الريــم
07-01-2023, 09:21 AM
Cuando se celebraron las tres primeras ediciones del Mundial, (1930, 1934 y 1938), las federaciones del Reino Unido ni siquiera eran miembros de la FIFA. Aunque hab?an formado parte de ella, las desavenencias parec?an insalvables. “Preferimos gestionar nuestros asuntos a nuestra manera”, justific? el entonces vicepresidente de la federaci?n inglesa (FA), William Pickford, en un alarde insular que ha llegado hasta nuestros d?as en forma de Brexit.
Desde que protagonizaron el primer partido oficial entre selecciones de la historia del f?tbol (un 0-0 en Escocia, en 1872) los internacionales ingleses pasaron décadas sin jugar m?s que contra sus vecinos. Mientras, m?s all? del Canal, y también al otro lado del Atl?ntico, el f?tbol florec?a y aprend?a otros idiomas. Los ingleses disputaron sus primeros partidos oficiales lejos de las Islas en 1908, en una gira de fin de temporada por el Imperio Austroh?ngaro saldada con goleadas. Paseaban as? su superioridad por Centroeuropa, que en tiempos de paz moldear?a el f?tbol hasta convertirlo en un artefacto que ni sus padres reconocer?an.
Se empezaron a producir, sin embargo, algunas excepciones. Una de ellas, con Espa?a como protagonista: el 15 de mayo de 1929, la joven selecci?n espa?ola, con escasos nueve a?os de trayectoria, venci? a los ingleses por 4-3 en el Metropolitano de Madrid, en la primera derrota que sufrieron a manos de un conjunto no brit?nico. Como explica el historiador Peter J. Beck en su trabajo sobre las relaciones entre la FA y la FIFA, “[las derrotas] se sol?an achacar a arbitrajes extranjeros, interpretaciones distintas de las reglas, terrenos de juego irregulares, mal tiempo, demasiados viajes, cansancio después de una larga temporada; en definitiva, factores que evitaban que los jugadores ingleses mostraran su asumida e innata superioridad”. Sin embargo, pronto dejar?a de ser suficiente con asumirlo; habr?a que empezar a demostrarlo. Tras la guerra, y aun con la exigencia de mantener su influencia y su poder, los ‘Three Lions’ volvieron al redil de la FIFA. Brasil’50 les ver?a por primera vez medirse a las potencias emergentes en igualdad de condiciones.
EL MILAGRO SOBRE HIERBA
Inglaterra hab?a dado algunos t?midos pasos hacia la modernizaci?n. En 1946, por ejemplo, nombr? a su primer seleccionador: Walter Winterbottom, un ex del Manchester United. La potestad de elegir qué jugadores representaban al pa?s segu?a siendo de los despachos, pero Winterbottom iba a tener la oportunidad de actualizar unos métodos algo prehist?ricos. Aunque veteranos de prestigio como Stanley Matthews, futuro Bal?n de Oro, consideraban que no necesitaban que les llenaran la cabeza de conceptos.
El perenne Matthews, Stan Mortensen, Jackie Milburn, Wilf Mannion, Tom Finney, Billy Wright o Alf Ramsey eran algunos de los nombres que formaban parte del primer conjunto mundialista inglés. Una generaci?n dorada. Tras clasificarse con pleno de victorias, llegaron a R?o de Janeiro después de un largo viaje y una estancia no demasiado c?modos. Eso no les impidi? empezar con un triunfo poco lucido ante Chile (2-0). El siguiente rival, en el Estadio Independência de Belo Horizonte, iba a ser Estados Unidos. Un supuesto tr?mite al que llegaban sin Matthews, descartado por el jefe del comité seleccionador, Arthur Drewry, un comerciante pesquero sin experiencia futbol?stica que ten?a la ?ltima (y ?nica) palabra.
https://www.uc-4u.com/clip/d0b5da14-20db-42df-b54b-c4bf82be3d4c_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg En Wembley, Inglaterra y Hungr?a saltan al terreno de juego, antes de un duelo que cambiar? la historia del f?tbol
| SPORT
Los estadounidenses se hab?an plantado en Brasil después de una larga traves?a en barco con un equipo de semiprofesionales que se sacaban un extra con el f?tbol; entre ellos, un lavaplatos, un trabajador del textil, un cartero o un ch?fer de coches f?nebres. Este ?ltimo era el meta Frank Borghi. “Lo que deseaba es que se quedaran en cinco o seis goles”, explic? m?s tarde. Sin embargo, se convirti? en un muro.
Los ingleses empezaron fuertes y sus ocasiones se sucedieron. La madera y Borghi manten?an el equilibrio en un marcador que no reflejaba lo que se ve?a sobre el césped. Mucho menos cuando, en el minuto 38, un maestro de escuela centr? un bal?n que un lavaplatos se las apa?? para desviar lo justo; Walter Bahr para Joseph Gaetjens, que marcaba el 1-0. Quedaba un mundo por delante, un asedio para Borghi. Pero el tanteo ya no se mover?a. Resulta poético que la ?ltima ocasi?n inglesa fuera una falta botada por Alf Ramsey, el mismo que 16 a?os después acabar?a con el trauma que empezaba, al darle, desde el banquillo, la Copa del Mundo a su pa?s. El triunfo norteamericano quedar?a como una de las mayores sorpresas de siempre, peo no impresion? a sus compatriotas. S?lo cuando el soccer se puso de moda, con el Mundial de EE.UU,’94, la haza?a se bautiz? como el ‘milagro sobre hierba’.
