الريــم
07-31-2023, 12:40 PM
Juan Marséhablaba como si dentro de él estuviera escondida una novela en la que todo era real. El silencio era parte de su secreto, y la amistad era lo de dentro de una superficie abrigada de un muchacho que tuviera varias vidas por contar.
Pas? a la historia, por algunas confesiones, por algunos libros, como si fuera un adulto enfadado, pero jam?s dej? de ser aquel chiquillo que, al morir, hizo tres a?os este dieciocho de julio, dej? no solo memoria literaria, enfado por un pa?s que fue cruel y que segu?a siendo contradictorio, sino que adem?s ten?a el alma y el coraz?n de alguien que nunca termin? de creerse adulto.
Ten?a 87 a?os y dejaba atr?s, con sus hijos, Berta y Sacha, con su nieto, Guille, con su mujer, Joaquina, libros imprescindibles para entender la historia de Espa?a, de tiempos crueles y de épocas m?s bonancibles, as? como algunos juguetes que le serv?an de amuleto en un sitio de trabajo que hasta hace poco tiempo segu?a intacto.
Hasta que su hija Berta, también escritora, se decidi? a hurgar en la parte interior del escritorio y hall? a?n m?s secretos, manuscritos que reflejaban su pasi?n por contar, recuerdos de distintas épocas y, al menos, una fotograf?a en la que él tiene veinte a?os, est? en la casa de sus padres y mira al frente con los ojos que lo acompa?aron siempre. Los ojos llenos de preguntas.
Para responder a esas preguntas escribi?, desde '?ltimas tardes con Teresa', la obra que dej? at?nitos a los que pensaran que aquel era, tan solo, un joyero que adem?s trabajaba como si fuera un cient?fico en Par?s, hasta aquella cr?nica escalofriante de la posguerra (Un d?a volveré), en la que Barcelona, qué sitio si no, se duele del fr?o y de la p?lvora que marcaron el porvenir de un pa?s roto cuando él era un adolescente de incierto pasado.
Ese incierto pasado, en el que él fue huérfano, recogido por el azar de la vida por quienes luego ser?an sus padres, marc? su literatura, su historia y hasta su ternura. Era un ser humano lleno de secretos, algunos de los cuales fueron parte de sus libros, hasta el ?ltimo instante. En esos tiempos que precedieron a su muerte, y que su hija Berta ha contado recientemente, ten?a el temor de molestar a quienes lo cuidaban, les ped?a perd?n por las molestias, y también animaba a sus amigos de lejos por si en ellos habitaba también el temor de la época, el maldito virus.
Hijo directo del escalofr?o de Espa?a, no presumi? nunca de su erudici?n literaria, como si se guardara el secreto de su sintaxis en un caj?n del escritorio, pero todo lo que toc? como escritor es lo que también le sobresali? en su autobiograf?a. '?ltimas tardes con Teresa', su obra m?s alabada, naci?, me dijo el primero de enero de 2020, de tres novelas que estaba escribiendo. “T? sabes”, me explic? por carta, “que detr?s de una novela suele haber otras novelas, y en mi caso fueron tres. En un horizonte de lecturas que entonces, cuando empecé a escribir la novela, ten?a ya bastante lejano, persist?an dos libros y una pel?cula: 'El rojo y el negro', de Stendhal, 'La princesa Casamassima', de Henry James, y 'Un lugar en el sol', la versi?n cinematogr?fica de la novela de George Dreisler 'Una tragedia americana'. Y lo curioso del asunto”, me sigui? diciendo Marsé, “no hab?a le?do esa novela, su fuerza me lleg? mediante un art?culo del cr?tico norteamericano Lionel Trilling publicado en su libro de ensayos 'Una imaginaci?n liberal'. Lo dicho. Detr?s de un libro siempre hay otro libro”.
