e05e4_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Gaceta de Madrid. |
En agosto, conversando con Alfonso XIII, Cavalcanti le dijo que la pol?tica nacional iba de tal modo que se impon?a dar un golpe militar y hacer una dictadura que impidiese una cat?strofe en Espa?a. Sin darle ni quitarle la raz?n, el monarca le pidi? que cuando en tal sentido se hiciese algo se lo comunicasen.
https://uc-4u.com/clip/b20ff9c4-681d-41d6-b645-5bbaad7bc7b0_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Un siglo del golpe de Estado. |
El mismo d?a, 3 de septiembre, en que se resolv?a la ?ltima crisis gubernamental con el nombramiento de tres nuevos ministros, el rey recibi? por la tarde en el Palacio Real a dos de los miembros del Cuadril?tero, los generales Cavalcanti y Saro. Seg?n reconocer?a el propio Alfonso XIII m?s tarde, en aquella entrevista se habl? de la eventualidad de un cambio pol?tico por procedimientos no constitucionales, recomendando él a los militares que procurasen no cometer locuras y que mantuviesen esa reuni?n estrictamente confidencial.
Anuncios de golpe de Estado
Los rumores de una pr?xima acuartelada ven?an reflej?ndose en la prensa desde hac?a semanas e incluso meses, incitados en buena medida por los discursos que hab?a pronunciado Alfonso XIII arremetiendo contra su propio Gobierno y el sistema parlamentario, aludiendo de una manera ambigua a la conveniencia de que se proclamase, con car?cter excepcional y temporal, un Gobierno militar que sirviera para corregir el sistema pol?tico del pa?s.
https://uc-4u.com/clip/93b92182-4c7e-423d-a952-59178ac470c7_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El libro de Gerardo Mu?oz Lorente. |
Como prueba de que los rumores eran vox p?puli, ocho a?os m?s tarde, en sede parlamentaria, el m?s joven de los del Cuadril?tero, el general Leopoldo Saro Mar?n, contar?a la siguiente anécdota: "Los ministros conoc?an cuanto se proyectaba, ya que lo sab?an muchas personas, al extremo de que p?blicamente se daban bromas sobre ello y se hac?an preguntas en calles y casinos, que algunas noches antes en el Stadium cen?bamos los generales Cavalcanti, Dab?n, Berenguer y el declarante y se acerc? alg?n ministro a nuestra mesa y nos dijo: “?Qué hacen los generales conspiradores?”, cosa que como broma no tiene nada de particular, pero que en aquel momento significaba mucho".
Los d?as 5 y 7 de septiembre Primo se reuni? en Madrid con los generales del Cuadril?tero en la casa de Cavalcanti, situada en el n?mero 41 de la calle Tutor, para acordar los ?ltimos detalles del golpe.
De regreso a Barcelona, Primo se reuni? en la estaci?n de Zaragoza con el general Sanjurjo, gobernador militar de esta provincia, quien le confirm? su apoyo.
El golpe
Cuando se produjo la sublevaci?n militar en la madrugada del 13 de septiembre, encabezada por Primo de Rivera en Barcelona y secundada por los generales del Cuadril?tero en Madrid y por el general Sanjurjo en Zaragoza, justific?ndose con un manifiesto en el que se reprend?a a los pol?ticos y se hac?a un repaso de todos los males del pa?s, pero sin apuntar propuestas concretas, el Gobierno de concentraci?n liberal no supo comportarse con resoluci?n. A pesar de que algunos ministros eran partidarios de enfrentarse a los rebeldes, el presidente y los que eran militares mantuvieron una actitud pasiva, como el resto del Ejército, a la espera de que decidiese el monarca.
Nadie se manifest? abiertamente en defensa del Gobierno, ni siquiera la prensa que se opuso al golpe de Estado. No se produjeron protestas en las calles porque la ciudadan?a en general era indiferente a lo que estaba ocurriendo, no sent?a simpat?a por los gobernantes ni por los pol?ticos en general, y porque las organizaciones izquierdistas, pol?ticas y sindicales, no ten?an fuerza suficiente para enfrentarse a los golpistas. Solo la CNT convoc? una huelga general que fracas?.
La toma de poder
Tampoco el rey apoy? al Gobierno constitucional. Desestim? la propuesta que le hizo de convocar las Cortes y destituir a los generales rebeldes. Prefiri? recomendar la dimisi?n del Gobierno leg?timo y darles el poder a los sublevados. En la noche del 14 de septiembre, llam? a Primo para que formara gobierno.
Aquella noche, en la estaci?n barcelonesa, una multitud entre la que hab?a dirigentes de la Lliga Regionalista encabezados por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch, presidente de la Mancomunidad de Catalu?a, representantes de la patronal y del Somatén, despidi? con entusiasmo a Primo de Rivera en su partida triunfante hacia la capital de Espa?a. Se oyeron gritos que dec?an: "Si ho fas bé, no hi haurà separatisme (Si lo haces bien, no habr? separatismo)".
Durante el viaje en tren hacia Madrid, Primo abandon? la idea acordada con sus compa?eros conspiradores de un gobierno civil con tutela militar y decidi? erigirse en dictador, saliéndose de la Constituci?n.
