الريــم
07-17-2023, 04:00 PM
Hubo un tiempo en el que nunca se pon?a el sol en el Tour. Nadie te hablaba en inglés, como ahora, cuando descubr?a por el acento que no eras uno de los suyos. Era una época en la que si cerrabas por trabajo la sala de prensa te arriesgabas a escuchar la palabra m?s odiada, el ‘désolé’, que suena muy bien, pero que significa, por decirlo de una forma suave, que te den y que te busques la vida.
Francia, por all? 1991, estaba acostumbrada a cenar antes de las 8 de la tarde y no comprend?a que cumplir ese horario, sano, seguramente, era imposible cuando Miguel Indur?in estaba lanzado a la conquista de Tours como lo intentan hacer ahora Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar.
De Navarra
Indur?in, a diferencia de los chavales de hoy, como Carlos Rodr?guez o el ausente Juan Ayuso, que hablan inglés por los codos, se expresaba en su castellano con acento de Navarra, reivindicaba que él no se llamaba Mikel, como algunos pretend?an denominarlo, y odiaba a raudales que lo denominaran Miguel?n. Miguel, a secas, que ya est? bien, porque era el nombre con el que creci? en un caser?o de Villava para seguir la tradici?n familiar de dedicarse al negocio de la agricultura… hasta que se subi? a una bici para convertir en arte su estilo de pedaleo.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Siempre llevaba a su lado a Francis Lafargue, su traductor al francés, que no era un jefe de prensa al estilo actual, por el que todo el mundo debe pasar, a veces censor, en ocasiones, ayudante, pero que limita el acceso directo del periodista al deportista.
La llamada
Recuerdo una vez, cuando los m?viles s?lo eran un proyecto, que llamé al n?mero de teléfono, lo que ahora denominamos “fijo”, entonces no hab?a otro, de casa de Indur?in. “Diga”, lo que se dec?a el siglo pasado cuando se descolgaba un teléfono. “Hola, quer?a hablar con Miguel”. La respuesta, con voz firme, no tard? ni un segundo. Era el padre que hab?a descolgado. “Yo soy Miguel, Miguel Indur?in”. “Yo quiero hablar, con el hijo”. “?Ah! ?con el ciclista?”. Y se escuch? un grito, otra vez con voz de tenor. “Miguel, te llaman”.
Ahora resultar?a imposible llamar al teléfono fijo, que seguramente ni tienen, de Pogacar o Vingegaard, quienes, adem?s, se ganar?an una bronca de a?pa de sus jefes de prensa por facilitar los n?meros privados.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Y poco después lleg? Armstrong
Miguel era campechano. Era capaz de abrir la ventanilla de la autocaravana en la que se desplazaba a las salidas, un veh?culo precursor de los actuales autocares, para bromear en su estilo de pocas palabras, lenguaje sano y rural. “?Qué? No saludas”. Y se mov?a en la salida por todas partes, al ‘village’, la zona reservada para los invitados del Tour, ad?nde los corredores dejaron de ir cuando Lance Armstrongcomenz? a cambiar la esencia del ciclismo; un autocar convertido en bunker de los corredores, todos con sus m?viles mirando cualquier entretenimiento, a veces absurdo, antes de bajar del veh?culo a la orden del jefe de prensa para atender la cita del periodista, convertido en paciente que aguarda la tanda en una consulta médica.
Cosas que casi no cambian
A Miguel le pegabas un chillido, reconoc?a tu voz y se paraba. Te contaba c?mo hab?a ido la etapa y, adem?s, lo hac?a sin enga?arte, siguiendo el ejemplo de Pedro Delgado. Ahora, los ciclistas también se paran. Decir lo contrario ser?a enga?ar, siguen siendo deportistas cercanos al pueblo, pero los obst?culos han crecido en relaci?n con la época inolvidable de Indur?in.
La furgoneta
En aquellos tiempos, a partir, sobre todo, de 1993 hubo diarios que llegaron a desplazar hasta siete enviados especiales que se mov?an con una furgoneta, todo el mundo quer?a saber lo que pensaba, lo que dec?a, siendo corredor de pocas palabras, y casi hab?a que hacer ruedas de prensa a los colegas extranjeros para contarles lo que quer?an saber sobre Miguel. Hab?a un mont?n de periodistas italianos, que se mov?an a la estela de Claudio Chiappucci y Gianni Bugno. Hoy han desaparecido, como los corredores transalpinos. Italia, salvo alguna chispa de Filippo Ganna, ha dejado de ser esencia de este deporte.
