الريــم
07-03-2023, 09:20 AM
El jueves pasado hablando con Sergi Mas le contaba que el Tour no es s?lo una prueba deportiva sino un acontecimiento inmerso en la m?s profunda cultura de Francia. Nada ser?a igual si cada mes de julio no se programase la Grande Boucle, como ellos la denominan, una prueba nacida en 1903 y que a?o a a?o, aunque pueda parecer incre?ble, va creciendo en poder?o, fiesta y pasi?n.
El paso del Tour por tierras vascas ha finalizado con matr?cula de honor. Apenas ha habido reivindicaci?n pol?tica en lo que era un acto festivo sin que nadie cuestionase la denominaci?n de origen francés de la prueba. Y si hubo alguna protesta, que la hubo, sobre todo en Bilbao por cuestiones laborales, fue para intentar conseguir un mayor impacto medi?tico gracias al altavoz de la ronda francesa.
El Tour ya no se mueve de Francia
Ahora la carrera entra en su territorio para no moverse de Francia hasta que el 23 de julio el primer clasificado luzca el jersey amarillo en lo m?s alto del podio de los Campos El?seos. Nadie esconde cierto temor a que el ambiente crispado que vive el pa?s repercuta en cierta manera en el Tour. Pero basta adelantarse un poco a las circunstancias de carrera para dormir en Bayona y percatarse, muchas horas antes de que la tercera etapa finalice en la ciudad del Pa?s Vasco francés, del tremendo cari?o que cualquier pueblo transmite a su carrera.
El ?ltimo corredor francés que gan? el Tour fue Bernard Hinault. De eso hace 38 a?os. En 2019, Julian Alaphilippe estuvo cerca y los franceses vibraron con su carrera y so?aron en que por fin uno de los suyos llegar?a vestido de amarillo a Par?s. Pero Julian acab? perdiendo el ‘maillot’ y hasta una posici?n en el podio.
El paso del tiempo
Han visto pasar victorias irlandesas, estadounidenses (tres, de Greg Lemond, porque las otras ocho no cuentan), espa?olas, danesas, alemanas, italianas, australianas, brit?nicas, colombianas y eslovenas. Pero no hay manera de mojar cuando se habla francés, alg?n podio suelto, como los de Romain Bardet… nada m?s. Y siguen creyendo en su carrera.
Bastaba ver a la entrada de Bayona, con la ca?da del atardecer, después de salir de San Sebasti?n, c?mo la gente miraba y sonre?a cuando ve?a llegar a su ciudad a un veh?culo con acreditaciones del Tour.
Las normas
A los que no conozcan de que va esto conviene explicarles que el Tour cierra las carreteras por las que van a transitar los ciclistas con muchas horas de anticipaci?n (los puertos de monta?a, en algunos casos, hasta dos d?as antes de la prueba). Nadie puede circular, si acaso en bici, pero s? lo pueden hacer los veh?culos que recorren la prueba con alg?n cometido profesional. Para ello la organizaci?n entrega unas placas, que son pegatinas de colorines que se colocan en la parte delantera y trasera del coche. Es como un salvoconducto con el que no te podr?as mover, a no ser que te volvieras loco, recorriendo toda Francia si deciden perseguir corredores.
Pues bien, al llegar a Bayona, solo faltaba que te aplaudiesen con la ciudad ya decorada para acoger la carrera, todo de amarillo, por supuesto, una localidad de corte vasco donde lo ?nico que cambia con sus vecinos al otro lado del Bidasoa, es que aqu? se habla francés en lugar de castellano y siempre se pueda encontrar a alg?n habitante que conserve o se atreva con el euskera.
