الريــم
08-01-2023, 10:00 AM
Por: Jennifer Mesa Mar?n, Investigadora en Microbiolog?a Ambiental. Universidad de Sevilla.
Imagine, por un momento, que sus pies est?n anclados al suelo. Si tiene sed, no puede ir a por un vaso de agua. Si tiene hambre, no puede ir a por comida. Si le da el sol, no puede moverse hacia la sombra. Parece complicado sobrevivir as?, ?verdad? Pues as? viven las plantas. Fijadas al suelo, expuestas al ambiente y solo pueden usar lo que tienen a mano.
Esto hace que su crecimiento se vea muchas veces limitado. ?Qué pasa cuando esa planta es un cultivo que va a servir de alimento a una poblaci?n que aumenta cada vez m?s, y que demanda m?s y mejores alimentos? Que el ritmo de la naturaleza no es suficiente para compensar el ritmo de producci?n y consumo de la sociedad. De ah? el uso de fertilizantes.
Pan para hoy, hambre para ma?ana
Fertilizantes y pesticidas aportan los nutrientes necesarios que la planta no puede ir a buscar y la defienden de enfermedades e insectos. Esto incrementa la producci?n de alimentos, pero trae otros problemas. Por un lado, la calidad del alimento se puede ver mermada y, por otro, se altera la salud del suelo a largo plazo. De hecho, a d?a de hoy, un tercio del suelo de nuestro planeta se encuentra de moderada a altamente degradado.
Por ello, se buscan alternativas m?s ecol?gicas (y asumibles econ?micamente) para mantener la producci?n de los cultivos sin perjudicar el medio ambiente. Una de estas alternativas es el uso de bacterias.
?Pero las bacterias no son malas?
Las bacterias siempre han tenido muy mala fama. Sabemos que provocan enfermedades como salmonelosis, legionelosis o gonorrea. A la mente nos viene ese anuncio de producto de limpieza que acaba con la suciedad y las dichosas bacterias de nuestra casa. ?C?mo puede ser bueno algo as??
Pues bien, bacterias hay por todas partes. En el aire que respira, en su cuerpo, en su comida, en el bot?n del ascensor que pulsa para subir a casa, en la pantalla de su m?vil, etc. Si todas fueran perjudiciales, tendr?amos un serio problema.
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Algunas son potencialmente perjudiciales, otras beneficiosas y otras, simplemente, conviven con nosotros en armon?a. Y por supuesto, el suelo no es una excepci?n. En el suelo hay bacterias. Muchas bacterias. En un solo gramo de suelo sano, puede haber mil millones de bacterias. Pensémoslo de nuevo. En una cucharada grande de suelo hay m?s bacterias que habitantes tiene todo el planeta Tierra. Y en él, cumplen funciones muy importantes para mantener su viabilidad.
Las bacterias como fertilizantes vivientes
Muchas de estas bacterias no est?n en el suelo por casualidad. Algunas han conseguido establecer un pacto con las plantas, y a lo largo de los a?os se han adaptado a vivir con ellas.
Las bacterias se alimentan de lo que las plantas excretan por sus ra?ces y, a cambio, les hacen algunos favores. Por ejemplo, hay bacterias que producen hormonas vegetales que aumentan el crecimiento de las ra?ces. También ayudan a la planta a tomar nutrientes del suelo.
Elementos como el nitr?geno, el hierro y el f?sforo son fundamentales para las plantas. Muchas veces, en el suelo hay cantidad suficiente de estos elementos, pero en formas en las que los vegetales no los pueden tomar. Es como si estuviéramos sentados sobre una monta?a de granos de café, pero no pudiéramos tomar ni una taza. Necesitamos transformarlo. Eso hacen las bacterias por distintos mecanismos fisicoqu?micos.
Por si fuera poco, también son capaces de producir compuestos contra determinados insectos, hongos y otras bacterias pat?genas. As?, hay bacterias que son capaces de actuar como auténticos fertilizantes y pesticidas vivientes, y se estudia su uso como fertilizantes naturales en una gran variedad de cultivos.