Eligi? a Pedro Pujol, corresponsal en Barcelona del diario ABC que le acompa?aba en el tren, para entregarle el escrito que redact? explicando sus ideas a manera de entrevista. Fue probablemente la primera de sus célebres notas oficiosas, que saldr?a publicada en el peri?dico madrile?o al d?a siguiente en forma de intervi?. "Su majestad, al hablarme por teléfono, me habl? de formar Gobierno. Pero yo insistiré en nuestro primer prop?sito, que es el de constituir un Directorio general inspector". Este planteamiento cambiaba sustancialmente los prop?sitos originales que compart?a con los generales del Cuadril?tero, quienes esperaban la formaci?n de un gobierno de civiles, aunque tutelado por militares. "Es evidente que este Directorio, en su actuaci?n y en su estructura, tendr? que rozar y hasta saltar por encima de la Constituci?n", advert?a Primo.
Durante la entrevista que Alfonso XIII y Primo mantuvieron aquella ma?ana del 15 de septiembre en el Palacio Real, este expuso su pretensi?n de nombrar un Directorio militar de corta duraci?n que le permitir?a volver al régimen constitucional después de hacer la limpieza pol?tica necesaria, pero que no jurar?a el cargo de presidente. Repuso el monarca que era imprescindible el juramento para cumplir con la Constituci?n y evitar que la Corona fuese responsable directa de la acci?n gubernativa. Al cabo de una hora, el monarca y Primo de Rivera llegaron a un acuerdo intermedio: este jurar?a como presidente y ministro universal de un Directorio militar (cuyos dem?s miembros ser?an simples asesores en la pr?ctica) ante el ministro de Justicia cesado, cumpliendo as? con el requisito constitucional.
Primo fij? su residencia y despacho oficial en el palacio de Buenavista, sede del Ministerio de la Guerra, en la plaza de Cibeles. Con él vivi? su hijo Miguel. El resto de su familia habit? en una casa alquilada a la duquesa de N?jera, en la calle Los Madrazo, n? 26.
Jur? su cargo de ministro y presidente del Directorio militar ante el conde L?pez Mu?oz, ministro de Justicia del gobierno saliente, y en presencia del monarca, a las ocho de la tarde en el Palacio Real.
En el real decreto que firm? Alfonso XIII esa tarde y que sali? publicado en la Gaceta de Madrid del d?a siguiente, desaparec?a el Poder Legislativo parlamentario, pues colegislar?an en adelante el dictador y la Corona. Junto a este real decreto se promulgaron otros dos, declarando disueltos el Congreso y la parte electiva del Senado, y suspendiendo algunas garant?as constitucionales.
Consecuencias de la dictadura
En enero de 1930, Alfonso XIII acab? borbonizando a Miguel Primo de Rivera (que falleci? en Par?s dos meses m?s tarde), sustituyéndole por otro general, D?maso Berenguer. Pero la monarqu?a estaba tan desprestigiada que quince meses después de la dimisi?n del dictador, se proclam? la Segunda Rep?blica.
Al no haber sabido sustituir con un Estado nuevo los fundamentos del régimen de la Restauraci?n que destruy?, Primo de Rivera dej? tras de s? un vac?o de poder que favoreci? el resurgir, con m?s virulencia a?n, de los problemas que hab?an quedado latentes durante los 2.329 d?as que dur? su mandato.
La mayor?a de los historiadores han calificado la dictadura primorriverista como un paréntesis casi vac?o de la historia de Espa?a, pero no es as?. Primo consigui? una relativa modernizaci?n del pa?s, cierto avance social y econ?mico, a cambio de restringir gravemente las libertades de los espa?oles desde?ando el ordenamiento jur?dico, pero fueron las clases m?s poderosas las primeras en oponerse frontalmente a las intenciones del dictador de imponer un régimen fiscal m?s justo y un ritmo de mejora social m?s determinante. Puede decirse que la revoluci?n desde arriba que pretend?a llevar a cabo Primo se encontr? muy pronto con obst?culos obstinados e insalvables levantados por la capa m?s alta de la pir?mide socioecon?mica del pa?s. El intervencionismo del Gobierno en la empresa privada fue recibido como una intolerable e inaudita intromisi?n de la Administraci?n en la esfera particular de los negocios. La subida de impuestos para financiar proyectos sociales fue rechazada por quienes hab?an apoyado jubilosamente el golpe de Estado y, aunque no se revolvieron contra el Gobierno de Primo con un plan ofensivo, se apartaron de él y se mantuvieron en una postura indiferente, cuando no hostil.
En cuanto al contenido ideol?gico, la dictadura primorriverista nunca pretendi? semejarse al fascismo, pese a que se alabara ret?ricamente el régimen de Mussolini. Aun as?, la posterior y larga dictadura franquista aprendi? mucho de la primorriverista, aunque fuese sobre todo de sus errores, por lo que puede consider?rsela como un ensayo fallido e incruento del régimen autoritario que ansiaba una parte de la derecha espa?ola.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/nacional/siglo-golpe-primer-populista-espanol-91912218)