Indur?in cumpli? 59 a?os el domingo, sigue siendo referencia en todas las marchas cicloturistas a las que acude, su mejor entretenimiento, concede pocas entrevistas, se decide de vez en cuando a comentar una etapa ciclista en televisi?n, pero contin?a siendo una leyenda, un mito del Tour, cinco victorias lo contemplan, sabedor de que fue el buque insignia de una época inolvidable.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/tour-francia/indurain-indurain-indurain-89971557)
Francia, por all? 1991, estaba acostumbrada a cenar antes de las 8 de la tarde y no comprend?a que cumplir ese horario, sano, seguramente, era imposible cuando Miguel Indur?in estaba lanzado a la conquista de Tours como lo intentan hacer ahora Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar.
De Navarra
Indur?in, a diferencia de los chavales de hoy, como Carlos Rodr?guez o el ausente Juan Ayuso, que hablan inglés por los codos, se expresaba en su castellano con acento de Navarra, reivindicaba que él no se llamaba Mikel, como algunos pretend?an denominarlo, y odiaba a raudales que lo denominaran Miguel?n. Miguel, a secas, que ya est? bien, porque era el nombre con el que creci? en un caser?o de Villava para seguir la tradici?n familiar de dedicarse al negocio de la agricultura… hasta que se subi? a una bici para convertir en arte su estilo de pedaleo.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Siempre llevaba a su lado a Francis Lafargue, su traductor al francés, que no era un jefe de prensa al estilo actual, por el que todo el mundo debe pasar, a veces censor, en ocasiones, ayudante, pero que limita el acceso directo del periodista al deportista.
La llamada
Recuerdo una vez, cuando los m?viles s?lo eran un proyecto, que llamé al n?mero de teléfono, lo que ahora denominamos “fijo”, entonces no hab?a otro, de casa de Indur?in. “Diga”, lo que se dec?a el siglo pasado cuando se descolgaba un teléfono. “Hola, quer?a hablar con Miguel”. La respuesta, con voz firme, no tard? ni un segundo. Era el padre que hab?a descolgado. “Yo soy Miguel, Miguel Indur?in”. “Yo quiero hablar, con el hijo”. “?Ah! ?con el ciclista?”. Y se escuch? un grito, otra vez con voz de tenor. “Miguel, te llaman”.
Ahora resultar?a imposible llamar al teléfono fijo, que seguramente ni tienen, de Pogacar o Vingegaard, quienes, adem?s, se ganar?an una bronca de a?pa de sus jefes de prensa por facilitar los n?meros privados.
M?s informaci?n (Auto)
http://placehold.it/175x100 T?tulo noticia (Auto)
Y poco después lleg? Armstrong
Miguel era campechano. Era capaz de abrir la ventanilla de la autocaravana en la que se desplazaba a las salidas, un veh?culo precursor de los actuales autocares, para bromear en su estilo de pocas palabras, lenguaje sano y rural. “?Qué? No saludas”. Y se mov?a en la salida por todas partes, al ‘village’, la zona reservada para los invitados del Tour, ad?nde los corredores dejaron de ir cuando Lance Armstrongcomenz? a cambiar la esencia del ciclismo; un autocar convertido en bunker de los corredores, todos con sus m?viles mirando cualquier entretenimiento, a veces absurdo, antes de bajar del veh?culo a la orden del jefe de prensa para atender la cita del periodista, convertido en paciente que aguarda la tanda en una consulta médica.
Cosas que casi no cambian
A Miguel le pegabas un chillido, reconoc?a tu voz y se paraba. Te contaba c?mo hab?a ido la etapa y, adem?s, lo hac?a sin enga?arte, siguiendo el ejemplo de Pedro Delgado. Ahora, los ciclistas también se paran. Decir lo contrario ser?a enga?ar, siguen siendo deportistas cercanos al pueblo, pero los obst?culos han crecido en relaci?n con la época inolvidable de Indur?in.
La furgoneta
En aquellos tiempos, a partir, sobre todo, de 1993 hubo diarios que llegaron a desplazar hasta siete enviados especiales que se mov?an con una furgoneta, todo el mundo quer?a saber lo que pensaba, lo que dec?a, siendo corredor de pocas palabras, y casi hab?a que hacer ruedas de prensa a los colegas extranjeros para contarles lo que quer?an saber sobre Miguel. Hab?a un mont?n de periodistas italianos, que se mov?an a la estela de Claudio Chiappucci y Gianni Bugno. Hoy han desaparecido, como los corredores transalpinos. Italia, salvo alguna chispa de Filippo Ganna, ha dejado de ser esencia de este deporte.
Indur?in cumpli? 59 a?os el domingo, sigue siendo referencia en todas las marchas cicloturistas a las que acude, su mejor entretenimiento, concede pocas entrevistas, se decide de vez en cuando a comentar una etapa ciclista en televisi?n, pero contin?a siendo una leyenda, un mito del Tour, cinco victorias lo contemplan, sabedor de que fue el buque insignia de una época inolvidable.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/tour-francia/indurain-indurain-indurain-89971557)