La fiesta m?s deseada
Y todos, todos, se entregan al Tour convencidos de que van a vivir una fiesta. No llegan invasores, sino los que impulsan la carrera, la suya, la que igual volver?n a ganar alguna vez cuando Hinault ya sea muy viejecito. Pero aqu? lo importante es pas?rselo bien, decorar las ciudades con los colores del Tour, recuperar la inversi?n por acoger la prueba y recordar siempre la fecha en la que lleg? la Grande Boucle. De verdad, hay que vivirlo para imaginarse lo que el Tour significa. Por eso, cuando se entra a Francia, por entrega, fe y fuerza que le hayan puesto a la circunstancial adopci?n, el Tour adquiere un color especial, aunque no tenga duende ni el olor a azahar.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/tour-francia/tour-color-especial-89397475)
El paso del Tour por tierras vascas ha finalizado con matr?cula de honor. Apenas ha habido reivindicaci?n pol?tica en lo que era un acto festivo sin que nadie cuestionase la denominaci?n de origen francés de la prueba. Y si hubo alguna protesta, que la hubo, sobre todo en Bilbao por cuestiones laborales, fue para intentar conseguir un mayor impacto medi?tico gracias al altavoz de la ronda francesa.
El Tour ya no se mueve de Francia
Ahora la carrera entra en su territorio para no moverse de Francia hasta que el 23 de julio el primer clasificado luzca el jersey amarillo en lo m?s alto del podio de los Campos El?seos. Nadie esconde cierto temor a que el ambiente crispado que vive el pa?s repercuta en cierta manera en el Tour. Pero basta adelantarse un poco a las circunstancias de carrera para dormir en Bayona y percatarse, muchas horas antes de que la tercera etapa finalice en la ciudad del Pa?s Vasco francés, del tremendo cari?o que cualquier pueblo transmite a su carrera.
El ?ltimo corredor francés que gan? el Tour fue Bernard Hinault. De eso hace 38 a?os. En 2019, Julian Alaphilippe estuvo cerca y los franceses vibraron con su carrera y so?aron en que por fin uno de los suyos llegar?a vestido de amarillo a Par?s. Pero Julian acab? perdiendo el ‘maillot’ y hasta una posici?n en el podio.
El paso del tiempo
Han visto pasar victorias irlandesas, estadounidenses (tres, de Greg Lemond, porque las otras ocho no cuentan), espa?olas, danesas, alemanas, italianas, australianas, brit?nicas, colombianas y eslovenas. Pero no hay manera de mojar cuando se habla francés, alg?n podio suelto, como los de Romain Bardet… nada m?s. Y siguen creyendo en su carrera.
Bastaba ver a la entrada de Bayona, con la ca?da del atardecer, después de salir de San Sebasti?n, c?mo la gente miraba y sonre?a cuando ve?a llegar a su ciudad a un veh?culo con acreditaciones del Tour.
Las normas
A los que no conozcan de que va esto conviene explicarles que el Tour cierra las carreteras por las que van a transitar los ciclistas con muchas horas de anticipaci?n (los puertos de monta?a, en algunos casos, hasta dos d?as antes de la prueba). Nadie puede circular, si acaso en bici, pero s? lo pueden hacer los veh?culos que recorren la prueba con alg?n cometido profesional. Para ello la organizaci?n entrega unas placas, que son pegatinas de colorines que se colocan en la parte delantera y trasera del coche. Es como un salvoconducto con el que no te podr?as mover, a no ser que te volvieras loco, recorriendo toda Francia si deciden perseguir corredores.
Pues bien, al llegar a Bayona, solo faltaba que te aplaudiesen con la ciudad ya decorada para acoger la carrera, todo de amarillo, por supuesto, una localidad de corte vasco donde lo ?nico que cambia con sus vecinos al otro lado del Bidasoa, es que aqu? se habla francés en lugar de castellano y siempre se pueda encontrar a alg?n habitante que conserve o se atreva con el euskera.
La fiesta m?s deseada
Y todos, todos, se entregan al Tour convencidos de que van a vivir una fiesta. No llegan invasores, sino los que impulsan la carrera, la suya, la que igual volver?n a ganar alguna vez cuando Hinault ya sea muy viejecito. Pero aqu? lo importante es pas?rselo bien, decorar las ciudades con los colores del Tour, recuperar la inversi?n por acoger la prueba y recordar siempre la fecha en la que lleg? la Grande Boucle. De verdad, hay que vivirlo para imaginarse lo que el Tour significa. Por eso, cuando se entra a Francia, por entrega, fe y fuerza que le hayan puesto a la circunstancial adopci?n, el Tour adquiere un color especial, aunque no tenga duende ni el olor a azahar.
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