EL PARTIDO DEL SIGLO
Tras la prematura ca?da en Brasil, los ingleses supieron que la adaptaci?n al nuevo entorno ser?a mucho m?s dura de lo que se preve?a. Un camino que tuvo otro punto de inflexi?n en 1953. Aquel a?o, el f?tbol no cambi? para siempre; ya lo hab?a hecho mucho antes, s?lo que no fue hasta entonces que los ingleses se dieron cuenta. El 25 de noviembre de aquel a?o, Hungr?a, una campeona ol?mpica con 29 partidos de imbatibilidad a sus espaldas, llegaba a Wembley con un f?tbol nuevo, articulado desde premisas que, precisamente, pon?an de manifiesto las carencias inglesas. En lo f?sico, el seleccionador Guszt?v Sebes, ejecutor del plan deportivo del Gobierno comunista, apostaba por un régimen de entrenamiento ordenado y regular. En lo t?ctico, mataba la WM (preferida por Inglaterra y hoy redise?ada por Guardiola) en favor de una formaci?n de movilidad constante. En lo individual, cre?a en futbolistas polivalentes. El plan, ejecutado con precisi?n por un equipo en el que se acumulaba el talento individual, se confirm?. El resultado fue devastador. Mientras los ingleses a?n se cruzaban miradas ante el f?sico at?pico de Pusk?s, N?ndor Hidegkuti ya hab?a marcado el primero de sus tres tantos. La defensa inglesa, obligada a saltar de su posici?n persiguiendo n?meros que se mov?an en un orden extra?o, cay? en la emboscada. El propio Pusk?s meti? otros dos. El otro fue obra de Bozsik. Tomaron Wembley con un 3-6, resultado corto, en lo que se recordar?a en Gran Breta?a como ‘El Partido del Siglo’: la ca?da hab?a sido rotunda y, sin embargo, bella.
Las consecuencias de aquella derrota durar?an a?os, pero la asunci?n del problema fue instant?nea. No hizo falta demasiado an?lisis para entender lo que acababa de ocurrir. Las evidencias se confirmaron en mayo de 1954, a las puertas del Mundial de Suiza, cuando Inglaterra cay? por 7-1 en un nuevo amistoso ante Hungr?a, esta vez jugado en el Népstadion de Budapest. Antes de su muerte, en el 2000, Stanley Matthews resumi? a la perfecci?n lo sucedido con los magiares: “Mucho antes del pitido final, la gloria de nuestro pasado futbol?stico hab?a quedado enterrada”
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sport-dossier-by-panenka/dominio-ingles-89329526)
Desde que protagonizaron el primer partido oficial entre selecciones de la historia del f?tbol (un 0-0 en Escocia, en 1872) los internacionales ingleses pasaron décadas sin jugar m?s que contra sus vecinos. Mientras, m?s all? del Canal, y también al otro lado del Atl?ntico, el f?tbol florec?a y aprend?a otros idiomas. Los ingleses disputaron sus primeros partidos oficiales lejos de las Islas en 1908, en una gira de fin de temporada por el Imperio Austroh?ngaro saldada con goleadas. Paseaban as? su superioridad por Centroeuropa, que en tiempos de paz moldear?a el f?tbol hasta convertirlo en un artefacto que ni sus padres reconocer?an.
Se empezaron a producir, sin embargo, algunas excepciones. Una de ellas, con Espa?a como protagonista: el 15 de mayo de 1929, la joven selecci?n espa?ola, con escasos nueve a?os de trayectoria, venci? a los ingleses por 4-3 en el Metropolitano de Madrid, en la primera derrota que sufrieron a manos de un conjunto no brit?nico. Como explica el historiador Peter J. Beck en su trabajo sobre las relaciones entre la FA y la FIFA, “[las derrotas] se sol?an achacar a arbitrajes extranjeros, interpretaciones distintas de las reglas, terrenos de juego irregulares, mal tiempo, demasiados viajes, cansancio después de una larga temporada; en definitiva, factores que evitaban que los jugadores ingleses mostraran su asumida e innata superioridad”. Sin embargo, pronto dejar?a de ser suficiente con asumirlo; habr?a que empezar a demostrarlo. Tras la guerra, y aun con la exigencia de mantener su influencia y su poder, los ‘Three Lions’ volvieron al redil de la FIFA. Brasil’50 les ver?a por primera vez medirse a las potencias emergentes en igualdad de condiciones.