Marcado por una enfermedad que lo llevaba al hospital casi cada d?a escrib?a o llamaba, casi a diario, cada semana, a aquellos que él consideraba que estuvieran sufriendo la incertidumbre de la época, igual que en otros tiempos llamaba para re?rse de lo que ocurriera o para saber del porvenir del pa?s en todas sus facetas. Un muchacho con un juguete que jam?s se le romp?a, y ese juguete era la ternura.
De todos esos recuerdos debo compartir uno que salt? en medio de una conversaci?n que propicié entre él y la cineasta Isabel Coixet en el restaurante V?a Véneto de Barcelona por estas fechas de 2007. Atardec?a, él jugaba con los restos de la fruta, y mirando a?n hacia el mantel que nos un?a decidi? hacer este recuento, poniéndole m?sica al recuerdo.
Habl?bamos de la identidad. Y él dijo:*"Eso de poner tanto énfasis en las se?as de identidad de uno... F?jate la experiencia que acabo de vivir, por si a?n me quedaba alguna duda con respecto a esa dichosa identidad. Tiene que ver con mi origen, con mi nacimiento, en el terreno m?s pr?ximo, que es el de mi familia. Porque hasta hoy he estado manejando una versi?n de mi nacimiento y de mi adopci?n, y ahora resulta que parece completamente falsa. Lo que yo contaba y ten?a por veraz era como una novela de Dickens: que mi madre biol?gica muri? al nacer yo. Entonces, a los pocos d?as, en una cl?nica de Barcelona, una mujer perdi? a su hijo, y adem?s el médico le dice que ya no podr? tener m?s. Sale llorando del hospital, toma un taxi, y éste lo conduce mi padre biol?gico, que era taxista. Escucha que la mujer llora y oye la historia. 'Ah, usted ha perdido a su hijo', le dice. 'Pues a m? me ha pasado que ha nacido mi hijo y ha muerto su madre. Y no sé qué hacer con el bebé'. Y el taxista, mi padre biol?gico, desv?a el trayecto y lleva a esta mujer a ver a su bebé; es decir, yo. ?sta es la historia que me cont? mi madre adoptiva. Ella me cogi? en brazos; mi padre le dijo que se quedara conmigo, que ya se ocupar?an de los tr?mites m?s adelante. Y ahora mi hermana Regina, que naci? después que yo, dice que esta historia no se corresponde con la realidad”.
“Seg?n mi hermana”, sigui? contando Marsé, “aquel primer hijo que perdi? nuestra madre no lo perdi? en Barcelona, sino en un pueblo de Tarragona, Sant Jaume dels Domenys, y est? enterrado all?. Y me pregunta: 'Cuando ibas a jugar al cementerio, ?no sab?as que ese ni?o muerto era tu hermano?'. No, no sab?a nada. 'Y nuestros padres, adem?s, no viv?an todav?a en Barcelona, se instalaron aqu? m?s tarde. As? que eso del taxista es mentira. No es cierto que el primer hijo de nuestra madre naciera en Barcelona, ni que ella saliera de la cl?nica llorando y cogiera un taxi. Ocurri? que nuestro padre, viendo que madre estaba en el pueblo muy deprimida por haber perdido a su bebé, vino a Barcelona y conoci? a un se?or que acababa de perder a su mujer de una complicaci?n posparto, dej?ndole un ni?o y una ni?a de cinco a?os'.
“La historia que yo cre?a cierta es falsa. Estoy trabajando en una novela que indirectamente trata de esto, y tengo que investigar. Casi nadie queda vivo de los que pueden corroborar esta historia. S?lo mi prima Rosita, que tiene ochenta y tantos a?os. O sea, que ahora no tengo nada claro ni c?mo llegué a este culo del mundo que era Espa?a en los a?os treinta".
*“Ahora me tengo que recuperar de lo que me han contado. Una historia inventada por mi madre adoptiva".