Bacterias y fresas
La fresa es uno de los cultivos donde se estudia el uso de fertilizantes bacterianos porque constituye un motor econ?mico y social fundamental para Espa?a, en especial para Andaluc?a. El problema es que su cultivo intensivo hace que necesite una gran cantidad de fertilizante y agua. Como consecuencia, los residuos contaminan suelos, aguas superficiales y subterr?neas.
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Si trasladamos esto al Parque Nacional de Do?ana y su entorno, donde hay grandes extensiones de cultivos de fresa, la situaci?n se agrava m?s. En la actualidad, en un proyecto financiado por la Junta de Andaluc?a estamos probando a usar fertilizantes bacterianos seleccionados en cultivos de fresa con fertilizante y riego reducidos un 30*%.
Reducir riego y fertilizantes no solo supone un alivio medioambiental, sino también una considerable rebaja de la inversi?n econ?mica que hace el agricultor. En invernadero, se ha comprobado que las plantas regadas con una soluci?n bacteriana no consiguen llegar a crecer igual que las tratadas con la cantidad de fertilizante y riego habituales. Sin embargo, es curioso el hecho de que logran producir casi las mismas fresas, en cantidad y tama?o.
Tras estas pruebas en invernadero, actualmente se est?n llevando a cabo pruebas en fincas reales en la provincia de Huelva, y habr? que esperar un poco para conocer los resultados. Por supuesto, son primeras tomas de contacto que hay que pulir hasta conseguir el efecto deseado. También hay que seguir trabajando en aspectos importantes para su aplicaci?n, como la duraci?n de su efecto, el estado del suelo y de las aguas a largo plazo, etc.
Parece que el uso de bacterias supone una promesa consistente para contribuir a desarrollar cultivos que necesiten menos fertilizantes y pesticidas qu?micos y riego. Sin embargo, hay que seguir trabajando en algunos aspectos relacionados con su aplicaci?n a gran escala y a largo plazo. Y por qué no, esta estrategia ecol?gica ir?a muy bien acompa?ada de un replanteamiento del consumo y la producci?n en nuestra sociedad actual.
Art?culo de referencia: https://theconversation.com/riego-con-bacterias-para-usar-menos-fertilizantes-167588
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/medio-ambiente/riego-bacterias-fertilizantes-90538357)
Imagine, por un momento, que sus pies est?n anclados al suelo. Si tiene sed, no puede ir a por un vaso de agua. Si tiene hambre, no puede ir a por comida. Si le da el sol, no puede moverse hacia la sombra. Parece complicado sobrevivir as?, ?verdad? Pues as? viven las plantas. Fijadas al suelo, expuestas al ambiente y solo pueden usar lo que tienen a mano.
Esto hace que su crecimiento se vea muchas veces limitado. ?Qué pasa cuando esa planta es un cultivo que va a servir de alimento a una poblaci?n que aumenta cada vez m?s, y que demanda m?s y mejores alimentos? Que el ritmo de la naturaleza no es suficiente para compensar el ritmo de producci?n y consumo de la sociedad. De ah? el uso de fertilizantes.
Pan para hoy, hambre para ma?ana
Fertilizantes y pesticidas aportan los nutrientes necesarios que la planta no puede ir a buscar y la defienden de enfermedades e insectos. Esto incrementa la producci?n de alimentos, pero trae otros problemas. Por un lado, la calidad del alimento se puede ver mermada y, por otro, se altera la salud del suelo a largo plazo. De hecho, a d?a de hoy, un tercio del suelo de nuestro planeta se encuentra de moderada a altamente degradado.
Por ello, se buscan alternativas m?s ecol?gicas (y asumibles econ?micamente) para mantener la producci?n de los cultivos sin perjudicar el medio ambiente. Una de estas alternativas es el uso de bacterias.
?Pero las bacterias no son malas?
Las bacterias siempre han tenido muy mala fama. Sabemos que provocan enfermedades como salmonelosis, legionelosis o gonorrea. A la mente nos viene ese anuncio de producto de limpieza que acaba con la suciedad y las dichosas bacterias de nuestra casa. ?C?mo puede ser bueno algo as??
Pues bien, bacterias hay por todas partes. En el aire que respira, en su cuerpo, en su comida, en el bot?n del ascensor que pulsa para subir a casa, en la pantalla de su m?vil, etc. Si todas fueran perjudiciales, tendr?amos un serio problema.