EL MILAGRO SOBRE HIERBA
Inglaterra hab?a dado algunos t?midos pasos hacia la modernizaci?n. En 1946, por ejemplo, nombr? a su primer seleccionador: Walter Winterbottom, un ex del Manchester United. La potestad de elegir qué jugadores representaban al pa?s segu?a siendo de los despachos, pero Winterbottom iba a tener la oportunidad de actualizar unos métodos algo prehist?ricos. Aunque veteranos de prestigio como Stanley Matthews, futuro Bal?n de Oro, consideraban que no necesitaban que les llenaran la cabeza de conceptos.
El perenne Matthews, Stan Mortensen, Jackie Milburn, Wilf Mannion, Tom Finney, Billy Wright o Alf Ramsey eran algunos de los nombres que formaban parte del primer conjunto mundialista inglés. Una generaci?n dorada. Tras clasificarse con pleno de victorias, llegaron a R?o de Janeiro después de un largo viaje y una estancia no demasiado c?modos. Eso no les impidi? empezar con un triunfo poco lucido ante Chile (2-0). El siguiente rival, en el Estadio Independência de Belo Horizonte, iba a ser Estados Unidos. Un supuesto tr?mite al que llegaban sin Matthews, descartado por el jefe del comité seleccionador, Arthur Drewry, un comerciante pesquero sin experiencia futbol?stica que ten?a la ?ltima (y ?nica) palabra.
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Los estadounidenses se hab?an plantado en Brasil después de una larga traves?a en barco con un equipo de semiprofesionales que se sacaban un extra con el f?tbol; entre ellos, un lavaplatos, un trabajador del textil, un cartero o un ch?fer de coches f?nebres. Este ?ltimo era el meta Frank Borghi. “Lo que deseaba es que se quedaran en cinco o seis goles”, explic? m?s tarde. Sin embargo, se convirti? en un muro.
Los ingleses empezaron fuertes y sus ocasiones se sucedieron. La madera y Borghi manten?an el equilibrio en un marcador que no reflejaba lo que se ve?a sobre el césped. Mucho menos cuando, en el minuto 38, un maestro de escuela centr? un bal?n que un lavaplatos se las apa?? para desviar lo justo; Walter Bahr para Joseph Gaetjens, que marcaba el 1-0. Quedaba un mundo por delante, un asedio para Borghi. Pero el tanteo ya no se mover?a. Resulta poético que la ?ltima ocasi?n inglesa fuera una falta botada por Alf Ramsey, el mismo que 16 a?os después acabar?a con el trauma que empezaba, al darle, desde el banquillo, la Copa del Mundo a su pa?s. El triunfo norteamericano quedar?a como una de las mayores sorpresas de siempre, peo no impresion? a sus compatriotas. S?lo cuando el soccer se puso de moda, con el Mundial de EE.UU,’94, la haza?a se bautiz? como el ‘milagro sobre hierba’.
EL PARTIDO DEL SIGLO
Tras la prematura ca?da en Brasil, los ingleses supieron que la adaptaci?n al nuevo entorno ser?a mucho m?s dura de lo que se preve?a. Un camino que tuvo otro punto de inflexi?n en 1953. Aquel a?o, el f?tbol no cambi? para siempre; ya lo hab?a hecho mucho antes, s?lo que no fue hasta entonces que los ingleses se dieron cuenta. El 25 de noviembre de aquel a?o, Hungr?a, una campeona ol?mpica con 29 partidos de imbatibilidad a sus espaldas, llegaba a Wembley con un f?tbol nuevo, articulado desde premisas que, precisamente, pon?an de manifiesto las carencias inglesas. En lo f?sico, el seleccionador Guszt?v Sebes, ejecutor del plan deportivo del Gobierno comunista, apostaba por un régimen de entrenamiento ordenado y regular. En lo t?ctico, mataba la WM (preferida por Inglaterra y hoy redise?ada por Guardiola) en favor de una formaci?n de movilidad constante. En lo individual, cre?a en futbolistas polivalentes. El plan, ejecutado con precisi?n por un equipo en el que se acumulaba el talento individual, se confirm?. El resultado fue devastador. Mientras los ingleses a?n se cruzaban miradas ante el f?sico at?pico de Pusk?s, N?ndor Hidegkuti ya hab?a marcado el primero de sus tres tantos. La defensa inglesa, obligada a saltar de su posici?n persiguiendo n?meros que se mov?an en un orden extra?o, cay? en la emboscada. El propio Pusk?s meti? otros dos. El otro fue obra de Bozsik. Tomaron Wembley con un 3-6, resultado corto, en lo que se recordar?a en Gran Breta?a como ‘El Partido del Siglo’: la ca?da hab?a sido rotunda y, sin embargo, bella.
Las consecuencias de aquella derrota durar?an a?os, pero la asunci?n del problema fue instant?nea. No hizo falta demasiado an?lisis para entender lo que acababa de ocurrir. Las evidencias se confirmaron en mayo de 1954, a las puertas del Mundial de Suiza, cuando Inglaterra cay? por 7-1 en un nuevo amistoso ante Hungr?a, esta vez jugado en el Népstadion de Budapest. Antes de su muerte, en el 2000, Stanley Matthews resumi? a la perfecci?n lo sucedido con los magiares: “Mucho antes del pitido final, la gloria de nuestro pasado futbol?stico hab?a quedado enterrada”
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