Cuando termin? de contar levant? la mirada del mantel, y nosotros nos quedamos como si él hubiera dejado en el aire el fantasma de un libro que volver?a con él al cuarto en el que estaban también sus folios, sus sue?os y sus juguetes.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/juan-marse-imborrable-memoria-nino-90501150)
Pas? a la historia, por algunas confesiones, por algunos libros, como si fuera un adulto enfadado, pero jam?s dej? de ser aquel chiquillo que, al morir, hizo tres a?os este dieciocho de julio, dej? no solo memoria literaria, enfado por un pa?s que fue cruel y que segu?a siendo contradictorio, sino que adem?s ten?a el alma y el coraz?n de alguien que nunca termin? de creerse adulto.
Ten?a 87 a?os y dejaba atr?s, con sus hijos, Berta y Sacha, con su nieto, Guille, con su mujer, Joaquina, libros imprescindibles para entender la historia de Espa?a, de tiempos crueles y de épocas m?s bonancibles, as? como algunos juguetes que le serv?an de amuleto en un sitio de trabajo que hasta hace poco tiempo segu?a intacto.
Hasta que su hija Berta, también escritora, se decidi? a hurgar en la parte interior del escritorio y hall? a?n m?s secretos, manuscritos que reflejaban su pasi?n por contar, recuerdos de distintas épocas y, al menos, una fotograf?a en la que él tiene veinte a?os, est? en la casa de sus padres y mira al frente con los ojos que lo acompa?aron siempre. Los ojos llenos de preguntas.
Para responder a esas preguntas escribi?, desde '?ltimas tardes con Teresa', la obra que dej? at?nitos a los que pensaran que aquel era, tan solo, un joyero que adem?s trabajaba como si fuera un cient?fico en Par?s, hasta aquella cr?nica escalofriante de la posguerra (Un d?a volveré), en la que Barcelona, qué sitio si no, se duele del fr?o y de la p?lvora que marcaron el porvenir de un pa?s roto cuando él era un adolescente de incierto pasado.
Ese incierto pasado, en el que él fue huérfano, recogido por el azar de la vida por quienes luego ser?an sus padres, marc? su literatura, su historia y hasta su ternura. Era un ser humano lleno de secretos, algunos de los cuales fueron parte de sus libros, hasta el ?ltimo instante. En esos tiempos que precedieron a su muerte, y que su hija Berta ha contado recientemente, ten?a el temor de molestar a quienes lo cuidaban, les ped?a perd?n por las molestias, y también animaba a sus amigos de lejos por si en ellos habitaba también el temor de la época, el maldito virus.
Hijo directo del escalofr?o de Espa?a, no presumi? nunca de su erudici?n literaria, como si se guardara el secreto de su sintaxis en un caj?n del escritorio, pero todo lo que toc? como escritor es lo que también le sobresali? en su autobiograf?a. '?ltimas tardes con Teresa', su obra m?s alabada, naci?, me dijo el primero de enero de 2020, de tres novelas que estaba escribiendo. “T? sabes”, me explic? por carta, “que detr?s de una novela suele haber otras novelas, y en mi caso fueron tres. En un horizonte de lecturas que entonces, cuando empecé a escribir la novela, ten?a ya bastante lejano, persist?an dos libros y una pel?cula: 'El rojo y el negro', de Stendhal, 'La princesa Casamassima', de Henry James, y 'Un lugar en el sol', la versi?n cinematogr?fica de la novela de George Dreisler 'Una tragedia americana'. Y lo curioso del asunto”, me sigui? diciendo Marsé, “no hab?a le?do esa novela, su fuerza me lleg? mediante un art?culo del cr?tico norteamericano Lionel Trilling publicado en su libro de ensayos 'Una imaginaci?n liberal'. Lo dicho. Detr?s de un libro siempre hay otro libro”.
Marcado por una enfermedad que lo llevaba al hospital casi cada d?a escrib?a o llamaba, casi a diario, cada semana, a aquellos que él consideraba que estuvieran sufriendo la incertidumbre de la época, igual que en otros tiempos llamaba para re?rse de lo que ocurriera o para saber del porvenir del pa?s en todas sus facetas. Un muchacho con un juguete que jam?s se le romp?a, y ese juguete era la ternura.