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Algunas son potencialmente perjudiciales, otras beneficiosas y otras, simplemente, conviven con nosotros en armon?a. Y por supuesto, el suelo no es una excepci?n. En el suelo hay bacterias. Muchas bacterias. En un solo gramo de suelo sano, puede haber mil millones de bacterias. Pensémoslo de nuevo. En una cucharada grande de suelo hay m?s bacterias que habitantes tiene todo el planeta Tierra. Y en él, cumplen funciones muy importantes para mantener su viabilidad.
Las bacterias como fertilizantes vivientes
Muchas de estas bacterias no est?n en el suelo por casualidad. Algunas han conseguido establecer un pacto con las plantas, y a lo largo de los a?os se han adaptado a vivir con ellas.
Las bacterias se alimentan de lo que las plantas excretan por sus ra?ces y, a cambio, les hacen algunos favores. Por ejemplo, hay bacterias que producen hormonas vegetales que aumentan el crecimiento de las ra?ces. También ayudan a la planta a tomar nutrientes del suelo.
Elementos como el nitr?geno, el hierro y el f?sforo son fundamentales para las plantas. Muchas veces, en el suelo hay cantidad suficiente de estos elementos, pero en formas en las que los vegetales no los pueden tomar. Es como si estuviéramos sentados sobre una monta?a de granos de café, pero no pudiéramos tomar ni una taza. Necesitamos transformarlo. Eso hacen las bacterias por distintos mecanismos fisicoqu?micos.
Por si fuera poco, también son capaces de producir compuestos contra determinados insectos, hongos y otras bacterias pat?genas. As?, hay bacterias que son capaces de actuar como auténticos fertilizantes y pesticidas vivientes, y se estudia su uso como fertilizantes naturales en una gran variedad de cultivos.
Bacterias y fresas
La fresa es uno de los cultivos donde se estudia el uso de fertilizantes bacterianos porque constituye un motor econ?mico y social fundamental para Espa?a, en especial para Andaluc?a. El problema es que su cultivo intensivo hace que necesite una gran cantidad de fertilizante y agua. Como consecuencia, los residuos contaminan suelos, aguas superficiales y subterr?neas.
https://uc-4u.com/clip/2efcd2a8-c44a-4d8d-95aa-3b2897b10e87_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg |
Si trasladamos esto al Parque Nacional de Do?ana y su entorno, donde hay grandes extensiones de cultivos de fresa, la situaci?n se agrava m?s. En la actualidad, en un proyecto financiado por la Junta de Andaluc?a estamos probando a usar fertilizantes bacterianos seleccionados en cultivos de fresa con fertilizante y riego reducidos un 30*%.
Reducir riego y fertilizantes no solo supone un alivio medioambiental, sino también una considerable rebaja de la inversi?n econ?mica que hace el agricultor. En invernadero, se ha comprobado que las plantas regadas con una soluci?n bacteriana no consiguen llegar a crecer igual que las tratadas con la cantidad de fertilizante y riego habituales. Sin embargo, es curioso el hecho de que logran producir casi las mismas fresas, en cantidad y tama?o.
Tras estas pruebas en invernadero, actualmente se est?n llevando a cabo pruebas en fincas reales en la provincia de Huelva, y habr? que esperar un poco para conocer los resultados. Por supuesto, son primeras tomas de contacto que hay que pulir hasta conseguir el efecto deseado. También hay que seguir trabajando en aspectos importantes para su aplicaci?n, como la duraci?n de su efecto, el estado del suelo y de las aguas a largo plazo, etc.
Parece que el uso de bacterias supone una promesa consistente para contribuir a desarrollar cultivos que necesiten menos fertilizantes y pesticidas qu?micos y riego. Sin embargo, hay que seguir trabajando en algunos aspectos relacionados con su aplicaci?n a gran escala y a largo plazo. Y por qué no, esta estrategia ecol?gica ir?a muy bien acompa?ada de un replanteamiento del consumo y la producci?n en nuestra sociedad actual.
Art?culo de referencia: https://theconversation.com/riego-con-bacterias-para-usar-menos-fertilizantes-167588
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/medio-ambiente/riego-bacterias-fertilizantes-90538357)