De todos esos recuerdos debo compartir uno que salt? en medio de una conversaci?n que propicié entre él y la cineasta Isabel Coixet en el restaurante V?a Véneto de Barcelona por estas fechas de 2007. Atardec?a, él jugaba con los restos de la fruta, y mirando a?n hacia el mantel que nos un?a decidi? hacer este recuento, poniéndole m?sica al recuerdo.
Habl?bamos de la identidad. Y él dijo:*"Eso de poner tanto énfasis en las se?as de identidad de uno... F?jate la experiencia que acabo de vivir, por si a?n me quedaba alguna duda con respecto a esa dichosa identidad. Tiene que ver con mi origen, con mi nacimiento, en el terreno m?s pr?ximo, que es el de mi familia. Porque hasta hoy he estado manejando una versi?n de mi nacimiento y de mi adopci?n, y ahora resulta que parece completamente falsa. Lo que yo contaba y ten?a por veraz era como una novela de Dickens: que mi madre biol?gica muri? al nacer yo. Entonces, a los pocos d?as, en una cl?nica de Barcelona, una mujer perdi? a su hijo, y adem?s el médico le dice que ya no podr? tener m?s. Sale llorando del hospital, toma un taxi, y éste lo conduce mi padre biol?gico, que era taxista. Escucha que la mujer llora y oye la historia. 'Ah, usted ha perdido a su hijo', le dice. 'Pues a m? me ha pasado que ha nacido mi hijo y ha muerto su madre. Y no sé qué hacer con el bebé'. Y el taxista, mi padre biol?gico, desv?a el trayecto y lleva a esta mujer a ver a su bebé; es decir, yo. ?sta es la historia que me cont? mi madre adoptiva. Ella me cogi? en brazos; mi padre le dijo que se quedara conmigo, que ya se ocupar?an de los tr?mites m?s adelante. Y ahora mi hermana Regina, que naci? después que yo, dice que esta historia no se corresponde con la realidad”.
“Seg?n mi hermana”, sigui? contando Marsé, “aquel primer hijo que perdi? nuestra madre no lo perdi? en Barcelona, sino en un pueblo de Tarragona, Sant Jaume dels Domenys, y est? enterrado all?. Y me pregunta: 'Cuando ibas a jugar al cementerio, ?no sab?as que ese ni?o muerto era tu hermano?'. No, no sab?a nada. 'Y nuestros padres, adem?s, no viv?an todav?a en Barcelona, se instalaron aqu? m?s tarde. As? que eso del taxista es mentira. No es cierto que el primer hijo de nuestra madre naciera en Barcelona, ni que ella saliera de la cl?nica llorando y cogiera un taxi. Ocurri? que nuestro padre, viendo que madre estaba en el pueblo muy deprimida por haber perdido a su bebé, vino a Barcelona y conoci? a un se?or que acababa de perder a su mujer de una complicaci?n posparto, dej?ndole un ni?o y una ni?a de cinco a?os'.
“La historia que yo cre?a cierta es falsa. Estoy trabajando en una novela que indirectamente trata de esto, y tengo que investigar. Casi nadie queda vivo de los que pueden corroborar esta historia. S?lo mi prima Rosita, que tiene ochenta y tantos a?os. O sea, que ahora no tengo nada claro ni c?mo llegué a este culo del mundo que era Espa?a en los a?os treinta".
*“Ahora me tengo que recuperar de lo que me han contado. Una historia inventada por mi madre adoptiva".
Cuando termin? de contar levant? la mirada del mantel, y nosotros nos quedamos como si él hubiera dejado en el aire el fantasma de un libro que volver?a con él al cuarto en el que estaban también sus folios, sus sue?os y sus juguetes.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/juan-marse-imborrable-memoria-nino-90501150)